Ethan miraba por la ventana del coche mientras se acercaban a Illinois, sintiendo una mezcla de nerviosismo y esperanza. La familiaridad del paisaje lo envolvía, y aunque el peso de su nueva realidad aún lo acompañaba, sentía que el abrazo de su hogar lo reconfortaba. Sus trillizos, Lucas, Sofía y Tobías, reían y jugaban en el asiento trasero, y sus risas eran música para sus oídos. Cada carcajada era una muestra de que la vida continuaba y de que aún podían compartir momentos de alegría.—Papá, ¿vamos a pescar? —preguntó Isabella imitando la voz de Lucas, que tenía en brazos.Ethan sonrió, sintiendo un destello de su antiguo yo.—Claro que sí, campeón —respondió con voz llena de audacia.Mientras su esposa y su madre intercambiaban miradas de alivio, Ethan tomó una decisión firme. Había delegado temporalmente la gestión de sus empresas en Chris, confiando en que él podría mantener todo a flote mientras se dedicaba a su familia y a su propia sanación. Sabía que la tormenta no duraría
Dominique entró en el apartamento con su imponente presencia y recorrió la escena con la mirada oscura, como si no viera nada. James y Jonás se quedaron paralizados al reconocer al hombre que todos creían muerto.—¿Papá? —tartamudeó James, incapaz de ocultar la sorpresa y el miedo en su voz.—¡Sorpresa! —respondió Dominique, con una sonrisa sardónica. —Pensaste que podías deshacerte de mí, así como así, ¿verdad? Pero aquí estoy de vuelta para ver hasta dónde has llegado con tu pequeña empresa de prostitución.Jonás, nervioso, intentó intervenir. —Tío, esto no es lo que parece...—¿Ah, no? —interrumpió Dominique, acercándose con paso firme. — ¿No es acaso un espectáculo encantador? Mi hijo, el magnate de la inmoralidad, y su primo, el cómplice perfecto. ¿Qué te ha pasado, James? ¿Te has olvidado de la familia?James tragó saliva, su mente corriendo a mil por hora. —No... no sabía que seguías vivo. Pensé que te habías muerto.Dominique se rió con un sonido frío y calculador.—Eso es lo
La lluvia caía a cántaros en Illinois y se desataba una tormenta con truenos y centellas que iluminaban el oscuro cielo. Ethan, absorto, contemplaba el retrato de su abuelo, un hombre que nunca había conocido como familiar, sino como el distante dueño de la fábrica donde había trabajado durante mucho tiempo. Ambos habían vivido sin saber del lazo que los unía hasta que, de repente, se abrió la puerta de la mansión Thomas con un chirrido ominoso. Apareció Dominique, el abuelo de Ethan, con su figura frágil y encorvada. Un escalofrío aterrador le recorrió el cuerpo al ver el cuadro y, al mismo tiempo, a su abuelo en persona. La incredulidad lo envolvió como una niebla densa y el aire se volvió pesado, como si el tiempo se hubiera detenido. Dominique, con una mirada que parecía atravesar el tiempo, se acercó lentamente y Ethan sintió que la realidad se desvanecía a su alrededor, atrapado entre el pasado y el presente, entre el miedo y la fascinación. ¿Era un fantasma o un eco de su propi
Desde entonces, Ethan y su abuelo juraron no separarse jamás. La mansión Walton, que alguna vez había sido un lugar solitario y silencioso, ahora estaba lleno de risas y alegría. Cada rincón de sus amplias habitaciones se llenaba de recuerdos felices, mientras los niños correteaban por los jardines y el aire se llenaba de sus gritos de felicidad. La familia con la que Dominique Walton siempre había soñado existía, y juntos compartían momentos que atesorarían para siempre.Ethan cerró la puerta de la oficina con suavidad, asegurándose de que nadie pudiera oírlo. Se sentó frente a su abuelo, con el rostro pálido y tenso.—Abuelo, hay algo que necesito contarte —dijo Ethan, temblando ligeramente. —Mi padre había ordenado mi secuestro.Dominique frunció el ceño, pasando de la sorpresa a la incredulidad.—¿Qué estás diciendo, Ethan? Eso no puede ser cierto. James no puede ser tan cruel.—Lo es, abuelo. Lo oí de sus propios labios; eran sus aliados. Estaban planeando cobrar un rescate y no
Dominique salió pálido, pero firme, después de hablar con su hijo James. La conversación había sido intensa y desgarradora, y aún sentía el peso de cada palabra.—Ya nos vamos, hijo —le dijo a Ethan, que lo miraba con curiosidad y preocupación.—¡Abuelo! —exclamó Ethan. —Quiero hablar con mi padre.Dominique se detuvo un momento, sintiendo un nudo en el estómago. La dulzura de su nieto le rompía el corazón.—No quiere verte, Ethan —respondió con firmeza y un tono que no admitía discusión. —Vámonos.Ethan frunció el ceño, pero la determinación de su abuelo era inquebrantable. Dominique se agachó para estar a la altura de su nieto.—Escucha, Ethan. A veces, las decisiones que tomamos no son las mejores. Tu padre necesita tiempo para pensar y cambiar.Ethan asintió lentamente, aunque su mirada seguía llena de confusión. Dominique sintió una punzada de dolor al ver la tristeza en el rostro de su nieto.—Chris —susurró, volviéndose hacia su amigo—, encárgate de que mi hijo tenga una vida l
En medio de la calidez de la mansión, donde las risas de los trillizos resuenan como melodías de esperanza, Ethan e Isabella dan un nuevo comienzo tras el doloroso adiós a James. La celebración de la boda no solo une sus corazones, sino que también entrelaza las vidas de Chris y Lisa, fortaleciendo aún más el lazo familiar. El abuelo Dominique, con su sabiduría y amor incondicional, se convierte en el pilar de esta nueva etapa y corre alegremente con los pequeños por los vastos jardines, recordando a todos que, a pesar de los desafíos, la vida siempre ofrece momentos de felicidad. Ethan, al hacerse cargo de las empresas Walton, siente el respaldo de su abuelo, quien le enseña que cada paso adelante es una oportunidad para crecer y sanar. Juntos construyen un futuro lleno de amor, risas y la promesa de días mejores.—¿No es hermoso este lugar, Isabella? Me imagino cómo estará todo decorado para nuestra boda.—Sí, Ethan. Este jardín tiene algo mágico. Cada rincón me recuerda lo que hemo
Ethan Walton, un joven que ha desafiado las adversidades, ha hecho realidad su sueño. Tras una vida marcada por la discapacidad y la lucha económica, heredó una fortuna que le permitió fundar una organización dedicada a ayudar a personas con discapacidades similares a las suyas. Junto a su esposa, Isabella, Ethan ha creado un espacio donde las personas con desafíos similares pueden encontrar apoyo, recursos y oportunidades para mejorar su calidad de vida. Esta iniciativa es un testimonio de su gratitud hacia la comunidad y de su compromiso de devolverle parte de lo que ella le ha dado.A continuación, el discurso de Ethan:«Queridos amigos y familiares, todos aquellos que nos acompañan hoy:Con gran alegría y emoción inauguramos oficialmente esta fundación. Durante muchos años, la discapacidad marcó mi vida. Experimenté las limitaciones, las barreras y los desafíos que esto conlleva. Sin embargo, también conocí a personas que me brindaron su apoyo incondicional, que me inspiraron y me
Lectura del testamento.Ethan, mirando a su madre con incredulidad, le dijo:—No puedo creer que esto esté sucediendo, mamá. ¿El señor Dominique realmente me dejó algo?Lisa, la madre de Ethan, con una mezcla de emoción y nerviosismo, responde:—No lo sabemos, Ethan. Nunca imaginé que recibirías una herencia, es absurdo —ambos se mantienen suspicaces y a la expectativa.Por otro lado, Jonás Walton, el sobrino del difunto, mira a Ethan y a su madre con menosprecio y les dice de inmediato:—¿Qué hacen ustedes aquí, buitres? No tienen nada que ver con mi tío, esto es un asunto familiar.Rápidamente, el abogado interviene antes de que siga con sus groserías:—Jonás, basta. No es el momento para discusiones. La voluntad de tu tío era que el joven estuviera presente.El buen Ethan se expresa con calma y asiente:—Solo estamos aquí porque el abogado nos llamó.—No son más que chusmas y gentuzas. ¡Paralítico! —exclamó Jonás con desprecio; siempre ha menospreciado a Ethan por ser discapacitado