- Te ves hermosa.- le sonrío a Anna por el espejo.
-Gracias, ¿Me veo profesional? - le pregunto y ella asiente. -Claro que sí. Te ves como una princesa... Una princesa inteligente.- me río y le lanzo el beso. Me miro al espejo y suavizo un poco la tela de color Melón. Ayer saliendo de la entrevista de trabajo, fui de nuevo a la tienda de segunda mando y conseguí está conjunto en excelente precio. Tiene unos detalles en la parte baja del pantalón, Pero nada que no se pueda solucionar con una aguja e hilo. - ¿Me vas a desear mucha suerte? - le pregunto y me recojo el cabello, que de igual forma me llega más abajo de los hombros, solo que en una sola cola. - Claro que sí. Desde que te vayas hasta que llegues, voy a estar orando por ti. - le sonrío y camino para darle un beso encima de la frente. -Estaria muy agradecida. Te amo demasiado, pichurra.- le digo en español.- Y por cierto, necesito que te comportes con la señora Parker. No hagas desastre y trata de ordenar todo lo que desórdenes. No brinques encima de los muebles y por favor, no corras como loca de tras de sus perros, no quiero que te muerdan. ¿Podrías hacer eso? - ella asiente lentamente. -Claro que sí. Yo me portó muy bien siempre y para que veas, voy a ir hacer mis tareas..- asiento y le doy las gracias. Mis tres hermanos son unos ángeles y de verdad tengo mucha suerte de tenerlos. Son excelentes estudiantes y como personas, ni se digan. Son tan independientes que cuando me levanté, ya tenían todo listo para irse a estudiar. Incluso me habían hecho el desayuno y eso.... Eso me hizo llorar. Dejo a Anna en el departamento de la señora Parker con su bolso lleno de tareas, su almuerzo y merienda, despues me voy corriendo al trabajo, con el corazón en la boca, dolor de estómago y picazón en las manos. Todo el camino pido a Todo aquel que me escuche que me la fortaleza y que mi jefe no sea tan idiota como lo pintó la señorita Janet de recursos humanos. ****** Llego al edificio y paso directo a la recepción a buscar mi carnet. Saludo, soy mi nombre y la chica inmediatamente me da el carnet. -Debes ir al piso 20. Recuerda tomar el ascensor de la izquierda.- asiento. Ya sé porqué no debo tomar el ascensor de la derecha, lamentablemente lo aprendí a la mala. Al menos no llamaron a la policía. Tomo el ascensor de la derecha y espero unos segundos viendo la bonita recepción. De la nada, por la izquierda aparece el mismo hombre amargado de ayer, el cual mira de reojo hacia donde estoy, justo cuando la puerta está a punto de cerrarse y de la nada, lanza la mano para sostener la puerta, lo que me hace saltar y dar un paso atrás, porque entra con los mismos tres hombres de ayer, que me miran de arriba abajo, y el único que no tiene lentes, arquea una ceja antes de irse hacia la parte de atrás. - Coloca el piso 20.- me ordena y yo miro sobre mi hombro. -Buen día, ¿Cómo está? Si no lo ha notado, ya está colocado.- le digo tan amable como puedo porque la sospecha comienza a gritar cosas en mi cabeza. Por favor, que él no sea mi jefe, que él o sea mi jefe. - ¿Por qué razón estarías colocando el piso 20? - pregunta y yo miro nuevamente sobre mi hombro. - ¿Tal vez porque ahora trabajo en el piso 20? - me giro completamente y le ofrezco la mano.- Mi nombre es Ava Torres. - el mira la mano y uno de los hombres da un paso al frente, pero el ojos plateados lo detiene con un gesto de la mano. -Eso es muy interesante... ¿Para quien vas a trabajar? - pregunta. -No me informaron... ¿Le pasó algo al otro ascensor? - entrecierra sus ojos hacia mí. Este hombre es atractivo y así como tiene un aire de repelente, también tiene de inmaduro. ¿Será el mi jefe? -No, soy un hombre muy curioso.- me mira detalladamente demasiados segundos y me muevo incómoda, dando un paso atrás para pegarme a las puertas del ascensor. - Tengo conocimientos de que solo hay un puesto disponible y lamentablemente no es en mi sección, aunque algo me dice que será más divertido verte en la que ahora vas a trabajar. Suspiro, porque saber que no voy a trabajar cerca de este señor, es lo mejor que he escuchado en mi vida, porque no importa que tan fuerte sea, este hombre sigue siendo una tentación demasiado grande, una tentación que quiero evitar... Aunque claro, esa personalidad de idiota que tiene una como un repelente para mí. -No sabe lo aliviada que estoy.- comento en voz baja sin poder evitarlo y él solo arquea una ceja. -No deberías, creeme. No deberías - arqueo una ceja y el sonríe, mostrando una hilera de dientes perfectos. Yo asiento y el ascensor suena. Un segundo después las puertas se abren de golpe y como yo estaba completamente apoyada, me fuí de largo, sin poder agarrarme de absolutamente nada. Mi espalda chocó violentamente contra el suelo y el dolor rápidamente se extendió por todo mi cuerpo. Mis ojos se enfocaron en el techo blanco lleno de luces blancas, de esas que te hacen daño cuando abres los ojos en los hospitales. Aunque eso no fue lo peor, lo peor de todo fue que un hombre apareció en mi línea de visión, un hombre que tenía el atrevimiento de verse completamente perfecto desde abajo. Mi respiración se quedó atascada en mi garganta y mi corazón salto fuertemente, aunque tal vez todo haya sido por el golpe tan fuerte que me di en la espalda. El hombre tenía los ojos grises, mucho más platinados que el idiota del ascensor y lo peor de todo es que me miraban con desdén, como si yo fuera él ser más idiota de todo y si nos vamos por el lado correcto, si parezco una idiota tirada en el suelo. Me levanto rápidamente sufriendo de dolor y me sacudo mi bonito traje que conseguí en el último momento. - ¿Es tu primera vez en un ascensor? - esa voz... Dios mío y todo lo divino, esa voz. Decirle cautivante era ser vaga, porque escucharlo hablar era como escuchar un ángel que ama comportarse como demonio. Sí, era así de confusa y varonil su voz. Mi cerebro procesa su pregunta y una parte de mí, esa parte que está sumamente nerviosa y avergonzada, ni siquiera puede molestarse. Aunque otra parte de mí cerebro grita: ¿Acaso todos los hombres en este lugar son unos idiotas? Porque que casualidad que los únicos dos hombres que he conocido, me han hecho comentarios dignos de premios para la imbecibilidad. - Hermano, que mala educación.- entra el idiota del ascensor y apenas su mano va a tocar mi brazo, me alejo un paso, sintiendo ese salto de corazón que siempre trato de controlar. - ¿Estás bien? - entrecierro los ojos, porque se puede ver claramente las ganas de reírse que tiene. - Yo la veo entera, así que puedo notar que está bien.- me muerdo los labios para evitar decir algo, mientras me callo el sufrimiento por el dolor que ha tomado toda mi espalda. Gracias a todo lo bueno que no tengo hematomas, porque no estaría aguantando el dolor. - Deberías ser más amable con tu nueva asistente.- se que arrugo el rostro. Lo sé perfectamente. De todos los jefes en este edificio, de todas las personas, me tenía que tocar está belleza llena de idiotez. Mi supuesto jefe, me mira de arriba abajo y también hace un gesto, como si no creyera que este ser humano normal, trabajara para él. - ¿Esto es una especie de broma? ¿Ahora tengo de asistente una muda que no sabe usar un ascensor? Miro hacia el techo y llamo toda mi paciencia. Tengo que voltear la moneda, porque eso de escuchar como se burlan de mí, no era para nada gracioso y ya me estoy estresando. - Permítame presentarme correctamente.- doy un paso al frente y le ofrezco la mano.- Mi nombre es Ava Torres y soy su nueva asistente.- el mira mi mano un segundo y después mira a su hermano. - Esto definitivamente es una broma. No pensé que fueran a pasar de algo malo a algo mucho peor.- respiro profundo. Ya puedo notar que esto es un trabajo de m****a. Ya lo sé perfectamente, pero al menos, puedo fantasear con ese sueldo por varios ceros, porque si solo pienso en la clase de jefe que tengo, me dan ganas de morir. //////// Bueno, bueno!!! este hombre tiene de de belleza lo que tiene de idiota, y no se, Pero eso me encanta!!Respiro profundo, porque yo vine aquí a trabajar, solo a eso, no a discutir con nadie, y menos con mi jefe, el cual puede ser fácilmente modelo de una revista porno premium o menos aún, un Chris de Avengers, porque está divino. Lamentablemente, es un idiota y nada más y nada menos que el único que puede ocasionar mi despido. Por ende, les ordeno a todas mis hormonas que le bajen dos a lo que están provocando dentro de mí, porque si no caí en mi adolescencia, no caeré en mi adultez. Yo tengo un objetivo, y los hombres, para mí, son un enorme obstáculo, porque he conocido demasiados y solo pocos pueden llamarse caballeros. Y con solo ver a este par, puedo notar que de caballeros no tienen nada. -Si me disculpan, voy a comer mi jornada laboral.- doy un asentimiento y comienzo a caminar - Yo no te he dicho que puedes empezar a trabajar.- me detengo, respiro profundo nuevamente y me giro lentamente. ¿Cómo es posible sentir odio hacia una persona si lo acabas de conocer? - Quien me
Apenas salgo del trabajo, corro directo al restaurante, debido a que salí como una hora tarde porque desde que llegó el señor Vanetto me tuvo de arriba a abajo por todo el edificio. Tuve que buscar maquetas en el piso 6, subir al último piso, después bajar a darle especificaciones sobre lo que quería el señor realmente, subir nuevamente, llevar papeles de un lado a otro, correr a buscarle comida, agendar reuniones, cancelar ciertas reuniones, tomar llamadas, aunque la mayoría era de mujeres buscando otras cosas. Mi primer día fue realmente movido, y cuando terminé de trabajar en el restaurante, llegué a las 12 de la noche muerta. Caí sobre la cama y no duré ni un segundo más despierta. ****** Un ruido extraño hace que mis ojos se abran de golpe, con el corazón latiendo a millón, temiendo que algo esté pasando. Me enfoco en la habitación y veo a mi hermana menos dormir en su cama. Busco a los mayores y no los encuentro por ningún lado. Siento una presión inmensa en el pecho y me lev
Me quedo afuera de la cuarta tienda que he visitado en la cuadra, ya que los precios de toda la ropa me ha dejado un tanto sorprendida, debido a que siempre he comprado en tiendas de segunda mano y esto es muy diferente, más si estás prendas que tienen varios ceros. ¿En serio un pedazo de tela puede costar tanto? Suspiro y entro, buscando algo sencillo y elegante, lo más económico que pueda encontrar. En el fondo un maniquí llama mi atención y le sonrío a una chica mientras camino hacia él, tocando el blazer beige. Se ve tan cómodo y hermoso que me muerdo el labio, por lo que comienzo a buscar la tarjetilla de precio. - Estás perdiendo el tiempo.- salto con el corazón en la boca y me giro para ver a mi jefe justo detrás de mí. - Usted me envió.... -Si, pero no para que andes deambulando. ¿No viste el horario de la reunión? Ya vamos tarde.- mi boca se abre y comienzo a pedir disculpas, por lo que él entrecierra los ojos y me detiene con la mano. - No parlotees tanto.- busca una de
Pasa una semana entera y yo hago mi trabajo lo mejor que puedo mientras el señor brilla por su ausencia despues del cuarto día de la semana. He tenido que cancelar varias reuniones y aunque he tratado de buscar a mi jefe en todos lados, siempre me dicen lo mismo: es normal que se pierda, debe estar en Italia con un argán de mujeres. A mí realmente me vale que esté con un centenar de mujeres, lo que si me vale es que cada vez que pasó cerca de la señora Colleman me lanza miradas desaprobatorias. Por eso mismo, al pasar los tres días, averigüe la dirección de su humilde casa y fui directo a ella, con mi carpeta llena de papeles que él necesitaba firmar para hoy. Y digo humilde con completo sarcasmo, porque es una casa de 3 pisos, marrón con gris y ventanas blancas, tenía dos árboles a cada lado y tuve que caminar un rato para llegar a la puerta. Me quedo mirando la puerta y noto que hay una rejilla para colocar un código, el cual me dió la señora Colleman cuando le dije que lo venía
Me miro en el espejo y unos ojos llorosos e hinchados me devuelven la mirada. Respiro profundo y comienzo a maquillar todos los morados enormes que me quedaron en el rostro, los cuales duelen horrible y siento que con cada mueca que hago, se me va a desprender una parte de la piel. Sin embargo, eso no es lo peor, sino los hematomas en el resto de mí cuerpo que al menos puedo cubrir con suéter de manda larga y pantalones. Estoy perfectamente cubierta y agradezco que esté en una zona donde siempre hace frío. Suspiro tratando de no recordar todo lo vivido el día de ayer y continúo mi labor por 30 minutos más, hasta que estoy satisfecha con el resultado del maquillaje. Salgo del baño y me tengo que agarrar de la pared, porque el dolor que me recorre el cuerpo me corta hasta la respiración. Respiro profundo y me enderezo, caminando hacia la cocina con una sonrisa. Mis hermanos se giran con miradas preocupadas y yo les sonrío. -Estoy bien, estoy realmente bien .- les miento y miro h
Suspiro ante esas palabras y en ese momento alguien toca la puerta. Yo me alejo un paso con una pequeña mueca en mi rostro. Un segundo después, la puerta se abre y por ella entra un hombre muy bien parecido, con las mismas características que mi jefe, con una única diferencia, es que ese parece rondar sus treinta finales, y mi jefe debe estar en sus veinte finales. El hombre fija sus ojos en mí y como ya estoy acostumbrada, me ve como si fuera una poca cosa. Suspiro. - ¿Dónde está tu asistente? - alzo la mano ante su pregunta, hecha por una voz gruesa, solo que no causa lo mismo que la del señor Visconti. - Esa soy yo, señor. ¿Qué se le ofrece? - me comporto lo mejor que puedo porque desde aquí me huele que este también es un jefe. -Busca dos café sin azúcar y dos tortas de limón.- asiento, pensando en la mala suerte que tengo el día de hoy. Yo que no me quería mover tanto. Doy un paso al frente y la voz de mi jefe me detiene. -No tienes que ir a buscar nada, para eso tienes tu
Dante Visconti Desde que estos japoneses se antojaron de comer en este lugar, ya sabía que las cosas no iban a ir bien. Ellos estaban emocionados, hablando de negocios y yo no podía evitar llevar mi mirada hacia mí asistente, que estaba evitando la mía a toda costa. Debo admitir que verla aquí me molestó y por alguna razón que hasta el momento no logro comprender, tuve que controlar mis ganas de levantarme, ir hacia ella y sacarla de aquí, porque la he estado observando y no ha dejado de hacer muecas cada que camina, incluso se ha detenido para respirar y continuar con su trabajo. Mi interes por ella es algo que me ha estado molestando desde que la Vi el primer día que llegó a la empresa, el día que consiguió el trabajo. Yo estaba llegando cuando la Vi salir con una sonrisa y de la nada comenzó a saltar y bailar. Eso provoco algo en mí y me llamó tanto la atención que no me bajé del auto solo paga observarla, porque algo en ella desbordaba una inocencia que llevo años sin conocer
El sonido retumbante de gritos de miedo, de furia y de dolor llena el pasillo nunca silencio. Los pocos vecinos que caminan, llegando o yéndose, nos miran con lástima, pero nadie dice nada, porque todos en este edificio tienen problemas, y los nuestros, son solo importantes para nosotros. Aprieto a mi hermanita de 4 meses contra mí pecho y miro a mis otros hermanos, todos agarrados de mi camisa fuertemente. Tal vez no sea capaz de escuchar sus corazones, pero prácticamente puedo sentir como laten con fuerza por el miedo a lo que esos gritos en nuestro departamento significan. Demasiados problemas. Trago saliva y respiro profundo, pensando en que debo hacer para cuidar a mis hermanos. -Tal vez deberíamos ir al parque otro rato.- hablo y miro a Kyle, mi hermanito de 9 años. El mira a Jessy, quiero pone sus grandes ojos verdes en los míos, se muestran tan asustados que lo único que quiero es entrar al departamento y pedir que por favor, se detengan, lamentablemente sé que eso nunca