El viaje de vuelta a casa es tranquilo y, cuando llegan, James le sugiere ir a la cocina a tomar helado.
—La cena estuvo bien. Gracias, hacía mucho que no salía —le dice ella.—Yo también tenía razones para ir. Me encanta la comida de ahí y hace mucho también que no salía.Stella comenzó a reír una vez más. Estar cerca de él la hacía brillar, la hacía hasta olvidar lo loca que se había vuelto su vida y todo lo que había perdido.—Sí, estar en coma realmente arruina la vida social ¿eh?Ambos se miran y vuelven las carcajadas. No había dudas de que ambos juntos se hacían mucho bien. Sin darse cuenta se estaban ayudando a sanar la mochila que cargaban del pasado.—Cuéntame algo sobre ti que no sepa. Creo que, ahora que reafirmamos nuestro matrimonio, deberíamos conocernos un poco más.—¿Conocernos? ¿Cuál es el problema? ¿No te gusta el misterio de estar casado con una completa extraña?—Tengo la sensación de que siempre estarás rodeada de un poco de miStella Ignora a Ava y toma la silla de ruedas de James conduciéndolo hacia su habitación. Una vez ahí, ambos se quedan mirándose fijamente en un silencio cómodo mientras sienten la tensión entre ellos.Ella hubiera podido jurar que sentía cómo las chispas chocaban contra su piel, como si una electricidad extraña comenzara a crearse en el espacio entre sus cuerpos, atrayéndolos el uno al otro.A James le brillaban los ojos, nunca los había tenido de una tonalidad tan brillantes y eso solo lo hacía lucir más hermoso de lo que ya era.Luego de unos segundos, ella le dice:—Supongo que nos veremos en la mañana. —Suena como un plan para mí. Buenas noches, Stell —la sonrisa se dibuja en el rostro de él.—Buenas noches, Jamie.Ella regresa a su habitación e, inmediatamente, toma una foto de su nuevo anillo y se lo envía a Gaby.“—Mira lo que James me dio.—¡Dios mío! ¡Es enorme! Qué ganas de verlo en persona.”Stella estaba emocionada. James Allen acababa de confirmar su matrimonio, acababa
—Jamie, sé que esto debe ser muy duro para ti, de verdad lo entiendo. No sé lo que siente que te quiten tu habilidad para caminar, pero sí sé lo que siente que te arrebaten algo preciado de un momento para otro. Puede ser que tu ego de hombre fuerte y masculino se te haya roto, pero tienes que entender que no voy a dejarte tirado en el suelo de esta manera. Te guste o no, aquí estoy y voy a ayudarte —las palabras de Stella salen firmes, pero dulce a la vez.—Stell…—ella se cruza de brazos, desafiándolo a discutir.—Puedes decir todo lo que quieras, no me pienso ir.James se queda en silencio un momento, pero cuando levanta la vista, tiene una pequeña sonrisa dibujada en su rostro y asiente en señal de rendición.—Me parece bien.—Mírate, tragándote tu orgullo por una vez. Debo confesar que se siente bien decirle qué hacer al gran James Allen —bromea ella haciendo que la sonrisa de él se amplíe— Estás avanzando.—Puede ser, pero el camino se siente demasiado lento.—Tal vez se sienta a
Stella madruga al siguiente día después de casi no haber podido pegar un ojo debido al estrés. Se ducha, se viste y baja. Se apresura para reunirse con el abogado antes del trabajo.James está sentado a la mesa del comedor desayunando. Frente a él, se encuentra otro hombre, alguien a quien Stella nunca antes había visto.—Buenos días —saluda ella.—Ey, te levantaste temprano hoy ¿tienes planes? —le pregunta James esbozando una de sus mejores sonrisas.—Tengo una reunión con el abogado de mi papá.—¿Está todo bien? ¿Quieres que te envíe un abogado de la empresa para que te acompañe? —la preocupación de él es sincera.—La verdad, no lo sé, es sobre algo de su deuda.—Escuché que tu padre tenía problemas financieros antes de mi accidente automovilístico. Si tienes problemas de dinero, me avisas, por favor, un abogado mío irá contigo.—Primero déjame hablar con él, si necesito ayuda te lo haré saber. —lo que menos quería Stella era que los demás pensaran
Una vez Stella termina de hablar con el abogado, su cabeza se siente más abrumada que nunca y, así sale corriendo hacia el trabajo. Por mucho que lo intenta, igual llega tarde.Amaia está apoyada en su escritorio cuando Stella entra.—Miren quién decidió honrarnos con su presencia —la ironía se filtraba en tu tono.—Lo siento mucho, Amia, el tráfico estaba… —Stella intenta justificarse, pero su jefa la detiene en seco.—Ahórratelo, es solo otra excusa en la larga lista que tienes últimamente. No me importan ya tus llegadas tarde y, al parecer, a ti tampoco.—Sí me importa, Amaia. Te prometo que no volverá a suceder.Discutir con su jefa en ese momento iba a ser una batalla perdida y, de cierto modo, tenía razón, había llegado tarde en más de una ocasión, así que Stella baja la guardia.—Ya, el problema aquí está en que he escuchado esas palabras antes ¿Quieres conservar tu trabajo? Bien, para eso necesitas ir por el camino correcto.—Lo haré, en verdad lo prometo.—Las palabras no ser
Las chicas salen del probador, la empleada empaca el vestido en una caja elegante y las chicas salen de la tienda.Después de despedirse de Gaby, Stella se dirige a casa para prepararse para la noche.James ya la está esperando cuando llega.—¡Ey! ¿Cómo te fue haciendo compras hoy? —le pregunta.—Bien, tuve un pequeño contratiempo, pero encontré mi vestido.—¿Pequeño contratiempo? —pregunta él interesado.—No fue nada importante —le asegura ella, de igual manera, ya había olvidado el asunto y la mujer obtendría su merecido.—Me alegro de que hayas aceptado ir conmigo. Estas cosas pueden volverse aburridas. Tenerte ahí lo hará tolerable.—¿En verdad? —una sonrisa de felicidad comienza a dibujarse en su cara.—Estas cosas normalmente son solo otro evento de trabajo, pero contigo a mi lado… —él deja de hablar pero le devuelve la sonrisa.El corazón de Stella comienza a acelerarse amenazando con salir de su pecho y sus mejillas se sonrojan.—James, es lo más tierno que me han dicho en muc
Los ojos zafiros de James están sobre Stella mientras un destello de humor se forma en ellos. Se estaba divirtiendo de lo lindo.—Tú dirás, esposa ¿qué tienes para ofrecerme?Las mejillas de Stella continúan encendidas a más no poder, pero también ese encuentra disfrutando de toda la tensión que se está creando entre ellos, así que le sigue el juego.—No lo sé ¿qué podría querer el hombre más rico de la ciudad? Dímelo tú. Tienes todo lo material que puedas desear —su voz es tentadora, directa del pecado original.—¿Y quién ha dicho que quiero cosas materiales? —la sonrisa de él se hace más grande— Todavía tenemos algo de tiempo antes de que empiece la fiesta. Me encantaría hablar de esto antes de irnos.—Bueno… Tengo una excelente colección de sellos raros, es eso o… ¿crees que un beso en la mejilla sería suficiente para ti?Ella trata de sonar lo más segura que puede, pero, al parecer no lo consigue porque James se echa a reír en una estrepitosa carcajada.—No puedo negar que me sien
Stella regresa a su habitación con sus bolsas de compras y se prepara para la fiesta. Mientras lo hace, no es capaz de olvidar la sensación del cuerpo duro de James contra la suavidad de sus propios muslos mientras se balanceaba una y otra vez sobre él.Deja que la fantasía la recorra mientras se viste y maquilla, pensando en lo que podría haber sucedido si no se hubiese detenido.James está esperando junto a la escalera cuando ella llega completamente lista. Sus ojos se abren de par en par al ver el vestido rojo con escote enorme en su pecho.—Stella estás…—¿Es demasiado? —lo interrumpe ella preocupada— lo sabía, se lo dije a Gaby, yo…—Stell, para, respira —le dice mientras le extiende una mano para tomar la de ella— Estás perfecta, preciosa diría yo —la sonrisa de ella de extiende por su rostro— Y ese escote… —un brillo cobra vida en los ojos de ambos al notar el flirteo— Estás más que perfecta, estás maravillosa. —dice, y, sin más, se dirigen a la fiest
Con toda la seguridad del mundo, Stella se gira hacia Richard y, encarándolo, le dice:—Creo que la gente verá a alguien dispuesto a superar cualquier obstáculo para liderar esta empresa, eso es algo de admirar, no algo que de vergüenza, además ¿cuál sería la alternativa? ¿Que usted dé el discurso?—Bueno, vine preparado para ello, así que… —le responde él resignado finalmente a dirigirle la palabra a Stella como se debe.—¿Por qué mejor no se cuelga un cartel de su cuello que diga: “Estoy desesperado por atención”? —lo confronta ella— O tal vez podría pedirle a su hijo que dé el discurso, eso saldría bien. Subiría, vería a la multitud y luego se orinaría encima de sus pantalones ¿O acaso no recuerda su exposición en décimo grado? Había un charco de orine en el suelo.Richard se ve mortificado y James intenta ocultar su sonrisa, pero no lo logra.—Otra opción —continúa hablando ella— podría dejar que lo hiciera la nueva novia de su hijo, pero entonces tendría que pedirles a todos los