[...]Callum La gran piscina está llena de globos y de pequeñas cabezas de niños nadando dándose clavados en ella. Las risas de cada uno de ellos llenan mis oídos y me hacen sonreír como un tonto. Son los amigos de la escuela Eileen y Elijah, hoy es el cumpleaños número cinco de los mellizos, así que decidimos hacer una fiesta aquí en la mansión de mi padre. El gran jardín está decorado con globos rosas y azules, Eileen nos pidió que añadamos rosas blancas, así que también lo hicimos. Hay muchos globos inflables con los que juegan tanto en el agua, como en el patio. Aparte de que hay un gran mesa con dulces, postres y cualquier bocadillo que se les antoje a los pequeños invitados. Por otro lado está la zona donde están los adultos. Mi padre ayuda a Asher con una parrillada, la favorita de Elizabeth. Amanda acomoda algunos platillos en la mesa mientras que Olivia está con su esposo jugando con los niños en la piscina. Algunos amigos están invitados, como Gael, Thomas mi secretario
En esa mesa estaban esos dos hombres, uno lleno de codicia y sediento de poder, y el otro con ganas de comerse al mundo, buscando en cada rincón lo que ha perdido, algo valioso que ha estado buscando durante mucho tiempo que, por cosas del destino, el cual estaba en su contra, perdió. —Usted tiene algo que es mío, señor Jones —empezó Callum, con una mirada penetrante e indiferente —y yo tengo algo que usted necesita. —Hmm —Enzo frotó su barbilla con una mirada de sumo interés —¿Puedo saber qué es lo que tengo yo que le pertenece?. —Primero dígame si en verdad desea firmar el contrato con nuestra empresa —demandó, uniendo ambas manos en una sola sobre la mesa. —Sabe cual es mi respuesta, señor Winston —Enzo sonrió con arrogancia —si tengo algo que usted desea, y puedo dárselo, haremos un buen acuerdo. Ambos nos beneficiamos. —Veo que es usted un hombre de negocios, interesante...—Callum lo miró con neutralidad. —¿Y bien? Dígame qué es lo que desea de este humilde hombre. —Seré c
Pasaron dos días desde la visita de Lorna al ático, y Elizabeth permaneció encerrada como casi siempre, incluso si le prohibían salir, ella se quedaba obedientemente en ese frío lugar como si ya hiciera parte de ella, algo que no está lejos de la realidad. —Elizabeth. La voz fría de Enzo sacudió a la débil muchacha, y la puso poner de pie inmediatamente, con la cabeza en dirección hacia abajo, solo mirando sus pies. —Padre —lo mencionó, pero sentía que esa palabra hacía mucho peso en su boca, como si sus dientes se convirtieran en un duro metal —¿Qué lo trae por aquí?. Ella no se atrevía a alzar la mirada, en repetidas ocasiones que se atrevía a hacerlo, recibe una bofetada inesperada, esa acción siempre es hecha por su hermana Lorna, pero las raíces del miedo ya están apoderadas de Elizabeth. —Alza la cabeza —le exigió su padre, ahora con un tono más amable, algo que hizo que el corazón de Elizabeth diera un brinco abrupto —obedece, mírame. Al escuchar la segunda insistencia de
—¡Eres una maldita zorra igual que tu madre! —despotrica la rubia contra Elizabeth, la cual yacía en el suelo por la bofetada que de la nada, recibió en su mejilla —¿¡Como te atreves a fijar tu mirada en mi hombre!?.Elizabeth se notaba confusa, no sabía por qué su hermana estaba tan enojada si se mantuvo en el ático el resto de la tarde para no molestar a nadie, solo esperaba a que las sirvientas que enviara su padre llegaran para arreglarla. —¿Que te he hecho? No sé de qué hablas —se atreve a gesticular. —¿Que no lo sabes, maldita gata? —la toma del brazo, y la hace levantar del piso frío —¿Acaso no sabes que te vas a casar?. —S-si, pero...—¿¡Lo ves!? —la empuja contra el piso violentamente sin dejarla terminar —¡Eres una arrastrada que no sabe su lugar!. La rubia estaba furiosa ya que secretamente había escuchado la conversación que tenían sus padres sobre el posible matrimonio entre Elizabeth y Callum Winston. —No es mi decisión, lo juro...—¡Cállate! —otro golpe le propina
Un vestido color pastel que le llega hasta las rodillas, mangas cortas y un escote moderado combinado con unas zapatillas medio tacón. En su cintura se envolvía un hermoso cinturón delgado que hacía juego con la vestimenta el cual también es combinado con accesorios. —Luce espléndida —comenta una de las sirvientas a sus espaldas. —¿No es... demasiado? —inquiere insegura la joven. —¿Demasiado? ¿Que quiere decir?. —Ah...no es nada. Elizabeth se veía como una persona completamente diferente vestida de esa manera tan elegante resaltando la belleza que estaba oculta en ella. Aunque fuera algo temporal, ya que solo tiene ese privilegio simplemente para recibir a su "prometido", se siente como si fuera otra persona. La puerta de la habitación donde estaban preparando a Elizabeth se abre, y por ella asoma la cara Louise, el cual ya estaba listo para la cena. Vestido tan formalmente dejando ver lo atractivo que es siendo el primogénito familiar, con rasgos exquisitos de un joven de vein
—Ella viene conmigo. Todos se miraron las caras en cuando salió esas tres palabras de la boca de Callum. Reaccionaron de su breve shock cuando Louise, oponiéndose a la idea, toma del brazo de Elizabeth y la hace levantar de la silla abruptamente. —Sobre mi cadáver —sentencia —no permitiré que te la lleves. La posiciona detrás de su espalda como queriéndola cubrir con su cuerpo, mientras hacía eso ella le suplicaba al desconocido con la mirada. «Ayuda» era lo que sus ojos pedían a gritos. —¡Louise! —su padre reacciona —¿Qué demonios crees que haces?. —¡Ya dije que no se la llevarán, papá! —ruge como una bestia airada. Su padre tenía esa chispa de confusión y enojo, no sabe la razón del comportamiento de su hijo, sin embargo, tiene la obligación de cumplir con su parte del trato. Si firmó el contrato, entonces Elizabeth ya le pertenece a Callum y tiene el derecho de llevársela, o esperar hasta el día del matrimonio. —¡Basta con esto, Louise! —su padre interfiere de nuevo, pero el
Un cielo oscuro adornado de estrellas con una luna resplandeciente, el paisaje de la noche es tan hermoso y lleno de vida que Elizabeth logra sentir la paz. No está en un ático soportando frío ni inhalando polvo que la enfermaba de vez en cuando, no está en una esquina oscura sufriendo por el anhelo de salir y probar la libertad, ahora todo es completamente diferente.—Elizabeth —la llama Callum. Ella por el susto pega un respingo y se aleja de la ventana en donde contemplaba el lindo paisaje de la noche.—Lo siento, no lo escuché entrar —le dice ella, mientras que Callum toma asiento en la cama.—Está bien, ven aquí —le pide. La chica obedece y tímidamente se acerca, pero no se sienta en la cama sino que se mantiene de pie frente a él —siéntate aquí, a mi lado —le ordena Callum.—¿Quiere decirme algo? —inquiere sin inmutarse a tomar asiento.—Si, quiero decirte algo, pero siéntate —insiste —es de mala educación hablar de esta manera.—Bien —obedece y toma asiento a su lado, pero poni
A la mañana siguiente los rayos del solo entran por la ventana de la habitación de Callum. Elizabeth quien no se había despertado aún, frunce el ceño por la iluminación y se acomoda en la cama. Su incomodidad aumenta cuando palpa con sus manos algo duro que tiene un rico olor. No logra diferenciar qué es lo que toca y sigue palpando con su mano mientras sus ojos se van abriendo de apoco. —No soy de hierro, deja de tocarme así. Al escuchar la voz ronca de Callum Elizabeth se aleja de un brinco pegando abruptamente su espalda en el cabezal de la cama. Se dio cuenta que lo que tocaba minuciosamente era el pecho de Callum y que incluso ella descansaba sobre él. —Ten cuidado —le dice él cuando se percata que ella se golpea la espalda con la cama —. No te asustes, fuiste tú la que me buscó anoche. —...¿Le hice algo anoche...? —pregunta conmocionada. —Digamos que solo me abrazaste pensado que era tu oso de peluche o algo similar —confiesa peinando su cabello con una mano. —Lo siento —