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Lyla Cuando llego a la universidad todo parece extraño, como si hubieran pasado años y todo se congeló hasta ahora. Es que unos días con Emilio basta para que la vida parezca un torbellino que revuelvo todo a su paso en tu vida. Aún sigo sin móvil, no entiendo por qué no me lo ha devuelto, pero como no soy ninguna niña que se queda quieta mientras ve como le quitan todo, debo resolver. Camino por los pasillos en dónde puedo encontrar los salones, pero no me dirijo allí, sino hasta donde queda el patio céntrico dónde se reúnen estudiantes a pesar el rato. Aunque tengo a mi guardaespaldas atrás, puedo hacer como si no está. Bien pudiera perderlo como lo hice en algunas ocasiones con los de mi padre para irme de fiesta con Cami, pero sé que como es Emilio, es capaz de darles un castigo, y no quiero cargar con algo en mi consciencia. Sigo por dónde sé que está el cafetín y veo a lo lejos a quien quería encontrar primero. Camí está sentada en uno de los sillones del lugar, sumergi
Lyla ¡Un jodido psicópata! Si, eso es lo que es. No puedo creer que me haya encerrado en nuestra habitación. La única respuesta que me dió después de tirarme en la cama hasta rebotar y darse la vuelta para cerrar la puerta con llave, fue que no me dejaría salir hasta que prometiera que no buscaría a Raúl. ¡Por supuesto que no lo hice! Me siento demasiado culpable y solo quiero saber cuándo se despierte, para corroborar que está bien. Al menos que no me odia, aunque estando en su lugar debería hacerlo. Me paseo por la habitación sin saber qué más hacer. La ventana no es una opción para escapar, ¿Por qué? Porque hay un guardia abajo vigilando. El idiota supo cómo hacer su jugada, pero no me dejaría encerrada para siempre ¿Verdad? No lo conozco del todo, pero sé que Emilio no actúa de forma igual a otros hombres. Parece que quiere consumirme y hacer que nadie me mire. No soporta que me acerque a Raúl, ni siquiera estando inconsciente y en coma. ¡Joder! Si casi lo mata. No enti
Emilio Veo como mi mujer se termina de vestir mientras espero que la llamada se conecte. Luca no me ha dicho nada, es extraño que no me haya mantenido informado si llegó el envío o no a Rusia. No contesta y me pongo paranoico, solo espero que no esté mojando la polla ahora porque no hay tiempo, ya es más de las 8, es hora de estar en el trabajo, aunque haya hecho una excepción hoy. Mi chica se pone una falda bastante corta que me hace gruñir de celos y querer sácale los ojos a todo aquel que se atreva a mirarla. Sé que la ropa no es de ella, posiblemente es de su amiga Camila. —No te pondrás eso— aclaro porque estoy seguro que mataré a más gente de la que he logrado en un día —Sino quieres que le saque los ojos a todo aquel que te mire. Sonríe de esa manera suya descarada cuando se sabe que llevará la contraria. —No tengo nada más, así que te aguantas. Me acerco a ella y la tomo de la cintura pegándola a mí, me encanta ver qué es más pequeña que yo, pero que aún así me hace fr
Lyla Sorprendentemente veníamos en silencio en el camino, podía sentir la tensión que desprendía Emilio, ni siquiera quise preguntar. Aún me siento culpable por la muerte de esos hombres, ¡Dios! Solo estaba desesperada por salir de ese encierro. Cuando llegamos a la casa, todos los hombres que están patrullando, se ponen tensos. Saben que algo pasa, cuando me ayuda a bajar, ninguno me mira, lo que hace que tenga ganas de llorar. Me detengo cuando veo a un hombre del mismo porte de Emilio, pero este es rubio, parece familiar, pero no sé de dónde. Mi esposo me da un toque en la espalda baja para que siga avanzando, y así lo hago. —Luca, vamos a mi despacho— mi esposo es directo, pero el hombre lo ignora y viene hacia mi dándome un abrazo que me sorprende y que por eso no logro corresponder. Se separa de mí riéndose cuando el gruñido de Emilio le advierte. —Por fin te conozco Lyla— no le importa la rabieta de Emilio —yo seré como un hermano más, así que avísame si este imbéc
Lyla Ya vestida con una falda tipo lápiz color roja, a petición de Emilio que le encanta el color porque le recuerda a mi, y una blusa de botones blanca por dentro. Estoy lista para ir a la empresa. No soy mucho de usar tacones, pero la ocasión lo amerita Me miro en el espejo una última vez y salgo un poco insegura. ¿Estaré muy formal para trabajar? No siquiera conozco la empresa de Emilio. Cuando llego abajo, él se está abrochando el reloj, acorto la distancia y se lo quito de las manos para hacerlo yo, se queda mirándome, pero me concentro en mi tarea. Me encanta como me he comenzado a adaptar a mi nueva vida, pensé que sería una pesadilla, y a pesar de que no hay amor, él se ha portado lindo conmigo. Eso cuenta mucho, más desde que he comenzado a poner de mi parte. Al principio lo hice para que no hubieran consecuencias hacia mis hermanos, pero ahora lo hago por voluntad propia, porque me encantan los resultados. Cuando termino, el no deja de mirarme, y no voy a negar qu
Lyla —¿Que es esto?— me doy vuelta molesta para mirar a Emilio, el muy idiota tiene una sonrisa en la cara aún. —¡Tu oficina!— volteo mis ojos y lo apunto con un dedo —Eso lo sé, lo que no entiendo es ¿Por qué mandaste a colocar este letrero aquí en dónde dice “Lyla Ferrer”?— faltó que lo pusiera con purpurina para que resaltara más —y además con una puerta que nos comunica. Se acerca tomándome de la cintura aunque intente mantenerlo a distancia con mis manos en su duro pecho. Ya sabe cómo complacerme, sabe cómo hacer para que le suplique el muy desgraciado, no quiero que me toque y me manipule de esa manera que el conoce. —Te dije mía farfalla, dejaré en claro para todos, que eres mía, que ningún empleado puede poner los ojos sobre ti, menos las manos porque los dejaré sin ellas— Lo fulmino con la mirada cuando escucho sus palabras, ¿Siempre piensa en asesinar? Lo peor es que sé que si cumplirá su promesa, es un jodido psicópata— además necesito tenerte cerca cada vez que me
Emilio Lyla ha estado diferente desde que las encontré en la oficina, hay un brillo en sus ojos que me preocupa. ¿Qué le habrá dicho mi hermana? Entramos en la sala de juntas, así que tomo la mano de mi esposa para que se ponga a mi lado, quiero dejar en claro desde ya que no está disponible para nadie y que ningún cabrón debe poner los ojos en ella. Las personas se quedan como estúpidas mirando, como si nunca hubieran visto una belleza pelirroja, cuando escuchan mi gruñido de advertencia, cada uno desvía la vista. La sitúo a mi lado y cuando mis ojos se posan en ella, me quedo sorprendido cuando miro su actitud, si rostro arriba y erguida como toda una reina. —Buenos tardes a todos, antes de comenzar la reunión, quiero presentarles a mi esposa, ella es Lyla de Ferrer— todos le dan un asentimiento de cabeza —Ella estará por acá un buen tiempo ayudándonos en el área gerencial. Ella se presenta y solo puedo mirar lo profesional que se ve, como si supiera manejar toda la situación,
Lyla Sonrío cuando nos bajamos del taxi porque tenía mucho que no salía a hurtadillas. ¡Dios! Al mismo tiempo me preocupo por lo que vaya a hacer Emilio, lo que si sé, es que no me dejaré encerrar de nuevo. ¡Joder! Eso no. La música suena tan alto, que sé que para hablar y entendernos, debemos prácticamente gritarnos en el oído —¡Me encanta tu cuñada!— mi amiga la mira y yo también, la verdad es que si, me encanta lo aventurera que es y lo arriesgada que puede ser. A pesar de que solo tiene 20 años, parece de más. —¡A mí también! Es una chica dulce. Mis tacones están por matarme, toda la tarde con ellos y tengo mucho que no practico en usarlos. Cuando entramos, muchos hombres se nos quedan mirando, es que somos como el trío perfecto. Una pelirroja, una morena y una rubia oscura. Porque Amara, es blanca de cabello castaño oscuro. Nos dirigimos al bar, y aunque la edad permitida para beber en Estados Unidos es de 21, soy yo la que pido por Amara. Algo no tan fuerte para