Mi sangre se agita con la promesa oscura de tu pecado. Tus labios me seducen, tu mirada mi hipnotiza y tu oscuridad planta su estandarte en mi piel.
Isabella
Juro por Dios que estoy perdiendo la razón, ¿cómo se me ocurre hacer una escena como esa? El señor Castle es mi jefe, solo eso, puede coquetearle a quien se le venga en gana y a mí eso me debe dar completamente igual. Es un maldito mujeriego ególatra, no sé por qué me sorprendo o por qué me molesta tanto que se esté ligando a la nueva.
Siento que el corazón me quiere explotar de lo rápido que me late y tengo un nudo en la boca del estómago que no me deja respirar. ¿Cómo puedo estar así por un mujeriego de manual? Es imposible que su comportamiento me esté afectando de esta manera.
A esa estúpida se le nota en la cara que nada le cuesta abrir las piernas si se trata de ascender en posición. Está muy creída si de verdad piensa que, por acostarse con el jefe, puede ocupar mi lugar. Ni se imagina lo que le sucede a las empleadas que ceden al coqueteo del desgraciado, narcisista y atractivo de Alexander Castle.
Al final solo quedará con una mancha imborrable en su reputación, pero eso a mí que me importa, no es mi vida ni mi maldito problema.
Doy un brinco en mi lugar al escuchar que la puerta se cierra. ¡Maldición!, olvidé que él venía detrás de mí. Mi corazón late con mayor fuerza en mi pecho mientras trato de recomponerme. ¿Qué pensaría si supiera lo que estoy pensando?
Enderezo mi postura y finjo estar concentrada en los asuntos del trabajo.
—Señor Castle, tiene una reunión a las nueve con los posibles inversionistas para el proyecto: Educación, Vida y Tecnología —informo—, el departamento de desarrollo ha enviado los últimos avances y, por lo que pude ver, el resultado es prometedor, aún falta mucho por terminar, pero vamos por un excelente camino. —Le entrego mi tablet con el archivo de video abierto en el que se explican las aplicaciones, usos e innovaciones que se están fijando en el producto.
Será un dispositivo de gama alta, que no será muy costoso en el mercado; sin embargo, este producto no está siendo elaborado para comercializarlo, al menos no en un principio. Su finalidad es cubrir necesidades básicas de aprendizaje en espacios rurales donde la tecnología es prácticamente nula o inalcanzable, en países como África, Sudan, Níger o Ruanda. Ellos serán los primeros en tener en sus manos estos dispositivos.
Admiro este lado altruista de mi jefe, si no fuese por su personalidad de mujeriego y narcisista, juraría que es el hombre perfecto: atractivo, caritativo, seductor, altruista y…
—Isabella. —Abro y cierro los ojos repetidas veces al darme cuenta de que una vez más me perdí en mis propios pensamientos.
Espero no haber dicho nada en voz alta.
—Disculpe, señor Castle, estaba distraída —balbuceo avergonzada.
—No te preocupes, pero me gustaría que me aclararas una cosa: tu arrebato de hace rato se debe a que piensas que soy atractivo. —Mis pulmones dejan de funcionar.
Puedo sentir cómo mi corazón explota y toda la sangre se agolpa en mis mejillas, la cara me arde y solo deseo una cosa: que la tierra me trague y me escupa en Júpiter.
—Yo… yo… —Trago saliva con la boca seca—. Yo…
Me quedo sin aire en los pulmones. Abro y cierro la boca, pero mi voz que se había convertido en un hilillo ahora ha desaparecido por completo.
—Es una revelación maravillosa, ni te imaginas lo feliz que me hace saber que para ti soy un hombre atractivo. —Todo sucede en cámara lenta.
Se pone de pie, rodea el escritorio, llega a mí y me toma de las manos para hacerme levantar. Me aferro a sus palmas para no caer, pero entonces me rodea la cintura y me pega a su cuerpo para luego llevar una de sus manos hacia mi barbilla y elevar mi cara hasta que sus labios y los míos quedan a milímetros de distancia.
Cierro los ojos, sintiendo descargas eléctricas por todo el cuerpo, mi centro palpita ansioso y siento el calor propagarse por cada centímetro de mi anatomía.
Abro los ojos y me sumerjo en el mar oscuro de su mirada.
—Señor Castle —musito sin voz y me saboreo los labios resecos.
—Quiero pasar mi lengua por cada uno de ellos. —Su pulgar provoca un cosquilleo en la piel de mis ya muy sensibles labios.
Cierro los ojos y espero a que lo haga, pero la puerta se abre de golpe, provocando que él me suelte y yo caiga de culo en la silla.
—Señor Castle… —Las palabras de la secretaria mueren al vernos.
El golpe de realidad me hace dar cuenta del error catastrófico que acabo de cometer.
—Largo, estás despedida —anuncia Alexander con hostilidad, haciendo que Alison tiemble de pies a cabeza y las carpetas que sostiene en sus manos caigan al piso—, ¡que te largues! —grita con más fuerza.
La chica, que solo había dado un paso dentro de la oficina, se gira y prácticamente corre para salir.
No puede ser.
¿Qué es lo que está pasando?
¿Qué fue lo hice?
Mandé todo a la m****a por no saber controlar mi boca.
—Con permiso. —Me incorporo y salgo de la oficina para ir por Alison, al recuperar un poco de cordura. Alexander intenta detenerme, pero no se lo permito, voy tras la secretaria.
Ella no tiene la culpa, si su jefe quiere coquetearle y ella lo acepta, eso no tiene por qué molestarme y lo que acaba de suceder, tampoco tiene por qué perjudicarla, ella solo hace su trabajo y yo debería de hacer el mío y no estar…
¡Maldición, maldición, maldición!
—Alison —la llamo al llegar con ella.
—Me iré en un momento, solo necesito recoger mis cosas —dice sin mirarme.
—No tienes que irte, yo voy a solucionar esto. —Sostengo sus manos para evitar que siga moviendo cosas de un lado al otro.
—Sé que puedes hacerlo, tienes el poder para eso y mucho más, pero no sé si quiero quedarme —señala dándome una bofetada.
—No me refiero a eso, yo no tengo nada con el señor Castle, solo soy su asistente aunque no voy a negar que desde que llegué ha querido llevarme a la cama, pero no me interesa tener nada que ver con el más allá de una relación profesional, pero si quieres mi consejo, si te quedas lo mejor que puedes hacer es mantenerte lejos de sus manos, las que le dan lo que él quiere no terminan bien. —Su mirada es de odio, como si le hubiese quitado la oportunidad de su vida.
Siento pena por ella. Es triste ver que muchas mujeres ponen su propia moral por el piso solo por la posibilidad de una oportunidad que al final no les deja nada. Solo una mancha más en su reputación.
—No te pedí consejos y no creo que estés en posición de dármelos cuando te encontré relacionándote muy bien con el jefe, sin embargo, aceptaré que me ayudes a permanecer en mi puesto, lo necesito. —Algo me dice que no seremos las mejores amigas.
—Bien, regreso en un momento. —Asiente y se deja caer en su silla para contestar el teléfono mientras yo entro de nuevo a la oficina de la bestia sangrienta que desea devorarme.
Al entrar, recojo las carpetas y trato de organizarlas para luego pedirle a mi jefe, casi suplicarle que no despida a Alison y le aseguro que ella no volverá a entrar sin tocar y que lo que sucedió entre él y yo tampoco se volverá a repetir.
—¿Segura? —inquiere.
—Señor Castle, jamás debí haber dicho lo que dije, sí, es cierto, creo que usted es un hombre atractivo, pero eso no elimina el hecho de que usted es mi jefe y yo su empleada, así que sí, estoy muy segura de que esta situación no debe repetirse de nuevo, quiero mantener una imagen pulcra delante de mis compañeros y lo que pasó puede afectar eso —observo pensando en la posibilidad fatal de que Alison cuente algo sobre lo que vio, es obvio que ahora me odia y si quiere convertirse en la asistente de presidencia tiene que utilizar todas las herramientas útiles a su alrededor para sacarme del camino.
—De acuerdo, pero a cambio quiero que cada vez que cruces esa puerta me llames por mi nombre. —De nuevo esa petición.
—Señor… —Se coloca el dedo en los labios para hacer que me calle.
—Alexander. Vamos, quiero escucharte —exige.
Me muerdo el labio inferior, sintiendo que el tiempo se detiene.
—De acuerdo, Alexander. —Sonríe al tiempo que sus ojos brillan diabólicos y me hacen estremecer.
La oscuridad me llama, me atrae hacia ella. Su seducción me pervierte y me atrapa en sus redes de lujuria.IsabellaPerdí la cabeza por completo, ¿cómo se me ocurre acceder a sus juegos? Tengo que encontrar el modo de escapar de las garras de mi jefe sin perder mi trabajo. No quiero convertirme en la comidilla de todo el edificio, pero estoy segura de que Alison no se quedara con la boca cerrada y no estoy segura de poder soportar que todo el mundo me señale. Suspiro rendida, imaginando las caras de todos al enterarse, los susurros a mi espalda, la mirada de triunfo de Alison al quedarse con mi puesto.Y ni siquiera puedo tener la consciencia tranquila porque lo hubiese besado si ella no nos hubiese interrumpido. Ahora mismo estaría saboreando el infierno que habita en sus labios y deleitándome con esa promesa secreta que se agita en su mirada cada vez que sus ojos me recorren. No consigo comprender cómo es que no logro controlar mis emociones ni mi cuerpo cuando estoy cerca de Alexan
Sedúceme, conquístame; si así, hazlo así. Me estás quitando el aliento, te robas mi capacidad para razonar y me conviertes en un ciclón de pasión que solo ansia tus caricias.IsabellaMe quedo completamente muda al escuchar la declaración de mi jefe, mi boca se seca y mis ojos se abren de par en par, incapaz de articular palabra alguna, después de él, yo tengo el poder total en la empresa. Tiene que ser una broma de su parte, no puede estar hablando en serio, mi mente se niega a aceptar la magnitud de sus palabras. La sala de juntas se ha quedado completamente en silencio mientras los ojos de mi jefe me perforan sin piedad.Siento que su mirada me traspasa, penetra mucho más profundo de lo que le puedo permitir y ahora sí, se apodera de mi alma y me convierte en su cautiva.«¿Por qué tus ojos se oscurecen tanto, querido lobo?»Me quedo sin aire, necesito salir de aquí o voy a desmayarme.—Confío en mi asistente, me ha demostrado ser eficiente y eficaz, además de que ha aportado muy bu
Algo se rompió y se encendió en mi interior cuando tus labios me probaron. Es una luz que me conduce a la oscuridad, pero mis pasos se niegan a seguir el camino que tu voz le indica.IsabellaSostengo la nota en mi mano con fuerza, sintiéndome culpable de lo que sucedió, sintiendo que fui usada por un hombre que no vale nada, sintiendo un asco horrible en mi boca que aún conserva el sabor de sus besos. Al llegar al piso del estacionamiento, camino con paso firme hasta el auto donde el señor Torres me espera. Lo saludo al llegar y subo sin perder tiempo, cierra la puerta y rodea para tomar su lugar detrás del volante.—¿Se encuentra bien, señorita Turner? —Alzo la vista y sus ojos se cruzan con los míos a través del espejo retrovisor.La nota sigue en mi mano, es como si se hubiese adherido a mi piel.—No es nada, solo estoy cansada. —Fuerzo una sonrisa—. Sigo sin acostumbrarme a la rutina del señor Castle —añado y él asiente.—No se preocupe, cuando menos lo espere, irá a su mismo rit
Beber de tu boca el elixir de lo prohibido es lo que ha condenado a mi alma a solo vivir por un suspiro de tus labios, una mirada de tus ojos y una caricia de tus manos.A vivir por ti.AlexanderIsabella tiene que ser mía. Este deseo que siento hacia ella solo se extinguirá cuando la tenga debajo de mí, suplicando por más. Sus labios son tan suaves y su piel, su piel es como la seda. No sé cómo no la desvestí, muero por ver toda su piel desnuda, quiero admirar cada centímetro de su cuerpo.Deleitarme al ver como se torna roja con cada palmada, embeberme en sus gemidos y jadeos, ahogarme con sus fluidos. Estoy seguro de que mi dulce Isabella tiene el mejor sabor de todas, incluso que las Zorras con las que me acuesto. Por primera vez ansío arrancarle cientos de orgasmos a una mujer antes de llenarla con mi semen.No creo que pueda salir de ella al correrme, quiero ver como la leche sale de sus agujeros.—Lo siento. —La estúpida secretaria interrumpe mis pensamientos—. Vine a ordenar l
Obsesión. Obsesión. Obsesión. Deseo.Tú.AlexanderTener a mi madre en casa me complica los planes, no quiero que ella se meta en mis asuntos, pero sin importar cuanto se lo pida o le exija que no lo haga, ella hará lo que se venga en gana. Respiro profundamente antes de que el ascensor abra sus puestas en el vestíbulo del departamento, Rogert me comentó algo sobre el pequeño intercambio entre Isabella y mi hermana.Por lo que me dijo no fue tan grabe, sin embargo, mi dulce asistente no se encontraba bien después de lo que sucedió entre los dos. Yo mismo me encuentro alucinando con devorarla por completo, con sumergirme en su pasión y beber cada gota de su locura.—Alexander, bienvenido hijo. —Mi madre se cuelga de mi cuello con fuerza, la rodeo con mis brazos sintiendo su calor.Amo a mi madre y la extraño, pero estoy acostumbrado a mi libertad.—¿No debería de ser, al contrario, madre? Soy yo quien tiene que darte la bienvenida. —Me besa en la mejilla antes de soltarme.Mi familia n
¿Por qué tus ojos son tan negros y brillantes?¿Por qué tus labios me sonríen de esa forma?¿Por qué me siento atraída por el aroma de tu piel?Porque yo, mi Cenicienta, soy el lobo de esta historia.AlexanderAl entrar en la oficina, la fragancia de su perfume me golpea, embriagándome por completo. Me siento tentado a abrir la puerta que nos separan y terminar con lo que empezó ayer, pero resisto mis impulsos y camino hasta el escritorio. Una nota en papel amarillo y arrugado me espera tranquila sobre una carpeta. Tomo la pequeña nota, pero enseguida la aplasto con mi puño.—¡Isabella! —grito sintiendo cómo toda la habitación tiembla debajo de mí—. ¡Isabella! —Nunca pierdo el control de esta manera, jamás le he gritado a mis empleados, pero esto simplemente altera por completo todo lo que soy.Todo en lo que me he convertido.—Señor Castle —balbucea al entrar.—¿Qué es esto? —El terror se dibuja en su mirada, la veo tragar saliva e intentar responder, pero solo abre y cierra la boca.
El fuego me quema por dentro, consume mi ser, lacera cada espacio en mi interior y aun muriendo mi último respiro es para pronunciar tu nombre.IsabellaSiento que me falta el aire, todo me da vueltas. Me dejo caer al piso con la espalda apoyada a la puerta, desde aquí puedo escuchar las voces de mi jefe y de esa mujer, pero tengo tantas cosas pasando por mi cabeza que me es imposible entender lo que dicen. Todo a mi alrededor da vueltas y un pitido agudo resuena en mis oídos mientras la vergüenza y la humillación se cierne sobre mí con pesadez.Mis ojos se llenan de lágrimas: amargas y saladas, es como si una tormenta hubiese estallado dentro de mí, me llevo las manos a la boca para evitar que mis sollozos se escuchen al otro lado, siento el retumbar de mi corazón en los tímpanos y un cosquilleo por toda la piel que se concentra en mi intimidad haciéndome consciente de mi brutalidad, de mi estupidez.La vergüenza me abraza con fuerza, ahogando los gritos internos que desgarran a mi a
Pecado, vergüenza, mentira, tú, yo, pasión, amor, dolor. ¿Qué nos espera? No lo sé, pero no puedo dejar de besar tu boca.IsabellaSigo sin poder procesar lo que acaba de decir mi jefe, solo puedo fijarme en cómo el rostro de la mujer delante de mí se desfigura por completo, perdiendo toda la belleza de la que hace gala. La mano de Alexander se mantiene firme en mi cintura dándome estabilidad y estoy completamente segura de que puede sentir el temblor del que soy víctima, mi corazón late acelerado y mis pulmones por más que se esfuerzan no consiguen tomar todo el oxígeno necesario para que yo no pierda la consciencia.Pero sigo en pie, escuchando sin escuchar.Quiero decir algo, intervenir en la discusión, pedirle una explicación a mi jefe, pero no consigo formular ni una sola palabra coherente en mi cabeza. Mis labios están sellados y siento la boca seca. La mejilla me duele, el cuero cabelludo me arde, sin embargo, es lo que menos me importa justo ahora.—No puedes juzgarme, Alexand