Cuando el Alfa Pierde a su Luna

La tensión en la mansión Blackwood era asfixiante. Los ojos de Amadeus ardían con una furia contenida mientras su cuerpo entero irradiaba dominio y peligro. Pero Nathaniel no retrocedió. Mantuvo su postura relajada, con esa sonrisa ladina que solo servía para avivar la rabia del Alpha de los Blackwood.

Elena, atrapada entre ambas fuerzas, sintió cómo su corazón latía con fuerza descontrolada. No podía negar que las palabras de Nathaniel la estremecían, porque en el fondo, él tenía razón. No era una posesión. No era un trofeo en una disputa de poder. Pero ¿cuánto más podría soportar antes de que la situación estallara?

—Cuidado con lo que dices, Gray. —gruñó Amadeus con voz peligrosa. —No vuelvas a comparar a Elena con tus fracasos.

Nathaniel soltó una carcajada seca. —Lo que te molesta no es que la compare, Amadeus. Lo que te destroza por dentro es saber que nunca fue realmente tuya.

Liam sintió cómo los músculos de Amadeus se tensaban al máximo. Su lobo estaba al borde del contro
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