Capitulo 3
Lyla
¿Que soy una cobarde? Si, un poco. Pero todo es por culpa del jodido italiano que me pone de los nervios. ¿Que le pasa? ¿Cómo se atreve a decir esas sucias palabras y tratarme como si tuviera todo el derecho de hablarme así?
¿Que sus besos me calentaron? Si, lo admito, pero hasta ahí. Es como si viera a cualquier persona atractiva en la calle. Obviamente su físico llamará la atención, pero no quiere decir que le debo entregar mi cuerpo. ¡Me niego!
Aún sabiendo que estuvo a punto de joder a mi familia, y soy una zurco, por los míos, hasta mato.
Gracias a Dios termina la canción, y es el turno de mi padre de bailar conmigo. Ya no soportaría los comentarios del que ahora es mi esposo. El idiota ese.
Tomo la mano de mi padre y le doy una sonrisa para animarlo aunque en sus ojos hay dolor. Comenzamos a bailar mientras mi nuca arde con la intensa mirada de mi marido al otro lado observándonos como Alcón
—Te vuelvo a pedir perdón hija— la voz de mi padre está llena de arrepentimiento, sé que se culpa por esta unión, pero se que todo este asunto se le escapa de las manos.
—Papá— lo beso en la frente como él hacía conmigo cuando yo estaba pequeña —Ya deja de pedir perdón, esto lo estoy haciendo por nosotros. Fui yo quien decidió. Sabes que haría cualquier cosa por ustedes— cuando se que seguirá con el tema continúo cambiándolo yo —Estas muy guapo, y me encanta que hayas obligado a los Gemelos a vestir con trajes.
Por fin una sonrisa leve se dibuja en su rostro.
—Me costó 300 grandes con cada uno— niego la cabeza con la diversión en mis labios. Ese par son terribles —Casi que me tocó vestirlos.
—Bueno, sabes que están en su etapa de rebeldía— los justifico, pero se que no valdrá de nada con el gesto de papá.
—Han estado en rebeldía desde sus 5, pero dentro de poco les vendrá responsabilidad, espero que maduren.
Mi padre se refiere al inicio en la mafia. Al menos los irlandeses tenemos por costumbre que a los varones se les incluye desde los 15, que es la edad suficiente para aprender todo lo que se necesita.
No es que me guste la violencia, pero me gusta ver cómo mis pequeños terremotos crecen. Al principio fue duro cuando ellos llegaron a mi vida, primero porque por mucho tiempo fui la niña mimada de mis padres, pero luego llegaron ellos y la atención fue dividida, para dos años más tarde mi madre morir.
Desde allí creció en mí, un instinto materno grande. Me dediqué a protegerlos, a enseñarles lo que sabía y a darles mucho amor. Nos hicimos unidos y no nos hemos separados hasta ahora. Me encanta saber que sabrán defenderse, que si conocen todo de la mafia, nadie vendrá a joderlos.
—Mi niña— la voz de mi padre me devuelve al presente —por favor dime y avisame si ese capullo te hace daño, no me importará nada más y vendré a matarlo con mis manos.
La canción se acaba y asiento, cuando voy a responder siento una mano en mi espalda baja, sin voltearme sé quién es.
—Hora de marcharnos, farfalla— me pongo tensa porque no quiero irme a solas con el, pero sería una estupidez de mi parte si me resisto, mi padre es capaz de armar guerra.
Aligero mi cuerpo y le doy una sonrisa a padre, dándole un beso en la mejilla me despido y busco a ese par de terremotos que están cerca de la barra tratando de robar bebidas.
—Hey, ustedes dos— se voltean a mi al instante y vienen a abrazarme —Aun no tienen edad para beber —los regaño, pero suavemente, saben que me tienen envuelta en su dedo meñique
—No estamos bebiendo— mienten descaradamente los dos al mismo tiempo.
—les diré a Camí que los vigile— hago nota para pedirle a mi amiga que lo haga —me tengo que ir— a ambos se les borra la sonrisa y miran detrás de mí, sé que allí está Emilio.
—No es tarde hermana— dice Liam el mayor —Aun podemos…
—No— los corto antes de que actúen en vez de sugerir —Se portan bien, nos vemos en un par de días.
Me doy vuelta antes de que hagan algo impulsivo y siento que me toman de la mano, me pongo nerviosa, pero no puedo apartarla porque ciertos gemelos me están mirando aún.
Al salir del lugar, la brisa fría me refresca un poco, inhalo preparándome para lo que sea que venga, pero el muy idiota permanece en silencio buscando matarme de los nervios.
Lucho nuevamente con mi vestido, pero cuando llegamos al aeropuerto y subimos al avión, mis pasos van directamente a un pequeño cuarto al final, me encierro en el baño y me deshago de mi vestido quedando en mi lencería. Respiro desahogándome de tanta tela y reviso mis manos sudadas por tantos nervios.
—Cálmate Lyla, él dijo que no te obligaría a nada intimo— susurro para mí, quisiera en este momento quedarme los días que pasen aquí encerrada para no verle la cara.
Me quedo pensando en todo lo que ha pasado hoy y me preocupo por mi futuro, y a todas estas, ¿Qué será de Raúl? Espero que el imbécil de allá afuera no le haya hecho daño. Luego Buscaré la forma de hablar con él.
Me lavo las manos y las seco con la toalla limpia y doblada que está a un lado, pero recuerdo que no me traje nada para cambiarme. Miro alrededor y lo único que consigo es una bata que estoy segura me dejará casi medio trasero afuera.
Miro mi vestido de nuevo y lo intercalo con la bata ¡Joder! No quiero salir con ese pedacito de trapo, Pero tampoco quiero volver a ponerme el vestido.
Tomo a regañadientes la bata y la envuelvo bien, dándome cuenta que mi gran trasero casi se sale. Mi cuerpo no es muy delgado, pero mi trasero es lo que más se pronuncia de todo.
Decido llenarme de valor y salir a la pequeña habitación, por suerte vacía, miro mi maleta en una esquina y mis pasos se apresuran a ella, recojo un vestido fresco blanco de tirantes y cuando me doy vuelta para regresar, choco con una pared de músculos.
Se me cae el vestido de las manos y me llevo la palma a la nariz
Ouch eso dolió.
—Lo siento— su voz me sobresalta y decido mirarlo —No pensé que fueras a terminar rápido— Frunzo el ceño y el sonríe de forma malévola, seguro me estaba viendo el trasero —es que esa vista merecía verse de cerca
—¡Idiota!— le paso por un lado después de agarrar el vestido y escucho su risa detrás de mí.
Le encanta irritarme.
Capitulo 4 Emilio ¡Maldivas! Amo este lugar, y lo elegí precisamente para luna de miel, porque es el sitio perfecto para tentar a esta mariposa. Espero que no sea un castigo para mí, que no me prive de su cuerpo. Echo un vistazo al lugar donde está y aún está enfurruñada por lo que pasó, me encanta hacerla molestar y ponerla nerviosa, llevarla al límite porque sé que en cualquier momento explotará, y cuando lo haga, también lo hará la lujuria. Me encantará domarla hasta llevarla a la cama, estoy seguro de la atracción que hay allí. Ella siente mi mirada porque voltea hasta donde estoy y me frunce el ceño para después desviar la mirada con las mejillas sonrojadas. 24 horas después en las que puedo verla entre dormir y mover su lindo trasero al baño, llegamos a nuestro destino. A pesar de lo que ha pasado entre ambos, me deja ayudarla a bajar mientras mis hombres bajan las cosas de nosotros. Me encanta ver como brillan sus ojos mientras observa todo lo que hay alrededor. Nos esp
Lyla Me renuevo despertando de tan sabroso descanso, creo que no habia dormido mejor en toda mi vida. Siempre había tenido pesadillas constantes después de la muerte de mamá. Cuando intento moverme de nuevo, me paralizo con el aroma y el brazo que me envuelve, recordándome todo lo que ha pasado. Abro los ojos de a poco, dándome cuenta de la posición en la que estoy. ¡Dios mío! ¿Y en qué momento acabé, casi encima de este italiano? Mi pierna está por encima de su cuerpo y la mitad del mio hacia arriba, está acurrucado en el abrazo que me está dando. Lo tomé como almohada en la noche. ¡Jesús! Reacciono rápido tratando de liberarme, pero su brazo se tensa sin dejarme ir. —Buongiorno Mia farfalla— su voz ronca me da escalofríos y hace que mi entrepierna se humedezca. ¿Que me pasa? —¿Puedes soltarme?— hablo tímida con ganas de asearme y salir de sus brazos. No porque no sea cálido, sino porque me siento muy cómoda para mí gusto. Además mi conciencia me recuerda que es el ene
Lyla Cuando termina de vestirse y salir, ya me he recompuesto. Aunque verlo en shorts playeros y franela ajustada, hace que mi corazón lata fuerte. No lo niego, este hombre es guapo, pero no quita que haya amenazado a mi familia para tener lo que quería. Cuando voy a caminar a la puerta, siento su agarre en mi mano para detenerme, me volteo creyendo que me volverá a besar, pero en vez de eso se la lleva a los labios y deposita un beso en ella, justamente al lado de mis anillos de boda. —la mia bellissima moglie. ¡Dios! ¿Por qué el acento italiano tiene que ser tan sexy? ¿Por qué cada vez que me habla así hace calor? Ni siquiera sé lo que me dijo, pero sé que es algo romántico. No respondo y me dirige a la puerta, dónde espera una mujer mayor a la que le encarga la limpieza del lugar. Cuando bajamos los escalones, nos espera una camioneta negra, pensé que también tendría a alguien para llevarnos, pero parece que el idiota puede manejar. Cómo no me gusta el silencio que hay d
Emilio ¡Me siento realizado! Al mirar la sangre que cubre mi polla, me hace sentir pleno, porque la hice mía, y ahora por nada del mundo la dejaré ir. Aunque esté un poco molesto, quería que llevará a mi hijo dentro, no sé qué carajos pasó, porque la persona que la estaba vigilando no me informó nunca que ella se había puesto ese dispositivo. Me recuerdo que debo hablar con él personalmente porque me falló, y todos los que lo hacen, tienen su consecuencia. Escucho la ducha y me molesta que se quite mis fluidos, pero la dejaré tranquila, no la presionaré. Lo de hoy, fue una victoria, porque no es fácil para ella, haberse entregado por primera vez a un hombre. Me encanta haber sido yo. Cuando escucho que se cierra el agua, y se tarda un poco más, sé que no querrá hablar cuando venga a la habitación, y le concederé eso, pero lo que sí sé es que dormirá en mis brazos de igual forma. Porque desde ahora no hay nadie que me separe de ella. Suena mi celular y maldigo porque a esta h
Lyla Cuando me despierto, y no estoy envuelta en los brazos de Emilio, sé que algo pasa. Sobretodo cuando lo veo vestido con traje y exasperado gritándole no sé a quien por el celular en italiano. Me levanto de la cama y me voy a asear, por más que no estoy dispuesta a besarlo, no quiero que cuando termine, me consiga aún en la cama con él aliento de la mañana. Cuando termino, me recojo una coleta alta y me envuelvo en una toalla para ir a colocarme la ropa al armario. Hoy quiero pasar el día en el mar, antes de que nos toque regresar. Sé que mi vida no será tan diferente a la de antes, me la tenía que pasar casi siempre encerrada porque a mí padre le preocupaba que me atacaran. Que algún enemigo atentara contra mi. Así será con Emilio, estoy segura que me encerrará apenas lleguemos. Entro en el armario y comienzo a visualizar el cajón de los traje de baño, pero su voz me hace detenerme. —hay que empacar todo, debemos viajar a Rusia— eso me hace arrugar el entrecejo y erguirm
Lyla Cuando llegamos a Rusia, me arrepiento de haber elegido un vestido por los muslos, el frío está que no se aguanta, más en este época de invierno. Mi esposo a pesar de seguir con la mandíbula desencajada, sigue siendo un caballero. Me ayuda a bajar los escalones y por cortesía se quita el saco y lo guinda en mis hombros, haciendo que de forma inmediata su olor me envuelva. Afuera del aeropuerto privado, nos espera un auto audi rojo y sé que posiblemente mi esposo lo mandó a buscar para tener privacidad. Imagino que ahora sí me dirá algo con respecto a mis hermanos, pero apenas entramos ambos en el auto, sigue en silencio mientras me muerdo el interior de la mejilla con la ansiedad que tengo. —¿Y entonces…?— rompo el silencio y por fin me mira —¿Qué?— su rostro es serio y sé que anda preocupado. —¿No me dirás nada?— mi voz es tímida e intento mover mis pestañas de forma inocente a ver si provocó algo en él. Suspira y reduce la velocidad. —Estamos por llegar, quédate siempr
Lyla Después de habernos quedado en un hotel ese día, pero fuera del territorio del ruso que no me cayó para nada bien. Tomamos el jet y ahora estamos cerca de casa. No he podido establecer comunicación con mi esposo porque desde que pisamos Estados Unidos, no han parado de llamarlo, y estoy segura que es porque está resolviendo el problema que causaron mis hermanos. Anoche también dormimos juntos, y a pesar de la molestia que tiene y sus problemas, me levanté nuevamente en sus brazos. No sé dónde viviremos, cuando me dijeron que me casaría, ni siquiera me interesó ver dónde viviría, porque me sentiría como en una jaula. Si soy sincera, a pesar de todo lo que ha pasado entre Emilio y yo, deseo volver a casa. Cinco minutos después, nos detenemos en una gran casa, que aunque no es tan enorme como la de Rusia, se ve que le sigue de cerca. Mi puerta se abre y me doy cuenta que estaba tan absorta mirando la propiedad, que no me fijé que Emilio bajó. Me ayuda a salir y no avanza, solo
Lyla Odio que tenga tanto poder sobre mí, pero ahora mismo solo quiero ver a los que amo realmente. Ahora sí puedo detallar la casa mejor, parece un laberinto, porque lo que hacemos es cruzar del lado opuesto de dónde vivimos a un lugar que parece una pequeña sala, con una puerta que estoy segura es donde nos dirigimos. Todo está pintado de blanco y detalles negros, parece moderno y todo está realmente limpio. Al entrar, mi padre y mis hermanos se ponen de pie, el primero le cambia el rostro a todo el amor que siente por mi, y mis hermanos se relajan con alivio en sus rostros. Corro sin pensarlo a abrazarlos y llenarlos de besos en la cara. Respiro profundo para no derramar lágrimas de felicidad, y así no haya confusión creyendo que me están maltratando. —¿Estás bien?— pregunta mi hermano más tremendo de los gemelos. —Si, los extrañé— susurro y los sigo besando —y nosotros a ti, cerecita— dice mi padre, el apodo que siempre me ha dado por mi piel clara y cabello rojizo.