Al llegar a casa, Ethan encontró a Isabella mirando por la ventana, perdida en sus pensamientos. Accionó el mando de su silla con un suave movimiento y se dirigió hacia ella. Cuando sus miradas se cruzaron, Isabella le ofreció una suave sonrisa que Ethan recibió con serenidad.
—Isa —comenzó Ethan, con la voz cargada de emociones. —Hoy, en la fábrica, Jonás… fue horrible. Me humilló delante de todos. Pero lo que más me dolió fue cómo trató a los trabajadores mayores. Son personas que aún necesitan ese trabajo y él se aprovecha de ellos solo porque son mano de obra barata.
Isa frunció el ceño, su expresión cambiando a una de preocupación.
—Eso es inaceptable, Ethan. Nadie debería ser tratado así, especialmente aquellos que han dedicado su vida al trabajo. ¿Qué piensas hacer al respecto?
Ethan suspiró, sintiendo la frustración burbujear dentro de él.
—No estoy seguro. Quiero hacer algo, pero no sé si tengo poder para cambiarlo. Siento que estoy atrapado en un sistema que no respeta a las personas.
—Quizás deberías hablar con alguien más sobre esto, alguien que pueda ayudarte a hacer un cambio —sugirió Isa, con su voz llena de apoyo. —No estás solo en esto. Juntos podemos encontrar una manera de enfrentarnos a Jonás y defender a esos trabajadores.
Ethan asintió, sintiendo que su determinación empezaba a crecer en su interior.
—Tienes razón. No puedo quedarme de brazos cruzados. Gracias por estar aquí, Isa. Tu apoyo significa todo para mí.
Isabella, al ver a Ethan tan abatido, lo miró con determinación.
—Ethan, si tenemos ese hijo, podríamos ayudar a las personas mayores en la fábrica. Así, Jonás no los humillaría ni los explotaría. Las cosas tienen que cambiar; esa fábrica es la única que alimenta al pueblo.
Ethan arqueó una ceja e intentó aliviar el ambiente.
—¿Cómo vamos a tener un hijo si somos solo amigos? Para eso necesitamos un poco de... —dijo Ethan sonriendo de manera juguetona.
Isabella soltó una risa, aunque su mirada seguía seria.
—Bueno, tal vez deberíamos considerar todas las opciones, ¿no crees?
Ethan se rió, sintiendo que la tensión empezaba a desvanecerse.
—¿Considerar todas las opciones? ¿Te refieres a hacer un plan para salvar a los trabajadores y, de paso, formar una familia?
Isabella asintió, su expresión ahora más ligera.
—Exactamente. Pero primero debemos asegurarnos de que esos trabajadores tengan un ambiente seguro y digno. No podemos permitir que Jonás siga abusando de su poder.
—Es cierto —dijo Ethan, cuyo tono se volvió más serio. —Pero, ¿cómo podemos hacer que eso suceda? No tengo ni idea de por dónde empezar.
Isabella, con una chispa de determinación en los ojos, se volvió hacia Ethan.
—Escucha, si me realizo una inseminación, podría salir embarazada. No renuncies a la herencia, no te des por vencido. Nuestro matrimonio, aunque sea falso y por contrato, puede ser la solución a los problemas de muchos. Podemos mantener esta fachada hasta el final y cumplir con las especificaciones del difunto Walton.
Ethan frunció el ceño, sintiéndose abrumado.
—Agradezco tu apoyo, Isa, pero no puedo sacrificarte así. Tener un hijo es algo serio y mi invalidez me hace sentir inseguro. No quiero que te sientas atrapada en esto.
Isabella tomó su mano y habló suavemente, pero con firmeza:
—Ethan, no estoy atrapada. Estoy aquí porque creo en nosotros. Juntos, podemos afrontar cualquier desafío. Este matrimonio puede suponer una oportunidad para cambiar vidas, incluso las nuestras. No dejes que tus miedos te detengan.
Ethan miró a Isabella, percibiendo cómo su confianza iba calando en él.
—Tienes razón. Tal vez podamos convertir esto en algo positivo, a pesar de las mentiras.
—Somos dos, Ethan, tal vez podamos encontrar la fuerza para enfrentar esta situación que te aturde.
Ethan, con una sonrisa juguetona, miró a Isabella y dijo:
—Bueno, si llegas a salir embarazada, ¡prepárate para una panza enorme! Tendrás que llevarme a todas partes para que la gente vea lo orgulloso que estoy de ti.
Isabella se rió, pero luego, con un tono más serio, respondió:
—Si tanto te incomoda que sea yo la que lleve al bebé, siempre puedo buscar una madre sustituta. No hay problema.
Ethan la miró con cariño y su expresión se suavizó.
—No quiero que llegues a tanto solo por ayudarme, Isa. Además, si decidimos tener un hijo, quiero que seas tú quien esté embarazada de verdad, siendo mi esposa. Eso es lo que realmente importa.
Isabella abrió los ojos como platos, sorprendida por la seriedad de su respuesta.
Ambos se quedaron en silencio por un momento, mirándose con extrañeza. La situación que habían comenzado a planear se había vuelto más compleja de lo que esperaban. Ethan rompió el silencio rascándose la nuca.
—Parece que estamos en un terreno más complicado de lo que pensábamos. Pero, ¿quién diría que un matrimonio de conveniencia podría llevarnos a estas conversaciones sobre bebés y vientres?
Isabella sonrió, a pesar de la confusión, al sentir que, a pesar de todo, había algo especial en la conexión que estaban formando.
—Supongo que la vida tiene una forma curiosa de sorprendernos. Pero, sea lo que sea, estoy aquí contigo, incluso si eso significa llevar una panza enorme.
Ethan se rió, sintiendo que, a pesar de los desafíos, estaban construyendo algo significativo juntos.
—Entonces, ¿estás lista para esta aventura, Isa? Porque parece que apenas estamos comenzando.
*****
Horas más tarde…
Mientras caminaban por las calles del pueblo disfrutando del aire fresco, los habitantes del pueblo les miraban con curiosidad. Sin embargo, la atmósfera cambió abruptamente cuando Isabella hizo contacto visual con Jonás, su exnovio. Un escalofrío le recorrió la espalda al recordar todo lo que había pasado entre ellos, especialmente al enterarse de que él era el responsable de los problemas en la fábrica. Ethan, ajeno a la historia completa, no sabía que Isabella había sido novia de ese cretino antes de aceptar ser su esposa por contrato, no tenía ni idea de que ese hombre era el envidioso y egoísta de Jonás.
—¡Mira quiénes están aquí! La pareja perfecta —gritó Jonás, acercándose con una sonrisa burlona. — ¿Qué tal, Ethan? ¿Sigues necesitando ayuda para caminar? Y tú, Isabella, ¿te sientes orgullosa de estar con alguien que no puede valerse por sí mismo?
Isabella sintió que la rabia le subía por el cuerpo, pero antes de que pudiera responder, Jonás continuó con su ataque.
—No sé qué te pasó, Isa. Te has rebajado a estar con este… inválido. ¿No te das cuenta de lo que has perdido?
Ethan, apretando los puños, intentó mantener la calma, pero la humillación era demasiado grande. Justo en ese momento, Peter, el mejor amigo de Ethan, apareció en escena. Al ver la situación, su rostro se tornó serio.
—¡Eh! ¿Qué te crees, Jonás? No tienes derecho a hablarle así.
Sin previo aviso, Peter se lanzó hacia Jonás y lo golpeó con fuerza en la mandíbula. La multitud se quedó en silencio, sorprendida por la repentina violencia. Jonás, aturdido, se levantó y, con una mirada llena de furia, se volvió hacia Peter.
—¡Estás despedido! No quiero volver a verte en la fábrica.
—¿Despedido? ¿Por defender a un amigo? —Peter replicó, sin retroceder. —Lo que tú haces es humillar a la gente. No eres más que un cobarde.
Isabella miró a Ethan, sintiendo una mezcla de preocupación y gratitud. Aunque la situación se había complicado, sabía que estaban juntos en todo momento. Ethan, con una mirada decidida, tomó la mano de Isabella y le susurró:
—No dejes que te afecte, Isa. Jonás es solo un cobarde.
El ambiente estaba lleno de rabia y frustración mientras la multitud observaba la confrontación. Jonás, aún furioso, se sacudió la sorpresa y se acercó a Peter, dispuesto a continuar la pelea.
—¿Crees que puedes defender a estos perdedores? ¡Eres un tonto! No sabes en qué te estás metiendo —le gritó mientras su mirada destilaba desprecio.
Peter, sin inmutarse, se mantuvo firme. —No se trata de ser un perdedor, Jonás. Se trata de ser un hombre. Y tú, claramente, no lo eres. Solo te dedicas a humillar a los demás para sentirte mejor contigo mismo — respondió, su voz resonando con determinación.
Isabella, sintiendo la adrenalina correr por sus venas, se interpuso entre ellos.
—¡Basta, Jonás! No tienes derecho a hablarle así a Ethan ni a nadie. Tu envidia no te hace más fuerte, solo más pequeño —dijo con una firmeza que sorprendió incluso a Ethan.
Ethan, sintiendo el apoyo de Isabella y de Peter, se sintió más fuerte.
—No necesito tu aprobación, Jonás. Estoy aquí porque quiero estar con Isabella, y eso es lo único que importa —afirmó, y su voz resonó con una confianza renovada.
La multitud comenzó a murmurar, algunos aplaudiendo la valentía de Peter y la determinación de Isabella. Jonás, viendo que su ataque no estaba teniendo el efecto que esperaba, dio un paso atrás y su expresión de arrogancia comenzó a desvanecerse.
—Esto no ha terminado —dijo antes de dar la vuelta y marcharse, dejando atrás un ambiente cargado de tensión.
Peter se volvió hacia Ethan y Isabella con el rostro aún serio, pero con una chispa de orgullo.
—¿Estás bien, amigo? —preguntó, mirando a Ethan con preocupación.
Ethan asintió, con una mezcla de gratitud y alivio.
—Gracias, Peter. No sé qué habría hecho sin ti —le respondió con la voz llena de emoción.
Isabella sonrió, sintiendo que la situación había fortalecido su vínculo.
—Lo que hiciste fue increíble, Peter. Gracias por defendernos —dijo, con una mirada llena de aprecio.
Días después, en medio de la confusión de tantos acontecimientos, Ethan e Isabella se sentaron en el sofá, dejando que la luz del atardecer se filtrase a través de las cortinas. Con determinación y valentía, decidieron que no podían dejar el legado de Walton en manos de Jonás. Habían reflexionado sobre su futuro y, tras consultar con la almohada, tomaron una decisión audaz: Isabella sería la madre subrogada.—¿Estás segura de que quieres hacer esto, Isa? —preguntó Ethan, preocupado. —Es un gran paso, y debemos estar preparados para lo que venga.Isabella lo miró a los ojos con firmeza. —Sí, Ethan. He hecho las pruebas y estoy lista. Quiero que tengamos un hijo y esto es lo que debemos hacer para asegurarnos de que el legado de Walton no se pierda. Además, es nuestro secreto, solo entre nosotros por ahora.Ethan asintió, con una mezcla de emoción y nerviosismo.—Entonces, hagámoslo. Estoy contigo en esto, siempre. No importa lo que pase, seremos padres y lucharemos por nuestro futuro.
Semanas después, Isabella se encontraba sentada junto a Ethan en una banqueta, justo enfrente de la clínica de fertilidad donde habían recibido la noticia que tanto anhelaban: el procedimiento había sido un éxito y ella estaba embarazada de apenas unas semanas. La emoción de la noticia era abrumadora, pero también lo era la ansiedad que sentían al pensar en cómo comunicárselo a sus madres. Aunque estaban casados, su relación era un acuerdo contractual, una fachada que complicaba cualquier conversación sobre el embarazo.Isabella miró a Ethan; su rostro reflejaba una mezcla de alegría y preocupación.—¿Cómo se lo vamos a decir a nuestras madres? No sé cómo van a reaccionar al enterarse de que estoy embarazada y menos aún de que fue a través de un procedimiento in vitro.Ethan suspiró, rascándose la cabeza con nerviosismo.—Lo sé, es complicado. Pero no podemos seguir ocultándolo. Ellas merecen saber la verdad, aunque sea difícil de explicar. Tal vez podríamos decirles que hemos decidid
El pueblo estaba en ebullición. La noticia del embarazo de Isabella había corrido como la pólvora y cada rincón estaba lleno de murmullos y especulaciones. Algunos se preguntaban cómo era posible que un joven en silla de ruedas pudiera embarazar a su mujer, mientras otros celebraban la llegada de un nuevo integrante a la comunidad. En medio de todo este revuelo, Isabella se encontraba en la mansión, recibiendo a su mejor amiga, Lucy, quien había llegado con una mezcla de emoción y curiosidad.—¡Isabella! No puedo creer que estés embarazada. ¡Es increíble! —exclamó Lucy, con los ojos brillantes de entusiasmo. — ¿Cómo sucedió? Tienes que contarme todo, cada detalle.Isabella, abrumada por la situación, sonrió nerviosamente.—Bueno, ya sabes cómo son las cosas. A veces la vida te sorprende —respondió, tratando de desviar la conversación.Lucy frunció el ceño, notando la evasión de su amiga.—Vamos, no seas así. Eres mi mejor amiga y quiero saber cómo pasó. ¿Fue un milagro? ¿Algo planeado
Al día siguiente...Justo cuando Ethan e Isabella estaban en la notaría del pueblo organizando los documentos para la sucesión, el ambiente se volvió inflexible en la mansión. De repente, la puerta se abrió y un hombre de mediana edad, con una sonrisa amplia y un aire despreocupado, entró en la sala. Era Mateo, el hermano de Lisa, al que no había visto en años. Su presencia era como un rayo de sol inesperado, pero para Lisa, esa luz venía acompañada de nubes de incertidumbre.—¡Lisa, mira quién ha venido a hacerte una visita! —exclamó Mateo con un tono jovial que contrastaba con la seriedad del momento. —He escuchado que tu hijo se ha hecho millonario. ¿Y qué mejor que disfrutar de esa fortuna en familia? ¡He dejado California y aquí estoy!Lisa lo miró con aprensión, cruzando los brazos.—Mateo, ¿realmente crees que es apropiado aparecer así de la nada? No me dijiste que venías. ¿Y ahora piensas quedarte aquí sin avisar?Mateo soltó una risa contagiosa, como si la preocupación de su
Los días pasaron como un tren a máxima velocidad. Ethan, por fin, había cobrado la tan anhelada herencia, lo que le había convertido en uno de los hombres más ricos del país y del mundo. En ese momento, se preparaban para ir a Washington D. C., donde se ocuparía del emporio empresarial Walton. Ethan decidió dejarle el mismo nombre que su dueño inicial. Ahora, se encontraba en su avión privado con su madre, Lisa, Elvira, Isabela y su tío, el alocado Mateo, que hablaba más que una radio encendida y tenía muy perturbados a todos durante el viaje.—¿Sabías que el primer avión que voló fue un fracaso total? —dijo Mateo, riendo mientras movía las manos como si estuviera imitando un avión descontrolado.—Sí, tío, y tú seguro que eras el piloto —respondió Ethan con ironía, tratando de calmar la atmósfera tensa.Isabella, visiblemente pálida, se levantó de su asiento y corrió hacia el baño. El embarazo comenzaba a pasarle factura.—¡Isabella! —gritó Elvira, preocupada. — ¿Estás bien?—Solo un
Tras su emotivo discurso, los presentes se conmovieron y, de repente, Ethan les inspiró confianza a todos. Era un ser digno de admirar, ya que, a pesar de sus limitaciones, veía la vida con entusiasmo y determinación. Al terminar, todos se levantaron y lo aplaudieron, demostrando con ese gesto que estaban muy contentos de trabajar junto a él. Era un claro mensaje de apoyo y unidad, y todos se comprometieron a trabajar más duro que nunca para sacar a la empresa adelante, reafirmando su confianza en el nuevo liderazgo de Ethan y su visión de futuro.Al salir de la reunión, Isabella se inclinó y le dio un beso en la mejilla a Ethan, quien sintió un ligero hormigueo que lo desarmó por completo. Con el paso de los días y la convivencia, Ethan no podía evitar que su corazón comenzara a sentir cosas por Isabella, emociones que no podía ignorar. Sin embargo, se esforzaba por mantener la fachada de una amistad cordial, recordando que su matrimonio era solo un contrato y que su relación era, en
Isabella y Ethan llegaron a la clínica para que un obstetra revisara cómo iba su embarazo. Mientras esperaban, Isabella jugaba con Ethan y, riéndose, le dijo:—¡Mira mi pancita! Parece la de una mujer de tres meses, ¿no crees?Ethan, con una sonrisa traviesa, respondió:—¡Claro! Y apuesto a que nuestro bebé ya está pidiendo comida a gritos. ¡Seguro que es un glotón! Si sigue así, voy a tener que esconder la nevera para que no se la acabe toda antes de nacer.Ambos se rieron mientras disfrutaban del momento y de la alegría que traería su futuro hijo.Rápidamente, la enfermera llegó y los condujo a la consulta del doctor, quien, para sorpresa de Isabella y Ethan, era el mismo que había realizado la inseminación artificial. Al entrar, el doctor no pudo evitar sonreír al ver a Ethan en la silla de ruedas.—¡Vaya, señor Thomas! Nunca pensé que vería a un futuro papá tan cómodo en una silla ¿Cómo te estás preparando para el gran día en que nazca su hijo o hija? —bromeó el doctor, con una ch
Al caer la noche, las voces en la cabeza de Isabella comenzaban a recobrar vida y le recordaban que había llegado muy lejos al quedarse embarazada de forma artificial. Ahora llevaba tres embriones gestados en su interior. Se encontraba en el dormitorio con su madre, compartiendo sus miedos e inseguridades.—Mamá, no amo a Ethan y jamás lo haré, eso creo —le confesó, con la voz temblorosa. —Lo quiero como a un hermano, pero no puedo imaginarme teniendo una relación íntima con alguien en silla de ruedas. Eso me resulta impensable.Su madre, Elvira, la miró con una mezcla de preocupación y pragmatismo.—Isabella, debes entender que esto es por el bien de nuestra familia. Ethan tiene millones y esa herencia podría cambiar nuestras vidas. No puedes dejar que tus sentimientos se interpongan en algo así.Isabella suspiró, sintiéndose atrapada. —Pero, mamá, ¿qué hay de mis sentimientos? Aún soy virgen, y esto complica todo. No quiero que mi vida se base en un matrimonio falso y en un contrato