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Capítulo 5. Riña en la fábrica.

Al día siguiente...

Ethan, con el corazón latiendo con fuerza, sintió cómo la indignación se apoderaba de él al escuchar las palabras despectivas de Jonás. Desde su silla de ruedas, observó cómo los empleados, visiblemente intimidados, bajaban la mirada ante las humillaciones del hombre que se creía superior. No podía permitir que esa situación continuara.

Con voz firme, aunque temblorosa, Ethan se dirigió a Jonás:

—¡Basta, Jonás! No tienes derecho a tratar a nadie de esa manera. Tu actitud es repugnante y no refleja el verdadero espíritu de esta empresa. No importa lo que pienses sobre mí, yo soy el que tiene la visión para llevar esto hacia adelante, no tú.

Jonás se giró, sorprendido por la interrupción, y soltó una risa burlona.

—¿Y qué vas a hacer, Ethan? ¿Amenazarme desde tu silla de ruedas? No eres más que un inválido que no puede ni defenderse. La fortuna de mi tío no te da poder aquí.

Peter, preocupado, se acercó a Ethan y le susurró:

—Tranquilo, no vale la pena. No dejes que te provoque.

Ethan, sin embargo, no podía quedarse callado.

—No se trata de mi silla, Jonás. Se trata del respeto. Y tú no lo mereces. Si no puedes tratar a tus compañeros con dignidad, entonces no tienes cabida aquí. La verdadera fuerza no se mide por la capacidad física, sino por el carácter.

La tensión en el aire era palpable, y los demás empleados comenzaron a murmurar, inspirados por la valentía de Ethan. Jonás, al ver que su poder se desmoronaba, frunció el ceño, pero Ethan sabía que había dado un paso importante.

Jonás, con una risa despectiva, se acercó a Ethan, cuyos ojos denotaban desprecio.

—Mira quién se atreve a hablar. ¿Acaso crees que tus palabras van a cambiar algo? Eres solo un inválido en una silla de ruedas y nunca serás el jefe que necesita esta empresa.

Ethan, sintiendo cómo la rabia y la determinación se entrelazaban en su pecho, respondió con calma, pero firmeza:

—Tu risa no oculta tu inseguridad, Jonás. La verdadera debilidad es la que muestras al humillar a los demás. No necesito demostrar nada desde aquí. Mis ideas y mi visión son lo que realmente importa, y tú no eres más que un obstáculo en mi camino.

Jonás, furioso, se acercó aún más, intentando intimidarlo.

—¡Obstáculo! ¡Eres un chiste! No tienes poder aquí y nunca lo tendrás. La fortuna de mi tío no te salvará de la realidad.

En ese momento, Chris, el abogado y mano derecha del difunto Walton, irrumpió en la sala de operaciones. Su presencia era imponente y su mirada, decidida.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó, dirigiéndose a Jonás con una voz autoritaria. —No toleraré este tipo de comportamiento en la empresa.

—Solo estaba bromeando, Chris. Ethan no sabe cómo comportarse aquí —dijo Jonás, sorprendido, intentando defenderse.

Chris, sin perder tiempo, se volvió hacia Ethan.

—¿Estás bien, Ethan? Vamos a salir de aquí. —Luego, dirigiéndose a Jonás, añadió: —Tu comportamiento es inaceptable. Si no puedes tratar a tus compañeros con respeto, no tienes cabida en esta empresa. Considera esto una advertencia.

Ethan, respaldado por Chris, asintió.

—Gracias, Chris. No puedo permitir que esto continúe. Todos merecen ser tratados con dignidad.

Chris, colocando una mano en el hombro de Ethan, lo guió hacia la salida.

—Vamos a hablar a mi oficina. Aquí no hay espacio para la falta de respeto.

Mientras se alejaban, los murmullos de los empleados comenzaron a crecer, inspirados por la valentía de Ethan y la intervención de Chris. Jonás, por su parte, se quedó en silencio, consciente de que su poder se había desvanecido.

*****

Minutos más tarde, el ambiente en la oficina de Chris era tenso pero tranquilo. Chris se sentó frente a Ethan, serio pero comprensivo.

—Ethan, necesito que pienses muy bien sobre el tema de la herencia. La cláusula que el señor Walton incluyó en el contrato es complicada y, si realmente quieres asegurarte de que Jonás no se salga con la suya, deberías considerar tener ese hijo con Isa.

Ethan, con la mirada perdida, se pasó una mano por el cabello.

—Chris, no sé si podré. La idea de un bebé me confunde. ¿Por qué el jefe tuvo que poner esa cláusula? ¿Acaso todos los ricos son iguales? Tal vez Dominique Walton fue tan detestable como su sobrino.

Chris suspiró, comprendiendo la frustración de Ethan.

—No, Ethan, no todos son iguales. No lo conociste como yo. Era un hombre honesto, a pesar de su soledad. Hizo lo que hizo para asegurarse de que su legado se mantuviera intacto. La cláusula puede parecer dura, pero era su forma de proteger lo que había construido.

Ethan frunció el ceño, aún dudoso.

—Pero, ¿por qué forzarme a tener un hijo para conseguir lo que me corresponde por herencia? Eso no parece justo.

—Lo sé, y es complicado. Pero a veces, las decisiones que toman las personas ricas son difíciles de entender. Lo importante es que tú tienes el poder de decidir cómo quieres manejar esto. No dejes que Jonás te intimide. Tienes más control del que crees —respondió Chris, con una mirada alentadora.

Ethan asintió lentamente, sintiendo que, a pesar de la confusión, había una chispa de claridad en las palabras de Chris.

—Gracias, Chris. Necesito tiempo para pensar en todo esto.

Chris asintió, reconociendo la necesidad de Ethan de procesar la situación.

—Tómate el tiempo que necesites. No hay prisa, pero recuerda que cada decisión que tomes ahora puede tener un impacto significativo en tu futuro. No dejes que la presión de Jonás te haga actuar precipitadamente.

Ethan se recostó en su silla, sintiendo el peso de las expectativas sobre sus hombros.

—Es solo que… nunca pensé que mi vida se complicaría de esta manera. Todo esto de la herencia y el bebé... es abrumador.

—Lo entiendo —respondió Chris con suavidad. —A menudo, la vida nos presenta desafíos inesperados. Pero también suponen una oportunidad para que tomes el control de tu destino. Piensa en lo que realmente quieres: ¿es tener un hijo con Isa o dejar la fábrica en manos de Jonás? Es solo una respuesta a la presión que sientes.

Ethan se quedó en silencio, reflexionando sobre las palabras de Chris.

—No estoy seguro. Isa es importante para mí, pero no sé si estoy listo para ser padre. Y la idea de que todo esto esté ligado a una cláusula en un contrato... me parece tan frío.

—Es comprensible —dijo Chris, inclinándose hacia delante. —Lo comprendo, pero recuerda que el amor y la familia van más allá de los contratos. Si decides dar ese paso, asegúrate de que sea por las razones correctas. No dejes que la avaricia o el miedo te guíen.

Ethan asintió, con una mezcla de gratitud y confusión.

—Gracias, Chris. Aprecio tu apoyo. Necesito hablar con Isa y ver cómo se siente al respecto. Tal vez eso me ayude a aclarar mis pensamientos.

—Eso suena como un buen plan —respondió Chris con una sonrisa. —Recuerda, no estás solo en esto. Estoy aquí para ayudarte en lo que necesites.

Con un renovado sentido de determinación, Ethan se aferró a su silla de ruedas.

—Voy a hablar con ella ahora. Gracias de nuevo, Chris. Realmente significa mucho para mí.

—Buena suerte, Ethan. Confía en ti mismo —dijo Chris.

Mientras Ethan se preparaba para salir, Chris lo miró como si quisiera decirle algo más sobre el enigmático señor Dominique Walton, pero las palabras se le atragantaron en la garganta. La tensión en el aire era evidente y Ethan sintió que había algo más en juego, algo que no se atrevía a mencionar. Sin embargo, la confusión y el agobio por el lío de la herencia lo llevaron a tomar una decisión.

—Necesito hablar con Isa —dijo Ethan con voz susurrante, cargada de incertidumbre. —No puedo seguir así, atrapado entre lo que se espera de mí y lo que realmente quiero.

Chris asintió, comprendiendo la lucha interna de su amigo.

—Hazlo. La comunicación es clave. Pero recuerda, no dejes que el miedo te paralice. Habla desde el corazón.

Ethan respiró hondo, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.

—Tienes razón. Es hora de enfrentar esto de frente, Chris. Necesito recoger mis cosas y aclarar las cosas con ella.

—Buena suerte, Ethan. Estoy aquí si me necesitas —respondió Chris, mientras Ethan se dirigía hacia la salida, sintiendo que, aunque el camino era incierto, dar ese paso era lo que realmente necesitaba.

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