Acepto el matrimonio

Un vestido color pastel que le llega hasta las rodillas, mangas cortas y un escote moderado combinado con unas zapatillas medio tacón. En su cintura se envolvía un hermoso cinturón delgado que hacía juego con la vestimenta el cual también es combinado con accesorios.

—Luce espléndida —comenta una de las sirvientas a sus espaldas.

—¿No es... demasiado? —inquiere insegura la joven.

—¿Demasiado? ¿Que quiere decir?.

—Ah...no es nada.

Elizabeth se veía como una persona completamente diferente vestida de esa manera tan elegante resaltando la belleza que estaba oculta en ella. Aunque fuera algo temporal, ya que solo tiene ese privilegio simplemente para recibir a su "prometido", se siente como si fuera otra persona.

La puerta de la habitación donde estaban preparando a Elizabeth se abre, y por ella asoma la cara Louise, el cual ya estaba listo para la cena.

Vestido tan formalmente dejando ver lo atractivo que es siendo el primogénito familiar, con rasgos exquisitos de un joven de veinticuatro años, cabello rubio igual que el de su hermana, ojos color avellana y un Atlético impecable.

—¿Está lista? —pregunta entrando a la habitación.

—Si, joven —responden las sirvientas.

—Bien. Ahora salgan todas.

Acatan la orden dada y salen de la habitación cerrando la puerta al salir. Elizabeth estaba de pie en medio de la habitación solo esperando que pase lo que siempre pasa entre ellos cuando quedan solos. Nunca le falta el sentimiento de miedo y pánico cuando lo tiene cerca.

—Estás hermosa —sonríe acercándose a ella —mucho más que antes.

—...Gracias.

—Quisiera que las horas pasaran volando —se mantiene de pie tan cerca de ella que puede rozar su cuerpo—para así tenerte entre mis brazos por fin.

—Louise, aquí no —ella se aleja un poco de él, pero no logra mantenerlo lejos ya que este se vuelve a acercar.

—Tenemos tiempo todavía para los dos —le rodea la cintura con su brazo —el invitado no ha llegado aún, así que aprovechemos este corto tiempo.

Toma su barbilla y besa sus labios suavemente sintiendo con su lengua el sabor del brillo labial.

—N-no, Louise, no quiero, aquí no —hace un nuevo intento de alejarse, pero el agarre del joven en su cintura solo le permite poner las palmas sobre su pecho —por favor, esto...esto no está bien, Louise.

—¿Que importa si está bien o no? —pasa su nariz por el cuello de Elizabeth aspirando su olor —nada importa cuando se trata de ti.

Louise Jones, hijo mayor de Enzo, egocéntrico y orgulloso. Ha desarrollado sentimientos hacia Elizabeth desde que ella entró a la mayoría de edad, aquellos sentimientos que dice tener son totalmente enfermizos y retorcidos, su comportamiento de tenerla a su disposición todo el tiempo con tanta posesividad y demanda han procreado en la joven el pánico y terror de ser tocada por cualquier otra persona que se le acerque, inclusive si llegase a ser mujer.

—Louise, mejor bajemos al comedor, ¿Si? —le pide nerviosa.

—¿Quieres ver a ese hombre? —le toma el rostro con los ojos oscurecidos —¿Quieres casarte con ese extraño que ni conoces?.

—N-no es así...

—Puedo darte todo lo que él te ofrezca, dinero, comodidad, incluso amor, ¿No es suficiente?.

—No lo necesito, Louise, por favor, me lastimas —protesta con dolor al sentir la mano apretada de Louise en su rostro.

—Puedo sacarte de aquí si quieres —la suelta por fin —puedo llevarte conmigo lejos de aquí, ¿Que te parece?.

—No...no podemos hacer eso.

—No hay nada que no pueda hacer.

—Pero...

—Siempre me pones peros por todo —frunce el ceño —recuerda que eres mía, y si sales de aquí, solo será conmigo.

—Si, lo sé...

—Buena chica —regresa su gentileza, y comienza a darle caricias que ella rechaza para sus adentros —entonces, vamos a seguir, sin peros, ni protestas, ¿Está bien?.

—Está bien.

—Vamos, acuéstate —le indica, y la conlleva hasta la cama de invitados que está detrás de ella —no hagas ruido.

Ella se acuesta para luego recibirlo a él encima, el cual comienza a tocarla entretanto Elizabeth solo mantiene sus ojos cerrados pensando en cualquier otra cosa que no sea el momento desagradable que está atravesando. Pero los besos de Louise por su cuello y parte de su pecho no la dejan perderse en sus pensamientos sino que la mantiene ferviente en la escena, cosa que la abruman pero soporta.

—Bésame —demanda —hazlo, dijiste que no ibas a protestar.

Ella solo acata lo que él dice, lo rodea por el cuello y besa sus labios suavemente, aunque no sabe cómo hacerlo bien, solo le sigue el ritmo al demandante. Louise empieza a ponerse más intenso, como si quisiera comerla con cada unión de labios tan despiadada. Entre tantos besos deseados por una parte, y rechazados por otra, Louise deja una marca en el cuello de Elizabeth sin que ella lo note.

***

Mientras tanto la cena ya estaba lista, solo estaban arreglando unos últimos detalles en el comedor mientras el invitado llegaba, pero antes de eso llegó otro invitado.

—¡Axel! —la voz chillona de Lorna lo recibe —que bueno que viniste.

—Gracias por la invitación —sonríe de labios cerrados.

—No me digas que interrumpí tu horario de trabajo con mi invitación, me sentiría muy triste si es así —pone una cara lastimera que con sus encantos la hacen ver indefensa.

—No es así, no te preocupes.

Axel Morgan, doctor y amigo de la familia Jones desde hace unos años. Un hombre alto con buena forma, elegante, amigable y un poco reservado.

—Señor Axel, sea bienvenido —Lucrecia aparece por las escaleras —espero que se sienta cómodo con nosotros esta noche.

—Que bueno verla de nuevo, señora Lucrecia, y como siempre, es un honor estar aquí. De nuevo agradezco por la invitación.

—Será una cena especial, así que espero que la disfrute.

—Por supuesto.

Hacen pasar a Axel al recibidor mientras que el anfitrión se hace presente. No pasan muchos minutos cuando una de las sirvientas informa que el señor Callum Winston ha llegado.

—Oh, hazlo pasar por favor —indica Lucrecia.

Lorna se acomoda el corto vestido negro que lleva puesto el cual deja notar su hermosa figura de una modelo perfecta, arregla su rubio cabello que le cuelga hasta los hombros y dibuja una sonrisa en sus labios para recibir al tan esperado invitado.

Axel estaba confundido, primero, no sabía esa actitud coqueta de Lorna, y segundo, no estaba enterado de que había otro invitado aparte de él, sin embargo, no preguntó hasta que éste apareció por la puerta principal.

—Buenas noches —la voz ronca y autoritaria de Callum resonó en el recibidor.

—Sea bienvenido, señor Callum —lo recibe Lucrecia —es un honor tenerlo esta noche a nuestro humilde hogar.

Callum frunce el ceño guardando silencio.

—Es un placer saludarle, señora —habla el asistente de Callum en su lugar.

—Igualmente, sea bienvenido también.

—Señor Callum —Lorna se acerca con una encantadora sonrisa —es un gusto conocerlo, soy Lorna Jones, una fanática de sus diseños.

—Encantado, señorita —responde él secamente sin mirarla, busca otra cosa con la mirada.

—Ah, lo lamento señorita, nuestro señor no es amante al contacto físico —interviene nuevamente el asistente de Callum al notar la mano extendida de Lorna, misma que nunca fue recibida.

—Entiendo —ella finge un dulce sonrisa.

—Oh por dios, que falta grave de mi parte. Señor Callum, déjeme presentarle a Axel Morgan, amigo de nuestra familia —presenta Lucrecia.

Ambos hombres se saludan formalmente con un apretón de manos intercambiando sus nombres.

Poco después Enzo se hace presente en el recibidor saludando a los invitados, aunque estaba sorprendido de que Axel estuviera presente ya que la cena era solo asunto de familia, sin embargo, dejó aquella incertidumbre a un lado e hizo pasar a todos al comedor donde la cena ya estaba servida.

—¿Donde está Louise? —pregunta Lucrecia —y también está ausente Elizabeth. Que falta de cortesía de parte de ambos.

—En un momento están aquí, mi señora —responde una de las empleadas.

—No te preocupes, cariño, Elizabeth seguramente baja en un momento —le habla Enzo.

Y en pocos minutos de espera, Louise entra al comedor con Elizabeth a su lado. Ya todos estaban en la mesa esperando, ellos fueron los únicos retrasados.

—Pido disculpas por la tardanza —gesticula Louise, moviendo la silla de Elizabeth para que tome asiento a su lado.

El ambiente se tornó tenso, Elizabeth no miraba a nadie de la mesa, solamente sus manos las cuales temblaban. Mientras tanto, una mirada intensa e inquebrantable la estaba observando sin pestañear esperando el momento en que ella alce su cabeza para confirmar con certeza que es en verdad la chica que ha estado buscando.

—Elizabeth —su padre le habla, y ella alza la cabeza de golpe —saluda al señor Callum Winston, nuestro invitado.

Louise, que estaba sentado al lado de Elizabeth, le toma la mano por debajo del mantel y la aprieta suavemente. Ella lo mira, y luego su mirada se posa en el sujeto que no había notado cuando llegó al comedor.

Un hombre con facciones perfectas que no dejaba de mirarla. Cabello negro y ojos color ámbar que van del amarillo al rojizo dorado, cejas perfectamente finas con un puente de nariz griego. Ambas miradas se conectaron creando un silencio abrumador en el lugar.

—Mucho gusto, señor Winston —lo saluda la pelinegra abandonando su mirada que era objetivamente intensa.

Callum guardó silencio nuevamente sin quitarle la mirada de encima, cosa que los presentes en la mesa notaron.

El corazón de Elizabeth da un vuelco cuando al otro extremo de la mesa se encuentra con esos ojos negros tan profundos como un abismo. Axel la estaba mirando detenidamente, y ella también le devolvió la mirada. Era la primera vez que podía verlo así de cerca, su corazón palpitaba violentamente contra su pecho con solo tenerlo a unos cuantos pasos de distancia.

—Señor Callum —la rubia coquetea rompe el incómodo silencio —escuché de mi padre que mi hermana será su esposa.

La atención del invitado se vuelve hacia la rubia que sonríe pícaramente.

—Así es, señorita —responde firmemente —hemos llegado a un acuerdo.

—Oh, ¿Es así? —pone una cara lastimera nuevamente —pero no sé si deba decir esto...

—Lorna —advierte su padre.

—Adelante, señorita. Sea libre de decir lo que piensa —le permite Callum.

—Es que...

—Nuestra hermana es muy joven —interrumpe Louise fríamente —Elizabeth es muy joven para contraer matrimonio, además, no queremos que ella se sienta incómoda con alguien al que no conoce.

En el comedor se vuelve a formar un silencio abrumador. Enzo mira a su hijo con sorpresa y al mismo tiempo con enojo por la impertinencia.

—Que considerado es mi hermoso hijo —habla Lucrecia —siempre piensa en su hermana. La verdad es que, Elizabeth es muy tímida, y es muy joven todavía, temo que no se adapte a los estándares de nuestro señor.

—¿Que es todo esto? —interviene Enzo dejando los cubiertos en la mesa—qué impertinencia. Le ofrezco mis disculpas, señor Callum.

—Perdón por interrumpir, pero...¿De qué trata todo esto? —inquiere Axel bastante confundido.

La voz de Axel hace que Elizabeth se estremezca. No sabía que él estaría presente, justo cuando se iba a tratar el tema del matrimonio entre ella y el hombre el cual no deja de mirarla.

—Creo que hay un malentendido, señor Axel, lo lamento —le explica Enzo —el señor Callum es el prometido de mi hija Elizabeth, esta cena es en honor a la pronta unión de nuestras familias.

—Lorna —Axel la mira con aire de molestia —no estaba al tanto.

—Ah, sobre eso...

—No se enoje con ella, señor Axel, lo consideramos parte de nuestra familia, así que le pedí a mi hija que lo invitara a esta honorable cena familiar —argumenta Lucrecia.

—Señor Callum —Louise vuelve al tema —considere la preocupación que tenemos hacia nuestra hermana. Esto es nuevo para ella, así que le pido...

—Basta —le interrumpe Callum de golpe, tornándose en él una mirada bastante amenazante —. Tal parece que no están enterados del acuerdo que hay entre el señor Enzo y yo, no vi presente a nadie más en ese momento que su persona.

—Le pido disculpas nuevamente, señor Callum —se disculpa Enzo.

—Padre —Louise lo mira —piensa en Elizabeth, ella no quiere casarse.

Silencio nuevamente.

—¿Que? —Enzo frunce el ceño contra la chica.

—Así es papá, Elizabeth...

—Ella no quiere casarse porque está enamorada de Axel —suelta Lorna de sopetón —me da mucha tristeza que ella se sacrifique de esta manera cuando ama a otro hombre.

La confesión tan inesperada de Lorna deja a todos petrificados.

El asistente de Callum se acomoda los lentes. Louise mira a Elizabeth, o más bien todos la miran incluido Axel que le cayó lo que dijo Lorna como un balde de agua fría en plena mañana.

Enzo también queda sorprendido, Lucrecia la mira satisfecha por la carta bien jugada de su hija, mientras que la indefensa joven se encoge en su lugar con el corazón a dos mil porciento por todas esas miradas de reproche encima de ella.

Por otro lado Callum tensa su mandíbula apretando su mano en un puño, no oculta la molestia que siente por la confesión de la rubia.

—¿Es...eso cierto? —pregunta Enzo perplejo todavía.

—Así es papá, no puedes hacerle esto a nuestra hermana, ella lo quiere mucho, incluso tiene retratos de él dibujados en su habitación, me siento mal por Elizabeth —continúa la chica.

—Ah...no comprendo —gesticula Axel sin saber que decir ante la situación —no es gracioso, Lorna, basta con esto.

—Pero es verdad, ella...

—¡Que basta, Lorna! —exclama Louise enojado.

Él más que nadie no puede creer lo que dice su hermana ya que Axel y él son amigos cercanos, su amistad se vería perjudicada si todo lo que sale de la boca de la rubia termina por ser cierto.

—Enzo, cariño —interviene Lucrecia —piensa en Elizabeth, es joven y una chica enamorada, lo que dice Lorna es verdad, yo soy testigo.

—No sigas, Lucrecia —le advierte Enzo conteniendo la furia —. Esto es todo un malentendido.

Elizabeth se mantiene en silencio temblando de vergüenza, la jugada de Lorna la tomó infraganti, no se esperaba que ella soltara su secreto así de sopetón, incluso comentar sobre los retratos que le hizo a Axel.

Louise aprieta la mano de Elizabeth con fuerza bajo la mesa, lo cual la hace reprimir un quejido de dolor, casi al punto de querer llorar. No sólo por él, sino por todo, la vergüenza, humillación, lo insensible que era su hermana en revelar su amor secreto hacia Axel, por todo, quería salir corriendo de ese lugar.

Ahora su miedo era obvio, Louise ya lo sabe, no se quedará quieto sabiendo que el corazón de ella le pertenece a otro hombre. Y ese mismo hombre la está viendo en ese preciso momento con una chispa de confusión en sus ojos sin saber qué sentir.

—Espero que esto sea mentira, Elizabeth —le susurra Louise a la joven disimuladamente.

—Enzo Jones —la voz amenazante de Callum capta la atención de todos —has firmado un contrato conmigo donde me entregas a tu hija sin importar qué.

—Así es, señor Callum.

—Entonces mantén la boca cerrada de esta cosa inútil que tienes por hija para que piense dos veces antes de lanzar veneno —espeta —. En dos semanas quiero a tu hija menor en el altar. Cumple con nuestro acuerdo o habrá consecuencias.

—No se preocupe por nada, todo se llevará a cabo según lo acordado —dice con firmeza.

—¡Me opongo, padre! —declara Louise —no permitiré que Elizabeth se case con este hombre, ni siquiera se conocen.

—Guarda silencio, Louise —sentencia su padre.

—Señor Callum —habla Lucrecia —me pregunto por qué su interés en Elizabeth, ¿Acaso ya la conoce de alguna parte?.

—No es asunto suyo —contesta.

—Pero, señor Callum —alega Lorna —¿No le importa los sentimientos de nuestra pobre hermana?, Debería de escuchar su opinión primero.

Todos miran a Elizabeth nuevamente, incluido Axel que se notaba ansioso por la respuesta que ella fuera a dar ante la incitación de Lorna.

—Elizabeth, dile al señor Callum que no estás de acuerdo —le dice Louise con un tono de advertencia, ya que anteriormente lo habían hablado.

—Yo...—duda nerviosa antes todas esas miradas. Tenía que pensar rápido, si no acepta la propuesta, se quedará encerrada en esa casa soportando golpes, maltratos y abusos de parte de los Jones. Y si se casa con ese hombre que salió de la nada proponiendo un matrimonio, su destino será incierto.

—Elizabeth —su padre la mira —ya hemos hablado del asunto, así que no creo que...

—Déjela hablar —le corta Callum secamente.

—Acepto el matrimonio —dice por fin.

—¿Que? —Louise la mira con enojo.

—Entonces no hay dud-... —Callum cierra la boca de golpe cuando nota algo en la pelinegra. Al momento en que ella acomoda su cabello por los nervios, le logra ver una marca roja en su cuello, un chupetón hecho recientemente.

—¿Señor Callum? —Enzo le habla.

—Ahora que todo queda claro, nos vamos a retirar —declara Callum levantándose de la mesa.

—¿Tan pronto? Pero...

—Soy un hombre ocupado. Cualquier cosa que necesite informarme, mi asistente estará a su disposición.

—No, pero señor Callum —Lorna también se levanta de la mesa —quisiera hablar con usted a...

—No estoy interesado—le corta él.

Todos se levantan de la mesa consternados cuando Callum repentinamente dirige sus pasos hacia la pelinegra que seguía sentada con la cabeza hacia abajo mirando sus manos.

Le toma la barbilla levantando su cabeza lo que hace que Elizabeth se asuste por el toque toque tan repentino del hombre, el cual la observa desde mucho más cerca.

Ojos color azul marino tan claros como el mar, cabello azabache tan oscuro como la noche, un pequeño lunar que lleva debajo de sus acolchados labios rosados. Cada detalle es captado por Callum. Después de mirarla detenidamente por varios segundos, gesticula tres palabras que dejan a todos atónitos:

—Ella viene conmigo.

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