RELATA ANTÓN
Al llegar a casa encuentro a mi tía en un colapso de nerviosismo, aprieto mis puños con mucha fuerza y los golpeo contra la pared. Verla así me duele en el alma, quisiera hacer algo para quitarle ese dolor, sanar sus heridas, pero no puedo.
Juro que no descansaré hasta encontrar a ese maldito que le hizo esto. Voy a encontrar al desgraciado que destruyó la vida de mi tía y la mía, y cuando lo encuentre, haré que desee estar muerto.
—Ya pasó tía.
—No ha pasado Antón, no va a pasar nunca, no hasta que Mario esté muerto. Mientras ese hombre viva, no podré estar en paz.
—Te juro que lo encontraré y lo mataré. A él y a toda su descendencia lo haré pagar con creces estos años de augurios que hemos tenido.
Le aseguro mientras le acaricio los cabellos. Es la promesa que siempre le hago, pero hasta ahora no puedo cumplir.
Me quedo junto a ella hasta que se duerme.
Desde aquella noche, cuando mis padres y abuelos murieron en manos de Mario Vargas, mi tía Inma ha luchado para mantenerse viva y no dejarme solo.
En aquel tiroteo que ese miserable desató, una bala rosó su oído lo que le provocó daño irreversible. Cuando llegan los dolores fuertes, ni el medicamento le ayuda. No puedo sentirlos, pero puedo imaginarlos, ya que llega el punto hasta donde grita por ellos. Agregar que vive nerviosa porque teme que ese infeliz regrese a terminar lo que no terminó.
He buscado a Mario Vargas hasta por debajo de las piedras, pero se esconde como una rata de alcantarilla. Pero así me lleve la vida entera, no descansaré hasta encontrarlo, y cuando lo encuentre, lo haré pagar por haber matado a mis padres y mis abuelos.
Él y su puta descendencia desearán no haber nacido. Cualquier engendro que haya traído al mundo, también pagará las consecuencias de sus actos.
Una vez que mi tía se duerme, salgo de la habitación y voy a la mía, porque ya no pienso regresar a la oficina. Queda demasiado lejos como para volver.
Mientras retiro mi camisa, mi móvil suena. Al ver de quien se trata, ruedo los ojos y contesto.
—¿Por qué me llama?
—Solo quería decirle que la reunión fue un éxito.
—No vuelva a llamar si no le autorizo —rujo y cuelgo.
Parece que la niña salió muy inteligente. Al principio me pareció algo hueca de la cabeza, pero con esto me ha demostrado que es toda una experta, a pesar de la edad que tiene.
….
Aquella noche salgo con mis amigos a tomarme unas copas. Mientras estamos en los amplios sillones de cuero, mantengo la mente posada en aquella mujer del tubo, una de las tantas mujeres exclusivas para nosotros. Baja de la tarima y viene a mí, se sienta sobre mis piernas e intenta besarme, no obstante giro el rostro y bebo de la copa.
Dándole una nalgada en esos glúteos rellenos de silicona, le envío de regreso a la tarima, para que continúe bailando para nosotros. Pasada la media noche le llevo al hotel y la poseo como un león hambriento.
Tras regarme dentro del condón, amarro este y lo lanzo a la basura. Agarro mis prendas para irme, pero ella empieza a acariciar mis hombros y me pide que me quede a pasar la noche.
Nunca lo he hecho, y jamás lo haré. Estás mujeres solo son para pasar el rato, no para dormir con ellas. Además, que no quiero darles esperanzas, porque yo nunca voy a amarlas, no hasta que haya ejecutado mi venganza.
…
Los meses han pasado y la nueva secretaria ha cumplido con todas mis expectativas. Aunque no tiene un alto nivel de estudio, es muy eficiente. Su inglés es muy avanzado, hasta podría jurar que toda su vida lo ha hablado. Con eso me ha ayudado a cerrar varios negocios con los gringos, porque expandirme hacia el norte es mi objetivo.
Estoy convencido que ese miserable se refundió en Estados Unidos, y para buscarlo ahí, debo llevar mi negocio hasta ahí y hacerlo crecer como lo hice en México.
Debo decirles que vengo del sur, un país muy pequeño llamado Ecuador, donde mis padres y abuelos eran dueños de una gran hacienda y una pasteurizadora, la cual se encarga de elaborar distintos lácteos que exportamos a nivel nacional e internacional.
Me encuentro en la oficina, revisando algunos pendientes, cuando escucho una discusión provenir de la parte externa. Levanto la mirada para ver quienes discuten, al ver aquella rubia, enarco una ceja. He pasado una semana fuera de México, por lo que no he ido al centro nocturno, y es por esa razón que aquella rubia está aquí.
RELATA DAYANA.
Me levanto a detener aquella mujer que se dirige a la oficina de mi jefe.
—¡Buenos días! ¿En qué puedo ayudarle?
—En nada, iré a ver a mi novio —dice de camino a la puerta.
—Disculpe, primero tengo que avisarle a mi jefe —me pongo al frente, evitando que dé un paso más.
Ella me miró con un destello de odio en sus ojos.
—Tu jefe es mi novio, y por tal razón yo soy tu jefa.
Sintiendo algo extraño en mi pecho, digo.
—Puede ser la novia del mismo presidente de la república, pero no puedo dejarla pasar sin la autorización de mi jefe.
—¡Quién te crees que eres, gata igualada!
—Nadie. No me creo nadie, solo cumplo con mi trabajo.
Suelto un suspiro cuando escucho su voz.
—Está bien, déjele pasar.
Le miro y asiento. Me abro para darle paso a esa rubia oxigenada y voy a mi escritorio a concentrarme en mis labores, pero no puedo. Es sumamente incomodo ver a mi jefe con una mujer. No sé qué me pasa, pero algo dentro de mí duele, porque él está con esa mujer. Sé que solo es mi jefe, no tendría por qué sentir celos, pero lo tenía. Definitivamente necesitaba un novio con urgencia, para dejar de pensar en mi jefe hacerme ideas tontas con él.
No quiero alzar la mirada porque supongo está follando en la oficina, sin embargo, mis ojos no pueden mantenerse firmes en el papel de mi escritorio, si no que tienen que levantarse y posarse justamente en la pareja detrás de ese enorme ventanal.
Siento luces de pirotecnias explotar en mi vientre cuando mi mirada se encuentra con la suya. De la misma forma una mano grande apretar mi corazón al verlo besarse con esa mujer.
…
Al día siguiente la ciudad está sobre agua. Del cielo cae un torrencial aguacero que provoca un frío intenso en mi cuerpo. No hay ni rastro de sol, ni pareciera que sus rayos nos calentarán hoy. Las nubes han opacado el cielo, sin permitir que los rayos del sol lleguen a tierra.
Salgo del edificio de mi departamento para tomar un taxi, ya que lo más probable es que si voy en autobús, llegaré tarde y si llego tarde, me ganaría una regañada de mi hermoso y serio jefe.
—Señorita, Dayana suba.
Escucho mi nombre y giro el rostro en esa dirección. Es Damm: la mano derecha de Antón, el hombre es muy mayor, parece pasar los setenta años. Nunca había visto que alguien tan mayor fuera la mano derecha, guardaespaldas y más, de una persona tan importante. Supongo que lo ha acompañado desde que era un niño, por ello le tiene cariño.
Pienso dos veces antes de aceptar esa invitación. Pero al ver el clima y el frio que hace, procedo a aceptar. Cuando la puerta de la limosina se abre, me encuentro con mi jefe. Al hacer contacto con sus ojos, siento un flechazo en el corazón.
Le saludo nerviosa, y él me devuelve el saludo como cada día. A mí no me ha negado el saludo desde que trabajo para él. Siempre se ha portado indiferente, pero responde a cualquier pregunta o saludo que le haga.
Apenas la puerta se cierra, se apaga la luz y nos quedamos en oscuras. Él cierra los ojos y deja reposar su cabeza en la cabecera del asiento. A pesar de lo oscuro que está, puedo ver su rostro. Me quedo detallando sus hermosas facciones y enamorándome cada vez más de ellas.
Me quedo mirándole fijamente, tanto que no estoy sujetada de los asientos y cuando la limosina frena, me voy hacia adelante. Él abre los ojos, pregunta si me encuentro bien, y me ayuda a incorporar.
Su toque me estremece, levanto la mirada y la conecto con la suya. Joder, huele tan rico, es más atractivo de cerca que de lo que veo a metros.
Ambos nos perdemos en la mirada, él me sonríe de medio lado, sin darme cuenta he acercado mi rostro demasiado al suyo.
Cierro los ojos al momento que mis labios hacen contacto con sus labios. Siento como sus dedos se entierran por debajo de mis cabellos y de un roce de labios, pasa a un beso ferviente, de esos que hasta la lengua invade la boca. Le doy paso a esta, intensificando el beso, el cual me deja sin aliento.
Nos alejamos cuando escuchamos a Damm hablar por teléfono, y luego decir.
—Llegamos Antón.
Lentamente, con los ojos cerrados me aparto de él. Al abrirlos conecto mi mirada con la suya.
—Perdón —pido y me bajo de prisa.
Quiero desaparecer y que la tierra me trague por lo que acababa de hacer. Carajo, lo acababa de besar, a mi jefe. No a cualquier persona, era mi jefe. Como fui a besarlo, ¡oh Dios! Lo que se avecina es grabe, seguro exigirá mi renuncia, porque tiene novia, y es un hombre que no le gustan las ofrecidas, es lo que han dicho mis compañeros.
Voy perdida en esos pensamientos, que incluso me alcanza, pasa por mi lado junto a Damm, entra al ascensor y se queda de espaldas, como no queriendo verme. Llena de vergüenza me voy por las escaleras.
Seguramente cree que soy una ofrecida, que anda loca por él. Y lo estoy, solo que no quería que él lo supiera, pero después de ese beso, estoy segura que creé eso y mucho más.
RELATA ANTÓN.Suspiro al verla salir, quiero detenerla, pero desisto. Pues no sé qué me pasa. Estoy perdiendo el control, escucho un fuerte latir en mis oídos, el cual no me deja escuchar lo que Damm me dice.—Antón, hay algo importante que debe saber.—Vamos a la oficina.Ingreso y la encuentro antes de llegar al ascensor. Me quedo de espaldas al ingresar porque no puedo mirar su cara después de haberla besado. No quiero expresar en mi rostro algo que pueda confundirla.Cuando la veo irse a través del espejo del ascensor, le indico a Damm presione el botón de subir. Llegando a la oficina poso la mirada en su asiento vacío. Suelto un suspiro y sigo hasta mi asiento. Acomodándome en este y arreglando mi traje, pregunto.—Qué es eso importante que tienes para decirme.—Tenemos una pista.—¿Que pista? —Hay una hija de él viviendo en esta ciudad.—¿Dónde está esa perra para apretarle el cuello hasta que me lleve al malnacido de su padre? —inquiero con la sangre hirviendo en mis venas.—A
RELATA DAYANA—Me sentí mareada —miento, no voy a decirle que recibí un correo de mi padre amenazándome, porque estoy segura que es él, él y nadie más que él.—Mujer ¿no estarás embarazada? —Imposible —digo porque apenas ayer empecé a tener relaciones, y fue con Antón, el hombre que amo, pero eso Rous no lo sabe. Rous se va a su asiento apenas ve a Antón llegar. Este me lleva a su oficina como cada día, pero en esta vez, no quiere trabajar, lo sé porque baja las cortinas del ventanal, seguido viene a mí, me besa con fervor y me arrima al escritorio.—Antón, aquí no—¿Por qué?—Rous nos puede ver y escuchar.—Nadie nos verá, menos escuchará. Ya llegaran por Rous para hacer algo fuera de aquí.En ese momento escucho a Rous irse, mientras tanto Antón alza mi falda, rueda mi panti, seguido rueda el cierre de su pantalón, mirándome con lujuria lo coloca en mi entrada. Sus manos atrapan mis nalgas y desde ahí me apega a él. Suelto un grito al momento que su erecto y tibio miembro me trasp
POV DE DAYANA.Llego a la oficina con gafas, al verme, Rous se acerca y cuestiona el motivo que me llevó a usar gafas este día.—Tengo una infección en los ojos.—¡Oh! Debes cuidarte, eso es muy peligroso, deberías pedir permiso unos días, porque el computador es muy dañino.—Intentaré cuidarme —le aseguro con una sonrisa mientras veo la rubia salir del ascensor. La misma rubia de hace meses atrás.Nuevamente intenta pasar, no obstante, la detengo —¿Tiene alguna cita?—Siempre tengo citas con él, querida —me hace a un lado y pasa. Me giro para detenerla antes de que entre, pero Antón desde el escritorio me hace seña que la deje pasar.La garganta me empieza a burbujear, los ojos se me nublan a tal punto que siento la tibia lágrima rodar por mi mejilla, caen más cuando la veo sentarse en el escritorio, y a Antón deslizar sus manos por aquellos muslos desnudos, pues la mujer solo viste una minifalda y una blusa muy descotada.Me he quedado ahí, parada como una estatua, observando cada mo
POV DE BIANCAAl abrir los ojos me doy cuenta que Antón no ha dormido en la habitación. inhalando profundo me levanto, me doy una ducha y me preparo para salir.Al momento que me dirijo a la salida, dos hombres me siguen.—Tenemos ordenes de seguirle donde vaya.—No necesito que me sigan —Lo siento señora, pero estamos cumpliendo con nuestro trabajo.Suspiro profundo y continúo mi camino, veo que Antón cumplió lo que dijo. Aunque al ver los rostros de estos hombres, recuerdo haberlos visto antes. Creo que desde hace mucho me andaban siguiendo los pasos, supongo que pensaba que en algún momento me encontraría con mi padre. Pero se quedará con las ganas, porque encontrarme con mi padre, es algo que nunca haré.…Han pasado dos semanas desde que me enteré de que el odio que Antón siente por mí, es por lo que mi padre le hizo en el pasado. Dos semanas presenciando, soportando como esa rubia llega a la oficina y se encierra con mi esposo. Dos semanas donde las televisoras me muestran imáge
Suelto un suspiro al momento que llegamos. El chofer nos abre la puerta. El primero en bajar es él, seguido extiende su mano para ayudarme a bajar, a continuación, me obliga a engancharme de su hombro.Se que lo hace por aparentar ante la sociedad que es un caballero y que trata a su secretaria como alguien muy importante en su familia. Pero muy en el fondo está deseando soltarme para que sus amantes no piensen que aquí hay algo más que una simple labor de trabajo.Todas las cámaras son enfocadas en nosotros. Las miradas de todos los ahí presentes se detuvieron en mi persona. Es la primera vez que paso por la alfombra con él, me he negado a hacerlo en otras ocasiones porque no quería que mi padre supiera donde estoy. Pero ahora ya no me importa nada, lo único que deseo es que me encuentre, y acabe conmigo.—Bienvenido, señor Montalvo. Es un placer tenerlo aquí, a usted y su acompañante, que por cierto es muy hermosa.Agradezco a los caballeros por los halagos, el corazón se me hace tri
POV DE BIANCA.Suelto un suspiro u me giro para quedar frente a frente con ella. Al tenerla de cerca se puede notar la gran capa de maquillaje que cubre su rostro.—Solo eres una simple secretaria que usara y desechara cuando se canse —acomoda su cabello y sonríe satisfecha, pero su sonrisa se esfuma cuando Freddy se acerca y aclara.—Te equivocas, Dayi no es una simple secretaria —quiero evitar que continúe hablando, no obstante, Freddy me detiene. Temo que confiese lo que en verdad soy para Antón. Esa mujer parece no saber nada sobre mi relación con Antón, y si él me ha negado delante de ella, es porque es muy importante para él. Si se entera de que en verdad soy la esposa, seguramente discutirán, Antón se enojará por esto.—Freddy, por favor, no lo…—Ella es la esposa de Antón. Dayana y Antón están casados desde ya hace meses — La expresión de esa mujer cambia por completo, y yo siento terror de lo que pueda pasar. No se porque siento tanto miedo. —Mientes, Antón ni si quiera carg
POV DE BIANCA.El doctor Mikel se dirige a la habitación de Inma para revisarla. Yo plancho mi vestido con las manos y procedo a salir Para reunirme con mi amiga.Mientras camino, los guardaespaldas me siguen en el coche. He decidido caminar por medio del bosque, porque la brisa fresca de los árboles me encanta.Al recordar que tengo una cita con Cristi subo al coche y me dirijo al sitio acordado. Al llegar le veo ansiosa observando el reloj.—¿Por qué demoraste tanto? No me digas que tuviste que esperar que el idiota ese saliera.—No, el salió muy temprano. Tardé fue porque me entretuve con el doctor Mikel…—No deberías preocuparte por esa mujer, por lo que me cuentas, es alguien que no te quiere. No sé cómo soportas vivir con esas dos personas que no hacen otra cosa que mostrarte desagrado —suspira y bebe de su vaso.—Lo sé, pero no deja de angustiarme esa mujer, más cuando llegan sus pesadillas y con ello los dolores. Siento mucha tristeza.—Mejor ten pena de ti, Dayi, porque estás
POV DE BIANCA.Por la mañana cubro las ojeras con algo de maquillaje, porque me veo como una china, con ojos muy pequeños y unos parpados muy grandes.Tras salir de casa me dirijo al hospital del doctor Mikel. Espero sentada en las sillas mientras llega mi turno. Al salir me observa con los ojos achicados, retira sus lentes y se acerca.—¿Por qué no me avisaste que estabas aquí? No debiste esperar.—Suelo respetar los turnos de cada quien, doctor —no me gusta ir por la vida ganando los lugares de los demás, sin merecerlo.—¡Que buena chica!Me hace pasar, ahí dentro me pide que me siente, mientras anota algunas cosas, solicita retire las gafas.—¿Por qué cargas gafas de sol?—Tengo una infección en los ojos.—¿En serio? Déjame ver —niego, pero él se levanta y retira mis gafas, pues es doctor y ante una infección no me dejará ir sin revisarme —¿Has llorado? —bajo la mirada ante su pregunta—. Porque esa hinchazón no es de infección, eso es de haber llorado días enteros.—No he llorado.