En esa mesa estaban esos dos hombres, uno lleno de codicia y sediento de poder, y el otro con ganas de comerse al mundo, buscando en cada rincón lo que ha perdido, algo valioso que ha estado buscando durante mucho tiempo que, por cosas del destino, el cual estaba en su contra, perdió.
—Usted tiene algo que es mío, señor Jones —empezó Callum, con una mirada penetrante e indiferente —y yo tengo algo que usted necesita.—Hmm —Enzo frotó su barbilla con una mirada de sumo interés —¿Puedo saber qué es lo que tengo yo que le pertenece?.—Primero dígame si en verdad desea firmar el contrato con nuestra empresa —demandó, uniendo ambas manos en una sola sobre la mesa.—Sabe cual es mi respuesta, señor Winston —Enzo sonrió con arrogancia —si tengo algo que usted desea, y puedo dárselo, haremos un buen acuerdo. Ambos nos beneficiamos.—Veo que es usted un hombre de negocios, interesante...—Callum lo miró con neutralidad.—¿Y bien? Dígame qué es lo que desea de este humilde hombre.—Seré claro. La razón por la que me interesé en su empresa, es porque usted tiene lo que yo necesito, nada más por eso, ¿Está dispuesto a darme lo que quiero a cambio de ese importante y beneficioso contrato, aunque lo que le pida sea parte de su familia?.Enzo pensó por un momento, él es solo dueño de una mini empresa de cosméticos, no tendría nada de valor para ofrecerle al hombre más destacado en el mundo de la moda, Callum Winston. Cualquiera que escuche su nombre, sabe que es el CEO de la empresa Styles Golden, una de de las compañías más importantes de la ciudad de Nueva York, y nombrado como el rey de la moda.Pero...la duda es, ¿Que es lo que no ha podido obtener ese poderoso hombre y que busca con tanto desespero? Además, ¿Puede Enzo Jones, un cordero delante de un león, tener ese "algo" que busca Callum?.Por la firmeza de Callum, y la seguridad que tiene en sus palabras, se puede decir que, Enzo si tiene lo que él busca, y está dispuesto a hacer todo lo que esté en sus manos para recuperarlo. Además, esta es la oportunidad de oro para un hombre codicioso como Enzo.—Estoy dispuesto, señor Winston, no hay nada que pensar —afirmó Enzo, con mucha firmeza y seguridad.Esta oportunidad de oro no la podía desperdiciar, su pequeña empresa crecería mucho más si cerraba ese contrato con los Winston.—Bien, entonces.Callum, con una seña, hizo que su asistente se acercara a la mesa con un portafolio.—Quiero a una de sus hijas... * * *Elizabeth estaba en ese oscuro lugar resistiendo el dolor de su cuerpo, y el tenaz frío que congelaba sus huesos. Sus labios estaban pálidos, su cuerpo delgado, el cabello hecho jirones, y lo que llevaba puesto era un vestido viejo y roto que no la podía proteger del frío desgarrador.Pero ya estaba acostumbrada, solo era un día más de tantos de los que le falta, tal vez toda su vida estará encarcelada en ese frío agujero.Sin embargo, a lo que ella no estaba acoplada todavía, era al dolor de su corazón, viendo como el hombre del que se enamoró con solo verlo de vez en cuando a escondidas, se besa con su hermana.Si, Elizabeth Jones, quién ha llevado una vida miserable por muchos años, se enamoró de un hombre que ni siquiera sería capaz de mirarla por sobre su hermana, que es mucho más bella, y seductora, en comparación con un simple chica, hija de una criada rompe hogares.—No me digas, ¿Estás llorando? —la voz chillona de Lorna, hizo que Elizabeth se asustara—nos viste, ¿No es así?.Elizabeth guardó silencio, y lentamente secó sus lágrimas para no verse más patética de lo que ya se siente.—...¿No piensas decir nada, mugrosa?.Nuevamente Elizabeth guardó silencio.Como hija de una criada, la tratan como criada, así que cuando estaba haciendo sus labores, se dio cuenta de que Axel, un doctor muy importante amigo de la familia, había llegado a la mansión Jones, se escondió para verlo de cerca, ya que es de la persona de la cual se enamoró.Sin embargo, no se esperó que Lorna estuviera con él en el jardín, besándose, ahí fue cuando su corazón se terminó de hacer añicos. Aunque ella tenía claro que Axel iba a la mansión por Lorna, tenía tan si quiera un poco de esperanzas en su corazón que tal vez en algún momento él pudiera notarla. Pero esa esperanza se desvaneció al ver esa escena.E aquí el punto importante, Lorna no está enamorada de Axel, simplemente quiso tener en sus manos al hombre que le gusta a Elizabeth, y así hacerla mucho más miserable. Ella sabe que su hermana gustaba de Axel porque, un día encontró retratos de él hechos a lápiz, en el ático donde duerme Elizabeth. Obviamente no iba a desaprovechar esa oportunidad de robarle a su amor.—Vete —masculló por fin Elizabeth.—¿Como te atreves a echarme? —Lorna la tomó fuerte del cabello, otra vez, no es la primera vez que lo hace —. ¿Acaso olvidas que hasta este sucio lugar donde duermes nos pertenece?.—P-por favor —Elizabeth hizo mueca de dolor, incluso en su cuero cabelludo tiene un dolor desgarrador por tantas veces que Lorna la toma del cabello con violencia.—¿Pensaste que Axel se fijaría en ti? —cuestionó, apretando el agarre —. Ahora él es mío, nunca se fijará en ti, teniendo a alguien como yo, que soy mucho mejor que tú. Él me adora, y tienes que vivir con eso.Lorna Jones, una chica arrogante y prepotente, pero hermosa. Ante las demás personas es vista como una chica dulce, y cariñosa, pero en realidad, es una persona malvada que hace de la vida de Elizabeth un infierno, y todo lo poco que tenga ella, se lo arrebata.—Por favor...—suplicó Elizabeth de nuevo —basta...Lorna la soltó del cabello abruptamente, sonriendo con satisfacción, otra vez es la ganadora delante de una perdedora. Pero en realidad, esa perdedora nunca ha tenido nada que perder.—Puedes verlo de lejos, pero a mi lado —señaló Lorna, con un dejo de indiferencia —. Tal vez debería pensar en casarme con Axel, simplemente para verte llorar como una estúpida por él.Y concluyendo con esas palabras hirientes, salió del ático dando un portazo.Elizabeth empezó a llorar de nuevo, como todas las noches en que se acuerda de Axel, y que él ama a Lorna. Otra vez no le queda nada, lo único que tenía eran esperanzas, pero Lorna se las arrebató.Respiró hondo, y limpió sus lágrimas evitando que no salgan más, de todas formas ese hombre no era para ella, ya tenía dueña desde el principio, no queda nada más que soportar como siempre, si ella no soporta, nadie más lo hará por ella.Se deshizo de los retratos que había hecho de Axel, los hizo pedazos uno por uno, siempre que pensaba en él, lo dibujaba, pero ya no era necesario, ya no tenía por qué tener esa esperanza vacía que sabía que no tendría futuro.¿Quién es en realidad Elizabeth Jones?.Una hija ilegítima que su único pecado fue nacer. Su madre Marcela, era una criada de la familia Jones, pero cometió un grave error, enamorarse de Enzo Jones, su jefe.Los dos entraron en un romance secreto, Enzo se enamoró profundamente de su empleada, incluso la quería más que a su propia esposa. Pero cuando Lucrecia se enteró de que su esposo le era infiel con la criada, la echó de la casa sin contemplación, sin embargo, decidió seguir con su matrimonio a pesar de la infidelidad.Pero, hubo una semilla de ese profundo amor que se desarrolló entre Enzo y Marcela, ella quedó embarazada. Decidió contárselo a Enzo, y este obviamente estaba feliz porque la mujer que amaba le daría a un hijo, no le importaba si ya tenía otros dos con su esposa, la mujer que amaba en verdad era Marcela.Ambos nuevamente se amaron en secreto sin importar las consecuencias, sin embargo, el día del parto, fue la última vez que Enzo pudo ver a Marcela, ella "murió después del parto", nació una pequeña niña, pero a cambio, perdió a su amor.Enzo no quería a su hija, la despreciaba porque en su mente creció la idea de que si esa bebé no hubiera nacido, Marcela no hubiese muerto. Entonces desde ahí, Elizabeth fue odiada por su padre.Como su padre no tuvo con quién dejarla al cuidado, decidió llevarla a la mansión Jones, corría el riesgo de que su familia se dividiera ya que iba a llevar a la hija de su amante.Pero lo que no se esperó Enzo, es que su esposa Lucrecia aceptara en su casa a esa niña sin protestar, obviamente no la crió ella, ni siquiera la trató como a una hija legítima a comparación de sus otros dos hijos, la criada fue quien se hizo cargo de la pequeña.El objetivo de la cruel Lucrecia era hacer pagar a esa pequeña criatura, los errores de su difunta madre por meterse con su esposo, solo con ese fin la aceptó.Le dieron educación, pero no privilegios, era solo como una criada más de la casa, solo Lorna y Louise, hermanos de Elizabeth, eran los legítimos privilegiados. Ella fue creciendo bajo maltratos verbales y físicos desde que era una niña, por parte de sus hermanastros y madrastra, su propio padre lo permitía ya que, no había afecto en su corazón.Actualmente Elizabeth tiene diecinueve años de edad, la menor de los hermanos Jones y la desgracia de la familia. La tienen viviendo en el ático, excluida de todo, tratada peor que a una esclava.No se le permite salir a ningún lado, excepto la mansión, pero tiene lugares totalmente prohibidos, como el jardín, las habitaciones de sus hermanos y de sus padres, entre otras. Simplemente hace limpieza, y recorre la zona de la servidumbre, pero muchas veces se escondía para ver a su amado Axel, el cual nunca la notó.Ella es Elizabeth, una chica que la vida ha tratado injustamente solo por el simple hecho de nacer. Está pagando por lo errores de su madre, y recibiendo la crueldad de los Jones que son como una cadena a su cuello que intenta ahogarla.Pasaron dos días desde la visita de Lorna al ático, y Elizabeth permaneció encerrada como casi siempre, incluso si le prohibían salir, ella se quedaba obedientemente en ese frío lugar como si ya hiciera parte de ella, algo que no está lejos de la realidad. —Elizabeth. La voz fría de Enzo sacudió a la débil muchacha, y la puso poner de pie inmediatamente, con la cabeza en dirección hacia abajo, solo mirando sus pies. —Padre —lo mencionó, pero sentía que esa palabra hacía mucho peso en su boca, como si sus dientes se convirtieran en un duro metal —¿Qué lo trae por aquí?. Ella no se atrevía a alzar la mirada, en repetidas ocasiones que se atrevía a hacerlo, recibe una bofetada inesperada, esa acción siempre es hecha por su hermana Lorna, pero las raíces del miedo ya están apoderadas de Elizabeth. —Alza la cabeza —le exigió su padre, ahora con un tono más amable, algo que hizo que el corazón de Elizabeth diera un brinco abrupto —obedece, mírame. Al escuchar la segunda insistencia de
—¡Eres una maldita zorra igual que tu madre! —despotrica la rubia contra Elizabeth, la cual yacía en el suelo por la bofetada que de la nada, recibió en su mejilla —¿¡Como te atreves a fijar tu mirada en mi hombre!?.Elizabeth se notaba confusa, no sabía por qué su hermana estaba tan enojada si se mantuvo en el ático el resto de la tarde para no molestar a nadie, solo esperaba a que las sirvientas que enviara su padre llegaran para arreglarla. —¿Que te he hecho? No sé de qué hablas —se atreve a gesticular. —¿Que no lo sabes, maldita gata? —la toma del brazo, y la hace levantar del piso frío —¿Acaso no sabes que te vas a casar?. —S-si, pero...—¿¡Lo ves!? —la empuja contra el piso violentamente sin dejarla terminar —¡Eres una arrastrada que no sabe su lugar!. La rubia estaba furiosa ya que secretamente había escuchado la conversación que tenían sus padres sobre el posible matrimonio entre Elizabeth y Callum Winston. —No es mi decisión, lo juro...—¡Cállate! —otro golpe le propina
Un vestido color pastel que le llega hasta las rodillas, mangas cortas y un escote moderado combinado con unas zapatillas medio tacón. En su cintura se envolvía un hermoso cinturón delgado que hacía juego con la vestimenta el cual también es combinado con accesorios. —Luce espléndida —comenta una de las sirvientas a sus espaldas. —¿No es... demasiado? —inquiere insegura la joven. —¿Demasiado? ¿Que quiere decir?. —Ah...no es nada. Elizabeth se veía como una persona completamente diferente vestida de esa manera tan elegante resaltando la belleza que estaba oculta en ella. Aunque fuera algo temporal, ya que solo tiene ese privilegio simplemente para recibir a su "prometido", se siente como si fuera otra persona. La puerta de la habitación donde estaban preparando a Elizabeth se abre, y por ella asoma la cara Louise, el cual ya estaba listo para la cena. Vestido tan formalmente dejando ver lo atractivo que es siendo el primogénito familiar, con rasgos exquisitos de un joven de vein
—Ella viene conmigo. Todos se miraron las caras en cuando salió esas tres palabras de la boca de Callum. Reaccionaron de su breve shock cuando Louise, oponiéndose a la idea, toma del brazo de Elizabeth y la hace levantar de la silla abruptamente. —Sobre mi cadáver —sentencia —no permitiré que te la lleves. La posiciona detrás de su espalda como queriéndola cubrir con su cuerpo, mientras hacía eso ella le suplicaba al desconocido con la mirada. «Ayuda» era lo que sus ojos pedían a gritos. —¡Louise! —su padre reacciona —¿Qué demonios crees que haces?. —¡Ya dije que no se la llevarán, papá! —ruge como una bestia airada. Su padre tenía esa chispa de confusión y enojo, no sabe la razón del comportamiento de su hijo, sin embargo, tiene la obligación de cumplir con su parte del trato. Si firmó el contrato, entonces Elizabeth ya le pertenece a Callum y tiene el derecho de llevársela, o esperar hasta el día del matrimonio. —¡Basta con esto, Louise! —su padre interfiere de nuevo, pero el
Un cielo oscuro adornado de estrellas con una luna resplandeciente, el paisaje de la noche es tan hermoso y lleno de vida que Elizabeth logra sentir la paz. No está en un ático soportando frío ni inhalando polvo que la enfermaba de vez en cuando, no está en una esquina oscura sufriendo por el anhelo de salir y probar la libertad, ahora todo es completamente diferente.—Elizabeth —la llama Callum. Ella por el susto pega un respingo y se aleja de la ventana en donde contemplaba el lindo paisaje de la noche.—Lo siento, no lo escuché entrar —le dice ella, mientras que Callum toma asiento en la cama.—Está bien, ven aquí —le pide. La chica obedece y tímidamente se acerca, pero no se sienta en la cama sino que se mantiene de pie frente a él —siéntate aquí, a mi lado —le ordena Callum.—¿Quiere decirme algo? —inquiere sin inmutarse a tomar asiento.—Si, quiero decirte algo, pero siéntate —insiste —es de mala educación hablar de esta manera.—Bien —obedece y toma asiento a su lado, pero poni
A la mañana siguiente los rayos del solo entran por la ventana de la habitación de Callum. Elizabeth quien no se había despertado aún, frunce el ceño por la iluminación y se acomoda en la cama. Su incomodidad aumenta cuando palpa con sus manos algo duro que tiene un rico olor. No logra diferenciar qué es lo que toca y sigue palpando con su mano mientras sus ojos se van abriendo de apoco. —No soy de hierro, deja de tocarme así. Al escuchar la voz ronca de Callum Elizabeth se aleja de un brinco pegando abruptamente su espalda en el cabezal de la cama. Se dio cuenta que lo que tocaba minuciosamente era el pecho de Callum y que incluso ella descansaba sobre él. —Ten cuidado —le dice él cuando se percata que ella se golpea la espalda con la cama —. No te asustes, fuiste tú la que me buscó anoche. —...¿Le hice algo anoche...? —pregunta conmocionada. —Digamos que solo me abrazaste pensado que era tu oso de peluche o algo similar —confiesa peinando su cabello con una mano. —Lo siento —
Callum toma la mano de Elizabeth para bajar juntos al comedor. En la mesa solo estaba Olivia a la espera y los sirvientes alrededor, Gema, que también se podía pensar que estaría presente, no lo estuvo ya que después de haber discutido con Callum, decidió irse. Callum ayuda a sentar al chica para luego él tomar asiento. Su hermana, que no estaba muy feliz con la presencia de Elizabeth, solo se mantuvo moviendo los cubiertos en completo silencio. Ya Gema la había puesto al tanto de la pequeña discusión que tuvo con Callum por culpa de Elizabeth, o más bien por la imprudencia de una mujer dolida. —Veo que no estás de buen humor —comenta Callum, rompiendo el sepulcral silencio —¿Gema habló contigo?. —No es justo como la tratas —responde dejando los cubiertos en la mesa —¿Solo porque quería hablar con tu "prometida"?.—No estabas ahí, Olivia, así que deja esa actitud arrogante —espeta, mirando a Elizabeth que no ha probado bocado —. Mejor tomemos el desayuno en paz. —¿En paz dices?.
—¿Y Olivia? —pregunta Callum al llegar a la sala del comedor —¿Se ha ido tan pronto?. —Así es, señor —alega Rosario —se fue un poco molesta. —¿Sucedió algo? —interpela mirando a Elizabeth que se encuentra sentada en el comedor jugando con su comida —¿Le dijo algo a Elizabeth?. —Usted sabe que la señorita Olivia está un poco desconcertada, no está muy feliz con todo esto. —Entiendo —asiente pensativo —necesito que me hagas un favor, Rosario. —¿De qué se trata?. —Encárgate personalmente de atender a Elizabeth. Enséñale los alrededores de la mansión, mantenla distraída mientras que yo no estoy, y que por nada de mundo vea las noticias, por favor. —¿Pasó algo?. —Hay cierto escándalo de mal gusto en los medios que tengo que resolver. No le sentará nada bien si se entera sobre eso, así que encárgate de ella. —No se preocupe, estaré a cargo. Dejando claro las cosas, Callum se acerca a la mesa sorprendiendo a la joven con un beso en la mejilla que la sobresalta y la hace ruborizar.