POV DE DAYANA.
Me encontraba en la ciudad de los Ángeles, caminando hacia el altar, con los ojos empañados de lágrimas y un dolor profundo en el corazón. Los motivos, no quería casarme porque ni siquiera conocía a mi esposo, jamás lo había visto, solo sabía que mi padre perdió todo en el casino, y que ese amable caballero pagó su deuda a cambio de mí. Y aquí iba, directo al hombre que me aceptó por parte del pago.
Divisé la imagen parada frente a el sacerdote, pero no logré ver su rostro, pues estaba de espaldas a mí. A medio camino me detuve, dejé caer el ramo.
—Bianca ¡no te atrevas! —gritó mi padre, quien se encontraba cerca del altar, pues no quise que me entregara al altar, porque estaba siendo forzada a casarme, y él era el responsable. Pero nada de lo que dijo me detuvo, lo único que quería era escapar, por ello agarré los ruedos del vestido y salí corriendo, tomé el taxi que pasaba y le pedí que acelerara.
Como cargaba mi pasaporte debajo de mi vestido, supliqué a ese hombre me llevará a la estación de trenes. Al dejarme en la estación le pagué con una cadena que mi futuro esposo había enviado antes de la boda.
Aquel amable hombre me regaló las monedas que había hecho en todo el día. Agradecí por ello y corrí hacía el interior. Compré el primer pasaje que me dejará en la frontera de México, ya ahí contactaría con un coyote para que me ayudara a pasar, usando una identidad falsa.
Al entrar, me senté en el rincón más alejado y lloré, lloré porque no entendía como un padre podía vender a su propia hija, sin ningún remordimiento, todo para continuar manteniendo su estatus social o salvar su propia vida.
Por eso escapé, porque a él no le importaba lo que sucediera conmigo. Si estaba lejos o cerca le daba exactamente igual. A mí tampoco debía preocuparme su estatus, menos su miserable deuda.
Varias personas me miraban extrañadas por el vestido de novia que llevaba puesto, pero nada de eso me importaba ya que lo único que deseaba era estar lejos de las personas que decían ser mis padres y me estaban lanzando a los brazos de un hombre que no amo.
DÍAS DESPUÉS.
Me encuentro parada frente al espejo, dándole los últimos retoques a mi rostro. Hoy tengo una entrevista de trabajo en una de las empresas más grande de este país.
Escapar de mi ciudad natal me obligó a cambiar de nombre, solo con una identidad falsa mi padre no podrá encontrarme. Ahora me llamó Dayana Bracamonte, y mi vida empieza a tener un cambio diferente. La gente de este país me ha acogido de buena manera.
Estando lista salgo de casa, tomo un taxi y me dirijo a dicha empresa. Al bajar observó el alto edificio y me persigno. Espero que todo me vaya bien.
Soltando un suspiro camino en dirección a recepción. Aquella mujer me mira de arriba hasta abajo haciéndome sentir como un bicho raro.
—¡Buenos días! —digo con amabilidad—. Tengo una entrevista a las…
—¿Para secretaria del CEO?
—Si.
Ella sonríe, ladea la cabeza y murmura entre diente. “Pobre, la compadezco”.
—¿Disculpe? ¿Qué dijo?
—Nada querida. Solo decía que te deseo la mejor de las suertes —es como una frase muy larga para el movimiento de labios que hizo. Achico los ojos mientras ella me pide—. Dame tus datos —le doy los datos y me indica donde ir. Subo hasta el último piso lo cual me pone nerviosa ya que las alturas me dan pavor. Trato de calmarme mientras espero que el elevador llegue hasta el piso indicado. Cuando al fin se detiene camino hacia una hermosa mujer que se encuentra tras ese escritorio.
—¡Buenos días!
—¿En qué puedo ayudarte? —Pregunta sin despegar la mirada del computador.
—Tengo una entrevista de trabajo a las ocho de la mañana.
—No me digas ¿Aplicaste para secretaria del CEO?
—Si ¿Es muy duro el trabajo?
Otra que sonríe disimuladamente.
–El trabajo no es complicado. El complicado es—… se queda en silencio cuando las puertas del elevador se abren. Le veo tragar grueso y saluda a quien acaba de llegar.
—¡Buenos días, señor Antón! —Giro mi cuerpo lentamente para ver a quien saluda. Cuando mis ojos hacen contacto con los suyos siento un destello en mi rostro. El hombre que acaba de entrar es un adonis del universo, un completo Dios griego que pone a latir mi corazón con solo una mirada y hace elevar mi estomago con su fragante aroma. Inconscientemente lamo mis labios al verlo más de cerca.
Aquellos ojos verdes profundo se apartan de mí. Pasa de largo y no responde al saludo de su empleada. Y me giró para seguir observando su porte alto, espalda ancha y puedo decir que un rico trasero. definitivamente es una perfecta escultura tallado por los mismos dioses.
Cuando llega a la puerta se detiene, sin regresar a ver pregunta.
—¿Llegó la nueva secretaria?
—Si señor, es ella —me indica esperando que se dé la vuelta, sin embargo, el tipo no lo hace.
—Bien —dice con esa voz gruesa y encantadora—. Encárgate de enseñarle todo, lo primordial, que salude cuando ingreso. Después de eso que ingrese a mi oficina —dicho eso cierra la puerta.
Todos los pensamientos hermosos que tenía hacia él se me van. Me siento molesta, puesto que pide que me enseñen a saludar, cuando él no lo hace. ¿Quién se cree? Es el jefe, pero un humano como yo, también debería tomar clases de saludo. Digo para mí misma.
—¿Aun quieres el trabajo? —Pregunta
—¡Claro! No puedo dejar pasar esta oportunidad, necesito trabajar— ¿Por qué no lo querría? ¿Por lo que dijo el estirado del que supongo será mi jefe? Esos son detalles que puedo soportar, pero el hambre, ese si que no podré soportarlo.
—Bien, esto es un reto enorme el cual debes llevar a diario. Como vez, es un príncipe por fuera, pero un ogro por dentro, mejor dicho, el mismo demonio.
—Reto es mi segundo nombre —Le respondo y ella sonríe.
—Bienvenida entonces. Soy Rosa, pero puedes llamarme Rous, me encanta así —Asiento con la cabeza y continúa explicándome paso a paso lo que tengo que hacer—. Ahora ve, salúdalo así no responda, es mejor ser educado que mal educado como él.
—Bien, así lo haré.
Voy hacia su oficina, toco la puerta y se escucha su gruesa voz.
—Adelante —inhalando profundo ingreso.
—Buenos días, señor Antón Montalvo. Soy Dayana...
—No he preguntado su nombre y tampoco lo quiero saber, ya mi equipo se encargó de investigarla, así que, al grano —dice sin mirarme.
—¿Al grano? ¿De qué grano me habla, señor? —Levanta la mirada impactándome con esos ojos verdes, tan verdes como las praderas, los cuales me dejan anonada, sembrada sin poder articular palabras.
Me pongo nerviosa por su mirada intensa, seguido forma una sonrisa de mueca lo que le hace ver más divino, y podría decir, que es la sonrisa más hermosa que he visto.
—¿Porque está aquí?
—Eh, porque… porque usted me dijo que ingresara.
—¿Y para que debía ingresar?
—A realizarme la entrevista…
—Si entra a mi oficina, es porque ya está contratada.
—Entonces, supongo que debo empezar a trabajar.
—No suponga y empiece a trabajar, porque si está aquí es para eso ¿No? —me mira de forma retadora —¿Que espera para sentarse y tomar dato de lo que le voy a decir?
—Si, sí. Ahora mismo.
Me siento muy nerviosa, acomodo mi falda y saco la tableta. Él aún continúa mirándome, y eso me provoca más nervios.
—¿Es su primer trabajo? —Asiento reteniendo el aire—. Tranquila, no soy un ogro con las que recién empiezan, pero si se pasan de mensa, sí que conocerá ese ogro de los que todos hablan —así que sabe que le llaman ogro. Tan divino que es para que lo apoden de esa forma. Tengo el esfero en mis labios y se me sale un suspiro. Reacciono y musito.
—Lo siento, es que nunca he trabajado—acabo de cumplir los dieciocho años.
—Ahórrese las excusas y aprenda, porque si aplicó, es porque sabe a lo que se atenía, ¿cierto?
—Si señor, solo debo...
No me deja hablar y continúo hablando él.
El momento en la oficina es incómodo, pues este hombre habla solo mirando a los ojos y de la misma forma quiere que yo lo haga. Me llama la atención en repetidas ocasiones por no mirarlo a los ojos. Carajo, que no se da cuenta que si lo miro a los ojos me pierdo en lo verde de ellos y no escucho lo que dice.
—Es todo por hoy, retírese.
Se gira en la silla, quedando de lado, se concentra en la laptop. Antes de mover sus dedos me mira sobre el hombro. Yo estoy anonada, observando su hermoso perfil, aquella mandíbula que se mueve debajo de su piel—. ¿No escuchó?
—Si, solo que—vuelve la mirada al computador y procedo a levantarme.
Al salir logro tranquilizarme. Me acomodo en el escritorio que pertenece a secretaria y me acomodo a realizar lo que me pidió. Solo una enorme ventana de vidrio nos separa.
Paso toda la mañana revisando correos y aprendiéndome números telefónicos, en hora de almuerzo salí con la chica que me atendió, me presentó a sus demás compañeras y pasamos un almuerzo agradable. Por la tarde pasé aprendiéndome códigos y tantas cosas. De vez en cuando la mirada me llevaba a él, que hombre más hermoso y sexy, musito para mí misma.
Se me escapan más de un suspiro mientras laboro.
Dejo de mirarle por unos minutos. Cuando vuelvo a levantar la mirada, se encuentra parado a mi lado.
—Acompáñeme —dice y se va.
Camina hacia el elevador mientras yo agarro mi cartera. Una vez que la tengo en mis manos corro tras él, como un perrito faldero voy detrás.
Sostiene la puerta del elevador hasta que entro. Estando dentro el ambiente se vuelve más tenso, es como si la atmósfera se vuelve pesada que no puedo respirar con normalidad. Me siento super calurosa, y con tremendo bombón al lado cualquiera ¿no?
Mientras descendemos, su móvil suena, observa el número y contesta inmediatamente.
—¿Dime Damm? —Lo que sea que le dice el tal Damm lo preocupa, porque su rostro se vuelve pálido —Voy para allá— tras colgar la llamada posa su mirada en mí—. Tengo una reunión muy importante en la que esperan por mí —mira el reloj de mano—. En una hora, debo reunirme con unos gringos —levanta sus largas y arqueadas pestaña y dice—. No podré ir, así que irá usted. Le adjuntaré el archivo sobre que se trata para que pueda repasarlo mientras se dirige al lugar.
—Pero…
—¿Tiene algún problema en asistir? Según su currículo, su inglés es perfecto, por eso se la contrató. ¿O nada de lo dicho en su hoja de vida era verdad?
—Claro que lo es, señor —le sonrió forzadamente—. Mi inglés es muy bueno.
—Entonces, no le veo el problema que vaya sola.
—No, no tengo problema. Yo puedo…
Al llegar a la salida detiene un taxi y me invita a subir, antes de que este arranque dice.
—De esta reunión depende su continuidad.
— ¿Ya no tenía el trabajo?
—Bien dice, lo tenía, ahora está en usted, continuarlo manteniendo —Sin esperar respuesta le indica al taxista que arranque. Suspiro cuando lo veo alejarse.
Al desaparecer de mi vista recuerdo lo que debo hacer, saco la tableta y me pongo a repasar lo que me ha enviado. Tengo que quedarme, porque sería sumamente vergonzoso que me echaran el primer día del trabajo.
Antes de ingresar al restaurante, me persigno y rezo a la virgen de Guadalupe. Se dice que ella concede muchos milagros en este país, espero que me lo conceda a mí, porque sí que necesito el trabajo.
RELATA ANTÓN Al llegar a casa encuentro a mi tía en un colapso de nerviosismo, aprieto mis puños con mucha fuerza y los golpeo contra la pared. Verla así me duele en el alma, quisiera hacer algo para quitarle ese dolor, sanar sus heridas, pero no puedo.Juro que no descansaré hasta encontrar a ese maldito que le hizo esto. Voy a encontrar al desgraciado que destruyó la vida de mi tía y la mía, y cuando lo encuentre, haré que desee estar muerto.—Ya pasó tía. —No ha pasado Antón, no va a pasar nunca, no hasta que Mario esté muerto. Mientras ese hombre viva, no podré estar en paz.—Te juro que lo encontraré y lo mataré. A él y a toda su descendencia lo haré pagar con creces estos años de augurios que hemos tenido.Le aseguro mientras le acaricio los cabellos. Es la promesa que siempre le hago, pero hasta ahora no puedo cumplir.Me quedo junto a ella hasta que se duerme.Desde aquella noche, cuando mis padres y abuelos murieron en manos de Mario Vargas, mi tía Inma ha luchado para mant
RELATA ANTÓN.Suspiro al verla salir, quiero detenerla, pero desisto. Pues no sé qué me pasa. Estoy perdiendo el control, escucho un fuerte latir en mis oídos, el cual no me deja escuchar lo que Damm me dice.—Antón, hay algo importante que debe saber.—Vamos a la oficina.Ingreso y la encuentro antes de llegar al ascensor. Me quedo de espaldas al ingresar porque no puedo mirar su cara después de haberla besado. No quiero expresar en mi rostro algo que pueda confundirla.Cuando la veo irse a través del espejo del ascensor, le indico a Damm presione el botón de subir. Llegando a la oficina poso la mirada en su asiento vacío. Suelto un suspiro y sigo hasta mi asiento. Acomodándome en este y arreglando mi traje, pregunto.—Qué es eso importante que tienes para decirme.—Tenemos una pista.—¿Que pista? —Hay una hija de él viviendo en esta ciudad.—¿Dónde está esa perra para apretarle el cuello hasta que me lleve al malnacido de su padre? —inquiero con la sangre hirviendo en mis venas.—A
RELATA DAYANA—Me sentí mareada —miento, no voy a decirle que recibí un correo de mi padre amenazándome, porque estoy segura que es él, él y nadie más que él.—Mujer ¿no estarás embarazada? —Imposible —digo porque apenas ayer empecé a tener relaciones, y fue con Antón, el hombre que amo, pero eso Rous no lo sabe. Rous se va a su asiento apenas ve a Antón llegar. Este me lleva a su oficina como cada día, pero en esta vez, no quiere trabajar, lo sé porque baja las cortinas del ventanal, seguido viene a mí, me besa con fervor y me arrima al escritorio.—Antón, aquí no—¿Por qué?—Rous nos puede ver y escuchar.—Nadie nos verá, menos escuchará. Ya llegaran por Rous para hacer algo fuera de aquí.En ese momento escucho a Rous irse, mientras tanto Antón alza mi falda, rueda mi panti, seguido rueda el cierre de su pantalón, mirándome con lujuria lo coloca en mi entrada. Sus manos atrapan mis nalgas y desde ahí me apega a él. Suelto un grito al momento que su erecto y tibio miembro me trasp
POV DE DAYANA.Llego a la oficina con gafas, al verme, Rous se acerca y cuestiona el motivo que me llevó a usar gafas este día.—Tengo una infección en los ojos.—¡Oh! Debes cuidarte, eso es muy peligroso, deberías pedir permiso unos días, porque el computador es muy dañino.—Intentaré cuidarme —le aseguro con una sonrisa mientras veo la rubia salir del ascensor. La misma rubia de hace meses atrás.Nuevamente intenta pasar, no obstante, la detengo —¿Tiene alguna cita?—Siempre tengo citas con él, querida —me hace a un lado y pasa. Me giro para detenerla antes de que entre, pero Antón desde el escritorio me hace seña que la deje pasar.La garganta me empieza a burbujear, los ojos se me nublan a tal punto que siento la tibia lágrima rodar por mi mejilla, caen más cuando la veo sentarse en el escritorio, y a Antón deslizar sus manos por aquellos muslos desnudos, pues la mujer solo viste una minifalda y una blusa muy descotada.Me he quedado ahí, parada como una estatua, observando cada mo
POV DE BIANCAAl abrir los ojos me doy cuenta que Antón no ha dormido en la habitación. inhalando profundo me levanto, me doy una ducha y me preparo para salir.Al momento que me dirijo a la salida, dos hombres me siguen.—Tenemos ordenes de seguirle donde vaya.—No necesito que me sigan —Lo siento señora, pero estamos cumpliendo con nuestro trabajo.Suspiro profundo y continúo mi camino, veo que Antón cumplió lo que dijo. Aunque al ver los rostros de estos hombres, recuerdo haberlos visto antes. Creo que desde hace mucho me andaban siguiendo los pasos, supongo que pensaba que en algún momento me encontraría con mi padre. Pero se quedará con las ganas, porque encontrarme con mi padre, es algo que nunca haré.…Han pasado dos semanas desde que me enteré de que el odio que Antón siente por mí, es por lo que mi padre le hizo en el pasado. Dos semanas presenciando, soportando como esa rubia llega a la oficina y se encierra con mi esposo. Dos semanas donde las televisoras me muestran imáge
Suelto un suspiro al momento que llegamos. El chofer nos abre la puerta. El primero en bajar es él, seguido extiende su mano para ayudarme a bajar, a continuación, me obliga a engancharme de su hombro.Se que lo hace por aparentar ante la sociedad que es un caballero y que trata a su secretaria como alguien muy importante en su familia. Pero muy en el fondo está deseando soltarme para que sus amantes no piensen que aquí hay algo más que una simple labor de trabajo.Todas las cámaras son enfocadas en nosotros. Las miradas de todos los ahí presentes se detuvieron en mi persona. Es la primera vez que paso por la alfombra con él, me he negado a hacerlo en otras ocasiones porque no quería que mi padre supiera donde estoy. Pero ahora ya no me importa nada, lo único que deseo es que me encuentre, y acabe conmigo.—Bienvenido, señor Montalvo. Es un placer tenerlo aquí, a usted y su acompañante, que por cierto es muy hermosa.Agradezco a los caballeros por los halagos, el corazón se me hace tri
POV DE BIANCA.Suelto un suspiro u me giro para quedar frente a frente con ella. Al tenerla de cerca se puede notar la gran capa de maquillaje que cubre su rostro.—Solo eres una simple secretaria que usara y desechara cuando se canse —acomoda su cabello y sonríe satisfecha, pero su sonrisa se esfuma cuando Freddy se acerca y aclara.—Te equivocas, Dayi no es una simple secretaria —quiero evitar que continúe hablando, no obstante, Freddy me detiene. Temo que confiese lo que en verdad soy para Antón. Esa mujer parece no saber nada sobre mi relación con Antón, y si él me ha negado delante de ella, es porque es muy importante para él. Si se entera de que en verdad soy la esposa, seguramente discutirán, Antón se enojará por esto.—Freddy, por favor, no lo…—Ella es la esposa de Antón. Dayana y Antón están casados desde ya hace meses — La expresión de esa mujer cambia por completo, y yo siento terror de lo que pueda pasar. No se porque siento tanto miedo. —Mientes, Antón ni si quiera carg
POV DE BIANCA.El doctor Mikel se dirige a la habitación de Inma para revisarla. Yo plancho mi vestido con las manos y procedo a salir Para reunirme con mi amiga.Mientras camino, los guardaespaldas me siguen en el coche. He decidido caminar por medio del bosque, porque la brisa fresca de los árboles me encanta.Al recordar que tengo una cita con Cristi subo al coche y me dirijo al sitio acordado. Al llegar le veo ansiosa observando el reloj.—¿Por qué demoraste tanto? No me digas que tuviste que esperar que el idiota ese saliera.—No, el salió muy temprano. Tardé fue porque me entretuve con el doctor Mikel…—No deberías preocuparte por esa mujer, por lo que me cuentas, es alguien que no te quiere. No sé cómo soportas vivir con esas dos personas que no hacen otra cosa que mostrarte desagrado —suspira y bebe de su vaso.—Lo sé, pero no deja de angustiarme esa mujer, más cuando llegan sus pesadillas y con ello los dolores. Siento mucha tristeza.—Mejor ten pena de ti, Dayi, porque estás