Lyla Odio que tenga tanto poder sobre mí, pero ahora mismo solo quiero ver a los que amo realmente. Ahora sí puedo detallar la casa mejor, parece un laberinto, porque lo que hacemos es cruzar del lado opuesto de dónde vivimos a un lugar que parece una pequeña sala, con una puerta que estoy segura es donde nos dirigimos. Todo está pintado de blanco y detalles negros, parece moderno y todo está realmente limpio. Al entrar, mi padre y mis hermanos se ponen de pie, el primero le cambia el rostro a todo el amor que siente por mi, y mis hermanos se relajan con alivio en sus rostros. Corro sin pensarlo a abrazarlos y llenarlos de besos en la cara. Respiro profundo para no derramar lágrimas de felicidad, y así no haya confusión creyendo que me están maltratando. —¿Estás bien?— pregunta mi hermano más tremendo de los gemelos. —Si, los extrañé— susurro y los sigo besando —y nosotros a ti, cerecita— dice mi padre, el apodo que siempre me ha dado por mi piel clara y cabello rojizo.
Lyla Cuando salgo del despacho, y se que debo enfrentarme a mi esposo, me voy por el pasillo de dónde vine. Si no tengo cuidado terminaré perdiéndome, veo a mi esposo apoyado en una de las puertas del pasillo sin nada más que unos pantalones deportivos grises que me hacen botar la baba. —Ven— me llama con dos dedos y su postura lo hace ver bastante sexy. No lo pienso y camino hasta él, cuando me paro en frente, me toma de la cintura y une sus labios con los míos. No lo negaré, lo deseo, pero no debería hacerlo cuando lo único que ha hecho es manipularme y quitarme la libertad. Sin embargo cuando su cuerpo entra en contacto con el mío, me olvidó de todo lo demás. —Imagino que mañana volverás a la universidad— pregunta cuando se separa de mí y sus labios hinchados me llaman a morderlos Asiento sin la voz suficiente para responderle —Bien, enviaré contigo un guardaespaldas— debe ver mi cara de molestia porque no me deja protestar —No dejaré que vayas por ahí sin protección.
Lyla Cuando llego a la universidad todo parece extraño, como si hubieran pasado años y todo se congeló hasta ahora. Es que unos días con Emilio basta para que la vida parezca un torbellino que revuelvo todo a su paso en tu vida. Aún sigo sin móvil, no entiendo por qué no me lo ha devuelto, pero como no soy ninguna niña que se queda quieta mientras ve como le quitan todo, debo resolver. Camino por los pasillos en dónde puedo encontrar los salones, pero no me dirijo allí, sino hasta donde queda el patio céntrico dónde se reúnen estudiantes a pesar el rato. Aunque tengo a mi guardaespaldas atrás, puedo hacer como si no está. Bien pudiera perderlo como lo hice en algunas ocasiones con los de mi padre para irme de fiesta con Cami, pero sé que como es Emilio, es capaz de darles un castigo, y no quiero cargar con algo en mi consciencia. Sigo por dónde sé que está el cafetín y veo a lo lejos a quien quería encontrar primero. Camí está sentada en uno de los sillones del lugar, sumergi
Lyla ¡Un jodido psicópata! Si, eso es lo que es. No puedo creer que me haya encerrado en nuestra habitación. La única respuesta que me dió después de tirarme en la cama hasta rebotar y darse la vuelta para cerrar la puerta con llave, fue que no me dejaría salir hasta que prometiera que no buscaría a Raúl. ¡Por supuesto que no lo hice! Me siento demasiado culpable y solo quiero saber cuándo se despierte, para corroborar que está bien. Al menos que no me odia, aunque estando en su lugar debería hacerlo. Me paseo por la habitación sin saber qué más hacer. La ventana no es una opción para escapar, ¿Por qué? Porque hay un guardia abajo vigilando. El idiota supo cómo hacer su jugada, pero no me dejaría encerrada para siempre ¿Verdad? No lo conozco del todo, pero sé que Emilio no actúa de forma igual a otros hombres. Parece que quiere consumirme y hacer que nadie me mire. No soporta que me acerque a Raúl, ni siquiera estando inconsciente y en coma. ¡Joder! Si casi lo mata. No enti
Emilio Veo como mi mujer se termina de vestir mientras espero que la llamada se conecte. Luca no me ha dicho nada, es extraño que no me haya mantenido informado si llegó el envío o no a Rusia. No contesta y me pongo paranoico, solo espero que no esté mojando la polla ahora porque no hay tiempo, ya es más de las 8, es hora de estar en el trabajo, aunque haya hecho una excepción hoy. Mi chica se pone una falda bastante corta que me hace gruñir de celos y querer sácale los ojos a todo aquel que se atreva a mirarla. Sé que la ropa no es de ella, posiblemente es de su amiga Camila. —No te pondrás eso— aclaro porque estoy seguro que mataré a más gente de la que he logrado en un día —Sino quieres que le saque los ojos a todo aquel que te mire. Sonríe de esa manera suya descarada cuando se sabe que llevará la contraria. —No tengo nada más, así que te aguantas. Me acerco a ella y la tomo de la cintura pegándola a mí, me encanta ver qué es más pequeña que yo, pero que aún así me hace fr
Lyla Sorprendentemente veníamos en silencio en el camino, podía sentir la tensión que desprendía Emilio, ni siquiera quise preguntar. Aún me siento culpable por la muerte de esos hombres, ¡Dios! Solo estaba desesperada por salir de ese encierro. Cuando llegamos a la casa, todos los hombres que están patrullando, se ponen tensos. Saben que algo pasa, cuando me ayuda a bajar, ninguno me mira, lo que hace que tenga ganas de llorar. Me detengo cuando veo a un hombre del mismo porte de Emilio, pero este es rubio, parece familiar, pero no sé de dónde. Mi esposo me da un toque en la espalda baja para que siga avanzando, y así lo hago. —Luca, vamos a mi despacho— mi esposo es directo, pero el hombre lo ignora y viene hacia mi dándome un abrazo que me sorprende y que por eso no logro corresponder. Se separa de mí riéndose cuando el gruñido de Emilio le advierte. —Por fin te conozco Lyla— no le importa la rabieta de Emilio —yo seré como un hermano más, así que avísame si este imbéc
Lyla Ya vestida con una falda tipo lápiz color roja, a petición de Emilio que le encanta el color porque le recuerda a mi, y una blusa de botones blanca por dentro. Estoy lista para ir a la empresa. No soy mucho de usar tacones, pero la ocasión lo amerita Me miro en el espejo una última vez y salgo un poco insegura. ¿Estaré muy formal para trabajar? No siquiera conozco la empresa de Emilio. Cuando llego abajo, él se está abrochando el reloj, acorto la distancia y se lo quito de las manos para hacerlo yo, se queda mirándome, pero me concentro en mi tarea. Me encanta como me he comenzado a adaptar a mi nueva vida, pensé que sería una pesadilla, y a pesar de que no hay amor, él se ha portado lindo conmigo. Eso cuenta mucho, más desde que he comenzado a poner de mi parte. Al principio lo hice para que no hubieran consecuencias hacia mis hermanos, pero ahora lo hago por voluntad propia, porque me encantan los resultados. Cuando termino, el no deja de mirarme, y no voy a negar qu
Lyla —¿Que es esto?— me doy vuelta molesta para mirar a Emilio, el muy idiota tiene una sonrisa en la cara aún. —¡Tu oficina!— volteo mis ojos y lo apunto con un dedo —Eso lo sé, lo que no entiendo es ¿Por qué mandaste a colocar este letrero aquí en dónde dice “Lyla Ferrer”?— faltó que lo pusiera con purpurina para que resaltara más —y además con una puerta que nos comunica. Se acerca tomándome de la cintura aunque intente mantenerlo a distancia con mis manos en su duro pecho. Ya sabe cómo complacerme, sabe cómo hacer para que le suplique el muy desgraciado, no quiero que me toque y me manipule de esa manera que el conoce. —Te dije mía farfalla, dejaré en claro para todos, que eres mía, que ningún empleado puede poner los ojos sobre ti, menos las manos porque los dejaré sin ellas— Lo fulmino con la mirada cuando escucho sus palabras, ¿Siempre piensa en asesinar? Lo peor es que sé que si cumplirá su promesa, es un jodido psicópata— además necesito tenerte cerca cada vez que me