Enemigos por doquier

—Ella viene conmigo.

Todos se miraron las caras en cuando salió esas tres palabras de la boca de Callum. Reaccionaron de su breve shock cuando Louise, oponiéndose a la idea, toma del brazo de Elizabeth y la hace levantar de la silla abruptamente.

—Sobre mi cadáver —sentencia —no permitiré que te la lleves.

La posiciona detrás de su espalda como queriéndola cubrir con su cuerpo, mientras hacía eso ella le suplicaba al desconocido con la mirada. «Ayuda» era lo que sus ojos pedían a gritos.

—¡Louise! —su padre reacciona —¿Qué demonios crees que haces?.

—¡Ya dije que no se la llevarán, papá! —ruge como una bestia airada.

Su padre tenía esa chispa de confusión y enojo, no sabe la razón del comportamiento de su hijo, sin embargo, tiene la obligación de cumplir con su parte del trato. Si firmó el contrato, entonces Elizabeth ya le pertenece a Callum y tiene el derecho de llevársela, o esperar hasta el día del matrimonio.

—¡Basta con esto, Louise! —su padre interfiere de nuevo, pero el joven obsesionado está reacio.

—No creo que sea correcto que se la lleven a la fuerza —manifiesta Axel.

—Axel tiene razón —Lorna halla la oportunidad —no pueden llevarse a Elizabeth a la fuerza.

—Así es, cariño —Lucrecia también se une —este matrimonio no debería ser concretado. Ya lo hemos hablado, ¿Lo recuerdas?.

Enzo se ve bajo la presión de todos. Pero lo que más lo tiene aterrorizado, es la mirada tan serena y desafiante de Callum, el cual solo se mantiene en silencio detallando minuciosamente el comportamiento de los Jones.

¿Axel no quería que se la llevaran?. Esa pregunta está merodeando la cabeza de Elizabeth mientras es sostenida por Louise. Eso la está haciendo dudar, la intervención de Axel fue inesperada para ella, pero sin embargo, más que eso, ¿Por qué ese hombre se la quiere llevar?.

—Señor Callum...

—Al parecer no entiende la situación en la que se encuentra—Callum se frota la sien —. O me entrega a la chica, o tendré que usar medidas severas, usted decide.

—¿Quién te crees que eres? —Louise lo enfrenta —ella no es de tu propiedad.

—Será mejor que no me desafíe, Louise Jones —advierte Callum—tu padre y yo firmamos un contrato, o lo cumple, o lo envío a la cárcel. Tú decides si quieres que eso pase.

—No puede llevársela si ella no quiere —Axel camina hacia la chica, y la suelta del agarre de Louise para luego tomarle la mano —Elizabeth, ¿Quieres irte con él?.

Nuevamente el tenso silencio invade el comedor. La cálida mano de Axel atada a la de ella no le permite pensar con claridad. Louise siente cierta molestia que él esté cerca de Elizabeth por la confesión de Lorna hace un momento, sin embargo, puede que Axel logre convencerla y eso es beneficioso para él.

Por otro lado Lorna y Lucrecia están casi convencidas de que Axel podrá impedir que la chica se vaya con Callum e incluso impedir ese matrimonio. No hay nada que un débil e ingenuo amor no correspondido como el de Elizabeth haga todo por la persona que tiene a su lado sosteniendo su mano y mirándola con imploro.

—Elizabeth —la voz suave de Callum llama su atención, ella lo mira con cierta pizca de miedo —. Ven conmigo.

La indecisión, la duda, la presión de parte de todos, Axel, Louise, Callum, todo se está fragmentando en un remolino interminable.

En su cabeza empieza a proyectarse la escena de Axel y Lorna en el jardín, de Louise tocándola cada noche o cuando tiene la oportunidad, su hermana dándole múltiples maltratos físicos, su madrastra gritándole lo impura y lo miserable que es al igual que su progenitora, y su padre dándole la espalda despotricando una y otra vez que ella mató a su propia madre al nacer.

Nadie la quiere en esa familia, nadie le ha dado cariño desde que abrió sus ojos en ese mundo cruel, solo hubo alguien una vez que le dijo: «te quiero, yo te protegeré», pero esa persona la abandonó dejando un cuerpo sin vida. ¿Que hay que pensar?, Solo hay que sobrevivir.

—Quiero ir con usted —dijo por fin, cortando el devastador silencio.

—¡Elizabeth! —su hermano se opone nuevamente.

—Piénsalo bien —le habla Axel a su lado —¿Es lo que quieres?.

Ella no le responde, solo aparta la mirada de él al tiempo que también se deshace de su agarre para luego caminar hacia al hombre desconocido que la espera.

—Buena decisión —masculla Callum, tomando la mano de Elizabeth, la cual se asustó por el toque —. Es hora de irnos.

—¿Acaso no le importa que ella ame a otro hombre? —el comentario de Lorna hace que Callum se detenga —está claro que a mi hermana le gusta el doctor Axel.

—Lorna —le habla Axel con advertencia —basta con eso, detente.

—¿Acaso no es verdad?, A ella le gustas mucho, casarse con un hombre y amando a otro, ¿No es demasiado lamentable? —continúa la rubia.

—Elizabeth —Lucrecia la mira dándole a entender algo —piénsalo bien, serás infeliz por el resto de vida.

—Es suficiente —interviene Enzo —señor Callum, no haga caso a estos comentarios sin importancia, Elizabeth es una buena chica.

—Cariño —Lucrecia lo mira.

—Dije que es suficiente —contesta molesto.

Callum solo se mantuvo mirando a Elizabeth, estudiaba cada expresión, se veía asustada, nerviosa, incluso podía ver la punta de su nariz roja como si quisiera llorar al tiempo que sentía como el agarre en su mano se apretaba, suplicando en silencio salir de esa casa.

—Nos retiramos —concluyó el hombre sin inmutarse a malgastar sus palabras ante los comentarios poco convincentes de los Jones.

Aunque, mirando la reacción de Elizabeth cuando se menciona a al doctor Morgan, pudo darse cuenta que el veneno de Lorna en parte era cierto, ella está enamorada de Axel.

Los rugidos de Louise despotricando contra Callum se fueron disipando a medida que se alejaban a la salida. Axel tuvo que intervenir para que su amigo no corriera detrás de Elizabeth y traerla de vuelta a la fuerza.

Asimismo Callum se llevó a la chica consigo, entraron al auto que los esperaba afuera de la mansión junto con el asistente el cual era el conductor.

¿Así se sentía estar fuera de la mansión?. Elizabeth lo experimenta por primera vez, pensaba que en lo que le restaba de vida nunca podría salir de esa cárcel, le habían cortado sus alas encerrada en una jaula.

—Tu edad —Callum le habla.

—¿Eh?.

—Dime tu edad.

—Diecinueve, señor.

—¿Sabes quién soy?.

—No.

El interrogatorio llegó hasta ahí, los ojos ámbar de Callum se oscurecieron tornados en una ola de sentimientos encontrados que no podía entender. Quedó en el olvido, lo ha olvidado.

—¿Que te pasó en el cuello? —la pregunta de Callum la toma por sorpresa. Ella mira sus manos temerosa de contestar a esa pregunta.

—No sé...

—¿No sabes que tienes una marca roja en el cuello?.

Claro que lo sabe. Son las marcas de los besos que le dejó Louise, pero sus labios se sellan cuando el hombre toca ese tema, no quiere responder, no quiere recordar como su hermano se lo hizo, no quiere recordar como la tocaba mientras le hacía tal infamia.

—¿No piensas contestar? —insiste. Elizabeth se estremece ante su insistencia, su sola presencia le da miedo.

¿Y si la golpea por no responder?, ¿Y si la obliga a decirle?, Preguntas en su cabeza que la hacen temblar porque era lo mismo que vivía con los Jones.

—No es...

—No lo digas si no quieres —le corta.

Ella no responde. Solo me mantiene en el otro extremo del auto mirando por la ventanilla. ¿Así de linda era la ciudad?, Sonríe cuando ve el hermoso paisaje de la noche. Entonces, una curiosidad la invade mirando la posición en la que se encuentra.

—Señor —le habla al hombre.

—Dime.

—¿Puedo preguntarle algo?.

—Adelante.

—¿Por qué me trajo con usted?.

—¿Querías quedarte con los Jones?.

—No.

—Ahí está tu respuesta.

El silencio vuelve a reinar entre ellos. ¿Era tan notorio el hecho de que Elizabeth no quería estar en esa casa que incluso Callum lo pudo notar a la primera?.

—Usted...¿Quiere casarse conmigo?.

—La respuesta ya la sabes.

—¿Por qué quiere casarse conmigo?.

—Haces demasiadas preguntas.

—Lo siento —se disculpa y guarda silencio nuevamente. Tenía más preguntas que hacerle, pero él parece tajante al no querer resolver la duda más importante.

Su asistente personal, el cual va en el volante, observa a la chica por el espejo retrovisor. Nunca la había visto, y eso que trabaja al lado de Callum hace muchos años, incluso puede decirse que creció a su lado, pero no recuerda haber visto a Elizabeth.

Sabe todo de la vida de Callum, y nunca se le vio un enredo amoroso, le es difícil comprender por qué de repente el hombre que ha estado reservado por mucho tiempo, quiera casarse de la nada con una chica que acaba de conocer, o pueda que nunca la haya visto.

No volvieron a cruzar palabra en todo al camino hasta que el auto se detuvo en frente de la mansión Winston. Callum baja primero, luego su asistente le abre la puerta a Elizabeth, le ofrece la mano para ayudarla a salir, pero ella, no acostumbrada a ese tipo de cortesía, no la recibe por miedo al contacto físico.

La mansión es el doble de grande que la de los Jones. Las grandes rejas de seguridad se abren y ellos ingresan. Caminan por un sendero de piedra de mármol blanco, alrededor del sendero hay arbustos en forma de óvalos que llegan hasta la entrada principal, se puede ver una gran fuente con largos chorros de agua que descienden de ella.

—¿Te gusta? —inquiere Callum a medida que caminan por el sendero. Al ver que Elizabeth se queda maravillada con lo que ve, no puede evitar preguntar.

—Si —ella asiente.

—¿Nunca has visto una fuente igual?.

—No.

—Vivías en una mansión.

—No precisamente ahí.

—¿Que quieres decir?.

—En un...—cierra la boca de golpe cuando se da cuenta que casi le confiesa que vivía en un ático.

—¿En un qué?, Continúa —exige.

—No es de importancia, señor.

Callum no le insiste. Sabe que Elizabeth no le tiene confianza para hablarle de su vida personal, es todo lo contrario, lo que ve en ella solo es temor, todo el tiempo está alarmada, sus respuestas son cortas como si nunca hubiera entablado una conversación por mucho tiempo con alguien.

—No eres muy expresiva —comenta. Ella lo mira brevemente y luego vuelve a bajar la mirada.

—Lamento decepcionarlo, señor.

—No me decepcionas.

Dejan de hablar cuando entran la mansión. En el recibidor se encuentran dos mujeres, una castaña vestida muy elegante usando un vestido rojo llamativo y la otra solo viste casualmente.

—Callum, por fin llegas —lo recibe una de las mujeres —te estábamos esperando.

La chica que lo recibe es Olivia Winston, su hermana menor.

—Estaba en una cena importante —le explica él —no debiste esperarme despierta.

—Callum —la mujer castaña se acerca —. No fuiste a la entrevista del cierre de colección, te estaba esperando.

—No tuve tiempo, Gema.

—Era muy importante, Callum —replica la castaña —todos esperaban tu presencia.

—No es el momento para hablar de esto, Gema. Vuelve a tu casa, hablamos mañana en la empresa.

—Hermano —Olivia le habla —¿Quién es ella?.

Se percatan de la presencia de Elizabeth, la cual solo observaba en silencio excluida de la conversación.

—Ella es mi prometida —les suelta sin rodeos —su nombre es Elizabeth.

—¿Prometida? —su hermana abre los ojos de par en par —¿De qué hablas?.

—Solo debes de saber que es mi prometida, eso es todo —espeta secamente.

—Callum —la castaña mira a Elizabeth, y luego lo mira a él —¿En qué momento?, ¿Por eso faltaste a la entrevista?.

—Rosario —Callum llama a la jefa de sirvientas.

—Dígame, señor —ella se hace presente.

—Por favor, lleva a Elizabeth hasta mi habitación —ordena.

—¿A su habitación? —la mujer parece sorprendida.

—¿No escuchaste? —frunce el ceño con aire de molestia.

—Enseguida, señor.

Acata la orden y se lleva a Elizabeth escaleras arriba mientras que Callum queda a solas con su hermana y Gema, amiga de Olivia.

—Thomas, puedes retirarte también —le indica a su asistente.

—Si, señor.

Solo quedan ellos tres en el recibidor. Olivia y Gema toman asiento mientras que Callum se mantiene en pie, solo para ser breve sin tanta explicación.

—Callum, ¿Desde cuándo estabas en una relación? —empieza su hermana —. Ni siquiera en los medios se habla de tu vida amorosa. Además...—ella mira a Gema a su lado —pensé que tal vez tú y Gema...

—Siempre piensas de más —le corta Callum —. Seré breve con esto. Elizabeth es mi prometida, viene de la familia Jones, y hasta que sea la boda, se quedará a vivir en ésta mansión. ¿Tienes alguna objeción?.

—Solo quiero saber desde cuándo tenías una relación, no estaba al tanto de eso —enfatiza su hermana, mientras que Gema solo se queda en silencio.

—Eso no tiene por qué importar.

—¿Como que no?, Estamos hablando de...

—Basta, Olivia —la interrumpe— Solo eso tienes que saber.

—Callum —le habla Gema, mirándolo con dolor —pensé que no estabas interesado en las relaciones por tu trabajo. Pero, ¿Ahora te vas a casar?.

—Suena a una reprimenda —frota el puente de su nariz con cierta irritación —. Vuelve a tu casa, necesito descansar.

—¿Vas a ir con ella? —Gema se levanta y lo detiene del brazo cuando hace un ademán de irse —. La tienes en tu habitación, ¿Vas a estar con ella?.

—Es mi mujer ahora —suelta el agarre de la castaña —no interfieran en mi vida privada.

—¿Sabes la conmoción que habrá en los medios por esto? —cuestiona su hermana.

—De todos modos pensaba dar la noticia mañana —mira la hora de su reloj —Es tarde, ambas deberían de ir a descansar.

—Callum...—la castaña trató de detenerlo, pero el hombre con un aire de total desinterés subió las escaleras sin mirar atrás.

—Gema, lo siento, no tenía idea —la consuela su amiga, dándole espacio en el sofá a su lado —hablaré con él mañana, no te preocupes.

—¿De dónde salió esa mujer? —farfulla con enojo —¿Desde cuándo se estaban viendo?, Siempre está ocupado para las relaciones.

—Por ahora será difícil que me lo diga, pero lo averiguaré —le da varias palmaditas en la espalda —no te pongas triste, verás que esto solo es un simple capricho.

—¿Y si no lo es? ¿Que pasa si en verdad se casa?.

—Gema...

—¿No debería ser yo quien ocupe ese lugar?, Lo he estado esperando por años, pero ahora viene una aparecida a ocupar ese lugar, ¿Crees que es justo?.

—No lo es, te comprendo —suelta un suspiro cansado —hablaré con esa mujer mañana, al igual que con Callum.

—Gracias, Oli —sonríe —ahora, supongo que debo irme. Callum ni siquiera quiso hablarme.

—Puedes quedarte por ésta noche en la habitación de siempre —señala su amiga —. Es muy tarde, y te quedaste esperando por culpa de Callum.

—Gracias otra vez, ojalá él no se moleste.

—No te preocupes, eres como mi hermana, así que es tu casa también.

—Claro. (Y futura señora Winston).

***

Mientras tanto en la mansión Jones las cosas quedaron hecha un desastre. Axel se marchó molesto por todo lo ocurrido, lo tomó por sorpresa las palabras que Lorna soltó durante la cena, la presencia del Callum como prometido de Elizabeth la cual según está enamorada de él, incluso tuvo una discusión con Lorna por no mantenerlo al tanto. Y como si no fuera poco, Louise le reclamó sobre su relación con Elizabeth, algo que Axel negó por completo ya que ni siquiera sabía sobre los sentimientos de la joven.

—¿¡Querían echar todo a la borda!? —exclama Enzo enojado —¡Les dije que firmé un contrato con el señor Callum!.

—¡Y tú prometiste hablar con él para que se casara con Lorna! —reclama Lucrecia —¿Y qué hiciste? Ni siquiera la mencionaste.

—Era imposible cambiar su opinión cuando hay un contrato firmado, ¿Acaso no lo entienden?.

—¡Pudiste hablar con él antes de firmar, papá! —la rubia interviene —¿Viste como me trató ese hombre en el comedor?. Me llamó cosa inútil y tú ni siquiera dijiste nada cuando me estaba insultando, se nota que no le hablaste de mí para que tuviera una buena impresión.

—¿Ahora es mi culpa que no llames la atención de un hombre?.

—¡Enzo! —le grita su esposa —¿Como le puedes hablar así a tu hija?.

—¡Casi arruinan todo! ¿Como quieres que sea mi reacción? ¿Quieres mis felicitaciones por la imprudencia que tuvieron con el hombre que nos llevará a la cima?.

—Eso es lo único que te importa, papá —habla por fin Louise —traeré a Elizabeth de vuelta sea como sea, sin importar si hay un maldito contrato o no, ella no se puede casar.

—Puedo esperar todo de Lucrecia y de Lorna, ¿Pero de ti, Louise? ¿Que demonios pasa por tu cabeza? —su padre lo enfrenta con decepción —. ¿Desde cuándo estás en contra de mis decisiones?.

—Desde que decidiste poner a Elizabeth por encima de Lorna —miente —es el hombre que a mí hermana le gusta, pero no te importa nada de eso, sin embargo a mí sí, la hija de una criada no vale más que Lorna.

—Hijo...—su madre se conmovió sin saber el transfondo de sus disfrazadas palabras —¿Lo ves, Enzo?, Tu hijo tiene razón.

—¡Ya les dije que no está en mis manos! —ruge con cólera —¡Elizabeth fue escogida por él, no por mí! ¿Cuántas veces se los voy a repetir?. Si le interesara Lorna, la hubiera escogido en cuando la vio.

—¿Sabes la razón de su interés por ella? —inquiere Louise pensativo —. Elizabeth no sale de ésta mansión.

—No lo sé, y él tampoco me lo dijo. Solo me contactó de la nada ofreciéndome un contrato a cambio de Elizabeth.

—¿Y si le cuenta al señor Callum sobre nosotros?.

—Eso no pasará, si Callum llegase a saber de dónde proviene ella, seguramente la va a despreciar, además, es tan tonta que un hombre como él la terminará desechando —masculla Enzo con seguridad.

—Dices que si el señor Callum se entera de donde proviene Elizabeth en realidad, ¿Puede que se arrepienta de ese matrimonio? —inquiere Lucrecia mirando a su hija y luego a su marido.

—Piénsenlo bien, es casi una celebridad, hablan de él por los medios como alguien impecable, ¿Creen que no habrá consecuencias si se enteran que se casará con la hija de una criada?.

Lucrecia y Lorna se miran las caras con complicidad maquinando el plan B para el siguiente movimiento mientras que Louise solo está pensando en cómo traerla de vuelta a él.

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