El pueblo estaba en ebullición. La noticia del embarazo de Isabella había corrido como la pólvora y cada rincón estaba lleno de murmullos y especulaciones. Algunos se preguntaban cómo era posible que un joven en silla de ruedas pudiera embarazar a su mujer, mientras otros celebraban la llegada de un nuevo integrante a la comunidad. En medio de todo este revuelo, Isabella se encontraba en la mansión, recibiendo a su mejor amiga, Lucy, quien había llegado con una mezcla de emoción y curiosidad.—¡Isabella! No puedo creer que estés embarazada. ¡Es increíble! —exclamó Lucy, con los ojos brillantes de entusiasmo. — ¿Cómo sucedió? Tienes que contarme todo, cada detalle.Isabella, abrumada por la situación, sonrió nerviosamente.—Bueno, ya sabes cómo son las cosas. A veces la vida te sorprende —respondió, tratando de desviar la conversación.Lucy frunció el ceño, notando la evasión de su amiga.—Vamos, no seas así. Eres mi mejor amiga y quiero saber cómo pasó. ¿Fue un milagro? ¿Algo planeado
Al día siguiente...Justo cuando Ethan e Isabella estaban en la notaría del pueblo organizando los documentos para la sucesión, el ambiente se volvió inflexible en la mansión. De repente, la puerta se abrió y un hombre de mediana edad, con una sonrisa amplia y un aire despreocupado, entró en la sala. Era Mateo, el hermano de Lisa, al que no había visto en años. Su presencia era como un rayo de sol inesperado, pero para Lisa, esa luz venía acompañada de nubes de incertidumbre.—¡Lisa, mira quién ha venido a hacerte una visita! —exclamó Mateo con un tono jovial que contrastaba con la seriedad del momento. —He escuchado que tu hijo se ha hecho millonario. ¿Y qué mejor que disfrutar de esa fortuna en familia? ¡He dejado California y aquí estoy!Lisa lo miró con aprensión, cruzando los brazos.—Mateo, ¿realmente crees que es apropiado aparecer así de la nada? No me dijiste que venías. ¿Y ahora piensas quedarte aquí sin avisar?Mateo soltó una risa contagiosa, como si la preocupación de su
Los días pasaron como un tren a máxima velocidad. Ethan, por fin, había cobrado la tan anhelada herencia, lo que le había convertido en uno de los hombres más ricos del país y del mundo. En ese momento, se preparaban para ir a Washington D. C., donde se ocuparía del emporio empresarial Walton. Ethan decidió dejarle el mismo nombre que su dueño inicial. Ahora, se encontraba en su avión privado con su madre, Lisa, Elvira, Isabela y su tío, el alocado Mateo, que hablaba más que una radio encendida y tenía muy perturbados a todos durante el viaje.—¿Sabías que el primer avión que voló fue un fracaso total? —dijo Mateo, riendo mientras movía las manos como si estuviera imitando un avión descontrolado.—Sí, tío, y tú seguro que eras el piloto —respondió Ethan con ironía, tratando de calmar la atmósfera tensa.Isabella, visiblemente pálida, se levantó de su asiento y corrió hacia el baño. El embarazo comenzaba a pasarle factura.—¡Isabella! —gritó Elvira, preocupada. — ¿Estás bien?—Solo un
Tras su emotivo discurso, los presentes se conmovieron y, de repente, Ethan les inspiró confianza a todos. Era un ser digno de admirar, ya que, a pesar de sus limitaciones, veía la vida con entusiasmo y determinación. Al terminar, todos se levantaron y lo aplaudieron, demostrando con ese gesto que estaban muy contentos de trabajar junto a él. Era un claro mensaje de apoyo y unidad, y todos se comprometieron a trabajar más duro que nunca para sacar a la empresa adelante, reafirmando su confianza en el nuevo liderazgo de Ethan y su visión de futuro.Al salir de la reunión, Isabella se inclinó y le dio un beso en la mejilla a Ethan, quien sintió un ligero hormigueo que lo desarmó por completo. Con el paso de los días y la convivencia, Ethan no podía evitar que su corazón comenzara a sentir cosas por Isabella, emociones que no podía ignorar. Sin embargo, se esforzaba por mantener la fachada de una amistad cordial, recordando que su matrimonio era solo un contrato y que su relación era, en
Isabella y Ethan llegaron a la clínica para que un obstetra revisara cómo iba su embarazo. Mientras esperaban, Isabella jugaba con Ethan y, riéndose, le dijo:—¡Mira mi pancita! Parece la de una mujer de tres meses, ¿no crees?Ethan, con una sonrisa traviesa, respondió:—¡Claro! Y apuesto a que nuestro bebé ya está pidiendo comida a gritos. ¡Seguro que es un glotón! Si sigue así, voy a tener que esconder la nevera para que no se la acabe toda antes de nacer.Ambos se rieron mientras disfrutaban del momento y de la alegría que traería su futuro hijo.Rápidamente, la enfermera llegó y los condujo a la consulta del doctor, quien, para sorpresa de Isabella y Ethan, era el mismo que había realizado la inseminación artificial. Al entrar, el doctor no pudo evitar sonreír al ver a Ethan en la silla de ruedas.—¡Vaya, señor Thomas! Nunca pensé que vería a un futuro papá tan cómodo en una silla ¿Cómo te estás preparando para el gran día en que nazca su hijo o hija? —bromeó el doctor, con una ch
Al caer la noche, las voces en la cabeza de Isabella comenzaban a recobrar vida y le recordaban que había llegado muy lejos al quedarse embarazada de forma artificial. Ahora llevaba tres embriones gestados en su interior. Se encontraba en el dormitorio con su madre, compartiendo sus miedos e inseguridades.—Mamá, no amo a Ethan y jamás lo haré, eso creo —le confesó, con la voz temblorosa. —Lo quiero como a un hermano, pero no puedo imaginarme teniendo una relación íntima con alguien en silla de ruedas. Eso me resulta impensable.Su madre, Elvira, la miró con una mezcla de preocupación y pragmatismo.—Isabella, debes entender que esto es por el bien de nuestra familia. Ethan tiene millones y esa herencia podría cambiar nuestras vidas. No puedes dejar que tus sentimientos se interpongan en algo así.Isabella suspiró, sintiéndose atrapada. —Pero, mamá, ¿qué hay de mis sentimientos? Aún soy virgen, y esto complica todo. No quiero que mi vida se base en un matrimonio falso y en un contrato
En el bar, la atmósfera estaba cargada de risas y música, pero Ethan se sentía atrapado en su propio mundo de desconsuelo. Ya había bebido más de la cuenta y, con lágrimas en los ojos, se desahogó con Chris.—No puedo más, amigo —sollozó. —Isabella no me quiere. Mis piernas inmóviles son una carga para ella. Nunca podrá amarme de verdad.Chris, sintiendo una profunda pena por su amigo, lo miró con empatía.—Ethan, por favor, cálmate. No todo está perdido. Con el tiempo, tal vez se enamore de ti. Además, ¡van a tener trillizos! Inseminados o no, esos son tus hijos. Eso es algo increíble.Ethan se secó las lágrimas con la mano temblorosa y, a pesar de su tristeza, esbozó una pequeña sonrisa.—¿Trillizos? ¿Te lo imaginas? ¡La he embarazado de tres! Y ni siquiera me he acostado con ella.Chris soltó una risa nerviosa para aligerar el ambiente.—Sí, y si no te quiere por tus piernas, ¡quizás le gusten tus habilidades de reproducción! Eres un verdadero campeón en eso, amigo.Ambos rieron, a
Chris, al notar la incomodidad que se había apoderado de la oficina, decidió dejar a la pareja a solas. Se despidió rápidamente y salió de la oficina, cerrando la puerta tras de sí. Isabella, sintiendo que la tensión era insoportable, se volvió hacia Ethan con furia contenida.—¿Por qué tienes una nueva secretaria, Ethan? ¡Habíamos acordado que yo sería tu secretaria y trabajaríamos juntos! —exclamó, con la voz temblándole de indignación.Ethan, intentando mantener la calma, respondió:—Eso era antes de que supiéramos que estás embarazada de trillizos, Isabella. Las cosas han cambiado.Isabella lo miró con rabia, como si pudiera matarlo con la mirada.—¿Y eso justifica que traigas a una chica como Anabelle? ¡Es una provocación! ¿Acaso no te importa cómo me siento?—Tranquila, por favor —dijo Ethan, tratando de calmarla. —Es mejor así. Si quieres trabajar, puedes acompañarme a los eventos. No tienes que estar aquí todo el tiempo.Isabella se cruzó de brazos, expresando cada vez más su