—Este lugar es precioso —me dice Vanessa con entusiasmo, mientras observa a su alrededor con ojos deslumbrados.El espacio está adornado con mesas llenas de bocadillos, refrigerios, centros de mesa y, sobre todo, globos azules y rosas. Es un pequeño festejo en familia, lleno de calidez y alegría.—Gracias —respondo con una sonrisa—. Queríamos algo sencillo pero bonito para celebrar con los más cercanos.Vanessa asiente, todavía maravillada por la decoración.—¿Cómo te has sentido después del parto? —pregunta, volviendo su atención a mí—. Debe ser agotador cuidar a dos bebés al mismo tiempo.—Sí, es bastante trabajo, pero Benjamin ha sido un gran apoyo. No podría hacerlo sin él.Vanessa sonríe y asiente.—Es genial tener a alguien en quien confiar. Enzo también ha sido un gran apoyo para mí en todo. Ya lo viste, es algo tímido. —Se nota que tienes mucha suerte con él —comento, observando cómo los dos rien a lo lejos mientras toman un refrigerio.Me distraigo un momento y observo a los
[...]6 años después POV: Benjamin Worsley —¡No corras, Emma! —grita Nevaeh desde adentro, su voz llena de frustración.La veo por la ventana, entrecerrando los ojos mientras le amaga con una cuchara en la mano. Emma solo sonríe y sigue corriendo por el patio, haciendo volar una cometa. Ya se ha hecho varios raspones en un solo día, pero nunca escucha a su madre.—¡Emmett, mira! —le dice a su hermano, que está sentado bajo un árbol absorto en su tablet—. ¡Está muy alto!.—No me molestes —responde Emmett, de mal humor, sin apartar la vista de la pantalla.—Emmett —mi tono severo lo hace levantar la mirada. Suspira, deja la tablet a un lado y se levanta para jugar con Emma.Son completamente diferentes. Emma es juguetona, cariñosa, la niña más dulce que he visto, mientras que Emmett es reservado, frío y apático. A pesar de eso, adora a su hermana. No soporta verla llorar y no le gusta que se apegue a los niños de la escuela, pues cree que solo se acercan porque es linda o para llamarl
[...]POV: Joel Worsley El sudor resbala por mi frente mientras mis pies golpean la cinta de la caminadora, una y otra vez, en un ritmo que casi me hipnotiza. No sé cuánto tiempo llevo corriendo, pero no me importa. Este es mi escape, mi forma de dejar atrás todo lo que pesa sobre mis hombros. Siento mis músculos tensarse con cada paso, la camiseta empapada pegándose a mi piel, pero sigo adelante.Mi mente viaja entre recuerdos y planes, a veces me permito cerrar los ojos por un segundo, sentir que me alejo, aunque sea por un instante. Pero siempre regreso al zumbido constante de las máquinas a mi alrededor, a mi respiración controlada. Necesito esto, no solo es una rutina, es mi manera de mantener el control cuando todo parece estar en caos.Finalmente, bajo el ritmo y dejo que la caminadora me lleve a detenerme por completo. Me inclino hacia adelante, apoyando las manos en las rodillas, sintiendo el sudor caer desde mi cabello hasta el suelo. Me quito la sudadera y la lanzo al banc
En una noche lluviosa, fue cuando tuve mi primer encuentro con él. Su insistente llamado a mi puerta despertó el miedo que yacía dentro de mí, pues vivía en medio de la nada, en un bosque que conocía al dedillo por haber crecido allí. Sin embargo, rara vez recibía visitantes, salvo las personas que conocía de la ciudad cuando salía a vender frutas para ganarme la vida.Al abrir la puerta, me encontré con unos ojos dorados tan siniestros como devoradores. Sentí que consumían mi alma con el reflejo de su iris. Temblé, me estremecí, y ni siquiera pude articular palabra al verlo por primera vez. Su cabello era tan negro como el vacío de su ser, empapado por la lluvia, su piel tan pálida, labios delgados pero carnosos, y pese al frío, se veían rojos. Nunca había visto a un hombre tan hermoso en mi vida; una belleza completamente letal. Puedo afirmar que fue amor a primera vista para mí, aunque dudo mucho que él sintiera lo mismo.—Hola— lo saludé después de escudriñarlo de arriba abajo. —¿
—Los declaro marido y mujer.Estas palabras finales del padre me emocionaron profundamente, marcando la concreción de nuestra unión. Me ruboricé como un tomate cuando Benjamín levantó mi velo y me dio un suave beso en los labios, nuestro primer beso como esposos.Un cosquilleo recorrió mi cuerpo cuando se apartó para encontrarse con mis ojos, sus orbes dorados parecían ensombrecidos y su mandíbula tensa. Aunque no comprendía la razón, no le di importancia, solo deseaba estar a su lado.Recibimos las felicitaciones de los invitados, entre ellos familiares de Benjamín sentados en una fila, fácilmente distinguibles por el peculiar color de sus ojos y su cabello negro. Habían sido amables conmigo desde que él me llevó al castillo por primera vez, todo parecía perfecto, mi vida junto a él era perfecta.Benjamín tomó mi mano y juntos caminamos por la alfombra roja que nos conducía fuera de la iglesia, mientras los invitados aplaudían sin cesar, algunos murmurando comentarios sobre mí. Benja
—Señora —escuché la voz de Adeline al entrar a mi habitación tras llamar y no obtener respuesta de mi parte—. ¿Señora? Es hora de levantarse, el señor la espera en el comedor.Aparté la sábana de mi rostro, frunciendo levemente el ceño ante la luz que se filtraba por el ventanal después de que Adeline abriera las cortinas. Me enderecé, notando de inmediato que aún llevaba puesta la misma lencería de la noche anterior, que no pude lucir ante mi esposo porque nunca se presentó en mi habitación.—¿Benjamin me está esperando? —le pregunté a mi sirvienta mientras me frotaba los ojos—. Pensé que él...—Sabe que tiene que desayunar con él todas las mañanas, tardes y noches —me recordó, y puse percibir una pizca de hostilidad en su voz.Era cierto. Antes de que Benjamin cambiara repentinamente de actitud, solíamos desayunar juntos, almorzar juntos e incluso cenar juntos. A veces en compañía de miembros de su familia, a veces solos. Me sentía muy unida a él, como una pareja enamorada que compa
Espero unos minutos más, encerrada en la habitación, sin hacer nada, dejando que los minutos pasen para poder reunirme con Benjamin luego de su conversación con el señor Richard. No puedo evitar sentirme mal, no solo por el desprecio de las sirvientas de aquí, sino también por la indiferencia de mi esposo.Me pregunto una y otra vez qué pudo haber pasado, o qué hice mal para que me trate así, pero hasta ahora la respuesta está muy lejos de mi alcance. Todo era perfecto entre nosotros. Las cosas cambiaron luego de casarnos, estoy segura, sin embargo, no sé la razón.Minutos más tarde decido salir de la habitación para ir a verlo. Los pasillos están en silencio, y mi corazón es el único sonido estruendoso dentro de mis oídos. Tengo temor, aunque no sé la razón. Últimamente me he sentido así, pero es debido a Benjamin, miedo a su desprecio.Doy tres toques en la puerta de su estudio, esperando alguna respuesta. Tomo una bocanada de aire, temblando, nerviosa, buscando las palabras adecuad
No recuerdo cuándo me quedé dormida, pero ahora me encuentro sentada en el suelo, con mi espalda apoyada en el larguero de la cama. El dolor es agudo, como si estuviera ardiendo en llamas.La habitación está sumida en la oscuridad de la noche, apenas iluminada por la luz que se cuela por las ventanas abiertas. A un lado yace el vestido que arranqué con rabia y lágrimas después de la discusión con Benjamin esta mañana. No he probado bocado desde entonces, y carezco de la fuerza necesaria para enfrentarlo después de su cruel declaración de que no me ama.Las incógnitas danzan en mi mente, pero una nube negra las oscurece todas. ¿Qué hice mal? ¿Por qué me trata así? ¿Por qué me engañó cuando todo lo que hice fue amarlo?.—Señora —una voz desconocida, ni Adeline ni nadie que reconozca, llama a mi puerta—. ¿Está despierta?.—Un momento —me levanto y busco una bata en el armario antes de abrir la puerta, con el rostro confuso al encontrarme con una mujer de mediana edad frente a mí. Lleva g