Me quedo afuera de la cuarta tienda que he visitado en la cuadra, ya que los precios de toda la ropa me ha dejado un tanto sorprendida, debido a que siempre he comprado en tiendas de segunda mano y esto es muy diferente, más si estás prendas que tienen varios ceros.
¿En serio un pedazo de tela puede costar tanto? Suspiro y entro, buscando algo sencillo y elegante, lo más económico que pueda encontrar. En el fondo un maniquí llama mi atención y le sonrío a una chica mientras camino hacia él, tocando el blazer beige. Se ve tan cómodo y hermoso que me muerdo el labio, por lo que comienzo a buscar la tarjetilla de precio. - Estás perdiendo el tiempo.- salto con el corazón en la boca y me giro para ver a mi jefe justo detrás de mí. - Usted me envió.... -Si, pero no para que andes deambulando. ¿No viste el horario de la reunión? Ya vamos tarde.- mi boca se abre y comienzo a pedir disculpas, por lo que él entrecierra los ojos y me detiene con la mano. - No parlotees tanto.- busca una dependienta.- Dame este conjunto, Pero rápido. -Por favor.- digo cuando la chica llega hasta nosotros. Ella asiente con una sonrisa viendo demasiado tiempo a mi jefe, solo que él tiene la vista fija en mí.- Cuando cobre le devuelvo su dinero.- le digo, ya que lo he pensado mucho y teniendo en cuenta la fama que tiene, es mejor no deberle nada. -No vas a pagarme nada.- y se va a sentar a unos metros. La dependienta aparece y me da el conjunto. -Me tome el atrevimiento de traer este top color crema.- asiento dandole las gracias. - Este conjunto iría perfecto con este pantalón marrón claro, y estás sandalias crema - yo miro todo y mis ojos se enfocan en los precios de los zapatos. Inmediatamente niego, pero la voz de mi jefe se escucha sobre todo el lugar vacío. -No me hagas perder el tiempo, ve a colocarte eso.- la chica sonríe. -Aprovecha, aprovecha. Deberías llevarte también unos accesorios.- yo le sonrío y niego, solo agarro la ropa y voy directo al probador. Mi sorpresa al verme vestida es grande, ya que pase de barata a cara de inmediato. La ropa me da una especie de luz que no puedo dejar de ver. Es simplemente hermosa y me queda divina. Me acomodo el cabello en una cola alta y me agarro las mejillas sin maquillaje. Mis ojos verdes resaltan un poco y mis pecas se pierden con el color de la ropa. Me miro unos segundos más y después salgo, saltando nuevamente cuando me encuentro a mi jefe de pie frente al probador. Miro a todos lados buscando a la chica, Pero no está. -Te queda bien. Ahora vámonos.- suspiro cuando se da la espalda y voy directo a la caja para pagar con su tarjeta.- Ya pagué.- el tonito que usa me hace hacer una pequeña mueca. La chica de la caja me ofrece una bolsa, pero yo niego. -No pedí más nada, gracias.- la chica mira a mi jefe. -El compró estos accesorios.- mi boca cae abierta y él espera en la puerta, mirando su teléfono. Llevo un día de conocerlo, y aunque cae bastante mal, no puedo evitar sentir que mi corazón lata con fuerza, no porque me dió algo caro y lujoso, sino porque no sé, yo nunca he recibido nada gratis en mi vida y se siente bien no sentirse culpable por gastar demasiado, ya que no es mi dinero.- Dios, toma. No sabes lo afortunado que eres - quiero aclarar que es mi jefe y que estoy aquí porque me dijo mal vestida, Pero lo único que hago es agarrar la bolsa y seguirlo hasta un auto negro. Miro hacia donde está el metro y un segundo después, estoy sentada y un poco incómoda al lado de este hombre tan grande e imponente, que tiene la mirada fija en su teléfono. Miro a todos lados e incluso me enfoco en el chófer unos segundos antes de bajar la mirada para encontrar una carpeta llenas de archivos y artículos de la empresa. - Para está hora ya debes conocer por completo mi empresa y el trabajo de cada departamento.- asiento y él arquea una ceja. Tengo una memoria brillante, así que en cada momento libre que tuve, me encargué de grabarme las cosas importantes.- La reunión a la que vamos a asistir es para ampliar lazos en Latinoamérica. Vamos a invertir en varios países para el crecimiento exponencial, así que te quiero alerta y amigable. - solo asiento y comienzo a leer todo nuevamente. No puedo fallar en esto. ***** Aunque él sonaba interesado, los otros lo estaban aún más. Ni siquiera lo disimulaban, era como si en sus ojos salieran los símbolos del dólar en grande. En su defensa, a cualquiera le pasaría eso con las cifras que se estaban manejando. Lleve todo lo mejor que pude y demostré un poco de mi valía cuando él idioma me salió demasiado natural. Algunos coqueteaban un poco, y hacían ciertos comentarios, que aunque eran respetuosos, yo sentía que no era ni el lugar ni el momento de decirlo. Y de paso había uno que no dejaba de mirarme, por lo que yo no dejaba de moverme incómoda en mi silla, mirando la presentación de lo que sería un hotel enorme, el cual tendría habitaciones bajo el agua. Realmente odio cuando me miran fijamente. Nunca hay buenas intenciones detrás. - Señor López, ¿Tiene algo que decir? - se dirige el señor Visconti al que no deja de mirarme y yo le traduzco de inmediato. Aunque el señor López hablé Inglés, no todos los hacen y mi obligación es hacer que todos entiendan lo que se habla. -No, señor. ¿Por qué? - se acomoda en la silla y yo traduzco sus palabras. - Pensé que tenía una duda, ya que está más concentrado en mi asistente que en la reunión. ¿Esto no le parece de importancia? - yo miro a Visconti de reojo y mi boca se queda ligeramente abierta antes de hacer mi trabajo. Todos se giran hacia él señor López y puedo ver su incomodidad desde aquí, ya que ese tema no es relevante, aunque debo admitir que me relaja un poco que le haya hecho apartar su mirada. -No era mi intención molestarlo.- Visconti solo hace un sonido con su garganta y la reunión continúa. Cuando salimos de la reunión, fuimos directo al auto y en todo el camino solo hubo silencio. Llegamos a la oficina e igual. Yo me puse hacer mi trabajo y el se desapareció por completo tras la puerta. No es como si tuviera que decir algo, Pero hubiese sido bueno que me dijera si hice o no hice bien mi trabajo. Yo creo que lo hice fantástico, sin embargo, por la cara que puso el señor todo el camino, estoy dudando de la situación. Suspiro y comienzo hacer todo mi trabajo faltante. Esa salida en la mañana a comprar este conjunto me hizo perder demasiado tiempo, así que tengo que mover rápido mis dedos sobre la computadora. Incluso tengo que sacrificar el almuerzo. Para esa hora, el señor si sale. Ni siquiera mira hacia mí, solo se marcha y yo continuo ordenando el archivero, ya que hay tantos artículos y contratos desordenados que me causan un dolor mental, así que para continuar, hago eso. En algún punto, vuelve aparecer el señor Visconti, con una bolsa en su mano. Yo la miro y sigo con mi trabajo, hasta que aparece bruscamente en frente de mí. -No quiero tener que pagar un hospital porque te has desmayado. Agarra su hora de almuerzo obligatoria.- me ordena y yo me quedo mirando la bolsa con la boca ligeramente abierta. -No tenía que moles...- y cierra la puerta con fuerza, haciendo que salte un poco por el ruido sonoro, el cual me trajo algunos recuerdos desagradables que me dejaron en un mundo despreciable por varios minutos, los cuales me hicieron tener un pensamiento espantoso y es que ojalá mi madre no vuelva, porque estamos mejor sin ella. Suspiro acariciando mi cabeza y después solo abro la bolsa, todavía con esa frase larga en mi cabeza y un par de ojos oscuros mirándome desde la puerta. Sacudo esos recuerdos y veo en el fondo de la bolsa, sacando una caja con lo que parece ser una lasaña de carne. Huele tan divino que mi estómago inmediatamente suena. -Le llamas la atención - salto un poco ante la nueva voz y me giro para sonreírle a una chica que no había visto. Es hermosa, de cabello castaño rojizo con unos ojos avellana demasiado penetrantes, solo que esos no se veían amables como los de Alba, más bien mostraban una buena dosis de molestia. -No lo creo, señorita.- niego de inmediato y ella da una sola risa. - Yo si lo creo, Pero te recomiendo que te quedes en tu lugar. Nadie a logrado sacarle dinero.- arqueo una ceja y me dan unos ganas de reír. -Por tu tono y tu expresión, me hace pensar que estás incluida.- ella abre la boca ofendida y yo le sonrío. -Me da risa que pienses que porque pago una buena ropa para ti, pienses que tienes derecho hablarle así a un superior. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.- arqueo una ceja sintiéndome un poco incómoda por la atención que está llamando y solo suspiro. - ¿Tiene algo laboral de lo cual hablar? este tipo de conversaciones me parecen poco profesionales.- escucho risas detrás de ella y un segundo después sale Visconti, por lo que la veo enderezarse y arreglarse el cabello. - Lana, anda a clavarle tus colmillos a alguien más.- ella baja el rostro de inmediato. -Si, señor. disculpe. - él se gira hacia mí y ve la comida entre mis brazos un segundo antes de desaparecer.Pasa una semana entera y yo hago mi trabajo lo mejor que puedo mientras el señor brilla por su ausencia despues del cuarto día de la semana. He tenido que cancelar varias reuniones y aunque he tratado de buscar a mi jefe en todos lados, siempre me dicen lo mismo: es normal que se pierda, debe estar en Italia con un argán de mujeres. A mí realmente me vale que esté con un centenar de mujeres, lo que si me vale es que cada vez que pasó cerca de la señora Colleman me lanza miradas desaprobatorias. Por eso mismo, al pasar los tres días, averigüe la dirección de su humilde casa y fui directo a ella, con mi carpeta llena de papeles que él necesitaba firmar para hoy. Y digo humilde con completo sarcasmo, porque es una casa de 3 pisos, marrón con gris y ventanas blancas, tenía dos árboles a cada lado y tuve que caminar un rato para llegar a la puerta. Me quedo mirando la puerta y noto que hay una rejilla para colocar un código, el cual me dió la señora Colleman cuando le dije que lo venía
Me miro en el espejo y unos ojos llorosos e hinchados me devuelven la mirada. Respiro profundo y comienzo a maquillar todos los morados enormes que me quedaron en el rostro, los cuales duelen horrible y siento que con cada mueca que hago, se me va a desprender una parte de la piel. Sin embargo, eso no es lo peor, sino los hematomas en el resto de mí cuerpo que al menos puedo cubrir con suéter de manda larga y pantalones. Estoy perfectamente cubierta y agradezco que esté en una zona donde siempre hace frío. Suspiro tratando de no recordar todo lo vivido el día de ayer y continúo mi labor por 30 minutos más, hasta que estoy satisfecha con el resultado del maquillaje. Salgo del baño y me tengo que agarrar de la pared, porque el dolor que me recorre el cuerpo me corta hasta la respiración. Respiro profundo y me enderezo, caminando hacia la cocina con una sonrisa. Mis hermanos se giran con miradas preocupadas y yo les sonrío. -Estoy bien, estoy realmente bien .- les miento y miro h
Suspiro ante esas palabras y en ese momento alguien toca la puerta. Yo me alejo un paso con una pequeña mueca en mi rostro. Un segundo después, la puerta se abre y por ella entra un hombre muy bien parecido, con las mismas características que mi jefe, con una única diferencia, es que ese parece rondar sus treinta finales, y mi jefe debe estar en sus veinte finales. El hombre fija sus ojos en mí y como ya estoy acostumbrada, me ve como si fuera una poca cosa. Suspiro. - ¿Dónde está tu asistente? - alzo la mano ante su pregunta, hecha por una voz gruesa, solo que no causa lo mismo que la del señor Visconti. - Esa soy yo, señor. ¿Qué se le ofrece? - me comporto lo mejor que puedo porque desde aquí me huele que este también es un jefe. -Busca dos café sin azúcar y dos tortas de limón.- asiento, pensando en la mala suerte que tengo el día de hoy. Yo que no me quería mover tanto. Doy un paso al frente y la voz de mi jefe me detiene. -No tienes que ir a buscar nada, para eso tienes tu
Dante Visconti Desde que estos japoneses se antojaron de comer en este lugar, ya sabía que las cosas no iban a ir bien. Ellos estaban emocionados, hablando de negocios y yo no podía evitar llevar mi mirada hacia mí asistente, que estaba evitando la mía a toda costa. Debo admitir que verla aquí me molestó y por alguna razón que hasta el momento no logro comprender, tuve que controlar mis ganas de levantarme, ir hacia ella y sacarla de aquí, porque la he estado observando y no ha dejado de hacer muecas cada que camina, incluso se ha detenido para respirar y continuar con su trabajo. Mi interes por ella es algo que me ha estado molestando desde que la Vi el primer día que llegó a la empresa, el día que consiguió el trabajo. Yo estaba llegando cuando la Vi salir con una sonrisa y de la nada comenzó a saltar y bailar. Eso provoco algo en mí y me llamó tanto la atención que no me bajé del auto solo paga observarla, porque algo en ella desbordaba una inocencia que llevo años sin conocer
El sonido retumbante de gritos de miedo, de furia y de dolor llena el pasillo nunca silencio. Los pocos vecinos que caminan, llegando o yéndose, nos miran con lástima, pero nadie dice nada, porque todos en este edificio tienen problemas, y los nuestros, son solo importantes para nosotros. Aprieto a mi hermanita de 4 meses contra mí pecho y miro a mis otros hermanos, todos agarrados de mi camisa fuertemente. Tal vez no sea capaz de escuchar sus corazones, pero prácticamente puedo sentir como laten con fuerza por el miedo a lo que esos gritos en nuestro departamento significan. Demasiados problemas. Trago saliva y respiro profundo, pensando en que debo hacer para cuidar a mis hermanos. -Tal vez deberíamos ir al parque otro rato.- hablo y miro a Kyle, mi hermanito de 9 años. El mira a Jessy, quiero pone sus grandes ojos verdes en los míos, se muestran tan asustados que lo único que quiero es entrar al departamento y pedir que por favor, se detengan, lamentablemente sé que eso nunca
Miro el reloj en mi muñeca y muevo mis pies al ritmo de la música que suena por los altavoces del metro. Tengo aproximadamente una hora para dar una entrevista de trabajo que me puede salvar de los deudas por un tiempo, si logro conseguir el trabajo, claro; y luego correr de vuelta a mi trabajo actual, orando para que me acepten aunque sé perfectamente que hay mejores candidatas que yo. Cuando cumplí 18 años, frené mis estudios por el bien de mis hermanos, ya que mi madre no es una figura materna estable. Sus únicos días buenos, son una vez cada 5 meses, así que yo tuve que salir a trabajar para sacar a mis hermanos adelante... Al menos estoy tratando, con lo poco que ganó en cada uno de los tres trabajos que tengo.De las 5 de la mañana hasta las 11 de la mañana, trabajo en una cafetería como ayudante de cocina y camarera cuando se apertura el local. De 12 a 6 de la tarde, trabajo como camarera en un restaurante y de 8 a 2 de la mañana, trabajo en un bar, dónde considero que ganó me
Una mujer rubia de ojos oscuros me señala la silla con la mano y yo camino directo, saludando mientras saco mis papeles de mi bolso de lado para colocarlo en la mesa. - Me han hablando muy bien de tí.- habla por primera vez, sin responder mi saludo, solo va directo al grano. -El señor Harrison es un cliente antiguo dónde trabajo.- asiente y toda mi currículum, mirándolo por encima. -Veo que hablas tres idiomas, muy interesante... Teniendo en cuenta que nunca cursaste la universidad.- trago saliva y asiento, tratando de verme seguida y confiada. -No asisto a la universidad por responsabilidades más grandes, sin embargo, nunca he dejado de estudiar y tengo un nivel de compromiso perfectamente comprobable. - ella vuelve a mirar el currículum y asiente lentamente. - Eso puedo ver. Tienes excelentes referencias laborales, y llevas más de tres años trabajando en la misma cafetería... Sin embargo, ¿Qué te hace pensar que eres la indicada para el trabajo? - respiro profundo disimuladame
- Te ves hermosa.- le sonrío a Anna por el espejo.-Gracias, ¿Me veo profesional? - le pregunto y ella asiente.-Claro que sí. Te ves como una princesa... Una princesa inteligente.- me río y le lanzo el beso. Me miro al espejo y suavizo un poco la tela de color Melón. Ayer saliendo de la entrevista de trabajo, fui de nuevo a la tienda de segunda mando y conseguí está conjunto en excelente precio. Tiene unos detalles en la parte baja del pantalón, Pero nada que no se pueda solucionar con una aguja e hilo.- ¿Me vas a desear mucha suerte? - le pregunto y me recojo el cabello, que de igual forma me llega más abajo de los hombros, solo que en una sola cola.- Claro que sí. Desde que te vayas hasta que llegues, voy a estar orando por ti. - le sonrío y camino para darle un beso encima de la frente.-Estaria muy agradecida. Te amo demasiado, pichurra.- le digo en español.- Y por cierto, necesito que te comportes con la señora Parker. No hagas desastre y trata de ordenar todo lo que desórdene