Capitulo 3

- Te ves hermosa.- le sonrío a Anna por el espejo.

-Gracias, ¿Me veo profesional? - le pregunto y ella asiente.

-Claro que sí. Te ves como una princesa... Una princesa inteligente.- me río y le lanzo el beso. Me miro al espejo y suavizo un poco la tela de color Melón. Ayer saliendo de la entrevista de trabajo, fui de nuevo a la tienda de segunda mando y conseguí está conjunto en excelente precio. Tiene unos detalles en la parte baja del pantalón, Pero nada que no se pueda solucionar con una aguja e hilo.

- ¿Me vas a desear mucha suerte? - le pregunto y me recojo el cabello, que de igual forma me llega más abajo de los hombros, solo que en una sola cola.

- Claro que sí. Desde que te vayas hasta que llegues, voy a estar orando por ti. - le sonrío y camino para darle un beso encima de la frente.

-Estaria muy agradecida. Te amo demasiado, pichurra.- le digo en español.- Y por cierto, necesito que te comportes con la señora Parker. No hagas desastre y trata de ordenar todo lo que desórdenes. No brinques encima de los muebles y por favor, no corras como loca de tras de sus perros, no quiero que te muerdan. ¿Podrías hacer eso? - ella asiente lentamente.

-Claro que sí. Yo me portó muy bien siempre y para que veas, voy a ir hacer mis tareas..- asiento y le doy las gracias.

Mis tres hermanos son unos ángeles y de verdad tengo mucha suerte de tenerlos. Son excelentes estudiantes y como personas, ni se digan. Son tan independientes que cuando me levanté, ya tenían todo listo para irse a estudiar. Incluso me habían hecho el desayuno y eso.... Eso me hizo llorar.

Dejo a Anna en el departamento de la señora Parker con su bolso lleno de tareas, su almuerzo y merienda, despues me voy corriendo al trabajo, con el corazón en la boca, dolor de estómago y picazón en las manos. Todo el camino pido a Todo aquel que me escuche que me la fortaleza y que mi jefe no sea tan idiota como lo pintó la señorita Janet de recursos humanos.

******

Llego al edificio y paso directo a la recepción a buscar mi carnet. Saludo, soy mi nombre y la chica inmediatamente me da el carnet.

-Debes ir al piso 20. Recuerda tomar el ascensor de la izquierda.- asiento. Ya sé porqué no debo tomar el ascensor de la derecha, lamentablemente lo aprendí a la mala. Al menos no llamaron a la policía.

Tomo el ascensor de la derecha y espero unos segundos viendo la bonita recepción. De la nada, por la izquierda aparece el mismo hombre amargado de ayer, el cual mira de reojo hacia donde estoy, justo cuando la puerta está a punto de cerrarse y de la nada, lanza la mano para sostener la puerta, lo que me hace saltar y dar un paso atrás, porque entra con los mismos tres hombres de ayer, que me miran de arriba abajo, y el único que no tiene lentes, arquea una ceja antes de irse hacia la parte de atrás.

- Coloca el piso 20.- me ordena y yo miro sobre mi hombro.

-Buen día, ¿Cómo está? Si no lo ha notado, ya está colocado.- le digo tan amable como puedo porque la sospecha comienza a gritar cosas en mi cabeza. Por favor, que él no sea mi jefe, que él o sea mi jefe.

- ¿Por qué razón estarías colocando el piso 20? - pregunta y yo miro nuevamente sobre mi hombro.

- ¿Tal vez porque ahora trabajo en el piso 20? - me giro completamente y le ofrezco la mano.- Mi nombre es Ava Torres. - el mira la mano y uno de los hombres da un paso al frente, pero el ojos plateados lo detiene con un gesto de la mano.

-Eso es muy interesante... ¿Para quien vas a trabajar? - pregunta.

-No me informaron... ¿Le pasó algo al otro ascensor? - entrecierra sus ojos hacia mí. Este hombre es atractivo y así como tiene un aire de repelente, también tiene de inmaduro. ¿Será el mi jefe?

-No, soy un hombre muy curioso.- me mira detalladamente demasiados segundos y me muevo incómoda, dando un paso atrás para pegarme a las puertas del ascensor. - Tengo conocimientos de que solo hay un puesto disponible y lamentablemente no es en mi sección, aunque algo me dice que será más divertido verte en la que ahora vas a trabajar.

Suspiro, porque saber que no voy a trabajar cerca de este señor, es lo mejor que he escuchado en mi vida, porque no importa que tan fuerte sea, este hombre sigue siendo una tentación demasiado grande, una tentación que quiero evitar... Aunque claro, esa personalidad de idiota que tiene una como un repelente para mí.

-No sabe lo aliviada que estoy.- comento en voz baja sin poder evitarlo y él solo arquea una ceja.

-No deberías, creeme. No deberías - arqueo una ceja y el sonríe, mostrando una hilera de dientes perfectos. Yo asiento y el ascensor suena. Un segundo después las puertas se abren de golpe y como yo estaba completamente apoyada, me fuí de largo, sin poder agarrarme de absolutamente nada.

Mi espalda chocó violentamente contra el suelo y el dolor rápidamente se extendió por todo mi cuerpo. Mis ojos se enfocaron en el techo blanco lleno de luces blancas, de esas que te hacen daño cuando abres los ojos en los hospitales. Aunque eso no fue lo peor, lo peor de todo fue que un hombre apareció en mi línea de visión, un hombre que tenía el atrevimiento de verse completamente perfecto desde abajo. Mi respiración se quedó atascada en mi garganta y mi corazón salto fuertemente, aunque tal vez todo haya sido por el golpe tan fuerte que me di en la espalda.

El hombre tenía los ojos grises, mucho más platinados que el idiota del ascensor y lo peor de todo es que me miraban con desdén, como si yo fuera él ser más idiota de todo y si nos vamos por el lado correcto, si parezco una idiota tirada en el suelo.

Me levanto rápidamente sufriendo de dolor y me sacudo mi bonito traje que conseguí en el último momento.

- ¿Es tu primera vez en un ascensor? - esa voz... Dios mío y todo lo divino, esa voz. Decirle cautivante era ser vaga, porque escucharlo hablar era como escuchar un ángel que ama comportarse como demonio. Sí, era así de confusa y varonil su voz.

Mi cerebro procesa su pregunta y una parte de mí, esa parte que está sumamente nerviosa y avergonzada, ni siquiera puede molestarse. Aunque otra parte de mí cerebro grita: ¿Acaso todos los hombres en este lugar son unos idiotas? Porque que casualidad que los únicos dos hombres que he conocido, me han hecho comentarios dignos de premios para la imbecibilidad.

- Hermano, que mala educación.- entra el idiota del ascensor y apenas su mano va a tocar mi brazo, me alejo un paso, sintiendo ese salto de corazón que siempre trato de controlar. - ¿Estás bien? - entrecierro los ojos, porque se puede ver claramente las ganas de reírse que tiene.

- Yo la veo entera, así que puedo notar que está bien.- me muerdo los labios para evitar decir algo, mientras me callo el sufrimiento por el dolor que ha tomado toda mi espalda. Gracias a todo lo bueno que no tengo hematomas, porque no estaría aguantando el dolor.

- Deberías ser más amable con tu nueva asistente.- se que arrugo el rostro. Lo sé perfectamente. De todos los jefes en este edificio, de todas las personas, me tenía que tocar está belleza llena de idiotez.

Mi supuesto jefe, me mira de arriba abajo y también hace un gesto, como si no creyera que este ser humano normal, trabajara para él.

- ¿Esto es una especie de broma? ¿Ahora tengo de asistente una muda que no sabe usar un ascensor?

Miro hacia el techo y llamo toda mi paciencia. Tengo que voltear la moneda, porque eso de escuchar como se burlan de mí, no era para nada gracioso y ya me estoy estresando.

- Permítame presentarme correctamente.- doy un paso al frente y le ofrezco la mano.- Mi nombre es Ava Torres y soy su nueva asistente.- el mira mi mano un segundo y después mira a su hermano.

- Esto definitivamente es una broma. No pensé que fueran a pasar de algo malo a algo mucho peor.- respiro profundo.

Ya puedo notar que esto es un trabajo de m****a. Ya lo sé perfectamente, pero al menos, puedo fantasear con ese sueldo por varios ceros, porque si solo pienso en la clase de jefe que tengo, me dan ganas de morir.

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Bueno, bueno!!! este hombre tiene de de belleza lo que tiene de idiota, y no se, Pero eso me encanta!!

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