Soy cenicienta, siempre lo he sido. Pero ahora, justo ahora me siento como Caperucita y su lobo feroz.
Isabella
Hace tanto tiempo que no veo a mi padre, ni siquiera estuvo a mi lado el día de mi graduación y ayer cuando al fin me armé de valor para contarle que ya había encontrado trabajo en una empresa muy importante el ama de llave me dijo que los señores no se encontraban porque estaban en un viaje familiar fuera del país, sentí que un nuevo puñal más frío y letal se me enterraba en el pecho. ¿Cómo se puede vivir con tanto dolor?
La decepción coloreó mis lágrimas de amargura. Di media vuelta frente a la puerta y me fui de la casa de mis padres; ni siquiera me permitieron ingresar. Es como si fuese una extraña y no la hija de Jack Turner. Aún no lo entiendo. ¿Cuál es el propósito de que siga con vida luego de haber recibido tanto maltrato y humillaciones por parte de la esposa de mi padre?
Hace catorce años que perdí todo lo que amaba, pero he podido continuar y estoy segura de que voy a conseguir todo lo que me proponga. He sabido cómo mantener las sombras alejadas de mi vida, pero su fuerza cada vez es mayor y ya me estoy cansando de esto. En estos años he construido una vida alejada de lo que conocía, de lo que me daba seguridad y creo que ha sido la mejor opción para mí hasta ahora.
Sacudo la cabeza para espantar los pensamientos invasivos sobre mi vida personal para concentrarme en el trabajo. Por lo pronto lo que tengo que hacer es seguir manteniendo las manos de mi jefe fuera del alcance de mi cuerpo. Mantener una postura profesional y obligarlo a tratarme con respeto se lleva toda mi energía.
Apenas si logro no sentirme aplastada por su mirada y su energía. Es atractivo y no voy a negar que me gusta y me causa curiosidad conocer eso que promete sus palabras, sin embargo, las cosas que se dicen de él me mantienen en alerta. Según Camila, una chica que trabaja en el departamento de diseño, me ha dicho que el señor Castle solo utiliza a las mujeres para satisfacerse sexualmente y también me habló sobre el escándalo con su anterior asistente.
No está bien andar oyendo chismes de pasillos, pero si me metí en la cueva del lobo, lo mejor es que sepa de qué debo protegerme y aparte la curiosidad de mi cabeza. Mis primeros días como asistente del señor Castle no fueron fáciles ni sencillos. Su constante insinuación me pone los nervios de punta, aún sigue siendo así, por suerte, Rebecca me ha estado apoyando en absolutamente todo, pero desde hoy me toca enfrentarme a todo esto yo sola, sin su ayuda.
Me estremezco al escuchar el teléfono sonar, el corazón me martillea con fuerza contra las costillas. Tomo aire y lo suelto antes de contestar.
—Señor Castle. —Trato que mi voz no suene temblorosa, pero él me aterra.
—Señorita Turner, necesito que venga a mi oficina en este momento, por favor. —El tono que utiliza no me deja dudas al respecto.
Es el lobo feroz, es la bestia que me hará pedazos con solo chasquear los dedos.
—Enseguida, señor Castle. —Cuelgo y me pongo de pie. Antes de cruzar la puerta que separa nuestras oficinas me aliso la falda y me aseguro de que todo está en perfecto orden, también tomo la carpeta con los documentos que requieren su firma y la Tablet, y los llevo conmigo.
—Dígame señor Castle —digo al entrar e intento no mirarlo a los ojos.
—Isabella. —Trago saliva—. Puedes llamarme por mi nombre, Alexander. —Se pone de pie y camina hacia mí, siento que me falta el aire.
Me rodea, se pega tanto a mí que su perfume me marea. Siento que todo dentro de mí convulsiona de golpe robándome estabilidad.
»No tienes que ser demasiado formal, estamos solos y nadie se dará cuenta —susurra cerca de mi oído—, quiero saber cómo se oye mi nombre en tus labios. —Trago saliva.
Siento comezón por todo el cuerpo y unas inexplicables ganas de salir corriendo.
—Señor Castle, le sugiero que se comporte —digo con voz temblorosa—, usted es mi jefe y…
—¿Y qué? —Coloca su mano en mi cintura, provocando que una ola de calor me recorra por completo al apretarme hacia su cuerpo. Mi culo da contra su pelvis, al tiempo que mi alma sale de mi cuerpo y huye dejándome sola con el demonio.
Mis manos se aferran a la carpeta y al dispositivo electrónico buscando en ellos un apoyo, pero son solo objetos y no pueden hacer nada para salvarme. Soy una mujer madura y fuerte, no necesito a nadie que me salve, puedo hacerlo, debo hacerlo. Necesito este trabajo y no lo voy a conservar acostándome con el dueño, no me maté por tanto tiempo estudiando para terminar en los brazos de un ególatra narcisista.
—Tiene un concepto erróneo de mí, señor Castle. —Coloco mi mano sobre la suya y la aparto de mi cuerpo, ignorando el leve chispazo que siento al tocarlo—. No soy como las mujeres a las que está acostumbrado, yo no pretendo acostarme con usted para escalar posiciones y ahora, en este momento, tiene solo dos opciones. —Giro y lo miro fijamente—: despedirme o dejar de acosarme constantemente. —Se relame los labios al tiempo que sus ojos brillan con una intensidad demoniaca que me roba el aliento y se lleva el poco coraje que conseguí reunir.
Jamás había tenido que enfrentarme a un hombre como él, no solo me refiero al magnetismo que desborda o a su atractivo, sino a su inteligencia y audacia. Mi jefe podrá ser un idiota con ínfulas de dios al tratar con mujeres, pero eso no afecta ni en lo más mínimo su capacidad para dirigir una empresa.
—No, no voy a despedirte. —Vuelve lentamente a su sitio detrás del escritorio, pero no toma asiento, solo se queda ahí, de pie observándome.
Sus ojos me recorren de pies a cabeza, desarmándome por completo. Sonríe como si disfrutara de la tensión entre los dos, es un depredador y yo soy su presa.
—¿Tengo que firmar eso? —Extiende la mano en mi dirección.
El timbre de su voz me seduce. ¿Cómo puede ser posible?
—Sí, es el presupuesto para los nuevos equipos. —Le entrego la carpeta.
Me quedo en silencio mientras él examina que esté todo como lo pidió para luego firmar y devolverme la carpeta.
—Necesito que tome dictado, señorita Turner. —Asiento y enciendo la tableta—. Tome asiento, por favor.
—No se preocupe, estoy bien. —No creo ser capaz de levantarme una vez que me siente.
Mis piernas están débiles por el peso que significa tenerlo delante de mí.
—Como prefiera. —Me ofrece una sonrisa lasciva a la vez que se deja caer en el asiento sin despegar sus ojos de los míos.
Desvió la mirada hacia la tablet y activo la pantalla. Deslizo los dedos rápidamente sobre la superficie suave del dispositivo a medida que mi aterrador jefe me dicta las observaciones que se deben incluir en el último informe sobre un nuevo equipo electrónico que la empresa planea lanzar para fin de año.
—Cuando tenga el informe, ¿quiere revisarlo antes de enviarlo? —cuestiono, sintiéndome un poco más calmada.
—Por favor, y lo necesito para hoy mismo, Isabella. —Asiento y me retiro antes de que se le ocurra hacer algo más.
Apenas está empezando la semana y ya necesito un descanso, necesito vacaciones. El trabajo que realizo es sencillo, nada pesado, transcribir, tomar dictado, ayudar a evaluar algunos informes, de hecho he aprendido cosas nuevas estando con el señor Castle, pero claro, Rebecca estuvo presente prácticamente en todos nuestros encuentros postcontratación.
La obsesión crece, se intensifica, se convierte en mi razón para despertar cada día. Mi dulce asistente; pura, inocente y apasionada. Serás mía, no lo dudes.AlexanderLa señorita Turner es una mujer difícil de impresionar, es un enigma que me obsesiona, cualquier otra mujer ya habría caído rendida a mis pies. Su indiferencia solo alimenta el fuego de mi deseo, no voy a darme por vencido, ella tiene que ser mía como todas las demás y por Dios, voy a disfrutar cuando la escuche gemir mi nombre. ¡Oh sí! Lo voy a disfrutar como nunca antes lo he hecho, haré que suplique por mi polla, que se extasíe cuando la tenga dentro y me bañe con su lujuria.La idea de doblegar su voluntad, de hacerla mía por completo, me excita como ninguna otra.Desde que la vi en el club no he podido sacarla de mi cabeza, quería quitarle el vestido y maravillarme la vista con lo que tenía oculto debajo de la diminuta prenda, pero tuve que conformarme con la mamada de la empleada, no estuvo mal, sin embargo, era o
Cada segundo que pasa, el deseo se vuelve obsesión y la obsesión locura. No logro sacarte de mi mente y solo conozco un antídoto para mi demencia.AlexanderAzoto con furia el culo de la puta que tengo en cuatro. Me hundo en ella una y otra vez mientras chilla como perra en celo y se frota el coño con su mano. Con mi mano libre sujeto su larga melena y tiro de ella cuando siento que ya estoy cerca; arremeto, arremeto sin contemplaciones y salgo de su interior para derramarme en su espalda.Suelta un alarido lastimero que me infla las bolas y me hace expulsar más semen sobre ella. Se gira temblorosa y se lleva mi polla goteante a la boca, lame de arriba abajo saboreando cada gota de fluido. Anoche encontré a esta zorra en un bar, sabe chuparlo como diosa y se menea bastante bien, sin embargo, no pudo quitarme las ganas de follar.Solo una puede hacerlo, pero se niega a darme lo que le pido. Me aparto de ella para ir al baño, se queja por mi brusquedad, pero la ignoro. No la traje para
Mi sangre se agita con la promesa oscura de tu pecado. Tus labios me seducen, tu mirada mi hipnotiza y tu oscuridad planta su estandarte en mi piel.IsabellaJuro por Dios que estoy perdiendo la razón, ¿cómo se me ocurre hacer una escena como esa? El señor Castle es mi jefe, solo eso, puede coquetearle a quien se le venga en gana y a mí eso me debe dar completamente igual. Es un maldito mujeriego ególatra, no sé por qué me sorprendo o por qué me molesta tanto que se esté ligando a la nueva.Siento que el corazón me quiere explotar de lo rápido que me late y tengo un nudo en la boca del estómago que no me deja respirar. ¿Cómo puedo estar así por un mujeriego de manual? Es imposible que su comportamiento me esté afectando de esta manera.A esa estúpida se le nota en la cara que nada le cuesta abrir las piernas si se trata de ascender en posición. Está muy creída si de verdad piensa que, por acostarse con el jefe, puede ocupar mi lugar. Ni se imagina lo que le sucede a las empleadas que
Aspiro el aroma de los girasoles a medida que avanzo por un hermoso sendero cubierto de estas flores. Son mis favoritas, me encantan. Me parece estar soñando, pero se siente tan real. Escucho risas que llenan mi corazón de calidez, me siento como si estuviese en casa. El sol baña mi piel con sus cálidos rayos y me reconforta, es como si la tormenta se hubiese terminado para siempre. De pronto una voz me detiene, no logro comprender lo que dice, pero es como si me llamara. Cada vez es más clara, más familiar, me recuerda su presencia, la dulzura de sus abrazos. Cierro los ojos y la veo a ella, rodeada de un halo de luz y sus ojos llenos de amor brillan colmando mi vida de paz.Es la voz de mi mamá.—Isabella, eres fuerte, tú puedes. —Su voz es una melodía que me guía entre los girasoles.Corro hacia ella, pero a cada paso que doy, el sendero se vuelve más oscuro y las flores se marchitan a mi alrededor. La tierra se torna viscosa, atrapando mis pies.—Mamá, ¿dónde estás? —Mi voz se pi
Solo he sido un desgraciado en busca de un final.La luz de tus ojos me llena de esperanzas.IsabellaEsta historia no inicia con un lindo despertar, ni con la luz del sol filtrándose por entre las blancas cortinas, ni con una hermosa joven despertando entre suaves sabanas y algodonosas almohadas, sino con un ruidoso despertador que me hace saltar en la cama dos horas antes de que salga el sol y dar tumbos de un lado al otro mientras me visto para mi onceava entrevista de trabajo.Hace dos meses que me gradué y sigo sin una sola gota de suerte en el mundo laboral... bueno, exageré un poco porque obvio, si tengo trabajo, porque si no, no tendría con que pagar la renta, aunque no es algo a lo que me quiera dedicar toda la vida.¡Maldición! Divago en medio de mis divagaciones.En fin, el hecho es que tengo todas mis esperanzas puestas en la entrevista de hoy, mi mayor sueño es que mi madre se sienta orgullosa de mí, aunque ya no esté en este mundo. Aún recuerdo el día que la vi por últim
Caerás, eso te lo aseguro o te juro que seré yo quien termine a tus pies.IsabellaCreo que mis nervios se han calmado un poco, estoy a un paso de al fin tener un mejor trabajo, cotizar y adquirir experiencia real dentro de mi campo. Aunque ser asistente no es lo mismo que ser economista, pero al menos puedo hacer todo lo que esté en mis manos para hacerle notar al director ejecutivo mis habilidades y conocimientos.Me pierdo tanto en mis pensamientos, en esos anhelos que me acompañan día con día, en el deseo de recibir la aprobación de mi padre al ver que si pude salir adelante por mi cuenta, que no me percato de las pisadas que se acercan hasta que ya es demasiado tarde.—Buenos días. —La voz fría y carente de emociones me hace temblar internamente, alzo la mirada con intención de responder, pero las palabras se desaparecen de mi boca.Un hombre de ojos y cabello tan negro como la noche me observa con un brillo oscuro en sus iris, se me saca la boca al repasarlo e imaginarme que me
Me convierto en nada a medida que la necesidad aumenta. Ya no solo te deseo.AlexanderY pensar que casi atropello a mi nueva asistente. La polla me duele desde que vi el océano en sus ojos, quiero verlos empañados de deseo, que se cristalicen por la pasión que lleva oculta bajo su piel mientras me follo su boca. Necesito escuchar sus jadeos retumbando en las paredes de mi habitación, que su dulce voz se convierta en una melodía obscena, que me haga correr sobre su lengua, que me pida que le dé más duro, que le destroce el coño, que la deje adolorida.Ansío escucharla gemir, pidiendo que la haga pedazos. Me saboreo los labios al imaginar su voz rota, suplicando por más, desnuda, temblorosa y de rodillas ante mí.—No estarás pensando en llevarte a la cama a Isabella, cierto. —Alzo la mirada cuando escucho la voz de Rebecca.Camina en mi dirección sacudiendo el culo de un lado al otro, me gustaría perforar sus jugosos agujeros.—Sabes que no me importa la superficie, puede ser este escr