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Conociendo a los amigos.

RELATA DAYANA

Me sentí mareada —miento, no voy a decirle que recibí un correo de mi padre amenazándome, porque estoy segura que es él, él y nadie más que él.

—Mujer ¿no estarás embarazada? 

—Imposible —digo porque apenas ayer empecé a tener relaciones, y fue con Antón, el hombre que amo, pero eso Rous no lo sabe.  

Rous se va a su asiento apenas ve a Antón llegar. Este me lleva a su oficina como cada día, pero en esta vez, no quiere trabajar, lo sé porque baja las cortinas del ventanal, seguido viene a mí, me besa con fervor y me arrima al escritorio.

—Antón, aquí no

—¿Por qué?

—Rous nos puede ver y escuchar.

—Nadie nos verá, menos escuchará. Ya llegaran por Rous para hacer algo fuera de aquí.

En ese momento escucho a Rous irse, mientras tanto Antón alza mi falda, rueda mi panti, seguido rueda el cierre de su pantalón, mirándome con lujuria lo coloca en mi entrada. Sus manos atrapan mis nalgas y desde ahí me apega a él. Suelto un grito al momento que su erecto y tibio miembro me traspasa.

—¡Oh, Dios! —desata los botones de mi blusa con rapidez, la rueda hasta dejarla en mis codos, se come mi cuello con primicia, procede a rodar mi sostén, dejando mis senos descubiertos, y se prende de ambos logrando que jadeé fuertemente.

Antón procede a lanzar todo al suelo, hace que me recueste por completo en el escritorio, dejando mi cadera fuera de este, para embestirme con furor.

Da fuertes envestidas mientras aprieta mis senos, su mirada lujuriosa y cargada de deseo hace que me excite más. Gruñe cuando se riega dentro de mí, dejando hasta la última gota de su esperma.

Cuando ha terminado, se aleja y con respiración agitado tira unos billetes sobre el escritorio y demanda—. Compra pastillas.

Entra al baño. Sale cuando ya estoy acomodada la blusa, procedo a ingresar a su baño, arreglar bien mi ropa y cabello.

Salí de la oficina con mucha vergüenza, es indebido acostarse con el jefe en su oficina, pero no si es tu novio. Suspiro y sonrío. Al recordar a mi padre la sonrisa se me borra. Sé que no va a descansar hasta encontrarme, ya me envió un mensaje por correo, no sé cómo supo mi correo, pero tengo miedo que ya sepa mi dirección.  

Pasa un mes dónde mi relación con Antón va de maravilla, es un hombre muy apasionado en la cama, otras veces rudo y salvaje, pero me encanta, pues es su forma de ser, y lo amo tal cual es.

En el trascurso de este mes Antón me propone matrimonio. Acepto casarme porque lo amo y no quiero estar ni un día más lejos de él.

Antes de la boda le cuento que tengo un nombre falso, se rehúsa a escucharme. Sale del departamento furioso, sin dejarme explicarle las razones que me llevó a cambiarme de nombre.

Después de unos días vuelve, le quiero contar porque me cambié de nombre, y me pide que no hable de aquel engaño. Que deje las cosas como están. Asegura no importarle los motivos que tuve para contraer matrimonio. Ahora estoy parada junto a él, a unos minutos de convertirme en su esposa.

La boda se realizará en su país Natal.

RELATA ANTÓN

Todo está saliendo como lo tenía planeado, después de convertirla en mi esposa, le mostraré mi verdadera cara. Ahora ella creé que me tiene a sus pies, que se ha ganado mi corazón, pero no se imagina que lo único que siento por ella es odio y desprecio. Mientras sea mi esposa, llorara lágrimas de sangre, deseara morir porque haré su vida una miseria.

—Firma aquí Antón —me indica el juez. Tomo el lápiz y firmo, una vez que lo hago la miro, me acerco y le doy un beso. Ella sonríe ampliamente creyendo que, ya soy todo suyo.

Aparto la mirada de ella y la poso en mis amigos, Freddy está muy enojado por lo que estoy haciendo. No podía casarme sin hacerle conocer mis planes. Se lo dije recién hace un momento, y le prohibí que dijera algo.

Porque según él, Dayi, o mejor dicho Bianca es una buena persona y no tiene culpa de lo que su padre hizo. Pero culpable o no, esté involucrada con su padre o no esté, para mí basta que lleve la sangre Vargas, para ser mi enemiga.

Mi tía sonríe, viene a felicitarme, pues ella está de acuerdo con lo que voy a hacer. Ambos pensamos que tanto Mario como su hija deben sufrir en carne propia lo que sufrimos nosotros después de que asesinaron a nuestros familiares.

—¿No vas a felicitarme? —Le pregunto a Freddy 

—Sabes lo que opino de todo esto.

Lo dice sobre bajo, mirando que nadie escuche.

—Es la única manera de que Mario me dé la cara.

—Amigo, entiendo que quieras encontrar a ese hombre y hacerle pagar por lo que le hizo a tu familia.

—¿Pagar? Voy a matarlo —le aseguro.

Se queda en trance por un momento.

—Yo solo te aconsejo que no lastimes a Dayi…

—Bianca, se llama Bianca Vargas.

—Como sea, ella es una buena muchacha…

—¿Buena? —sonrío y la miro. Se encuentra con mi tía. Al momento que su mirada se conecta con la mía, sus ojos brillan.

—Si, para mí Dayana es buena persona.

—¡Que no se llama Dayana! Su verdadero nombre es Bianca Vargas ¿Quieres que te lo vuelva a repetir?

—Como se llame, el caso es que no me parece una mala persona. Incluso podría jurar que escapa de él

—¿Qué te hace pensar eso? ¿por qué se cambió el nombre? Eso solo es una estrategia para que yo caiga en sus garras.

—Ya veo que nada te va hacer cambiar de parecer. Solo espero Antón, que no cometas una injusticia con quien no apretó el gatillo —mira a Judy, le da la mano y se despide—. Me voy a descansar.

—Bien, lárgate, pero no te atrevas a contarle algo ¡porque haré de tu carrera una miseria!

—¡Gracias querido amigo! —sin decir más, se va.

POV DE DAYANA. 

Después de la boda esperaba un matrimonio lleno de amor, sin embargo, mi Antón cambio. La noche de bodas no llegó a dormir, me envió a casa con su tía y se quedó con sus amigos. Lo esperé toda la noche sentada en la cama, entre ratos me dormía y volvía a sentarme, y así pasé hasta que amaneció.

Al día siguiente entró en la habitación, mantenía un rostro de cansancio ¿Será que estuvo trabajando toda la noche? Pero ¿Por qué trabajaría ahora si acabamos de casarnos? Ahora mismo deberíamos estar abordando el avión para irnos de luna de miel.

—Amor, ¿Dónde estuviste?

—¿En verdad quieres saber dónde estuve? —se acerca a mí, mirándome con frialdad. Apenas bajo la mirada, puedo ver los moretones en su cuello, como tenía la camisa algo descubierta, pude notarlos. En ese momento quise morir de dolor, porque eso era señal de que había pasado con una mujer en nuestra noche de bodas. Las lágrimas empezaron a caer como gotas grandes en invierno —¿Qué pasa? ¿Ya lo notaste?

—¿Por qué me haces esto, Antón?

—Por qué no eres lo suficientemente mujer para mí! Eres una m*****a mentirosa que quiso verme la cara de imbécil, que pensó que podía engañarme toda la vida —agarró mi rostro entre sus manos y ejerció presión—. Pero resulta que no soy el estúpido que pensabas —dijo y me deje caer sobre la cama, aquellas palabras golpearon mi corazón. Nunca me había hablado así, ¿por qué esperó a casarnos para cambiar? ¿Qué le pasaba?

—Antón ¿Por qué dices esas cosas? Yo nunca he pensado eso de ti ¿Por qué actúas así? ¿Por qué me engañas a noche de nuestra boda?

—¿Quieres que te vuelva a repetir? —mirándome con desdén acota—. Porque eres tan simple y antipática, un poco cosa para mí. No eres la mujer que merezca llevar el apellido Montalvo.

Cada palabra suya me hiera como navaja afilada contando en filetes mi corazón.

—Entonces ¿por qué te casaste conmigo? 

—Te aseguro que por amor no fue.

—¿No me amas? —pregunto con una sofocación en el corazón, como si un gorila me estuviera apretando este musculo—. Pero me juraste amor, dijiste que me amas, fuiste tú el que quiso casarse tan proto, por Dios Antón, dime que esto es una broma, dime que esto es pintura —intento limpiar su cuello, pero no sale, y eso me produce más dolor, porque significa que son reales, que anoche mientras lo esperaba, él estaba con otra mujer.

—Todo lo que te dije, era mentira. Jamás te he amado, menos podría amarte, eso grávatelo en la cabeza.

—¿Por qué Antón? ¿Por qué? Dame una razón con tu actitud

Mis lágrimas se desbordaron dejando una marca en las mejillas, mis ojos estaban irritados porque no cesaban de llorar. 

—Ya, deja de victimizarte, sabes perfectamente el motivo —gruñó con fastidio—. Mejor vístete, que volveremos a México y seguirás siendo mi puta… secretaria.

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