Una mujer rubia de ojos oscuros me señala la silla con la mano y yo camino directo, saludando mientras saco mis papeles de mi bolso de lado para colocarlo en la mesa.
- Me han hablando muy bien de tí.- habla por primera vez, sin responder mi saludo, solo va directo al grano. -El señor Harrison es un cliente antiguo dónde trabajo.- asiente y toda mi currículum, mirándolo por encima. -Veo que hablas tres idiomas, muy interesante... Teniendo en cuenta que nunca cursaste la universidad.- trago saliva y asiento, tratando de verme seguida y confiada. -No asisto a la universidad por responsabilidades más grandes, sin embargo, nunca he dejado de estudiar y tengo un nivel de compromiso perfectamente comprobable. - ella vuelve a mirar el currículum y asiente lentamente. - Eso puedo ver. Tienes excelentes referencias laborales, y llevas más de tres años trabajando en la misma cafetería... Sin embargo, ¿Qué te hace pensar que eres la indicada para el trabajo? - respiro profundo disimuladamente para que no note que estoy sudando frío y las ganas de llorar me consumen, porque soy de esas chicas que cuando se siente acorralada, llora o peor aún, grita barbaridades. - Soy una persona que siempre logra sus metas sin importar que tanto cuesten, sin contar que aprendo rápido y mi paciencia también es una virtud.- ella asiente nuevamente y presiona varias teclas rápidamente. - Con que paciencia.- dice suavemente y sigue moviendo sus dedos sobre él teclado.- ¿Eres ordenada? - Perfectamente ordenada.- tengo que hacerlo, porque mis hermanos son un desastre y eso me estresa. Necesito tener todo en su lugar para sentir que tengo algo de poder sobre las cosas. - ¿Qué tan buena es tu memoria? - le respondo que excelente, porque realmente lo es. Cara que veo, cara que recuerdo y lo mismo me pasa con la mayoría de las cosas.- ¿Disponibilidad de horario? - aguanto un segundo la respiración. De tener tiempo, tengo... Solo que no pensé que se requería más del solicitado. - Tengo disponibilidad.- asiento lentamente y ella se queda viendo unos segundos la pantalla antes de volver a escribir. -En este momento solo tengo un puesto disponible, el cual fue librado el día de ayer.- por fin me da la cara y acomoda sus codos sobre la mesa, juntando sus manos para apoyar un poco su mentón, aunque no llegan a chocar ni tocarse. - Las reglas de la empresa no permiten relaciones amorosas ni lujuriosas entre jefes y asistente, por ende debes firmar un contrato donde te comprometas a no separar el límite de la relación laboral.- arqueo una ceja por inercia, porque en este momento estoy pensando en todo, menos en tener una relación amorosa con la persona que tiene el poder de despedirme hasta con un gesto. Si tengo la suerte de ser contratada, no puedo tomar el riesgo de ser despedida. No cuando tengo tanto que perder, ya que si soy aceptada, debo renunciar a todos mis trabajos... ¿Y sí soy despedida? ¿Cómo vuelvo? -Le puedo asegurar, que eso jamás va a suceder. Mis objetivos no están enfocados en el amor en este momento.- asiente y se endereza un poco más. -Me alegro escuchar eso. Ese puesto te exige puntualidad absoluta y una buena dosis de paciencia, también debes recordar que la única que va a poder despedirte, voy a ser yo. Si tú jefe te dice que no vuelvas, tu solo vienes a mi y yo lo soluciono. Debes tener todo perfectamente anotado y hacer que llegue a todas sus reuniones, sin importar que hagas o que métodos use. - ¿Estamos hablando de un adulto o ...? - la pregunta se me sale y por primera vez en toda la entrevista, la rubia a sonreído. -Es un adulto insoportable. Es excelente en su trabajo, lamentablemente odia no ser el que tiene el control de todo y por eso necesita una asistente que no se lo quiera cojer .- la palabra me hace sonrojar un poco. - ¿Cuando empezaría? - pregunto y ella busca presiona una tecla que activa un sonido. Busco su proveniencia y noto que es la impresora que ha comenzado a trabajar. Ella se levanta para buscar los papeles y un segundo después me los ofrece. -Mañana mismo. Solo tienes que firmar esto. Los pagos de tu sueldo se realizaran cada 15 días, y las horas extras serán pagos adicionales que se harán un día después, dependiendo de la cantidad acumulada, claro. Tendrás seguro médico y dos días libres a la semana, a menos que seas solicitada. Esos días se pagarán como doble, al igual que los viajes. - ¿Viajes? - pregunto justo cuando estoy terminando de leer el contrato. -Si, viajes. Tendrás que viajar en ciertas ocasiones, ya sea por un fin de semana o algunos días... ¿Hay algún problema? - si, hay un enorme problema y es que no puedo dejar a mis hermanos tanto tiempo solos. Las ganas de negar el trabajo son grandes solo por esa razón, debido a que si yo no estoy, mis hermanos corren el riesgo de que los amigos de mi madre los maltraten, o le hagan cosas peores. No estoy dispuesta a arriesgarme y la rubia lo nota, porque arquea una ceja al ver la duda grabada en mi rostro. Bajo la mirada por vergüenza, porque básicamente la he hecho perder el tiempo en esta entrevista... Claro, hasta que veo el sueldo. Con este sueldo, y un turno en el restaurante, podría incluso mudarme sola con mis hermanos, sin mi madre y eso... Eso es lo que quiero. Presiono la pluma contra el papel y firmo rápidamente. - Bienvenida a Vanetto Group. - me levanto agradeciendo la oportunidad y le ofrezco la mano, la cual ella toma suavemente antes de soltarla rápido. -Hasta mañana.- le respondo lo mismo y me retiro a paso seguro de la oficina. Apenas cierro la puerta, suelto el aire que he estado conteniendo. Me apoyo un poco en la madera y siento como mi corazón late con tanta fuerza por el día de hoy. Camino por el pasillo corto y salgo al área de cubículos, con una carpeta en mis manos mientras todos los ojos se enfocan en mí por varios segundos antes de volver a lo que estaban haciendo. Ya no soy algo interesante como lo fui cuando entré. Esperemos que eso siga igual el día de mañana. Llegó al área de ascensores y veo ambos. Llamo el ascensor de la izquierda y suspiro, esperando que abra. Cuando lo hace, entro y me quedo viendo todo antes de que las puertas se cierren. No puedo creer que vaya a trabajar aquí. Una sonrisa quiere explotar en mi boca, Pero me la guardo hasta que estoy afuera. Camino lejos del edificio y cuando ya me siento segura, alzo las manos al cielo y suelto una carcajada larga y fuerte, para después repiquetear mis pies contra el suelo, sind dejar de sonreír. Algunas personas se detienen a verme comos si fuera un ser extraño, otras se rien conmigo y otras simplemente me ignoran. Y yo... Yo soy el ser más feliz de todos. Que me hayan contratado es algo por lo que había luchado sin tener esperanzas de que eso pasara, porque vamos, soy una chica que no asistió a la universidad, la cual ha sufrido violencia doméstica en varias ocasiones, que debe mantener a dos adolescentes y a una niña a punto de entrar en la pubertad. No tengo una vida propia y eso está bien.. sin contar que... - ¿Puedes hacer tu show lejos de mí auto? - me giro hacia esa voz que se me hace demasiado conocida, y justamente, es el hombre del ascensor, solo que está vez, si lo veo de frente. Con unos ojos grises platinados fijos en los míos, juzgadores y menospreciadores. - Ya calle es pública. Si no quiere verme, puede fácilmente voltear hacia él otro lado.- me molestó rápidamente y la emoción se me baja un nivel impresionante. Verdaderamente, ¿Qué necesidad había? - Supongo que no has conseguido el trabajo, para hablarme de esa forma.- arqueo una ceja. - ¿Acaso no vio mi celebración? Puede estar seguro de que conseguí el trabajo.- digo orgullosa y él arquea una ceja, mirándome nuevamente de pies a cabeza. Sus ojos se quedan un segundo de más en mis piernas desnudas y yo bajo la mirada para ver mis zapatos, moviendo mis pies por inercia como pingüino. No me gusta que me vean de esa forma. -Puedo notar que están siendo inclusivos.- y el auto se va, dejándome completamente confundida por ese comentario. ¿Inclusivos? ¿A qué se refería con eso? De verdad odio a estos idiotas que se creen mucho por tener dinero- Te ves hermosa.- le sonrío a Anna por el espejo.-Gracias, ¿Me veo profesional? - le pregunto y ella asiente.-Claro que sí. Te ves como una princesa... Una princesa inteligente.- me río y le lanzo el beso. Me miro al espejo y suavizo un poco la tela de color Melón. Ayer saliendo de la entrevista de trabajo, fui de nuevo a la tienda de segunda mando y conseguí está conjunto en excelente precio. Tiene unos detalles en la parte baja del pantalón, Pero nada que no se pueda solucionar con una aguja e hilo.- ¿Me vas a desear mucha suerte? - le pregunto y me recojo el cabello, que de igual forma me llega más abajo de los hombros, solo que en una sola cola.- Claro que sí. Desde que te vayas hasta que llegues, voy a estar orando por ti. - le sonrío y camino para darle un beso encima de la frente.-Estaria muy agradecida. Te amo demasiado, pichurra.- le digo en español.- Y por cierto, necesito que te comportes con la señora Parker. No hagas desastre y trata de ordenar todo lo que desórdene
Respiro profundo, porque yo vine aquí a trabajar, solo a eso, no a discutir con nadie, y menos con mi jefe, el cual puede ser fácilmente modelo de una revista porno premium o menos aún, un Chris de Avengers, porque está divino. Lamentablemente, es un idiota y nada más y nada menos que el único que puede ocasionar mi despido. Por ende, les ordeno a todas mis hormonas que le bajen dos a lo que están provocando dentro de mí, porque si no caí en mi adolescencia, no caeré en mi adultez. Yo tengo un objetivo, y los hombres, para mí, son un enorme obstáculo, porque he conocido demasiados y solo pocos pueden llamarse caballeros. Y con solo ver a este par, puedo notar que de caballeros no tienen nada. -Si me disculpan, voy a comer mi jornada laboral.- doy un asentimiento y comienzo a caminar - Yo no te he dicho que puedes empezar a trabajar.- me detengo, respiro profundo nuevamente y me giro lentamente. ¿Cómo es posible sentir odio hacia una persona si lo acabas de conocer? - Quien me
Apenas salgo del trabajo, corro directo al restaurante, debido a que salí como una hora tarde porque desde que llegó el señor Vanetto me tuvo de arriba a abajo por todo el edificio. Tuve que buscar maquetas en el piso 6, subir al último piso, después bajar a darle especificaciones sobre lo que quería el señor realmente, subir nuevamente, llevar papeles de un lado a otro, correr a buscarle comida, agendar reuniones, cancelar ciertas reuniones, tomar llamadas, aunque la mayoría era de mujeres buscando otras cosas. Mi primer día fue realmente movido, y cuando terminé de trabajar en el restaurante, llegué a las 12 de la noche muerta. Caí sobre la cama y no duré ni un segundo más despierta. ****** Un ruido extraño hace que mis ojos se abran de golpe, con el corazón latiendo a millón, temiendo que algo esté pasando. Me enfoco en la habitación y veo a mi hermana menos dormir en su cama. Busco a los mayores y no los encuentro por ningún lado. Siento una presión inmensa en el pecho y me lev
Me quedo afuera de la cuarta tienda que he visitado en la cuadra, ya que los precios de toda la ropa me ha dejado un tanto sorprendida, debido a que siempre he comprado en tiendas de segunda mano y esto es muy diferente, más si estás prendas que tienen varios ceros. ¿En serio un pedazo de tela puede costar tanto? Suspiro y entro, buscando algo sencillo y elegante, lo más económico que pueda encontrar. En el fondo un maniquí llama mi atención y le sonrío a una chica mientras camino hacia él, tocando el blazer beige. Se ve tan cómodo y hermoso que me muerdo el labio, por lo que comienzo a buscar la tarjetilla de precio. - Estás perdiendo el tiempo.- salto con el corazón en la boca y me giro para ver a mi jefe justo detrás de mí. - Usted me envió.... -Si, pero no para que andes deambulando. ¿No viste el horario de la reunión? Ya vamos tarde.- mi boca se abre y comienzo a pedir disculpas, por lo que él entrecierra los ojos y me detiene con la mano. - No parlotees tanto.- busca una de
Pasa una semana entera y yo hago mi trabajo lo mejor que puedo mientras el señor brilla por su ausencia despues del cuarto día de la semana. He tenido que cancelar varias reuniones y aunque he tratado de buscar a mi jefe en todos lados, siempre me dicen lo mismo: es normal que se pierda, debe estar en Italia con un argán de mujeres. A mí realmente me vale que esté con un centenar de mujeres, lo que si me vale es que cada vez que pasó cerca de la señora Colleman me lanza miradas desaprobatorias. Por eso mismo, al pasar los tres días, averigüe la dirección de su humilde casa y fui directo a ella, con mi carpeta llena de papeles que él necesitaba firmar para hoy. Y digo humilde con completo sarcasmo, porque es una casa de 3 pisos, marrón con gris y ventanas blancas, tenía dos árboles a cada lado y tuve que caminar un rato para llegar a la puerta. Me quedo mirando la puerta y noto que hay una rejilla para colocar un código, el cual me dió la señora Colleman cuando le dije que lo venía
Me miro en el espejo y unos ojos llorosos e hinchados me devuelven la mirada. Respiro profundo y comienzo a maquillar todos los morados enormes que me quedaron en el rostro, los cuales duelen horrible y siento que con cada mueca que hago, se me va a desprender una parte de la piel. Sin embargo, eso no es lo peor, sino los hematomas en el resto de mí cuerpo que al menos puedo cubrir con suéter de manda larga y pantalones. Estoy perfectamente cubierta y agradezco que esté en una zona donde siempre hace frío. Suspiro tratando de no recordar todo lo vivido el día de ayer y continúo mi labor por 30 minutos más, hasta que estoy satisfecha con el resultado del maquillaje. Salgo del baño y me tengo que agarrar de la pared, porque el dolor que me recorre el cuerpo me corta hasta la respiración. Respiro profundo y me enderezo, caminando hacia la cocina con una sonrisa. Mis hermanos se giran con miradas preocupadas y yo les sonrío. -Estoy bien, estoy realmente bien .- les miento y miro h
Suspiro ante esas palabras y en ese momento alguien toca la puerta. Yo me alejo un paso con una pequeña mueca en mi rostro. Un segundo después, la puerta se abre y por ella entra un hombre muy bien parecido, con las mismas características que mi jefe, con una única diferencia, es que ese parece rondar sus treinta finales, y mi jefe debe estar en sus veinte finales. El hombre fija sus ojos en mí y como ya estoy acostumbrada, me ve como si fuera una poca cosa. Suspiro. - ¿Dónde está tu asistente? - alzo la mano ante su pregunta, hecha por una voz gruesa, solo que no causa lo mismo que la del señor Visconti. - Esa soy yo, señor. ¿Qué se le ofrece? - me comporto lo mejor que puedo porque desde aquí me huele que este también es un jefe. -Busca dos café sin azúcar y dos tortas de limón.- asiento, pensando en la mala suerte que tengo el día de hoy. Yo que no me quería mover tanto. Doy un paso al frente y la voz de mi jefe me detiene. -No tienes que ir a buscar nada, para eso tienes tu
Dante Visconti Desde que estos japoneses se antojaron de comer en este lugar, ya sabía que las cosas no iban a ir bien. Ellos estaban emocionados, hablando de negocios y yo no podía evitar llevar mi mirada hacia mí asistente, que estaba evitando la mía a toda costa. Debo admitir que verla aquí me molestó y por alguna razón que hasta el momento no logro comprender, tuve que controlar mis ganas de levantarme, ir hacia ella y sacarla de aquí, porque la he estado observando y no ha dejado de hacer muecas cada que camina, incluso se ha detenido para respirar y continuar con su trabajo. Mi interes por ella es algo que me ha estado molestando desde que la Vi el primer día que llegó a la empresa, el día que consiguió el trabajo. Yo estaba llegando cuando la Vi salir con una sonrisa y de la nada comenzó a saltar y bailar. Eso provoco algo en mí y me llamó tanto la atención que no me bajé del auto solo paga observarla, porque algo en ella desbordaba una inocencia que llevo años sin conocer