Una semana después, Isabella aceptó la propuesta de casarse con Ethan, a pesar de sus dudas iniciales. Aunque entre ellos no había nada romántico, compartían una bonita amistad que, con el carisma y el buen humor de Ethan, logró convencer a la hermosa joven de convertirse en su esposa. El matrimonio se formalizará mediante un contrato para que Ethan pueda cobrar la herencia que le dejó el magnate Dominique Walton. La ceremonia se celebrará en la más estricta clandestinidad, con solo algunos familiares y amigos cercanos presentes, para evitar que se arme un escándalo en el pueblo. El enlace fue discreto y práctico, sin brillo ni ruido, marcado por la decisión de ambos de no armar escándalo.
El juez Copper, con una mirada seria pero amable, se dirigió a los novios en la elegante, pero austera sala de la mansión.
—Isabella Thompson, Ethan Thomas, están aquí para formalizar su unión. Antes de proceder, debo hacerles algunas preguntas de rigor.
Isabella, nerviosa, apretó la mano de Ethan. El juez continuó:
—Isabella, ¿aceptas a Ethan Thomas como tu legítimo esposo, prometiendo serle fiel en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, y a no separarte de él hasta que la muerte los separe?
—Sí, lo acepto —respondió Isabella, con una mezcla de emoción y nerviosismo.
El juez asintió y luego se volvió hacia Ethan.
—Ethan, ¿aceptas a Isabella Thompson como tu legítima esposa, y te comprometes a serle fiel en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, y a no separarte de ella hasta que la muerte los separe?
Ethan sonrió, mostrando de nuevo su carisma, incluso en un momento tan formal.
—Sí, la acepto —dijo con firmeza.
—Perfecto. Con estas respuestas, están listos para proceder con la ceremonia. Que esta unión les traiga lo que buscan.
Con las últimas palabras del juez resonando en la sala, ambos se miraron, incrédulos e indecisos, pero una risa nerviosa les salió al reflexionar sobre la osadía de casarse por una herencia. Ethan, en su silla de ruedas, accionó el botón con gracia y extendió su brazo hacia Isabella. Ella, con una mezcla de emoción y determinación, tomó su mano y se dijo a sí misma que ya no había vuelta atrás: estaban casados.
—¿Puedes creer que hemos hecho esto? —preguntó Isabella, riendo suavemente mientras miraba a Ethan.
—Es una locura, ¿verdad? —preguntó Ethan, sonriendo con su característico carisma. —Pero, ¿quién puede resistirse a una buena aventura?
Isabella asintió, sintiendo que, a pesar de lo inusual de la situación, había algo emocionante en este nuevo capítulo de sus vidas.
—Bueno, supongo que ahora somos un equipo, ¿no?
—Así es —dijo Ethan, apretando suavemente su mano. —Y estoy seguro de que juntos podemos enfrentar cualquier cosa que venga.
Con esas palabras llenas de compromiso y fraternidad, Isabella y Ethan se sintieron listos para formar una dupla que no solo se apoyaría mutuamente, sino que también se dedicaría a ayudar a los demás. Isabella, ahora esposa de un magnate especial, se encontraba ante un nuevo mundo lleno de desafíos y oportunidades. Ethan, un joven carismático que se desplazaba en silla de ruedas, no solo debía hacer frente a retos que superaban los de la mayoría, sino que también poseía una determinación y una visión que inspiraban a quienes lo rodeaban.
La vida con Ethan prometía ser un completo desafío, pero también una aventura emocionante. Isabella sabía que estar casada con un hombre tan atractivo y talentoso, a pesar de su discapacidad, traería consigo momentos de alegría y también dificultades.
*****
Horas más tarde…
En el jardín de la majestuosa mansión, Isabella y Ethan se sentaron en un banco de madera, rodeados de flores vibrantes y del suave murmullo de una fuente cercana. La tarde era cálida y el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos dorados y anaranjados. Mientras las risas y los murmullos de las empleadas y las madres de ambos resonaban desde la cocina, Isabella miró a su alrededor, sintiendo una mezcla de asombro y nostalgia.
—Es impresionante, ¿verdad? —comentó Ethan, observando la belleza del lugar. —Nunca imaginé que terminaría aquí, en esta mansión, con una vida tan... diferente.
Isabella sonrió, aunque su mirada era un poco distante.
—Sí, es increíble. Pero a veces me pregunto si realmente pertenezco a este mundo. Todo se siente tan... nuevo.
Ethan la miró con curiosidad. —¿Te arrepientes de haberte casado conmigo? Sabes que lo hice por la herencia, ¿verdad? No quiero que sientas que esto es una carga.
—No, no es eso —respondió Isabella rápidamente, sintiendo que debía aclarar sus sentimientos. —Me alegra haberte ayudado. Eres mi amigo y siempre querré lo mejor para ti. Pero... no puedo evitar sentir que esto es un paso demasiado grande.
Ethan asintió, comprendiendo su perspectiva.
—Lo sé. Para mí, esto es un nuevo comienzo. Pero también es un desafío. A veces me pregunto si alguna vez podré ser el tipo de esposo que una mujer merezca.
Isabella lo miró, sorprendida por su sinceridad.
—Ethan, no tienes que ser perfecto. Solo tienes que ser tú mismo. Y eso es suficiente para cualquier mujer.
—Gracias, Isabella. Tu apoyo significa mucho. Pero, ¿y si el amor nunca llega? —preguntó Ethan, con voz llena de incertidumbre.
—Quizás el amor se construya con el tiempo —sugirió Isabella, y Ethan sintió una chispa de esperanza y sonrió, sintiendo un alivio en su corazón.
—Tienes razón, el tiempo lo dirá…
De repente, Elvira y Lisa aparecieron en el jardín con una hermosa mesa decorada con manteles de lino blanco y una variedad de deliciosos platos que habían preparado con esmero. La suave brisa acariciaba sus rostros mientras colocaban la cena. Aunque ambas se sentían algo extrañas ante esa situación tan inusual, decidieron acatar las decisiones de sus hijos con la esperanza de que, de alguna manera, todo saliera bien.
Elvira, la madre de Isabella, miró a su hija y a Ethan con una mezcla de orgullo y preocupación. Aunque la unión de sus hijos había sido más un acuerdo que un romance, en el fondo anhelaba que el amor floreciera entre ellos. Para ella, lo más importante era la felicidad de Isabella y no podía evitar sentir que, a pesar de las circunstancias, había algo especial en la conexión que compartían.
Por su parte, Lisa, la madre de Ethan, observaba con atención a su hijo y a su nueva esposa. Había criado a Ethan sola, enfrentándose a innumerables adversidades, y había aprendido a valorar cada pequeño triunfo. La invalidez de Ethan nunca había sido un obstáculo para ella; al contrario, había sido una fuente de fortaleza y resiliencia. Agradecía profundamente que Elvira no viera a su hijo como un impedimento, sino como un hombre con un corazón noble y un espíritu indomable.
Mientras ambas madres servían la cena, intercambiaron miradas cómplices, como si compartieran un secreto silencioso. Las dos deseaban que sus hijos se enamoraran y encontraran en esa unión algo más que una simple convivencia.
—Espero que les guste lo que hemos preparado —dijo Elvira, rompiendo el silencio, mientras colocaba un plato de pasta en el centro de la mesa. —Hemos preparado tu plato favorito, Isabella.
—Y no nos olvidemos del postre —añadió Lisa con una sonrisa. —Un pastel de chocolate que Ethan siempre ha amado. Es un pequeño recordatorio de que la vida puede ser dulce, incluso en los momentos difíciles.
Isabella y Ethan se miraron y sintieron el apoyo de sus madres a su alrededor. La cena se convirtió en un momento de unión, risas y anécdotas compartidas, mientras el sol se ocultaba lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de colores cálidos. En ese instante, ambos jóvenes comenzaron a darse cuenta de que, aunque el amor aún no había llegado, había algo valioso que compartían entre ellos.
Días después...Llega de visita Chris Davis, el abogado, algo nervioso y visiblemente preocupado. De inmediato, saluda a Ethan:—¡Ethan! Es un placer volver a verte. La mansión está impresionante, como siempre.—Gracias, Chris. Siempre es un gusto tenerte aquí. Isa está arriba terminando algunos detalles para nuestra reunión. ¿Te gustaría algo de beber mientras esperas?—Un vaso de agua estaría perfecto, gracias. (Mira a su alrededor) La decoración de la casa ha cambiado un poco desde la última vez que estuve aquí. Me gusta mucho el nuevo estilo.—Sí, decidimos darle un toque más moderno. Isa tiene un gran ojo para el diseño. Estoy seguro de que te encantará también lo que ha hecho en el jardín.Ethan y Chris entran en el ascensor. El ambiente es tranquilo, pero Chris parece pensativo. Al ver la expresión de Chris, Ethan le pregunta rápidamente:—Oye, parece que tienes algo en mente. ¿Todo bien?—Sí, solo un par de cosas que me preocupan. Pero lo hablaré en la reunión.—Entiendo. Espe
Al día siguiente...Ethan, con el corazón latiendo con fuerza, sintió cómo la indignación se apoderaba de él al escuchar las palabras despectivas de Jonás. Desde su silla de ruedas, observó cómo los empleados, visiblemente intimidados, bajaban la mirada ante las humillaciones del hombre que se creía superior. No podía permitir que esa situación continuara.Con voz firme, aunque temblorosa, Ethan se dirigió a Jonás:—¡Basta, Jonás! No tienes derecho a tratar a nadie de esa manera. Tu actitud es repugnante y no refleja el verdadero espíritu de esta empresa. No importa lo que pienses sobre mí, yo soy el que tiene la visión para llevar esto hacia adelante, no tú.Jonás se giró, sorprendido por la interrupción, y soltó una risa burlona.—¿Y qué vas a hacer, Ethan? ¿Amenazarme desde tu silla de ruedas? No eres más que un inválido que no puede ni defenderse. La fortuna de mi tío no te da poder aquí.Peter, preocupado, se acercó a Ethan y le susurró:—Tranquilo, no vale la pena. No dejes que
Al llegar a casa, Ethan encontró a Isabella mirando por la ventana, perdida en sus pensamientos. Accionó el mando de su silla con un suave movimiento y se dirigió hacia ella. Cuando sus miradas se cruzaron, Isabella le ofreció una suave sonrisa que Ethan recibió con serenidad.—Isa —comenzó Ethan, con la voz cargada de emociones. —Hoy, en la fábrica, Jonás… fue horrible. Me humilló delante de todos. Pero lo que más me dolió fue cómo trató a los trabajadores mayores. Son personas que aún necesitan ese trabajo y él se aprovecha de ellos solo porque son mano de obra barata.Isa frunció el ceño, su expresión cambiando a una de preocupación.—Eso es inaceptable, Ethan. Nadie debería ser tratado así, especialmente aquellos que han dedicado su vida al trabajo. ¿Qué piensas hacer al respecto?Ethan suspiró, sintiendo la frustración burbujear dentro de él.—No estoy seguro. Quiero hacer algo, pero no sé si tengo poder para cambiarlo. Siento que estoy atrapado en un sistema que no respeta a las
Días después, en medio de la confusión de tantos acontecimientos, Ethan e Isabella se sentaron en el sofá, dejando que la luz del atardecer se filtrase a través de las cortinas. Con determinación y valentía, decidieron que no podían dejar el legado de Walton en manos de Jonás. Habían reflexionado sobre su futuro y, tras consultar con la almohada, tomaron una decisión audaz: Isabella sería la madre subrogada.—¿Estás segura de que quieres hacer esto, Isa? —preguntó Ethan, preocupado. —Es un gran paso, y debemos estar preparados para lo que venga.Isabella lo miró a los ojos con firmeza. —Sí, Ethan. He hecho las pruebas y estoy lista. Quiero que tengamos un hijo y esto es lo que debemos hacer para asegurarnos de que el legado de Walton no se pierda. Además, es nuestro secreto, solo entre nosotros por ahora.Ethan asintió, con una mezcla de emoción y nerviosismo.—Entonces, hagámoslo. Estoy contigo en esto, siempre. No importa lo que pase, seremos padres y lucharemos por nuestro futuro.
Semanas después, Isabella se encontraba sentada junto a Ethan en una banqueta, justo enfrente de la clínica de fertilidad donde habían recibido la noticia que tanto anhelaban: el procedimiento había sido un éxito y ella estaba embarazada de apenas unas semanas. La emoción de la noticia era abrumadora, pero también lo era la ansiedad que sentían al pensar en cómo comunicárselo a sus madres. Aunque estaban casados, su relación era un acuerdo contractual, una fachada que complicaba cualquier conversación sobre el embarazo.Isabella miró a Ethan; su rostro reflejaba una mezcla de alegría y preocupación.—¿Cómo se lo vamos a decir a nuestras madres? No sé cómo van a reaccionar al enterarse de que estoy embarazada y menos aún de que fue a través de un procedimiento in vitro.Ethan suspiró, rascándose la cabeza con nerviosismo.—Lo sé, es complicado. Pero no podemos seguir ocultándolo. Ellas merecen saber la verdad, aunque sea difícil de explicar. Tal vez podríamos decirles que hemos decidid
El pueblo estaba en ebullición. La noticia del embarazo de Isabella había corrido como la pólvora y cada rincón estaba lleno de murmullos y especulaciones. Algunos se preguntaban cómo era posible que un joven en silla de ruedas pudiera embarazar a su mujer, mientras otros celebraban la llegada de un nuevo integrante a la comunidad. En medio de todo este revuelo, Isabella se encontraba en la mansión, recibiendo a su mejor amiga, Lucy, quien había llegado con una mezcla de emoción y curiosidad.—¡Isabella! No puedo creer que estés embarazada. ¡Es increíble! —exclamó Lucy, con los ojos brillantes de entusiasmo. — ¿Cómo sucedió? Tienes que contarme todo, cada detalle.Isabella, abrumada por la situación, sonrió nerviosamente.—Bueno, ya sabes cómo son las cosas. A veces la vida te sorprende —respondió, tratando de desviar la conversación.Lucy frunció el ceño, notando la evasión de su amiga.—Vamos, no seas así. Eres mi mejor amiga y quiero saber cómo pasó. ¿Fue un milagro? ¿Algo planeado
Al día siguiente...Justo cuando Ethan e Isabella estaban en la notaría del pueblo organizando los documentos para la sucesión, el ambiente se volvió inflexible en la mansión. De repente, la puerta se abrió y un hombre de mediana edad, con una sonrisa amplia y un aire despreocupado, entró en la sala. Era Mateo, el hermano de Lisa, al que no había visto en años. Su presencia era como un rayo de sol inesperado, pero para Lisa, esa luz venía acompañada de nubes de incertidumbre.—¡Lisa, mira quién ha venido a hacerte una visita! —exclamó Mateo con un tono jovial que contrastaba con la seriedad del momento. —He escuchado que tu hijo se ha hecho millonario. ¿Y qué mejor que disfrutar de esa fortuna en familia? ¡He dejado California y aquí estoy!Lisa lo miró con aprensión, cruzando los brazos.—Mateo, ¿realmente crees que es apropiado aparecer así de la nada? No me dijiste que venías. ¿Y ahora piensas quedarte aquí sin avisar?Mateo soltó una risa contagiosa, como si la preocupación de su
Los días pasaron como un tren a máxima velocidad. Ethan, por fin, había cobrado la tan anhelada herencia, lo que le había convertido en uno de los hombres más ricos del país y del mundo. En ese momento, se preparaban para ir a Washington D. C., donde se ocuparía del emporio empresarial Walton. Ethan decidió dejarle el mismo nombre que su dueño inicial. Ahora, se encontraba en su avión privado con su madre, Lisa, Elvira, Isabela y su tío, el alocado Mateo, que hablaba más que una radio encendida y tenía muy perturbados a todos durante el viaje.—¿Sabías que el primer avión que voló fue un fracaso total? —dijo Mateo, riendo mientras movía las manos como si estuviera imitando un avión descontrolado.—Sí, tío, y tú seguro que eras el piloto —respondió Ethan con ironía, tratando de calmar la atmósfera tensa.Isabella, visiblemente pálida, se levantó de su asiento y corrió hacia el baño. El embarazo comenzaba a pasarle factura.—¡Isabella! —gritó Elvira, preocupada. — ¿Estás bien?—Solo un