Capitulo Tres

Me convierto en nada a medida que la necesidad aumenta. Ya no solo te deseo.

Alexander

Y pensar que casi atropello a mi nueva asistente. La polla me duele desde que vi el océano en sus ojos, quiero verlos empañados de deseo, que se cristalicen por la pasión que lleva oculta bajo su piel mientras me follo su boca. Necesito escuchar sus jadeos retumbando en las paredes de mi habitación, que su dulce voz se convierta en una melodía obscena, que me haga correr sobre su lengua, que me pida que le dé más duro, que le destroce el coño, que la deje adolorida.

Ansío escucharla gemir, pidiendo que la haga pedazos. Me saboreo los labios al imaginar su voz rota, suplicando por más, desnuda, temblorosa y de rodillas ante mí.

—No estarás pensando en llevarte a la cama a Isabella, cierto. —Alzo la mirada cuando escucho la voz de Rebecca.

Camina en mi dirección sacudiendo el culo de un lado al otro, me gustaría perforar sus jugosos agujeros.

—Sabes que no me importa la superficie, puede ser este escritorio, el de su oficina, el piso, el baño o ese sofá. —Señalo en dirección a los muebles que ocupan el lado izquierdo de mi oficina.

—A veces olvido lo imbécil que eres —bufa y se deja caer en la silla delante de mí—, te lo diré una sola vez Alexander, la señorita Turner, es una joven que nada tiene que ver con las cosas a las que estás acostumbrado, es inteligente y capaz, por favor no lo arruines. —Ruedo los ojos.

Rebecca no solo es mi gerente de recursos humanos, sino también es una buena amiga. Aunque eso se debe a que sus gustos son iguales a los míos, con la diferencia de que ella conquista a sus mujeres en los bares fuera del trabajo y yo no me mido a la hora de pescar. Aunque claro, tengo mis exigencias, solo mujeres hermosas tienen el privilegio de disfrutar de mi polla.

—Tú fuiste quien la envió conmigo, si ella me coquetea no veo por qué no darle lo que pide. —Todas las mujeres siempre quieren algo, y una con un título en Economía, no es la exención. Sobre todo cuando tiene una mirada tierna y una expresión de ingenuidad, esas infla pollas son las mejores; un cheque y te dan toda una noche de gemidos y jadeos descontrolados.

Son las perfectas para azotar hasta que la mano me duela.

—Solo te pido que no hagas nada para perjudicar a esa chica, es todo. —Se pone de pie y me mira—. Te juro que si Isabella renuncia antes de cumplir un mes aquí, yo también voy a renunciar, ya no soporto tus estupideces —suelta en tono cansino.

—No olvides que soy yo quien paga tu sueldo, no sobrepases tus límites Rebecca —advierto. Abre la puerta y la sostiene para luego girarse solo un poco y clavar sus ojos en los míos.

La m*****a es demasiado sexy para solo ser una lesbiana que se desperdicia, aunque no me opondría en tenerla a ella y a una de sus amiguitas en mi cama.

—Y tú no olvides que soy yo quien mantiene toda tu m****a en orden para que no te caiga encima. —Me quedo observando la puerta cerrada de mi oficina mientras mi mente recrea la imagen de Rebecca ofreciéndome su culo.

Me olvido por un momento de mi nueva asistente y de mi gerente de recursos humanos, para concentrarme en los negocios. En Castle Tecnology desarrollamos nuevas tecnologías, las cuales comercializamos y distribuimos, pero no solo nos ocupamos de crear nuevas tabletas o computadoras, abarcamos una gran gama de servicios: hardware, software, semiconductores, equipos de telecomunicaciones, Internet y comercio electrónico. También desarrollamos  productos y servicios innovadores que mejoren la vida de las personas. 

La búsqueda en la innovación y el desarrollo de nuevas tecnologías es lo que ha hecho que mi empresa se mantenga por delante de la competencia. Aunque claro, también existe una zona altruista en todo esto, quizás para expiar mis pecados o simplemente porque sé lo que se siente no tener que comer.

Mensualmente, una parte de las ganancias va dirigida a un fondo que cada año se transforma en mejoras materiales y de salud para comunidades rurales no solo en los Estados Unidos, sino alrededor del mundo. Y es algo que hago en secreto, detesto la publicidad basura.

Reviso el diseño computarizado de una nueva tableta que funcionará con energía solar, pero no me convence. No es funcional, su diseño es anticuado y sus dimensiones absurdas. Todavía quedan varios meses para su lanzamiento al mercado, sin embargo, todo lo que me han presentado hasta este momento me parece una m****a del tamaño del mundo.

El software es lo único que me ha mantenido en pie con este proyecto. Castle Tecnology maneja su propia marca de equipos y cada año reinventamos todo el stand con mejoras en los equipos que van desde el diseño hasta la funcionalidad. Envío un correo con mis observaciones y al terminar apago el monitor para posteriormente salir de la oficina. Me siento agotado y por más que intenté distraerme, no pude dejar de pensar en mi nueva asistente.

Estoy seguro de que será muy fácil abrirle las piernas, todas las que han trabajado para mí mueren porque lo haga, me suplican que lo haga, y ella no es la excepción. Las amenazas de Rebecca no tienen fuerza, haga lo que haga, ella jamás dejará su posición dentro de la empresa.

Subo al auto y parto a toda velocidad. Necesito una perra para esta noche, una que no me haya follado antes, las modelos de la empresa ya me tienen aburrido y odio repetir tantas veces un mismo plato. Además, cogerme de nuevo a alguna de ellas le dará ideas erróneas que prefiero evitar. Le entrego la llave al valet al llegar al club de un conocido e ingreso al establecimiento.

—Señor Castle, un placer tenerlo nuevamente con nosotros. —Saluda la empleada del lugar—. Lo acompaño al reservado. —Asiento.

Su trabajo es estar en la puerta en espera de que los peces gordos entren para llevarlos al área VIP para luego ofrecerles servicios adicionales que no se encuentran en el menú de los que disfrutan de la pista de baile. Sin embargo, una melena rubia capta mi atención al subir las escaleras.

¿Quién diría que la señorita Turner tiene dinero para entrar en un lugar como este?

—¿Necesita algún servicio en particular? —pregunta al entrar en la sala VIP.

—Me gustaría el número tres de la lista.

—Iré por una chica.

—No, quiero que seas tú.

—Señor Castle, tenemos…

—¿Quieres continuar con tu trabajo? —Se relame los labios y deja caer los hombros.

La observo por un momento en que se desabrocha la blusa y la deja caer al piso, se suelta el pelo y por último, se deshace de la falta. Me dejo caer sobre el sofá de cuero negro, me acomodo de modo que puedo ver a las personas del piso de abajo, aunque mis ojos están fijos en un solo punto.

Mientras la puta me chupa la polla, no aparto la mirada de Isabella, luce incómoda y para nada encaja en el lugar.

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