En ese momento, la puerta se abrió de golpe, y Raffil apareció, su rostro pálido y lleno de preocupación. Había corrido desde su oficina, y el sudor perlaba su frente. Al ver a Victoria, su corazón se detuvo.
—¡Victoria! —gritó, corriendo hacia ella—. ¿Qué está pasando?
Victoria lo miró, y en sus ojos vio el amor y la preocupación que siempre había estado allí. Era su ancla, su refugio en medio de la tormenta.
—Estoy… estoy a punto de parir —dijo, su voz temblando—. No sé si puedo hacerlo.
Raffil se arrodilló junto a ella, tomando su mano con fuerza.
—Tú puedes, amor. Eres más fuerte de lo que crees. Yo estoy aquí contigo, siempre —dijo, su voz suave y reconfortante.
Con Raffil a su lado, Victoria sintió que la energía volvía a su cuerpo. Las contracciones continuaron, pero ahora había una nueva fuerza en ella, una mezcla de amor y determinación.
—¡Empuja, Victoria! —gritó Anasthia, su voz resonando con urgencia—. ¡Ahora!
Victo
Mientras se acomodaban en la sala, la noticia de los trillizos se esparció rápidamente. Federico, el padre de Raffil, y Patricia, su madre, llegaron al hospital en cuestión de minutos. Sus rostros reflejaban una mezcla de sorpresa y alegría.—¿Es cierto? —preguntó Federico, mirando a su hijo y a Victoria con incredulidad—. ¿Tienen trillizos?—Sí, papá —respondió Raffil, riendo entre lágrimas—. ¡Es una locura!Patricia se acercó, abrazando a Victoria con fuerza.—¡Qué bendición! —exclamó, su voz llena de emoción—. No puedo creer que sean tres.Poco después, Ambar y Mario, amigos cercanos de la pareja, llegaron al hospital. Habían tomado un vuelo privado y llegaron en menos de dos horas al enterarse de la noticia.—¡Victoria! —gritó Ambar, corriendo hacia ella—. ¡Felicidades! ¡No puedo creer que sean trillizos!Mario, con una sonrisa de oreja a oreja, se unió a la celebración.—Esto es increíble —dijo, mirando a los bebés con adm
Mientras se dirigían al hospital, Rafael continuaba pensando en sus nuevos hermanos.—¿Cómo se llaman? —preguntó de repente, su voz llena de curiosidad.—Tu mamá les pondrá nombres. Pero puedes pensar en algunos para ayudarla —dijo Patricia, disfrutando de la conversación.—¡Me gusta el nombre Lucas! —exclamó Rafael—. Y para la niña, podría ser Sofía.Patricia rió suavemente.—Son nombres muy bonitos, cariño. Estoy segura de que a tu mamá le encantarán.Rafael sonrió, sintiéndose emocionado por la idea de tener hermanos.—¿Y si uno es un superhéroe? —preguntó, sus ojos brillando con imaginación—. Podría ser un superhéroe y proteger a todos.—Eso sería maravilloso, Rafael. Cada uno de ellos puede ser lo que quiera —respondió su abuela, sintiendo que el amor de su nieto era un bálsamo para su corazón.Finalmente, llegaron al hospital. Rafael sintió un cosquilleo en el estómago mientras entraban por las puertas automáticas.
La tarde caía suavemente sobre el hospital, y la luz dorada se filtraba a través de las ventanas, creando un ambiente cálido y acogedor. Rafael y Viola estaban sentados en la habitación donde su madre, Victoria, descansaba con sus recién nacidos. Aunque el cansancio comenzaba a hacer mella en ella, la alegría de tener a sus tres hijos en brazos iluminaba su rostro.Sin embargo, los pequeños no estaban dispuestos a dormir. Rafael, con su energía inagotable, miraba a su hermana con una mezcla de emoción y determinación.—Viola, tenemos que elegir nombres para ellos —dijo Rafael, su voz llena de entusiasmo—. ¡Es muy importante!Viola, que apenas tenía tres años, miraba a su madre y a los bebés con ojos grandes, sintiendo que todo era un gran misterio.—Sí, pero… ¿cuáles? —preguntó, tocando suavemente la cabeza de la niña que dormía en los brazos de su madre.Rafael, sintiendo que el momento era crucial, comenzó a pensar en todos los nomb
_ ¡Victoria, por Dios, debes enfocarte en ti y en este trabajo! Te está consumiendo, ¡mírate!Rodé los ojos, detesto que esta mujer tenga razón, pero es mi mejor amiga. Ámbar Wister, mi confidente, mi protectora, mi madre sustituta. Ha sido mi roca en momentos difíciles, aunque a veces su exigencia se asemeja demasiado a la de mi jefe, ese demente desquiciado._ Sí, tienes razón. Gracias por venir, necesitaba verte._ ¿Y esperas que te dé un cumplido por venir al bar?Me mira fijamente y arquea una ceja, pareciendo un panda cuando lo hace._ Si no quieres que esté aquí, me marcho. Además, tengo cosas que hacer._ Escúchame bien, toma asiento en este taburete y no te muevas hasta que yo diga que está bien.Esa mujer es muy mandona, pero de la buena. Me pasa una cerveza, frunzo el ceño y ella la cambia por un vodka. Esa es otra de las razones por las que la aprecio, siempre sabe cómo alegrarme.Mientras saboreaba un delicioso trago de mi vokca, que sinceramente necesitaba más que un novi
¡Vaya, qué situación más complicada! Tu rostro refleja una palidez inusual, como si hubieras enfrentado a un demonio recién. "¡Estamos en problemas!" Exclamé sin titubear. Ella me ve con cara de demonio"¿Victoria, alguna vez podrás evitar meterte en problemas?" Me reprochó con razón. Siempre parezco estar envuelta en algún lío, a veces hasta me planteo cambiar mi nombre a "problema" en lugar de Victoria."No, me metí voluntariamente", mentí. Fue mi impulso de sanvarguardiana el que me llevó a actuar."¿Puedes contarme qué sucedió por qué estemos en problemas?" Inquirió con preocupación."Bueno, te salvé la piel, evité que mataran al tipo que acaba de entrar", expliqué. Observé cómo ella perdía el equilibrio momentáneamente y se aferraba con fuerza a la barra."¿Ámbar, es algo grave?" Preguntó con inquietud."Victoria, gracias por salvarme de un desastre mayor", expresó con gratitud."Está bien, si te salvé, ¿a quién diablos ofendí ahora?" Repliqué con frustración."De todas formas, n
Victoria Por la mañana, como todos los días, me despierto y sigo mi rutina. Me baño, me arreglo y tomo un taxi, ya que mi auto está en mantenimiento. Al llegar a la empresa, camino hacia la entrada, pero siento una mirada que quema mi espalda. Odio ese sentimiento, me recuerda la noche en que mis padres fueron ultimados por bandidos después de que me secuestraran.Desde entonces, me he convertido en toda una fiera. No permito que nada ni nadie me venza. He aprendido karate y a conducir, incluso he participado en varias carreras callejeras. Soy Victoria Daville, y doy una vuelta para ver si encuentro algún auto negro siguiéndome, pero no hay ninguno. Qué crédula fui.Al entrar a la empresa, saludo a los demás como siempre y me dirijo a mi oficina. Sin embargo, me topo con mi jefe, Vicente Rulo. Intento escabullirme y cambiar de ruta, pero él me conoce como la palma de su mano y me llama."Vic, que ni se te ocurra", me dice."Buenos días, Vicente. Solo iba por una taza de café", miento
VictoriaConduje hasta llegar a un callejón, donde decidí detenerme por un buen rato. Aproveché ese momento para cambiar de ropa, salí del coche y crucé la calle, observando atentamente a mi alrededor en busca de cualquier señal sospechosa. Parece que logré dejar atrás el caos, pero sigo sin poder respirar bien. El susto que viví hoy fue algo que nunca antes me había enfrentado. Me pregunto, ¿a quién ofendí? ¿Quiénes eran esas personas que me siguieron? ¿Será que alguien me mandó seguir a ese hombre? ¿Quiénes quieren hacerme daño?Caminé hasta llegar a un taxi que estaba cerca, tomé uno y le di la dirección de un hotel. Al llegar, reservé una habitación y me escondí. Una vez dentro de la habitación, cerré la puerta y caminé hasta la ventana. A simple vista no había nadie, pero no lograba estar tranquila. Mi respiración seguía agitada. ¿Cómo le contaré a Ámbar que unas camionetas me siguieron? ¿Cómo puedo evitar involucrarme en problemas? Mis rodillas flaquean, siento que se convierten
VictoriaLa luz del sol me despertó con una energía inusual. A pesar de lo que pasó ayer, me sentí llena de ánimo. Me vestí con mi nuevo conjunto y me di cuenta de lo bien que me quedaba. ¿Acaso todo el mundo notaría el cambio? No, es obvio que no. Al bajar, entregué la llave y me detuve a mirar en varias direcciones al mismo tiempo. Subí a mi coche y encendí el motor. Me dirigí a la empresa, dejando un mensaje para Ámbar en el estacionamiento sin preocupación. Sin embargo, una corriente eléctrica parecía cobrar vida en mí, aunque no veía nada al voltear.Me quedé parada, sin imaginar que alguien se tomaría la molestia de venir a la empresa para crear problemas. ¿Realmente esperan que baje la guardia? Sonreí con una carcajada enorme mientras subía en el ascensor. Recordé las palabras de mi madre: "cuando sientes que el miedo cobra vida en ti, solo sonríe en grande y sentirás cómo desaparece".Al llegar al lobby, sentí muchas miradas sobre mí, lo que me hizo desear cubrirme, aunque no e