Capitulo 4
Emilio
¡Maldivas!
Amo este lugar, y lo elegí precisamente para luna de miel, porque es el sitio perfecto para tentar a esta mariposa. Espero que no sea un castigo para mí, que no me prive de su cuerpo.
Echo un vistazo al lugar donde está y aún está enfurruñada por lo que pasó, me encanta hacerla molestar y ponerla nerviosa, llevarla al límite porque sé que en cualquier momento explotará, y cuando lo haga, también lo hará la lujuria. Me encantará domarla hasta llevarla a la cama, estoy seguro de la atracción que hay allí.
Ella siente mi mirada porque voltea hasta donde estoy y me frunce el ceño para después desviar la mirada con las mejillas sonrojadas.
24 horas después en las que puedo verla entre dormir y mover su lindo trasero al baño, llegamos a nuestro destino.
A pesar de lo que ha pasado entre ambos, me deja ayudarla a bajar mientras mis hombres bajan las cosas de nosotros. Me encanta ver como brillan sus ojos mientras observa todo lo que hay alrededor.
Nos espera un auto fuera del aeropuerto que nos llevará a la overwaters, elegí una de las más pequeñas y lujosa a propósito, no quiero que nada al dormir, se interponga entre ese caramelito y yo, menos con las ganas de que duerma conmigo.
Ya dentro del auto, me acerco lo más posible a su cuerpo, de manera que nuestras piernas conecten, hago que no presto atención, cuando por dentro solo quiero tomarla de la cintura y montarla ahorcajada para sentir su cuerpo.
Es como un olor adictivo. Saco mi celular y hago que escribo algunos correos, mientras siento su mirada en mi. Piensa que lo estoy haciendo a propósito, y aunque no se equivoca, no la sacaré de esa duda.
Cuando nos avisan que llegamos, ella baja como si la piel le quemara, sin esperar a que la ayude, pero eso no me alejará de ella. Bajo aún con mi traje puesto y voy detrás de ella, la tomo de la cintura y detrás de las rodillas, levantándola a modo nupcial como la jodida tradición, escuchando el pequeño chillido que suelta.
—Bájame— replica mirándome mal, pero solo hace que la comisura de mi boca se levante.
—No— ahora que Puedo mirarla bien, me doy cuenta que por su delicioso cuerpo hay pecas preciosas que salpican la mayoría de él, y ya mi mente vuela en querer pasar mi lengua por ellas para verificar si saben cómo el olor a vainilla que desprende.
—No es necesario, yo Puedo caminar y este no es un matrimonio real— me cabrea que lo diga así, porque para mi si lo es, ella es mi obsesión, y haré que me convierta en su todo.
No respondo y la sigo llevando hasta que llegamos a la puerta y uno de mis hombres la abre para nosotros, y como todos los que trabajan para mí que son leales, siempre lleva la mirada baja para no tener que ver de más.
La llevo directo a la única habitación que hay y que compartiremos, la bajo ya estando dentro. Cuando se estabiliza, me mira molesta
—Bueno, ya me trajiste como un macho alfa, ya puedes retirarte.
—Lo siento mariposa, pero hay una sola habitación y la compartiremos— la sonrisa se le borra y me enfrenta
—Si crees que tendremos sexo…
—Eso lo pedirás tú— la corto y me frunce el ceño
—Sigue soñando “Cariño”— su sarcasmo me pone la polla dura
—Sigue llamándome así, mía farfalla. Harás que te desee más
Se da la vuelta sin esperar a que responda, encerrándose en el baño y dejándome su aroma a vainilla, pero también noté sus mejillas coloradas.
Me adentro a la habitación y me dirijo directamente a la mesa de noche, me quito mi reloj y se me ocurre una travesura.
Me desvisto y cuelgo el traje en el armario que trae la habitación, quedándome solo en boxers. Mis zapatos arreglados en la parte de abajo, teniendo cuidado de no ensuciarlos, si lo sé, soy un maniático del control y el orden.
Me dirijo a la cama y ya con el aire acondicionado encendido, me acuesto en la orilla con la manta solo cubriendo mi zona inferior (por ahora), que si mi mariposa decide acostarse conmigo, cosa de la que estoy seguro, obligatoriamente tendrá que pasar por encima de mi.
Escucho la llave del lavamanos, e imagino que tantas horas de vuelo tuvo que haberla abrumado, no durmió ni siquiera un poco, yo menos, y eso ya me está pasando factura. Sin embargo, no me dormiré sin la mía moglie
Se que se resistirá a mi al principio, pero trabajaré duro para que me quiera, para convertirme en su obsesión, así como ella es la mía.
Aún recuerdo cuando la vi, justo cuando estaba investigando las debilidades de mi enemigo, sentí que el aire se me iba de los pulmones, que nadie más estaba alrededor.
Ella no lo sabía, pero desde ese momento, juré que la haría mía. Así tenga que comenzar con exhibirle mi cuerpo, que sé que llama su atención.
Me encanta ese sonrojo de su piel, toda ella grita pureza, y es totalmente lo opuesto a mi, pero es lo que me llama aún más la atención. Que su luz llama a mi oscuridad, estoy seguro que cuando ella ceda, juntos nos complementaremos.
Escucho que la puerta se abre y mi atención está en ella, pero mi corazón se para, al igual que mi polla al verla salir. Está en nada más que sus bragas diminutas de encaje y su sujetador a juego, hace como que no me ve, pero sus mejillas y cuello la delatan por lo rojo que están. Va hasta la puerta y trae las maletas que dejaron en la sala, pero puedo verla desde aquí. Saca un conjunto de dormir de corazones color rosa, y se viste rápido, la verdad es que preferiría que durmiera como Dios la trajo al mundo, pero este comienzo será difícil. Mientras, me conformo con esos shorts provocativos.
Cuando está vestida, mira alrededor y cuando ve que no hay más muebles que los de madera, vuelve a entrar en la habitación escaneándola.
—¿Qué buscas preciosa?— frunce el ceño y por fin me dedica una mirada.
—un lugar donde dormir— su respuesta es irritada —Tendrás que dormir en el suelo.
La carcajada que sale de mi, la desconcierta. Si, ella aún cree que dejaré espacio entre los dos.
—Lo siento preciosa, pero de aquí no me muevo— cruzo los brazos detrás de mi cabeza y sus ojos se dirigen allí, me encanta ver ese brillo en sus ojos. Pronto mariposa, pronto estarás rogándome —pero…— palmeo el lugar a mi lado —tienes espacio aquí conmigo.
Me entrecierra los ojos y sus hermosos ojos verdes brillan de furia, me encanta compararlos con el color del bosque.
—¿De verdad piensas que compartiré cama contigo?
Quisiera reírme por su terquedad, pero arruinaré mis planes. Así que solo me encojo de hombros.
—No hay otro sitio— me excuso. Rueda los ojos con molestia y se acerca para acostarse a mi lado, cuando levanto la manta para que pase, echa un grito ahogado que me hace mirarla para encontrarla observando con horror y también interés mi zona inferior —¿Que pasa?— mi pregunta parece inocente, pero ella sabe que no tiene nada de inocencia.
—¿Qué haces desnudo?— no puedo evitarlo y la carcajada brota de mis labios.
—mi reina, si estuviera desnudo, no estaría tan tranquilo con la erección que provocas, además, así duermo.
Se cruza de brazos pareciendo molesta, pero el que se muerda el labio inferior y la vena de su cuello lata tan fuerte que pueda verla desde aquí, más sus pupilas dilatadas, se que se está excitando.
—Bueno, ve y ponte algo que te cubra.
—No, y tranquila que no pasará nada a menos que tú quieras— subo y bajo las cejas de forma juguetona y su color rojo se vuelve más intenso.
Rueda los ojos y suspira en resignación. Me encanta haber ganado está vez. Cuando no sabe cómo pasar, no se arriesga mucho y se dirige cerca de mis pies para pasar por ese lado. Contengo la risa Cuando parece que alguien la atacará. Cuando se acuesta a mi lado, me da la espalda.
Puedo observar cada centímetro de su piel expuesta y aprieto los puños para no perder el control y tocarla. Su piel desde aquí se ve cremosa y me pregunto si toda ella sabe cómo sus labios y su olor a vainilla.
Se cubre con la manta y la calidez de su cuerpo llega hasta el mío, creando una erección.
¡Mierda! Si solo ocurre con su cercanía, no me imagino que pasará cuando esté enterrado en lo más profundo de su coño.
—¿Vas a dormir o me mirarás toda la noche?— pregunta irritada
—puede que me quede mirándote
—pervertido— responde, pero ni siquiera me mira, se que si lo hace, sus mejillas estarán como el color de los tomates.
Me encanta molestarla, que me dé todo de ella, incluso sus formas; alegre, enojada, pero sobretodo la enamorada. Para esa debo trabajar duro.
Una hora después se queda dormida y su respiración es constante. Se ve preciosa incluso en su forma más relajada, si ella supiera todo lo que haría por ella, a dónde llegaría con solo una sonrisa de su parte.
Si, parezco un puto loco, pero no puedo hacer nada si en el corazón no se manda. Me quedo de lado inhalando su aroma para dormirme, pero siento que ella se mueve, pienso que la desperté, pero cuando queda de frente a mí con su ceño fruncido, y su cuerpo sin relajado, sé que solo está buscando comodidad.
La rodeo con mi brazo y cede enseguida acurrucándose en mis brazos, su cabeza en mi pecho se siente increíble y toda ella me envuelve. Si ella estuviera despierta ya me hubiese tumbado de la cama y gritaría que me aleje.
Mentalmente le ruego a mi polla que permanezca dormida y cierro los ojos disfrutando del cuerpo de mi mariposa.
Por primera vez desde que soy jefe de la mafia Italiana, me duermo tranquilo.
Lyla Me renuevo despertando de tan sabroso descanso, creo que no habia dormido mejor en toda mi vida. Siempre había tenido pesadillas constantes después de la muerte de mamá. Cuando intento moverme de nuevo, me paralizo con el aroma y el brazo que me envuelve, recordándome todo lo que ha pasado. Abro los ojos de a poco, dándome cuenta de la posición en la que estoy. ¡Dios mío! ¿Y en qué momento acabé, casi encima de este italiano? Mi pierna está por encima de su cuerpo y la mitad del mio hacia arriba, está acurrucado en el abrazo que me está dando. Lo tomé como almohada en la noche. ¡Jesús! Reacciono rápido tratando de liberarme, pero su brazo se tensa sin dejarme ir. —Buongiorno Mia farfalla— su voz ronca me da escalofríos y hace que mi entrepierna se humedezca. ¿Que me pasa? —¿Puedes soltarme?— hablo tímida con ganas de asearme y salir de sus brazos. No porque no sea cálido, sino porque me siento muy cómoda para mí gusto. Además mi conciencia me recuerda que es el ene
Lyla Cuando termina de vestirse y salir, ya me he recompuesto. Aunque verlo en shorts playeros y franela ajustada, hace que mi corazón lata fuerte. No lo niego, este hombre es guapo, pero no quita que haya amenazado a mi familia para tener lo que quería. Cuando voy a caminar a la puerta, siento su agarre en mi mano para detenerme, me volteo creyendo que me volverá a besar, pero en vez de eso se la lleva a los labios y deposita un beso en ella, justamente al lado de mis anillos de boda. —la mia bellissima moglie. ¡Dios! ¿Por qué el acento italiano tiene que ser tan sexy? ¿Por qué cada vez que me habla así hace calor? Ni siquiera sé lo que me dijo, pero sé que es algo romántico. No respondo y me dirige a la puerta, dónde espera una mujer mayor a la que le encarga la limpieza del lugar. Cuando bajamos los escalones, nos espera una camioneta negra, pensé que también tendría a alguien para llevarnos, pero parece que el idiota puede manejar. Cómo no me gusta el silencio que hay d
Emilio ¡Me siento realizado! Al mirar la sangre que cubre mi polla, me hace sentir pleno, porque la hice mía, y ahora por nada del mundo la dejaré ir. Aunque esté un poco molesto, quería que llevará a mi hijo dentro, no sé qué carajos pasó, porque la persona que la estaba vigilando no me informó nunca que ella se había puesto ese dispositivo. Me recuerdo que debo hablar con él personalmente porque me falló, y todos los que lo hacen, tienen su consecuencia. Escucho la ducha y me molesta que se quite mis fluidos, pero la dejaré tranquila, no la presionaré. Lo de hoy, fue una victoria, porque no es fácil para ella, haberse entregado por primera vez a un hombre. Me encanta haber sido yo. Cuando escucho que se cierra el agua, y se tarda un poco más, sé que no querrá hablar cuando venga a la habitación, y le concederé eso, pero lo que sí sé es que dormirá en mis brazos de igual forma. Porque desde ahora no hay nadie que me separe de ella. Suena mi celular y maldigo porque a esta h
Lyla Cuando me despierto, y no estoy envuelta en los brazos de Emilio, sé que algo pasa. Sobretodo cuando lo veo vestido con traje y exasperado gritándole no sé a quien por el celular en italiano. Me levanto de la cama y me voy a asear, por más que no estoy dispuesta a besarlo, no quiero que cuando termine, me consiga aún en la cama con él aliento de la mañana. Cuando termino, me recojo una coleta alta y me envuelvo en una toalla para ir a colocarme la ropa al armario. Hoy quiero pasar el día en el mar, antes de que nos toque regresar. Sé que mi vida no será tan diferente a la de antes, me la tenía que pasar casi siempre encerrada porque a mí padre le preocupaba que me atacaran. Que algún enemigo atentara contra mi. Así será con Emilio, estoy segura que me encerrará apenas lleguemos. Entro en el armario y comienzo a visualizar el cajón de los traje de baño, pero su voz me hace detenerme. —hay que empacar todo, debemos viajar a Rusia— eso me hace arrugar el entrecejo y erguirm
Lyla Cuando llegamos a Rusia, me arrepiento de haber elegido un vestido por los muslos, el frío está que no se aguanta, más en este época de invierno. Mi esposo a pesar de seguir con la mandíbula desencajada, sigue siendo un caballero. Me ayuda a bajar los escalones y por cortesía se quita el saco y lo guinda en mis hombros, haciendo que de forma inmediata su olor me envuelva. Afuera del aeropuerto privado, nos espera un auto audi rojo y sé que posiblemente mi esposo lo mandó a buscar para tener privacidad. Imagino que ahora sí me dirá algo con respecto a mis hermanos, pero apenas entramos ambos en el auto, sigue en silencio mientras me muerdo el interior de la mejilla con la ansiedad que tengo. —¿Y entonces…?— rompo el silencio y por fin me mira —¿Qué?— su rostro es serio y sé que anda preocupado. —¿No me dirás nada?— mi voz es tímida e intento mover mis pestañas de forma inocente a ver si provocó algo en él. Suspira y reduce la velocidad. —Estamos por llegar, quédate siempr
Lyla Después de habernos quedado en un hotel ese día, pero fuera del territorio del ruso que no me cayó para nada bien. Tomamos el jet y ahora estamos cerca de casa. No he podido establecer comunicación con mi esposo porque desde que pisamos Estados Unidos, no han parado de llamarlo, y estoy segura que es porque está resolviendo el problema que causaron mis hermanos. Anoche también dormimos juntos, y a pesar de la molestia que tiene y sus problemas, me levanté nuevamente en sus brazos. No sé dónde viviremos, cuando me dijeron que me casaría, ni siquiera me interesó ver dónde viviría, porque me sentiría como en una jaula. Si soy sincera, a pesar de todo lo que ha pasado entre Emilio y yo, deseo volver a casa. Cinco minutos después, nos detenemos en una gran casa, que aunque no es tan enorme como la de Rusia, se ve que le sigue de cerca. Mi puerta se abre y me doy cuenta que estaba tan absorta mirando la propiedad, que no me fijé que Emilio bajó. Me ayuda a salir y no avanza, solo
Lyla Odio que tenga tanto poder sobre mí, pero ahora mismo solo quiero ver a los que amo realmente. Ahora sí puedo detallar la casa mejor, parece un laberinto, porque lo que hacemos es cruzar del lado opuesto de dónde vivimos a un lugar que parece una pequeña sala, con una puerta que estoy segura es donde nos dirigimos. Todo está pintado de blanco y detalles negros, parece moderno y todo está realmente limpio. Al entrar, mi padre y mis hermanos se ponen de pie, el primero le cambia el rostro a todo el amor que siente por mi, y mis hermanos se relajan con alivio en sus rostros. Corro sin pensarlo a abrazarlos y llenarlos de besos en la cara. Respiro profundo para no derramar lágrimas de felicidad, y así no haya confusión creyendo que me están maltratando. —¿Estás bien?— pregunta mi hermano más tremendo de los gemelos. —Si, los extrañé— susurro y los sigo besando —y nosotros a ti, cerecita— dice mi padre, el apodo que siempre me ha dado por mi piel clara y cabello rojizo.
Lyla Cuando salgo del despacho, y se que debo enfrentarme a mi esposo, me voy por el pasillo de dónde vine. Si no tengo cuidado terminaré perdiéndome, veo a mi esposo apoyado en una de las puertas del pasillo sin nada más que unos pantalones deportivos grises que me hacen botar la baba. —Ven— me llama con dos dedos y su postura lo hace ver bastante sexy. No lo pienso y camino hasta él, cuando me paro en frente, me toma de la cintura y une sus labios con los míos. No lo negaré, lo deseo, pero no debería hacerlo cuando lo único que ha hecho es manipularme y quitarme la libertad. Sin embargo cuando su cuerpo entra en contacto con el mío, me olvidó de todo lo demás. —Imagino que mañana volverás a la universidad— pregunta cuando se separa de mí y sus labios hinchados me llaman a morderlos Asiento sin la voz suficiente para responderle —Bien, enviaré contigo un guardaespaldas— debe ver mi cara de molestia porque no me deja protestar —No dejaré que vayas por ahí sin protección.