En una noche lluviosa, fue cuando tuve mi primer encuentro con él. Su insistente llamado a mi puerta despertó el miedo que yacía dentro de mí, pues vivía en medio de la nada, en un bosque que conocía al dedillo por haber crecido allí. Sin embargo, rara vez recibía visitantes, salvo las personas que conocía de la ciudad cuando salía a vender frutas para ganarme la vida.Al abrir la puerta, me encontré con unos ojos dorados tan siniestros como devoradores. Sentí que consumían mi alma con el reflejo de su iris. Temblé, me estremecí, y ni siquiera pude articular palabra al verlo por primera vez. Su cabello era tan negro como el vacío de su ser, empapado por la lluvia, su piel tan pálida, labios delgados pero carnosos, y pese al frío, se veían rojos. Nunca había visto a un hombre tan hermoso en mi vida; una belleza completamente letal. Puedo afirmar que fue amor a primera vista para mí, aunque dudo mucho que él sintiera lo mismo.—Hola— lo saludé después de escudriñarlo de arriba abajo. —¿
—Los declaro marido y mujer.Estas palabras finales del padre me emocionaron profundamente, marcando la concreción de nuestra unión. Me ruboricé como un tomate cuando Benjamín levantó mi velo y me dio un suave beso en los labios, nuestro primer beso como esposos.Un cosquilleo recorrió mi cuerpo cuando se apartó para encontrarse con mis ojos, sus orbes dorados parecían ensombrecidos y su mandíbula tensa. Aunque no comprendía la razón, no le di importancia, solo deseaba estar a su lado.Recibimos las felicitaciones de los invitados, entre ellos familiares de Benjamín sentados en una fila, fácilmente distinguibles por el peculiar color de sus ojos y su cabello negro. Habían sido amables conmigo desde que él me llevó al castillo por primera vez, todo parecía perfecto, mi vida junto a él era perfecta.Benjamín tomó mi mano y juntos caminamos por la alfombra roja que nos conducía fuera de la iglesia, mientras los invitados aplaudían sin cesar, algunos murmurando comentarios sobre mí. Benja
—Señora —escuché la voz de Adeline al entrar a mi habitación tras llamar y no obtener respuesta de mi parte—. ¿Señora? Es hora de levantarse, el señor la espera en el comedor.Aparté la sábana de mi rostro, frunciendo levemente el ceño ante la luz que se filtraba por el ventanal después de que Adeline abriera las cortinas. Me enderecé, notando de inmediato que aún llevaba puesta la misma lencería de la noche anterior, que no pude lucir ante mi esposo porque nunca se presentó en mi habitación.—¿Benjamin me está esperando? —le pregunté a mi sirvienta mientras me frotaba los ojos—. Pensé que él...—Sabe que tiene que desayunar con él todas las mañanas, tardes y noches —me recordó, y puse percibir una pizca de hostilidad en su voz.Era cierto. Antes de que Benjamin cambiara repentinamente de actitud, solíamos desayunar juntos, almorzar juntos e incluso cenar juntos. A veces en compañía de miembros de su familia, a veces solos. Me sentía muy unida a él, como una pareja enamorada que compa
Espero unos minutos más, encerrada en la habitación, sin hacer nada, dejando que los minutos pasen para poder reunirme con Benjamin luego de su conversación con el señor Richard. No puedo evitar sentirme mal, no solo por el desprecio de las sirvientas de aquí, sino también por la indiferencia de mi esposo.Me pregunto una y otra vez qué pudo haber pasado, o qué hice mal para que me trate así, pero hasta ahora la respuesta está muy lejos de mi alcance. Todo era perfecto entre nosotros. Las cosas cambiaron luego de casarnos, estoy segura, sin embargo, no sé la razón.Minutos más tarde decido salir de la habitación para ir a verlo. Los pasillos están en silencio, y mi corazón es el único sonido estruendoso dentro de mis oídos. Tengo temor, aunque no sé la razón. Últimamente me he sentido así, pero es debido a Benjamin, miedo a su desprecio.Doy tres toques en la puerta de su estudio, esperando alguna respuesta. Tomo una bocanada de aire, temblando, nerviosa, buscando las palabras adecuad
No recuerdo cuándo me quedé dormida, pero ahora me encuentro sentada en el suelo, con mi espalda apoyada en el larguero de la cama. El dolor es agudo, como si estuviera ardiendo en llamas.La habitación está sumida en la oscuridad de la noche, apenas iluminada por la luz que se cuela por las ventanas abiertas. A un lado yace el vestido que arranqué con rabia y lágrimas después de la discusión con Benjamin esta mañana. No he probado bocado desde entonces, y carezco de la fuerza necesaria para enfrentarlo después de su cruel declaración de que no me ama.Las incógnitas danzan en mi mente, pero una nube negra las oscurece todas. ¿Qué hice mal? ¿Por qué me trata así? ¿Por qué me engañó cuando todo lo que hice fue amarlo?.—Señora —una voz desconocida, ni Adeline ni nadie que reconozca, llama a mi puerta—. ¿Está despierta?.—Un momento —me levanto y busco una bata en el armario antes de abrir la puerta, con el rostro confuso al encontrarme con una mujer de mediana edad frente a mí. Lleva g
Por la mañana, me enfrento al espejo con ojeras notables que disimulo hábilmente con maquillaje antes de abandonar mi habitación rumbo al comedor. El suceso de ayer con el vestido magenta me ha dejado marcada, tanto que he desterrado ese color de mi guardarropa. Aunque Benjamin no expresa abiertamente su descontento, puedo sentir que hay aspectos de mí que le desagradan, aunque prefiera guardárselos para sí mismo.Al entrar al comedor, me sorprende encontrar a mi suegro y al señor James, pero sin Richard, el tío de Benjamin. Dudo en unirme a ellos para el desayuno, sabiendo que mi esposo aparentemente me desprecia, pero decido hacerlo al final. No dejaré que su actitud me intimide, no hasta que descubra qué está pasando realmente.—Buenos días —los saludo mientras todos me miran, excepto Benjamin—. Lamento la demora.—Oh, querida —me sonríe amablemente el señor Charles, a diferencia de su hijo, él sí me trata con cordialidad—. ¿Cómo estás?.—Muy bien —respondo con una máscara de felic
Medio día ha pasado y Benjamin aún no regresa. Lo vi salir con Hitler después de que me tratara como si fuera nada en su estudio, justo después del desayuno. Todo lo que me dice, todo lo que me hace, me duele profundamente. Aun así, no logro entenderme a mí misma, ni a mi corazón. Ni siquiera sé qué me está pasando. Intento odiarlo con todas mis fuerzas, pero por alguna razón no puedo. Es como si estuviera bajo el efecto de una esencia invisible y perniciosa que me tiene completamente aturdida.Sigo dando vueltas en mi habitación, de un lado a otro, llevándome las manos a la cabeza en un intento por pensar en algo. Si no logro obtener el divorcio, independientemente de lo que me diga el señor Charles, tendré que irme por mi cuenta. Escapar, porque si no lo hago, Benjamin Worsley terminará destrozando mi corazón, si es que aún queda algo de él intacto.La tormenta que asola mi mente sigue devastando el jardín de mi alma, corroiendo cada parte de mi ser y haciendo que mi pecho duela con
La lluvia comienza a caer, y la noche fría se cierne en el cielo como un pergamino. Estoy sentada junto al ventanal, observando desde esta altura si el auto de Benjamin se asoma en la distancia. Ha pasado todo el día y aún no ha llegado al castillo, ni siquiera para almorzar. ¿Me odia tanto? Es evidente que no desea verme. A pesar de eso, debo hablar con él. Ya lo hemos hecho, lo sé, pero después de conversar con su padre hoy, estoy segura de que hay algo que no me está diciendo.Por otro lado, ya no me importa lo que diga, porque planeo irme de aquí. Solo necesito encontrar la manera. No llevamos ni siquiera una semana de casados, y aunque me duela, es mejor dejarlo ir. Si sigo así, estoy segura de que no lo soportaré."Debes hacerlo, puedes irte, déjalo, huye lejos", me insta mi conciencia, y por primera vez, creo estar de acuerdo con ella. Las cosas no serán iguales después de soportar las humillaciones, el desprecio y el odio de Benjamin. No quiero. Lo amo, pero debo encontrar la