Apenas salgo del trabajo, corro directo al restaurante, debido a que salí como una hora tarde porque desde que llegó el señor Vanetto me tuvo de arriba a abajo por todo el edificio. Tuve que buscar maquetas en el piso 6, subir al último piso, después bajar a darle especificaciones sobre lo que quería el señor realmente, subir nuevamente, llevar papeles de un lado a otro, correr a buscarle comida, agendar reuniones, cancelar ciertas reuniones, tomar llamadas, aunque la mayoría era de mujeres buscando otras cosas.
Mi primer día fue realmente movido, y cuando terminé de trabajar en el restaurante, llegué a las 12 de la noche muerta. Caí sobre la cama y no duré ni un segundo más despierta. ****** Un ruido extraño hace que mis ojos se abran de golpe, con el corazón latiendo a millón, temiendo que algo esté pasando. Me enfoco en la habitación y veo a mi hermana menos dormir en su cama. Busco a los mayores y no los encuentro por ningún lado. Siento una presión inmensa en el pecho y me levanto corriendo, todavía con la ropa del trabajo. Salgo de la habitación y me detengo de un golpe cuando solo me encuentro a Kyle recogiendo un plato roto del suelo. Hay un poco de comida regada, y Jessi se está riendo de él. Veo a mi alrededor buscando alguna otra señal de peligro, solo que no encuentra nada porque estamos solos, gracias a Dios. Suspiro el alivio y los miro mal. -Cada vez se levantan más temprano.- los regaño caminando hacia ellos, ya que son las 5 de la mañana.- Está no es su responsabilidad.- le quitó la mezcla de panqueques a Jessi y ella me mira con un poco de tristeza. -Eso no es tu responsabilidad tampoco.- suspiro y la aparto un poco. - Soy la hermana mayor, así que si es mi responsabilidad.- le sonrío y veo de reojo como Kyle se levanta con todo en las manos.- Cuidado y te cortas.- él asiente y echa todo en el fregadero. -Deja que hagamos esto, Ava. Tu no dejas de trabajar, nos das todo lo que puedes y eso está bien, pero no es tu responsabilidad. Tu eres nuestra hermana y está bien dejarnos cuidarte un poco.- soy una exhalación y mis ojos se ponen un poco llorosos.- Todavía puedes descansar un poco. Lo necesitas. Nosotros estamos bien, gracias a ti.- respiro profundo y aguanto todo lo que puedo las lágrimas que están luchando para salir. -Eres la mejor hermana de todas.- Jessi me abraza, para que después Kyle se una al abrazo y algo se escapa de mis hombros. Un pequeño peso que me tenía oprimida, ya que aunque yo nunca sé los pido y trato de hacer de su vida lo mejor que puedo, me hace feliz que ellos les Nazca ser de esta forma, tan atentos. Les doy la gracia, le digo que los amo eternamente y me voy a dar un baño, porque ya estoy despierta y no voy a volver a dormir tan fácil. ****** Llego al trabajo antes de tiempo y paso de una vez por la cafeteria pidiendo la orden del jefe. Entro al ascensor y subo, golpeando una y otra vez el suelo, pensando en mi madre y lo que será de ella, ya que ha estado muchos días desaparecidas. Aunque ya es bastante común que ella haga eso, o puedo evitar pensar que tal vez, solo tal vez, uno de esos hombres tan idiotas que ella se busca, haya logrado acabar con su vida. Muchos lo han intentado, Pero mi madre siempre ha Sido un hueso demasiado duro de roer, por lo que siempre vuelve a nosotros así esté que se le caiga una parte del cuerpo. Salgo del ascensor y veo todo tan solitario que mi cuerpo tiembla un poco, ya que no se ve ni un alma aquí, e incluso hay secciones que tienen las luces apagadas. Suspiro y me voy caminando hacia mí lugar, solo que de la nada un ruido extraño me hace detenerme. Busco de dónde viene y eso me lleva a la puerta de la oficina de mi jefe. Miro hacia atrás buscando la presencia de alguien y pienso todo muy bien antes de accionar, ya que se escucha como si alguien se estuviera quejando y el miedo inmediatamente comienza a paralizar muchas partes de mi cuerpo. ¿Será? - pienso y dejo las cosas en mi escritorio. Tal vez lo mejor es esperar que llegue alguien y decirle que algo está pasando en la oficina. De inmediato pienso que a mí jefe le pasó algo y por eso se está quejando, pero como es hombre, de la nada pienso que como es tan temprano, está aprovechando para cometer un delito y salir impune... Y si entro, me va a matar por descubrir su crimen. Otra queja sole y yo comienzo a morderme las pocas uñas que tengo, hasta que la mejor parte de mí se levanta y va directo abrir la puerta. Cuando se abre, lo primero que veo es unas tetas muy desnudas golpeando la mesa frenéticamente. Después un pecho tatuado lleno de sudor y tercero, dos pares de miradas fijas en mi. El grito agudo de la recepcionista me hace reaccionar y yo salgo corriendo de la oficina, asustandome cuando me encuentro frente a frente con la rubia de recursos humanos. Ella me sonríe. - Buenos días, Señorita Torres.- la puerta sigue abierta y puedo escuchar detrás de mí el tropel de alguien que se está tratando de vestir -Buen día, señorita Colleman.- saludo y la paso para sentarme en mi mesa, mirando al frente y solo escuchando como la puerta se cierra suavemente. No sé escuchan gritos ni nada extraño, solo que de la nada sale la recepcionista mal vestida, con los ojos llorosos Pero llenos de ira. -Eres una perra.- escupe y se va. Unos minutos después sale la señora Colleman. -Puedes continuar con tu trabajo.- asiento y enciendo la computadora. Viendo el pedido del jefe de reojo. Lo mejor que puedo hacer es sentarme y desaparecer mientras hago lo que debo, pero también tengo que cumplir con lo que él ha pedido, y es tenerle esto siempre listo cuando llegue. Me levanto y aunque pienso mucho en lo que voy hacer, al final voy directo a llevárselo. Abro la puerta y lo veo sentado con los pies sobre la mesa, su camisa está desabrochada y la imagen es simplemente.... Cautivante, ya que se muestra un pecho lleno de tatuajes, los cuales suben hasta el cuello y se pierden en la cintura del pantalón, toda su piel luce brillante por el sudor y tengo que admitir que esa apariencia ha acelerado un poco mi corazón. Tal vez demasiado, porque puedo negar muchas cosas, menos lo sexy que se ve este hombre con un amanecer perfecto de fondo, con el cabello desordenado, su abdomen sudado y su mirada plateada completamente provocadora fija en la mía. - ¿Disfrutando de la vista? - su voz gruesa se hace presente y un cosquilleo se forma en mi vientre. No sé que me está pasando, pero ya esto se está saliendo de control. - Es un bonito amanecer.- es lo único que digo, controlando mi mente mientras voy directo a su mesa, dejando su pedido ahí.- Con su permiso.- asiento y comienzo a retirarme. - No te dije que te retiraras.- me giro lentamente suspirando y coloco mis manos al frente, apretandolas. - ¿Qué se le ofrece? - él me mira de arriba abajo y se queda mucho tiempo viendo mis piernas, las cuales están desnudas por llevar falda. - Hoy tenemos una reunión importante y necesito que vayas conmigo.- asiento y siento un poco de nervios.- Según lo que estuve leyendo de tí, tienes un perfecto español. -Si señor.- confirmo, ya que los abuelos de mi madre eran venezolanos y aprendí un poco de ellos antes de que dejaran este mundo cuando tenía tan solo 6 años. Después de eso, no deje el idioma, más bien me dió enamorando de ellos. -Bien. Vas a ir conmigo, Pero no puedes asistir si estás vestida así. - mi boca se abre un poco ya que lo dice con un tono ofensivo, a mí parecer.- No te ofendas. Eres una chica hermosa, y por eso mismo necesitas verte más profesional. No puedo llegar a una reunión con...- me señala de arriba abajo.- Esto. -Para no querer que me ofensa, lo hace bastante bien.- él arquea una ceja. -Te dije hermosa.- ruedo los ojos. - Si quiere que vaya a la reunión, lamentablemente para usted, tendré que asistir con este atuendo. Sí no le gusta, puede darme su tarjeta y yo rápido voy a comprarme algo adecuado.- lo digo por chocancia y de la nada veo una tarjeta en su mano, puesta en mi dirección. Mi boca se abre y de inmediato niego.- Señor, no es... -Como dije, está reunión es importante. Sí no asistes, te largas.- solo doy un paso y agarro la tarjeta. Definitivamente no voy a dejar ir este trabajo.Me quedo afuera de la cuarta tienda que he visitado en la cuadra, ya que los precios de toda la ropa me ha dejado un tanto sorprendida, debido a que siempre he comprado en tiendas de segunda mano y esto es muy diferente, más si estás prendas que tienen varios ceros. ¿En serio un pedazo de tela puede costar tanto? Suspiro y entro, buscando algo sencillo y elegante, lo más económico que pueda encontrar. En el fondo un maniquí llama mi atención y le sonrío a una chica mientras camino hacia él, tocando el blazer beige. Se ve tan cómodo y hermoso que me muerdo el labio, por lo que comienzo a buscar la tarjetilla de precio. - Estás perdiendo el tiempo.- salto con el corazón en la boca y me giro para ver a mi jefe justo detrás de mí. - Usted me envió.... -Si, pero no para que andes deambulando. ¿No viste el horario de la reunión? Ya vamos tarde.- mi boca se abre y comienzo a pedir disculpas, por lo que él entrecierra los ojos y me detiene con la mano. - No parlotees tanto.- busca una de
Pasa una semana entera y yo hago mi trabajo lo mejor que puedo mientras el señor brilla por su ausencia despues del cuarto día de la semana. He tenido que cancelar varias reuniones y aunque he tratado de buscar a mi jefe en todos lados, siempre me dicen lo mismo: es normal que se pierda, debe estar en Italia con un argán de mujeres. A mí realmente me vale que esté con un centenar de mujeres, lo que si me vale es que cada vez que pasó cerca de la señora Colleman me lanza miradas desaprobatorias. Por eso mismo, al pasar los tres días, averigüe la dirección de su humilde casa y fui directo a ella, con mi carpeta llena de papeles que él necesitaba firmar para hoy. Y digo humilde con completo sarcasmo, porque es una casa de 3 pisos, marrón con gris y ventanas blancas, tenía dos árboles a cada lado y tuve que caminar un rato para llegar a la puerta. Me quedo mirando la puerta y noto que hay una rejilla para colocar un código, el cual me dió la señora Colleman cuando le dije que lo venía
Me miro en el espejo y unos ojos llorosos e hinchados me devuelven la mirada. Respiro profundo y comienzo a maquillar todos los morados enormes que me quedaron en el rostro, los cuales duelen horrible y siento que con cada mueca que hago, se me va a desprender una parte de la piel. Sin embargo, eso no es lo peor, sino los hematomas en el resto de mí cuerpo que al menos puedo cubrir con suéter de manda larga y pantalones. Estoy perfectamente cubierta y agradezco que esté en una zona donde siempre hace frío. Suspiro tratando de no recordar todo lo vivido el día de ayer y continúo mi labor por 30 minutos más, hasta que estoy satisfecha con el resultado del maquillaje. Salgo del baño y me tengo que agarrar de la pared, porque el dolor que me recorre el cuerpo me corta hasta la respiración. Respiro profundo y me enderezo, caminando hacia la cocina con una sonrisa. Mis hermanos se giran con miradas preocupadas y yo les sonrío. -Estoy bien, estoy realmente bien .- les miento y miro h
Suspiro ante esas palabras y en ese momento alguien toca la puerta. Yo me alejo un paso con una pequeña mueca en mi rostro. Un segundo después, la puerta se abre y por ella entra un hombre muy bien parecido, con las mismas características que mi jefe, con una única diferencia, es que ese parece rondar sus treinta finales, y mi jefe debe estar en sus veinte finales. El hombre fija sus ojos en mí y como ya estoy acostumbrada, me ve como si fuera una poca cosa. Suspiro. - ¿Dónde está tu asistente? - alzo la mano ante su pregunta, hecha por una voz gruesa, solo que no causa lo mismo que la del señor Visconti. - Esa soy yo, señor. ¿Qué se le ofrece? - me comporto lo mejor que puedo porque desde aquí me huele que este también es un jefe. -Busca dos café sin azúcar y dos tortas de limón.- asiento, pensando en la mala suerte que tengo el día de hoy. Yo que no me quería mover tanto. Doy un paso al frente y la voz de mi jefe me detiene. -No tienes que ir a buscar nada, para eso tienes tu
Dante Visconti Desde que estos japoneses se antojaron de comer en este lugar, ya sabía que las cosas no iban a ir bien. Ellos estaban emocionados, hablando de negocios y yo no podía evitar llevar mi mirada hacia mí asistente, que estaba evitando la mía a toda costa. Debo admitir que verla aquí me molestó y por alguna razón que hasta el momento no logro comprender, tuve que controlar mis ganas de levantarme, ir hacia ella y sacarla de aquí, porque la he estado observando y no ha dejado de hacer muecas cada que camina, incluso se ha detenido para respirar y continuar con su trabajo. Mi interes por ella es algo que me ha estado molestando desde que la Vi el primer día que llegó a la empresa, el día que consiguió el trabajo. Yo estaba llegando cuando la Vi salir con una sonrisa y de la nada comenzó a saltar y bailar. Eso provoco algo en mí y me llamó tanto la atención que no me bajé del auto solo paga observarla, porque algo en ella desbordaba una inocencia que llevo años sin conocer
El sonido retumbante de gritos de miedo, de furia y de dolor llena el pasillo nunca silencio. Los pocos vecinos que caminan, llegando o yéndose, nos miran con lástima, pero nadie dice nada, porque todos en este edificio tienen problemas, y los nuestros, son solo importantes para nosotros. Aprieto a mi hermanita de 4 meses contra mí pecho y miro a mis otros hermanos, todos agarrados de mi camisa fuertemente. Tal vez no sea capaz de escuchar sus corazones, pero prácticamente puedo sentir como laten con fuerza por el miedo a lo que esos gritos en nuestro departamento significan. Demasiados problemas. Trago saliva y respiro profundo, pensando en que debo hacer para cuidar a mis hermanos. -Tal vez deberíamos ir al parque otro rato.- hablo y miro a Kyle, mi hermanito de 9 años. El mira a Jessy, quiero pone sus grandes ojos verdes en los míos, se muestran tan asustados que lo único que quiero es entrar al departamento y pedir que por favor, se detengan, lamentablemente sé que eso nunca
Miro el reloj en mi muñeca y muevo mis pies al ritmo de la música que suena por los altavoces del metro. Tengo aproximadamente una hora para dar una entrevista de trabajo que me puede salvar de los deudas por un tiempo, si logro conseguir el trabajo, claro; y luego correr de vuelta a mi trabajo actual, orando para que me acepten aunque sé perfectamente que hay mejores candidatas que yo. Cuando cumplí 18 años, frené mis estudios por el bien de mis hermanos, ya que mi madre no es una figura materna estable. Sus únicos días buenos, son una vez cada 5 meses, así que yo tuve que salir a trabajar para sacar a mis hermanos adelante... Al menos estoy tratando, con lo poco que ganó en cada uno de los tres trabajos que tengo.De las 5 de la mañana hasta las 11 de la mañana, trabajo en una cafetería como ayudante de cocina y camarera cuando se apertura el local. De 12 a 6 de la tarde, trabajo como camarera en un restaurante y de 8 a 2 de la mañana, trabajo en un bar, dónde considero que ganó me
Una mujer rubia de ojos oscuros me señala la silla con la mano y yo camino directo, saludando mientras saco mis papeles de mi bolso de lado para colocarlo en la mesa. - Me han hablando muy bien de tí.- habla por primera vez, sin responder mi saludo, solo va directo al grano. -El señor Harrison es un cliente antiguo dónde trabajo.- asiente y toda mi currículum, mirándolo por encima. -Veo que hablas tres idiomas, muy interesante... Teniendo en cuenta que nunca cursaste la universidad.- trago saliva y asiento, tratando de verme seguida y confiada. -No asisto a la universidad por responsabilidades más grandes, sin embargo, nunca he dejado de estudiar y tengo un nivel de compromiso perfectamente comprobable. - ella vuelve a mirar el currículum y asiente lentamente. - Eso puedo ver. Tienes excelentes referencias laborales, y llevas más de tres años trabajando en la misma cafetería... Sin embargo, ¿Qué te hace pensar que eres la indicada para el trabajo? - respiro profundo disimuladame