Hooola. Aquí el capitulo de hoy. No me funen a Emilio, luego sabrán sus antecedentes.
Lyla Cuando me despierto, y no estoy envuelta en los brazos de Emilio, sé que algo pasa. Sobretodo cuando lo veo vestido con traje y exasperado gritándole no sé a quien por el celular en italiano. Me levanto de la cama y me voy a asear, por más que no estoy dispuesta a besarlo, no quiero que cuando termine, me consiga aún en la cama con él aliento de la mañana. Cuando termino, me recojo una coleta alta y me envuelvo en una toalla para ir a colocarme la ropa al armario. Hoy quiero pasar el día en el mar, antes de que nos toque regresar. Sé que mi vida no será tan diferente a la de antes, me la tenía que pasar casi siempre encerrada porque a mí padre le preocupaba que me atacaran. Que algún enemigo atentara contra mi. Así será con Emilio, estoy segura que me encerrará apenas lleguemos. Entro en el armario y comienzo a visualizar el cajón de los traje de baño, pero su voz me hace detenerme. —hay que empacar todo, debemos viajar a Rusia— eso me hace arrugar el entrecejo y erguirm
Lyla Cuando llegamos a Rusia, me arrepiento de haber elegido un vestido por los muslos, el frío está que no se aguanta, más en este época de invierno. Mi esposo a pesar de seguir con la mandíbula desencajada, sigue siendo un caballero. Me ayuda a bajar los escalones y por cortesía se quita el saco y lo guinda en mis hombros, haciendo que de forma inmediata su olor me envuelva. Afuera del aeropuerto privado, nos espera un auto audi rojo y sé que posiblemente mi esposo lo mandó a buscar para tener privacidad. Imagino que ahora sí me dirá algo con respecto a mis hermanos, pero apenas entramos ambos en el auto, sigue en silencio mientras me muerdo el interior de la mejilla con la ansiedad que tengo. —¿Y entonces…?— rompo el silencio y por fin me mira —¿Qué?— su rostro es serio y sé que anda preocupado. —¿No me dirás nada?— mi voz es tímida e intento mover mis pestañas de forma inocente a ver si provocó algo en él. Suspira y reduce la velocidad. —Estamos por llegar, quédate siempr
Lyla Después de habernos quedado en un hotel ese día, pero fuera del territorio del ruso que no me cayó para nada bien. Tomamos el jet y ahora estamos cerca de casa. No he podido establecer comunicación con mi esposo porque desde que pisamos Estados Unidos, no han parado de llamarlo, y estoy segura que es porque está resolviendo el problema que causaron mis hermanos. Anoche también dormimos juntos, y a pesar de la molestia que tiene y sus problemas, me levanté nuevamente en sus brazos. No sé dónde viviremos, cuando me dijeron que me casaría, ni siquiera me interesó ver dónde viviría, porque me sentiría como en una jaula. Si soy sincera, a pesar de todo lo que ha pasado entre Emilio y yo, deseo volver a casa. Cinco minutos después, nos detenemos en una gran casa, que aunque no es tan enorme como la de Rusia, se ve que le sigue de cerca. Mi puerta se abre y me doy cuenta que estaba tan absorta mirando la propiedad, que no me fijé que Emilio bajó. Me ayuda a salir y no avanza, solo
Lyla Odio que tenga tanto poder sobre mí, pero ahora mismo solo quiero ver a los que amo realmente. Ahora sí puedo detallar la casa mejor, parece un laberinto, porque lo que hacemos es cruzar del lado opuesto de dónde vivimos a un lugar que parece una pequeña sala, con una puerta que estoy segura es donde nos dirigimos. Todo está pintado de blanco y detalles negros, parece moderno y todo está realmente limpio. Al entrar, mi padre y mis hermanos se ponen de pie, el primero le cambia el rostro a todo el amor que siente por mi, y mis hermanos se relajan con alivio en sus rostros. Corro sin pensarlo a abrazarlos y llenarlos de besos en la cara. Respiro profundo para no derramar lágrimas de felicidad, y así no haya confusión creyendo que me están maltratando. —¿Estás bien?— pregunta mi hermano más tremendo de los gemelos. —Si, los extrañé— susurro y los sigo besando —y nosotros a ti, cerecita— dice mi padre, el apodo que siempre me ha dado por mi piel clara y cabello rojizo.
Lyla Cuando salgo del despacho, y se que debo enfrentarme a mi esposo, me voy por el pasillo de dónde vine. Si no tengo cuidado terminaré perdiéndome, veo a mi esposo apoyado en una de las puertas del pasillo sin nada más que unos pantalones deportivos grises que me hacen botar la baba. —Ven— me llama con dos dedos y su postura lo hace ver bastante sexy. No lo pienso y camino hasta él, cuando me paro en frente, me toma de la cintura y une sus labios con los míos. No lo negaré, lo deseo, pero no debería hacerlo cuando lo único que ha hecho es manipularme y quitarme la libertad. Sin embargo cuando su cuerpo entra en contacto con el mío, me olvidó de todo lo demás. —Imagino que mañana volverás a la universidad— pregunta cuando se separa de mí y sus labios hinchados me llaman a morderlos Asiento sin la voz suficiente para responderle —Bien, enviaré contigo un guardaespaldas— debe ver mi cara de molestia porque no me deja protestar —No dejaré que vayas por ahí sin protección.
Lyla Cuando llego a la universidad todo parece extraño, como si hubieran pasado años y todo se congeló hasta ahora. Es que unos días con Emilio basta para que la vida parezca un torbellino que revuelvo todo a su paso en tu vida. Aún sigo sin móvil, no entiendo por qué no me lo ha devuelto, pero como no soy ninguna niña que se queda quieta mientras ve como le quitan todo, debo resolver. Camino por los pasillos en dónde puedo encontrar los salones, pero no me dirijo allí, sino hasta donde queda el patio céntrico dónde se reúnen estudiantes a pesar el rato. Aunque tengo a mi guardaespaldas atrás, puedo hacer como si no está. Bien pudiera perderlo como lo hice en algunas ocasiones con los de mi padre para irme de fiesta con Cami, pero sé que como es Emilio, es capaz de darles un castigo, y no quiero cargar con algo en mi consciencia. Sigo por dónde sé que está el cafetín y veo a lo lejos a quien quería encontrar primero. Camí está sentada en uno de los sillones del lugar, sumergi
Lyla ¡Un jodido psicópata! Si, eso es lo que es. No puedo creer que me haya encerrado en nuestra habitación. La única respuesta que me dió después de tirarme en la cama hasta rebotar y darse la vuelta para cerrar la puerta con llave, fue que no me dejaría salir hasta que prometiera que no buscaría a Raúl. ¡Por supuesto que no lo hice! Me siento demasiado culpable y solo quiero saber cuándo se despierte, para corroborar que está bien. Al menos que no me odia, aunque estando en su lugar debería hacerlo. Me paseo por la habitación sin saber qué más hacer. La ventana no es una opción para escapar, ¿Por qué? Porque hay un guardia abajo vigilando. El idiota supo cómo hacer su jugada, pero no me dejaría encerrada para siempre ¿Verdad? No lo conozco del todo, pero sé que Emilio no actúa de forma igual a otros hombres. Parece que quiere consumirme y hacer que nadie me mire. No soporta que me acerque a Raúl, ni siquiera estando inconsciente y en coma. ¡Joder! Si casi lo mata. No enti
Emilio Veo como mi mujer se termina de vestir mientras espero que la llamada se conecte. Luca no me ha dicho nada, es extraño que no me haya mantenido informado si llegó el envío o no a Rusia. No contesta y me pongo paranoico, solo espero que no esté mojando la polla ahora porque no hay tiempo, ya es más de las 8, es hora de estar en el trabajo, aunque haya hecho una excepción hoy. Mi chica se pone una falda bastante corta que me hace gruñir de celos y querer sácale los ojos a todo aquel que se atreva a mirarla. Sé que la ropa no es de ella, posiblemente es de su amiga Camila. —No te pondrás eso— aclaro porque estoy seguro que mataré a más gente de la que he logrado en un día —Sino quieres que le saque los ojos a todo aquel que te mire. Sonríe de esa manera suya descarada cuando se sabe que llevará la contraria. —No tengo nada más, así que te aguantas. Me acerco a ella y la tomo de la cintura pegándola a mí, me encanta ver qué es más pequeña que yo, pero que aún así me hace fr