Capítulo 6

"Sé quién eres, pero el hecho de que pagué por tu autobús no nos hace amigos, quiero que nos dejes a mí y a mis amigos en paz", dijo Katia en un tono muy serio.

Sus palabras fueron muy duras para mí, sintiéndome avergonzado, tanto que no sabía qué responder.

"Está bien, disculpa", dije mientras bajaba la mirada.

Vuelvo a la cocina y continúo con mi trabajo, pensé hasta que pasadas unas horas me llamó el dueño del restaurante.

"Lo has hecho muy bien chico, si necesitas un trabajo sabes a dónde ir, necesito un lavaplatos a tiempo parcial", dijo el dueño mientras me daba comida y un pequeño pago por ese día.

Estaba feliz, con ese dinero podía pagar un taxi para llegar a casa.

"Está bien, al salir del bachillerato voy a trabajar con usted, señor", dije, asi vería a Katia en el colegio y también alli.

Salí a tomar un taxi pero no sabía dónde estaba la casa de mi padre, así que me detuve allí para esperar un rato, por suerte para mí Katia también salió de su turno, que me vio parado durante varios minutos afuera.

Sin direccion

"¿Por qué no te has ido?" Katia preguntó.

"No sé dónde está la casa de mi padre", respondí en un tono suave, me sentí avergonzado.

"Todo el mundo sabe dónde está la mansión Hunter, deja de hacerte el tonto y vete ahora.

"¿Sabes dónde está?" Por favor, díme.

Katia pensó que estaba jugando con ella, así que se dio la vuelta para irse.

"Dime por favor ...

Katia al escuchar el tono sincero sintió lástima.

"Calle 11, vete ahora y no me molestes de nuevo", dijo Katia molesta.

Estaba feliz mientras seguía gritando "gracias", así que tomé un taxi y fui a la dirección que Katia me dio.

Cuando llegué a la mansión, mi padre y mi hermano estaban en el comedor. Estaban preocupados por mí.

"¿Dónde estabas?" – preguntó mi padre.

Padre me había perdido. Respondí medio atontado.

Mi padre se puso la mano en la frente molesto.

"Está bien, todo esto es culpa mía por no decirte lo básico como la dirección o darte mi número de teléfono celular, pero a partir de mañana tendrás tu propio auto y tu propio conductor ya que no tienes licencia", dijo.

Estaba emocionado, imaginando un chofer para mí.

Un guardia se me acercó y colocó una tarjeta de crédito en mi mano.

"Padre, ¿qué es eso?" – le pregunté, nunca había visto una en mi vida.

"Una tarjeta, o no las conoces", respondió mi padre sarcásticamente.

"Hermano con ella, puedes comprar todo lo que necesitas", dijo Matteo mientras guiñaba un ojo.

Finalmente, algo para comprar, estaba cansado de caminar sin un peso en la bolsa, vi la tarjeta un poco incrédulo, cómo podía ser que ese pedazo de plástico tuviera dinero pensé en ese momento.

Después de tanto charlar me fui a mi habitación a descansar, estaba pensando en mi madre, ya que tenía mi propio chofer podía ir a visitarla.

Ese día había sido de lobos, yo estaba muy cansado, lo único bueno de ese día fue que conocí a Katia, aunque a veces parece buena y a veces parecía loca.

Ignorado

A la mañana siguiente, las mujeres del servicio regresaron a mi habitación.

"Joven maestro, despierta que llegas tarde a el colegio.

Me puse de pie mientras estiraba mi cuerpo, todavía sentía dolor en las piernas por tanto caminar el día anterior.

"Buenos días, joven maestro, tu padre se ha ido y tu hermano se ha ido antes, ¿quieres desayunar?

"Quiero algo simple", respondí, y caminé a la ducha.

Dudaba que ropa usar, quería verme bien, no quería ser una mancha en esta escuela de riquetes, además de que Katia me volveria a ver.

Después del desayuno, mi conductor se me acercó. Era alto y fornido, su mirada era intimidante.

"El joven maestro está listo para que nos vayamos. Dijo mientras sacudía sus nudillos, su nombre era John, uno de los perros más fieles de mi padre.

"Sí estoy listo, vamos, respondí con miedo al ver su mirada intimidante.

Ambos caminamos hacia el auto de mi padre designado para mí, era un lujoso Mercedes Benz. Me impresionó, el coche era lujoso por dentro y por fuera.

En el transcurso del viaje estaba mirando por la ventanilla del coche, cuando vi a Pablo Lucas y Katia esperando su autobús, por lo que golpée al conductor para que se detuviera allí mismo.

Bajando la ventanilla del auto, saludé a los tres.

"Hola chicos, pueden subir conmigo mientras vamos a el colegio", dije, sintiéndome feliz, también para devolver el favor a Katia por pagar mi autobús el día anterior.

Los tres fingieron no escuchar nada, subiendo rápidamente al autobús. Una vez más sentí desprecio, si los que eran pobres como yo me trataban así, como los riquetes me tratarían.

Le dije a John que continuara con el viaje, lo vi en el espejo retrovisor mientras sacudía la cabeza sintiendo lástima por mí.

Cuando llegué a el colegio y fui a mi salón de clases, estaba molesto, así que me dirigí a mi asiento.

"Está bien, no quieren hablar conmigo, está bien, no perderé el tiempo con ellos", pensé en ese mismo momento mientras le daba vueltas una y otra vez en mi cabeza.

Después de un rato Katia y sus dos amigos entraron a la habitación, pero era imposible ignorar su presencia, había algo en esta chica que me atraía, pero ni siquiera era el tipo de mujer que me gustaba, tal vez su personalidad o su forma fría de tratarme.

"Es hora de comenzar las clases", dijo el maestro, y todos guardaron silencio.

Las horas pasaron rápidamente, o quizás para mí se hicieron eternas en este lugar, viendo a mis nuevos compañeros, todos o casi todos mediar a otros por su poder o por su dinero.

En los pasillos del instituto ya circulaba un rumor de que Sofía y yo éramos novios, ella se había encargado de difundir una foto donde se podía ver a ambos dándonos un beso, pero yo ni

siquiera la conocía, solo sabía que era la ex novia de Sebastián, el chico popular y engañador de la habitación.

No pasó mucho tiempo para que los rumores llegaran a oídos de Sebastián, quien observaba con celos y amargura, para ser honesto lo disfrutaba, desde lejos se notaba que se estaba muriendo de envidia.

"Él me pagará, este maldito mafioso me pagará", le dijo Sebastián a uno de sus seguidores para que yo pudiera escuchar.

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