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Capítulo 4. El nuevo obstáculo.

Días después...

Llega de visita Chris Davis, el abogado, algo nervioso y visiblemente preocupado. De inmediato, saluda a Ethan:

—¡Ethan! Es un placer volver a verte. La mansión está impresionante, como siempre.

—Gracias, Chris. Siempre es un gusto tenerte aquí. Isa está arriba terminando algunos detalles para nuestra reunión. ¿Te gustaría algo de beber mientras esperas?

—Un vaso de agua estaría perfecto, gracias. (Mira a su alrededor) La decoración de la casa ha cambiado un poco desde la última vez que estuve aquí. Me gusta mucho el nuevo estilo.

—Sí, decidimos darle un toque más moderno. Isa tiene un gran ojo para el diseño. Estoy seguro de que te encantará también lo que ha hecho en el jardín.

Ethan y Chris entran en el ascensor. El ambiente es tranquilo, pero Chris parece pensativo. Al ver la expresión de Chris, Ethan le pregunta rápidamente:

—Oye, parece que tienes algo en mente. ¿Todo bien?

—Sí, solo un par de cosas que me preocupan. Pero lo hablaré en la reunión.

—Entiendo. Espero que no sea nada grave.

—No te preocupes, Ethan. Solo necesito que estén preparados para lo que se avecina.

—De acuerdo, confío en ti. Hablemos de ello cuando estemos todos juntos.

Al entrar en el despacho, Chris se sienta en su silla, mira a Isabella y a Ethan con seriedad y comienza a hablar rápidamente.

—Bien, gracias por su paciencia. Vamos al grano. La razón por la que estamos aquí hoy es para discutir lo que sigue de la herencia del difunto Walton. Tras revisar los documentos y la última voluntad, hay un aspecto crucial que debemos abordar.

Hace una pausa de repente, observando sus reacciones. Y continúa hablando:

—Según su testamento, para que puedan acceder a la herencia en su totalidad, hay una última condición: deben tener un hijo juntos. Es una cláusula que puede parecer inusual, pero era la última voluntad de Walton. Quería asegurarse de que su legado continuara de alguna manera, y esta fue su decisión. Por tanto, deben tener un hijo.

Chris observa las caras de asombro de Isabella y Ethan, y nota la tensión en el aire. Y les dijo:

—Entiendo que esto puede resultar impactante. No es algo que uno espera escuchar en una reunión sobre herencia. Sin embargo, es importante que consideren esta opción. La herencia es considerable y cumplir esa condición es la única manera de acceder a ella en su totalidad.

Ethan se pasó la mano por el cabello, y su frustración era palpable en el aire.

—¡Esto ya es demasiado, Chris! —exclamó, con la voz temblorosa de incredulidad. — ¡Nos casamos solo por contrato! No somos una pareja real. ¿Cómo se supone que vamos a tener un hijo en estas condiciones? Esto es un juego cruel, y no estoy dispuesto a seguirlo.

Isabella, aún en estado de shock, lo miró con los ojos abiertos de par en par.

—Ethan… —balbuceó Isabella, atragantándose con sus palabras.

Ethan se pasó la mano por el cabello nuevamente, intentando encontrar un poco de ligereza en medio de la tormenta de emociones.

—Mira, Isabella —comenzó con una sonrisa irónica. —El señor Walton es muy caprichoso. ¿Ahora resulta que también quiere que tengamos un hijo para que yo pueda heredar? ¡Eso me parece muy extraño! ¿Qué sigue? ¿Un perro? ¿Un encuentro con ovnis? ¿O tal vez un reality show sobre nuestra vida matrimonial?

Isabella no pudo evitar soltar una risa nerviosa ante su humor.

—No sé, Ethan, pero suena como una locura.

—Y, hablando de locuras, ¿qué pasa contigo, Chris? ¿Por qué no me leíste el testamento completo desde el principio? Primero que me case, ahora que tenga un hijo... ¿Qué será lo próximo? ¿Un viaje a la Luna? ¡Esto se está volviendo un verdadero circo!

—Tal vez deberíamos hacer una lista de lo que nos falta por cumplir en este contrato —dijo Isabella, y Ethan asintió, aún con una sonrisa.

—Sí, y asegurarnos de que no haya sorpresas. Porque si me dicen que tengo que adoptar un gato, me voy, porque soy alérgico.

Chris asintió con una expresión entre divertida y resignada.

—Chicos, chicos, no se pongan así —dijo mientras se persignaba con un gesto exagerado. —No puedo pecar ante Dios por no cumplir la última voluntad del señor Walton. ¡Él era un hombre de palabra y yo soy solo su humilde abogado! ¿Qué se supone que haga? ¿Ignorar su deseo de que tengan un hijo? Eso sería como decirle a un niño que no puede comer tarta en su cumpleaños.

Ethan se pasó la mano por la frente, claramente abrumado.

—Chris, no puedo más con esto. ¡Esto se está volviendo inadmisible!

Isabella, tratando de mantener la calma, añadió:

—¿Y si, en vez de eso, cobramos la herencia y nos olvidamos de todo este circo?

Chris se rió, pero su expresión se tornó seria y dijo:

—Bueno, eso es más fácil de decir que de hacer. Pero no se trata de lo que quieren, sino de cumplir el contrato. Recuerden que están bajo acuerdo. Si rompen las reglas, no puedo empezar a gestionar los papeles.

—Diablos, lo mejor sería cobrar la herencia y dejar que el señor Walton descanse en paz. No quiero que me convierta en un personaje de una novela de enredos —dijo Ethan lleno de frustración.

Enseguida, Ethan e Isabella se miraron y, con una risa compartida, se levantaron para salir de la reunión y despedir a Chris, sin haber podido dejar atrás el legado del señor Walton y sus peculiares deseos.

Minutos después…

Isabella y Ethan se quedaron en el despacho, sumidos en un silencio tenso. Finalmente, Ethan rompió el silencio con una expresión de derrota en su rostro.

—Todo está perdido, Isabella. Nuestro matrimonio era una farsa, y ninguno de los dos tendrá ese hijo.

Isabella asintió con la mirada llena de tristeza.

—Lo sé, Ethan. Nunca contemplamos tener un hijo en nuestra relación falsa. Sería mejor que preparáramos los papeles del divorcio y que cada uno siguiera con su vida.

—Sí, es lo mejor. Me gustaba mi vida anterior como obrero. Nunca imaginé ser rico y, ahora que lo soy, no sé qué hacer con esta herencia.

Isabella le dio una palmadita en el brazo para consolarlo.

—Todo saldrá bien, Ethan. Volveremos a nuestras vidas normales y olvidaremos este incidente.

—Gracias, Isabella. Sé que hemos estado en esta farsa juntos, pero aprecio tu amistad —dijo Ethan tristemente.

—Lo mismo digo, Ethan. Ahora, vamos a empezar a preparar los papeles y a poner fin a esta locura.

Juntos, Ethan y Isabella se pusieron a trabajar en la documentación necesaria para poner fin a su matrimonio de conveniencia y a reclamar la herencia del señor Walton, listos para empezar una nueva vida, lejos de las complicaciones y los enredos que les había dejado el misterioso hombre millonario. ¿Será el fin del matrimonio y no cobrarán la herencia?

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