Capitulo 4

Respiro profundo, porque yo vine aquí a trabajar, solo a eso, no a discutir con nadie, y menos con mi jefe, el cual puede ser fácilmente modelo de una revista porno premium o menos aún, un Chris de Avengers, porque está divino. Lamentablemente, es un idiota y nada más y nada menos que el único que puede ocasionar mi despido.

Por ende, les ordeno a todas mis hormonas que le bajen dos a lo que están provocando dentro de mí, porque si no caí en mi adolescencia, no caeré en mi adultez. Yo tengo un objetivo, y los hombres, para mí, son un enorme obstáculo, porque he conocido demasiados y solo pocos pueden llamarse caballeros.

Y con solo ver a este par, puedo notar que de caballeros no tienen nada.

-Si me disculpan, voy a comer mi jornada laboral.- doy un asentimiento y comienzo a caminar

- Yo no te he dicho que puedes empezar a trabajar.- me detengo, respiro profundo nuevamente y me giro lentamente.

¿Cómo es posible sentir odio hacia una persona si lo acabas de conocer?

- Quien me contrató me dió instrucciones, por ende, voy tomarme el atrevimiento de comenzar mi labor, si no le molesta.- sonrío como toda una profesional. Que haga efecto los videos de tik tok de como ser una secretaria eficiente.

Mi jefe me mira fijamente a los ojos varios segundos y yo le sostengo la mirada como toda una mujer segura, aunque por dentro de estaba derritiendo, no se amor ni nada por el estilo, sino de incomodidad y nervios.

- ¿Cómo dijiste que te llamabas? - hago una sola línea en mis labios. Se lo dije hace un minuto.

-Ava Torres, para servirle.- él mira a su hermano y ambos arquean las cejas, como si se estuviesen comunicando entre ellos.

-Para comenzar mi día, me gusta tener en mi escritorio un caramel macchiatto, acompañado de un croissant relleno de huevo, espinaca y queso, y un cinnamon roll con bastante chocolate.- arqueo una ceja y no puedo evitar detallarlo bien.

No pienses que alguien con el aura tan negra y el carácter tan horrible le gustara tanto el dulce. Yo lo imaginaba como se esos hombres que toman el café bien negro y sin azúcar, más una galleta de avena y un triste cup cake de vainilla

- ¿Por qué no anotas? - pregunta mirándome de una forma extraña.

-Soy capaz de recordarlo.- respondo únicamente.

- ¿Y si escuchaste bien? Porque no te veo ir a buscar mi pedido.- ¿Esto es un adulto? Tiene cara de 30 años, tal vez un par menos, Pero es el típico niño de padres con mucho dinero que están acostumbrados a qué todos obedezcan sus órdenes, y lamentablemente, yo soy la chica a la que le pagan para obedecer esas órdenes. Es lo único que he conocido en mi vida.

- Ya se lo traigo.- comienzo a caminar hacia él ascensor y me volteo justo en el momento que ellos estaban viendo hacia abajo y alzan la mirada rápidamente. Espero que haya más mujeres trabajando en este lugar, porque no me gusta estar tanto tiempo rodeada de hombres cavernícolas.- ¿Tiene alguna tarjeta empresarial que pueda usar? - alzo la mano y el baja la mirada.

-Solo pide a mi nombre. La empresa paga después.- asiento y me voy, escuchando como empiezan hablar entre ellos de la incompetencia de su prima al escoger secretarias. Lo peor es que todos saben que los escucho, porque estaban a unos metros del ascensor, el cual apenas estaba cerrando sus puertas.

*****

Regreso unos buenos 40 minutos después, porque la cafetería estaba a reventar. Había personas en todos lados y una fila que casi salía del local. Aunque eran rápidos atendiendo, no se daban abasto.

Apenas entro al edificio, ahora sí hay personas caminando de un lado a otro, apurados y otros tranquilos, incluso algunos con maquetas en mano y pocos con bolsos llenos de papeles. Entro al ascensor y antes de que se cierren las puertas, veo al hermano del ascensor caminar hacia la salida con los mismos tres hombres detrás de él.

¿Por qué necesita tanta protección?

Llego arriba con el sudor bajando por mi frente y cuando se abren las puertas en el último piso, puedo notar lo lleno que está. Todos están sentados haciendo si trabajo y cuando doy un paso al frente, es como si me escucharan, porque todos se giran y fijan sus ojos en mí unos segundos antes de volver a su trabajo.

Camino con paso apresurado hacia la oficina del jefe y todo la puerta varias veces, sin recibir respuesta.

- El señor Vanetto se marchó hace 40 minutos.- me giro para ver una chica con varias carpetas en sus manos. Tiene unos lentes grandes, Pero unos hermosos ojos azules, que resaltaban gracias a su cabello negro. Era bastante pequeña y con una muy linda figura. Incluso parecía ser menor que yo, por la cara de niña que tiene.

- ¿Se marchó? Pero si hace 40 minutos hizo este pedido.- ella suspira y asiente.

-Debes ser su nueva asistente, por lo visto.- asiento.- Entonces ya habrás notado lo idiotas que son nuestros jefes, los hermanos Vanetto. - suspiro.

-Tal vez lo haya notado un poco.- ella asiente.

- Guarda eso por ahí, los más seguro es que apenas llegue lo exija y si no lo tienes, es peor. - tomo todo eso en cuenta.- Por cierto, mi nombre es Alba. Si tienes alguna duda no dudes en consultarme, yo soy la asistente del señor Enzo.

- ¿Cuánto llevas trabajando aquí? - coloco la bolso en una mesa apartada de mi puesto y ordeno la cantidad de carpetas que hay en el escritorio con una mi nombre grabado en una tarjeta de metal pegada a la mesa. Se mueven rápido.

- Dos meses. Según he escuchado, he Sido la asistente que más ha durado. Esperemos que te ganes el mismo título.- asiento sonriendo. Claro que lo haré. Ningún idiota me hará echar este trabajo por la borda y mucho menos mi jefe.

-Esperemos.- le respondo y me siento en la silla, que al menos es cómoda.

-Ya configure el sistema. Para obtener la información horaria del señor Vanetto, solo debes agregar tu teléfono y lo llevarás contigo a todos lados.- le dedico una sonrisa de lo más real.

- Muy agradecida.- ella asiente.

-Ya sabes dónde encontrarme.- asiento y la veo marcharse. Después de eso, comienzo a trabajar. Reviso todos los documentos y los voy separando por importancia y antigüedad. Me aprendo el horario de arriba abajo y de abajo arriba, sorprendiendome, ya que este hombro tiene ocupaciones hasta los domingos a las doce se la noche.

Después de varias horas, logro tener todo perfectamente ordenado tanto en el sistema como en mi cabeza, porque mi memoria es así de buena. Cuando se hace la hora del almuerzo, como aquí mismo, leyendo algo interesante que contre en la computadora, que dicta las alergias y mañas del jefe.

Es alérgico a los camarones y a un medicamento para el dolor de cabeza. Odia toda clase de te y que lo llamen cuando está en el gimnasio o almorzando. Todo eso lo memorizo y cuando se hacen las 3 de la tarde, se hace el silencio y eso me hace alzar la mirada, para ver al señor Vanetto caminar directo hacia mí.

- ¿Dónde está mi pedido? - no dice buenas tardes mi nada, Pero que puedo esperar de este señor. Me giro y tal como lo traje, se lo doy. Él entrecierra los ojos y le sonrío.

-No olvide que tiene una reunión con los representantes de industrias Chan en una hora, y que debe llamar a su madre a la misma hora de siempre.

-Cancela la reunión con...

-Por favor, permitase recordar la importancia de hacer negocios con una industria tan grande como lo es la China. Perderla es perder billones de dólares por una razón que frente a esto, no lo vale.

- ¿Cómo sabes que no lo vale? - pregunta y se apoya de la pared, sacando el cinnamon roll.

- ¿Vale más que billones de dólares... Señor? - entrecierra los ojos, más no responde. Solo entra a la oficina y cierra la puerta suavemente.

No sé si gané algo, pero definitivamente se siente un poco de eso

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