Capitulo Siete

Mi sangre se agita con la promesa oscura de tu pecado. Tus labios me seducen, tu mirada mi hipnotiza y tu oscuridad planta su estandarte en mi piel.

Isabella

Juro por Dios que estoy perdiendo la razón, ¿cómo se me ocurre hacer una escena como esa? El señor Castle es mi jefe, solo eso, puede coquetearle a quien se le venga en gana y a mí eso me debe dar completamente igual. Es un maldito mujeriego ególatra, no sé por qué me sorprendo o por qué me molesta tanto que se esté ligando a la nueva.

Siento que el corazón me quiere explotar de lo rápido que me late y tengo un nudo en la boca del estómago que no me deja respirar. ¿Cómo puedo estar así por un mujeriego de manual? Es imposible que su comportamiento me esté afectando de esta manera.

A esa estúpida se le nota en la cara que nada le cuesta abrir las piernas si se trata de ascender en posición. Está muy creída si de verdad piensa que, por acostarse con el jefe, puede ocupar mi lugar. Ni se imagina lo que le sucede a las empleadas que ceden al coqueteo del desgraciado, narcisista y atractivo de Alexander Castle.

Al final solo quedará con una mancha imborrable en su reputación, pero eso a mí que me importa, no es mi vida ni mi maldito problema.

Doy un brinco en mi lugar al escuchar que la puerta se cierra. ¡Maldición!, olvidé que él venía detrás de mí. Mi corazón late con mayor fuerza en mi pecho mientras trato de recomponerme. ¿Qué pensaría si supiera lo que estoy pensando?

Enderezo mi postura y finjo estar concentrada en los asuntos del trabajo.

—Señor Castle, tiene una reunión a las nueve con los posibles inversionistas para el proyecto: Educación, Vida y Tecnología —informo—, el departamento de desarrollo ha enviado los últimos avances y, por lo que pude ver, el resultado es prometedor, aún falta mucho por terminar, pero vamos por un excelente camino. —Le entrego mi tablet con el archivo de video abierto en el que se explican las aplicaciones, usos e innovaciones que se están fijando en el producto.

Será un dispositivo de gama alta, que no será muy costoso en el mercado; sin embargo, este producto no está siendo elaborado para comercializarlo, al menos no en un principio. Su finalidad es cubrir necesidades básicas de aprendizaje en espacios rurales donde la tecnología es prácticamente nula o inalcanzable, en países como África, Sudan, Níger o Ruanda. Ellos serán los primeros en tener en sus manos estos dispositivos.

Admiro este lado altruista de mi jefe, si no fuese por su personalidad de mujeriego y narcisista, juraría que es el hombre perfecto: atractivo, caritativo, seductor, altruista y…

—Isabella. —Abro y cierro los ojos repetidas veces al darme cuenta de que una vez más me perdí en mis propios pensamientos.

Espero no haber dicho nada en voz alta.

—Disculpe, señor Castle, estaba distraída —balbuceo avergonzada.

—No te preocupes, pero me gustaría que me aclararas una cosa: tu arrebato de hace rato se debe a que piensas que soy atractivo. —Mis pulmones dejan de funcionar.

Puedo sentir cómo mi corazón explota y toda la sangre se agolpa en mis mejillas, la cara me arde y solo deseo una cosa: que la tierra me trague y me escupa en Júpiter.

—Yo… yo… —Trago saliva con la boca seca—. Yo…

Me quedo sin aire en los pulmones. Abro y cierro la boca, pero mi voz que se había convertido en un hilillo ahora ha desaparecido por completo.

—Es una revelación maravillosa, ni te imaginas lo feliz que me hace saber que para ti soy un hombre atractivo. —Todo sucede en cámara lenta.

Se pone de pie, rodea el escritorio, llega a mí y me toma de las manos para hacerme levantar. Me aferro a sus palmas para no caer, pero entonces me rodea la cintura y me pega a su cuerpo para luego llevar una de sus manos hacia mi barbilla y elevar mi cara hasta que sus labios y los míos quedan a milímetros de distancia.

Cierro los ojos, sintiendo descargas eléctricas por todo el cuerpo, mi centro palpita ansioso y siento el calor propagarse por cada centímetro de mi anatomía.

Abro los ojos y me sumerjo en el mar oscuro de su mirada.

—Señor Castle —musito sin voz y me saboreo los labios resecos.

—Quiero pasar mi lengua por cada uno de ellos. —Su pulgar provoca un cosquilleo en la piel de mis ya muy sensibles labios.

Cierro los ojos y espero a que lo haga, pero la puerta se abre de golpe, provocando que él me suelte y yo caiga de culo en la silla.

—Señor Castle… —Las palabras de la secretaria mueren al vernos.

El golpe de realidad me hace dar cuenta del error catastrófico que acabo de cometer.

—Largo, estás despedida —anuncia Alexander con hostilidad, haciendo que Alison tiemble de pies a cabeza y las carpetas que sostiene en sus manos caigan al piso—, ¡que te largues! —grita con más fuerza.

La chica, que solo había dado un paso dentro de la oficina, se gira y prácticamente corre para salir.

No puede ser.

¿Qué es lo que está pasando?

¿Qué fue lo hice?

Mandé todo a la m****a por no saber controlar mi boca.

—Con permiso. —Me incorporo y salgo de la oficina para ir por Alison, al recuperar un poco de cordura. Alexander intenta detenerme, pero no se lo permito, voy tras la secretaria.

Ella no tiene la culpa, si su jefe quiere coquetearle y ella lo acepta, eso no tiene por qué molestarme y lo que acaba de suceder, tampoco tiene por qué perjudicarla, ella solo hace su trabajo y yo debería de hacer el mío y no estar…

¡Maldición, maldición, maldición!

—Alison —la llamo al llegar con ella.

—Me iré en un momento, solo necesito recoger mis cosas —dice sin mirarme.

—No tienes que irte, yo voy a solucionar esto. —Sostengo sus manos para evitar que siga moviendo cosas de un lado al otro.

—Sé que puedes hacerlo, tienes el poder para eso y mucho más, pero no sé si quiero quedarme —señala dándome una bofetada.

—No me refiero a eso, yo no tengo nada con el señor Castle, solo soy su asistente aunque no voy a negar que desde que llegué ha querido llevarme a la cama, pero no me interesa tener nada que ver con el más allá de una relación profesional, pero si quieres mi consejo, si te quedas lo mejor que puedes hacer es mantenerte lejos de sus manos, las que le dan lo que él quiere no terminan bien. —Su mirada es de odio, como si le hubiese quitado la oportunidad de su vida.

Siento pena por ella. Es triste ver que muchas mujeres ponen su propia moral por el piso solo por la posibilidad de una oportunidad que al final no les deja nada. Solo una mancha más en su reputación.

—No te pedí consejos y no creo que estés en posición de dármelos cuando te encontré relacionándote muy bien con el jefe, sin embargo, aceptaré que me ayudes a permanecer en mi puesto, lo necesito. —Algo me dice que no seremos las mejores amigas.

—Bien, regreso en un momento. —Asiente y se deja caer en su silla para contestar el teléfono mientras yo entro de nuevo a la oficina de la bestia sangrienta que desea devorarme.

Al entrar, recojo las carpetas y trato de organizarlas para luego pedirle a mi jefe, casi suplicarle que no despida a Alison y le aseguro que ella no volverá a entrar sin tocar y que lo que sucedió entre él y yo tampoco se volverá a repetir.

—¿Segura? —inquiere.

—Señor Castle, jamás debí haber dicho lo que dije, sí, es cierto, creo que usted es un hombre atractivo, pero eso no elimina el hecho de que usted es mi jefe y yo su empleada, así que sí, estoy muy segura de que esta situación no debe repetirse de nuevo, quiero mantener una imagen pulcra delante de mis compañeros y lo que pasó puede afectar eso —observo pensando en la posibilidad fatal de que Alison cuente algo sobre lo que vio, es obvio que ahora me odia y si quiere convertirse en la asistente de presidencia tiene que utilizar todas las herramientas útiles a su alrededor para sacarme del camino.

—De acuerdo, pero a cambio quiero que cada vez que cruces esa puerta me llames por mi nombre. —De nuevo esa petición.

—Señor… —Se coloca el dedo en los labios para hacer que me calle.

—Alexander. Vamos, quiero escucharte —exige.

Me muerdo el labio inferior, sintiendo que el tiempo se detiene.

—De acuerdo, Alexander. —Sonríe al tiempo que sus ojos brillan diabólicos y me hacen estremecer.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP