POV DE DAYANA.
Llego a la oficina con gafas, al verme, Rous se acerca y cuestiona el motivo que me llevó a usar gafas este día.
—Tengo una infección en los ojos.
—¡Oh! Debes cuidarte, eso es muy peligroso, deberías pedir permiso unos días, porque el computador es muy dañino.
—Intentaré cuidarme —le aseguro con una sonrisa mientras veo la rubia salir del ascensor. La misma rubia de hace meses atrás.
Nuevamente intenta pasar, no obstante, la detengo —¿Tiene alguna cita?
—Siempre tengo citas con él, querida —me hace a un lado y pasa. Me giro para detenerla antes de que entre, pero Antón desde el escritorio me hace seña que la deje pasar.
La garganta me empieza a burbujear, los ojos se me nublan a tal punto que siento la tibia lágrima rodar por mi mejilla, caen más cuando la veo sentarse en el escritorio, y a Antón deslizar sus manos por aquellos muslos desnudos, pues la mujer solo viste una minifalda y una blusa muy descotada.
Me he quedado ahí, parada como una estatua, observando cada movimiento de ellos dos. Al ver que lo estaba mirando, se levanta y se acerca al ventanal. Con una sonrisa baja las cortinas.
En ese momento quiero tirarme al suelo, llorar como cuan niña perdida en la plaza, gritar como una loca desquiciada cuando le arrebatan su peluche. Llevo mi mano al vientre cuando los gemidos de aquella rubia se hacen escandalosos. Tengo que sostenerme de la pared para no caer en ese momento.
Siento el toque delicado de Rous y contengo las demás lágrimas.
—Te dije que él solo quería llevarte a la cama y nada más —reprocha de camino al baño. Se dio cuenta hace semanas de que estaba maravillada con Antón, incluso una vez me encontró saliendo de la oficina toda despeinada.
—Me dijo que me amaba, él hasta me propuso matrimonio. Rous… yo me case con él —explico entre llantos.
—¿En serio? —está sorprendida, porque nadie de la oficina fue invitado, menos sabían de nuestra relación, además, nos casamos en su país, con pocas personas, por no decir, solo empleados de la hacienda y conocidos suyos, con la única familia que tenía —Pero, si eres su esposa ¿por qué te hace esto?
—No lo sé, yo también quisiera saberlo porque después de la boda se volvió tan cruel conmigo. Es como si me odiara, como si yo fuera su enemiga —me abrazo a ella, lloro con fuerzas, porque no puedo reprimir más esto que me quema y mata por dentro. Limpio las lágrimas cuando escucho el celular, sonar, contesto de inmediato porque es él.
—¿Dónde estás? ¿por qué no estás en tu puesto de trabajo? —gruñe. Sin decir más, corta.
—Debemos volver —le digo a Rous mientras enjuago mi rostro, seguido me coloco las gafas.
—¿Nos está llamando? —Asiento y nos encaminamos a nuestros puestos de trabajo. Al llegar lo encuentro parado justo al lado de mi escritorio con el rostro carmesí y mirada fría.
—Te espero en mi oficina —se va y yo lo sigo.
Al cerrar la puerta suspiro profundo, saco mis gafas y lo miro directo a los ojos. En sus labios esconde una sonrisa, la cual es señal de que disfruta mi dolor.
—Quiero que te vayas a casa y descanses, no te vez nada bien. Tu imagen da mucho que desear en la empresa.
—¿Por qué? —inquiero al posar las manos en el escritorio. No puedo articular más palabras porque una bola se forma en mi garganta y las lágrimas empiezan a desbordarse como lluvia en invierno.
—¡Retírate! —no dice más y se concentra en el computador —No pienso discutir en esta oficina contigo.
—¡Pero si coges!
—Con todas mis putas he cogido aquí! — Cada insulto suyo es una navaja afilada directa al corazón. Ladeo la cabeza y salgo de su oficina reprimiendo las lágrimas. Estando fuera llamo a Cristi mi amiga, al escucharme mal me pide que vaya a verla. En pocos minutos ya me encuentro frente a su casa
—Dayi que tienes ¿por qué estás así? —no puedo hablar, no puedo dejar de llorar, es que duele, duele tanto —¿Cuéntame qué pasó? ¿tu papá te encontró?
—No —niego, porque si hubiera sido eso, podría haberlo soportado y no me habría afectado tanto como esto, porque ya sabría lo que me sucedería, pero esto, esto no me lo esperaba.
—Dayi, ¡por Dios!, ¿qué fue lo que pasó para que estés así de destruida?
—¡Antón me engaño! ¡Me engañó la noche de bodas! ¡me engañó en la oficina frente a mis narices! ¡Soy una burra, Cristi! ¡una estúpida que no tiene el valor de hacerse respetar! ¡quiero morir! ¡quiero morir Cristi!
Luego de llorar a mares en sus hombros, me lleva a su cama, me recuesta y se queda a cuidarme. No sé que tiempo habré dormido, pero despierto cuando el sol ya se ha ocultado.
—¿Dónde vas? —me pregunta al verme salir acelerada.
—A mi casa.
—Pero Dayi, ¿vas a regresar después de lo que ese idiota te hizo?
—Es mi esposo Cristi, tengo que volver, hablar con él, que me explique porque está actuando de esta forma. Él no era así cuando éramos novios, tú lo conociste, su manera de actuar era distinta.
—No puedo creerlo, pensé eras una mujer inteligente. Es visto que ese imbécil solo quiso burlarse de ti. Porque es un narcisista.
Cristi me recriminó hasta el cansancio que no regresara, pero yo lo hice, yo necesitaba hablar con Antón. Al llegar a casa lo encuentro en la sala con su tía, normal, sin ninguna preocupación, como si haberme perdido toda la tarde no le hubiera importado.
Inma se va, dejándome sola con él. A ella tampoco le agrado, desde que la conozco, siempre ha mostrado indiferencia por mí.
—¿Dónde estuviste toda la tarde?
—Estaba con Cristina
—¿Qué? ¿Ya le fuiste con chisme a tu amiguita?
—Necesitaba desahogarme, sacar todo este dolor que me has causado, Antón. Necesitaba que mi amiga me aconsejara...
—Ningún consejo te va a liberar de tu purgatorio. Nada ni nadie te alejará de mí ¿Comprendes? Y mejor vete despidiendo de tu amiguita, porque de ahora en adelante no la volverás a ver.
—No puedes prohibirme que vea a Cristi…
—Claro que puedo, y desde mañana empezarás a estar vigilada. Donde vayas, el chofer te acompañará.
Estaba por irse, pero lo detengo. Se suelta de mi agarre con un movimiento de brazo, y me fulmina con la mirada, como si yo fuera su peor enemigo.
—Antón, quiero saber ¿por qué te cásate conmigo?
Curvando los labios en una sonrisa siniestra, dice.
—Está bien, en vista de que sigues haciéndote la mojigata que desconoces el asunto te lo diré. Te suena el nombre ¿Mario Vargas? —llevo la mano a mi pecho—. O, mejor dicho: Bianca Vargas —me quedo en trance…
—Co… ¿Cómo lo descubriste?
—Llevo tras los pasos de ese malnacido desde hace años… cualquiera que cambie de identidad cerca de la frontera para pasar a México, es investigado, más si se apellida Vargas. Pensaste que ibas a poder engañarme, que ibas a destruirme, pero la destruida fuiste tú, y espérate, que esto solo es el comienzo, la guerra apenas empieza.
—Gue… guerra ¿De qué guerra me hablas?
—¡Eres estúpida o te haces! sabes bien de que te hablo, y las razones que te trajeron aquí.
—¡Pues no sé! —estallo, porque no se de lo que me está hablando.
—¿Quieres que te recuerde que eres la hija de Mario Vargas? ¡Él maldito que asesino a mis padres y abuelos! – Antón se para en frente y me habla con tanto odio, en su mirada solo se refleja desprecio.
Sacudo la cabeza, negando que lo que está pensando que me atrajo aquí no es como lo imagina. Pero las malditas palabras no me salen. Me lleno de ira al saber que solo me usó, que me está lastimando por lo que dice que mi padre hizo.
—¿Me estás diciendo que me usaste para una venganza?
—Has sido tan eficiente como mi secretaria, que ahora siendo mi esposa estás perdiendo los atributos, y te estás haciendo burra —me empuja desde la frente con su dedo— ¡Es obvio! ¿no?
Tengo ambas manos sosteniendo mi vientre, porque aquí dentro duele demasiado.
—¿Nunca me amaste? ¿Es lo que me estás diciendo? ¿Que todo fue una m*****a venganza?
—¡Si! —ruge encolerizado—. Se que eres la hija de ese maldito asesino, también sé que no llegaste a mi empresa de pura casualidad, que el maldito de tu padre te envió, porque planeaban destruirme desde dentro ¿No es así?
—¡Si! —grito parándome delante de él—. Mario Vargas es mi padre, mi verdadero nombre es Bianca Vargas, eso ya lo sabías, te lo dije antes de casarnos, incluso nos casamos con ese nombre —le sigo mirando de frente—. Pero no me envió mi padre, no tengo ningún plan con él, no llegué a tu empresa para destruirte. Llegué a México porque vine escapando…
—No te creo —refuta dándome la espalda—. Eres una falsa, pensabas seducirme para luego hacer quien sabe que…
—Pues no me creas —digo con dolor—. Qué más da, de nada sirve aclararte las cosas si ya lograste romperme, destruir mi corazón. Ya has cumplido con tu venganza.
—Aun no, esto apenas es el comienzo.
—Pues bien, aquí estoy, termina de destruirme, acaba con los pedazos que queda de mí, para que así puedas zacear tu venganza.
Con dolor me dirijo a la habitación, estando dentro me lanzo en la cama, y ahí lloro con fuerzas aplacando el llanto en la almohada. Lloro porque no tuve el amor de mis padres, porque el hombre del que me enamoré me odia, gracias a algo que mi padre le hizo.
POV DE BIANCAAl abrir los ojos me doy cuenta que Antón no ha dormido en la habitación. inhalando profundo me levanto, me doy una ducha y me preparo para salir.Al momento que me dirijo a la salida, dos hombres me siguen.—Tenemos ordenes de seguirle donde vaya.—No necesito que me sigan —Lo siento señora, pero estamos cumpliendo con nuestro trabajo.Suspiro profundo y continúo mi camino, veo que Antón cumplió lo que dijo. Aunque al ver los rostros de estos hombres, recuerdo haberlos visto antes. Creo que desde hace mucho me andaban siguiendo los pasos, supongo que pensaba que en algún momento me encontraría con mi padre. Pero se quedará con las ganas, porque encontrarme con mi padre, es algo que nunca haré.…Han pasado dos semanas desde que me enteré de que el odio que Antón siente por mí, es por lo que mi padre le hizo en el pasado. Dos semanas presenciando, soportando como esa rubia llega a la oficina y se encierra con mi esposo. Dos semanas donde las televisoras me muestran imáge
Suelto un suspiro al momento que llegamos. El chofer nos abre la puerta. El primero en bajar es él, seguido extiende su mano para ayudarme a bajar, a continuación, me obliga a engancharme de su hombro.Se que lo hace por aparentar ante la sociedad que es un caballero y que trata a su secretaria como alguien muy importante en su familia. Pero muy en el fondo está deseando soltarme para que sus amantes no piensen que aquí hay algo más que una simple labor de trabajo.Todas las cámaras son enfocadas en nosotros. Las miradas de todos los ahí presentes se detuvieron en mi persona. Es la primera vez que paso por la alfombra con él, me he negado a hacerlo en otras ocasiones porque no quería que mi padre supiera donde estoy. Pero ahora ya no me importa nada, lo único que deseo es que me encuentre, y acabe conmigo.—Bienvenido, señor Montalvo. Es un placer tenerlo aquí, a usted y su acompañante, que por cierto es muy hermosa.Agradezco a los caballeros por los halagos, el corazón se me hace tri
POV DE BIANCA.Suelto un suspiro u me giro para quedar frente a frente con ella. Al tenerla de cerca se puede notar la gran capa de maquillaje que cubre su rostro.—Solo eres una simple secretaria que usara y desechara cuando se canse —acomoda su cabello y sonríe satisfecha, pero su sonrisa se esfuma cuando Freddy se acerca y aclara.—Te equivocas, Dayi no es una simple secretaria —quiero evitar que continúe hablando, no obstante, Freddy me detiene. Temo que confiese lo que en verdad soy para Antón. Esa mujer parece no saber nada sobre mi relación con Antón, y si él me ha negado delante de ella, es porque es muy importante para él. Si se entera de que en verdad soy la esposa, seguramente discutirán, Antón se enojará por esto.—Freddy, por favor, no lo…—Ella es la esposa de Antón. Dayana y Antón están casados desde ya hace meses — La expresión de esa mujer cambia por completo, y yo siento terror de lo que pueda pasar. No se porque siento tanto miedo. —Mientes, Antón ni si quiera carg
POV DE BIANCA.El doctor Mikel se dirige a la habitación de Inma para revisarla. Yo plancho mi vestido con las manos y procedo a salir Para reunirme con mi amiga.Mientras camino, los guardaespaldas me siguen en el coche. He decidido caminar por medio del bosque, porque la brisa fresca de los árboles me encanta.Al recordar que tengo una cita con Cristi subo al coche y me dirijo al sitio acordado. Al llegar le veo ansiosa observando el reloj.—¿Por qué demoraste tanto? No me digas que tuviste que esperar que el idiota ese saliera.—No, el salió muy temprano. Tardé fue porque me entretuve con el doctor Mikel…—No deberías preocuparte por esa mujer, por lo que me cuentas, es alguien que no te quiere. No sé cómo soportas vivir con esas dos personas que no hacen otra cosa que mostrarte desagrado —suspira y bebe de su vaso.—Lo sé, pero no deja de angustiarme esa mujer, más cuando llegan sus pesadillas y con ello los dolores. Siento mucha tristeza.—Mejor ten pena de ti, Dayi, porque estás
POV DE BIANCA.Por la mañana cubro las ojeras con algo de maquillaje, porque me veo como una china, con ojos muy pequeños y unos parpados muy grandes.Tras salir de casa me dirijo al hospital del doctor Mikel. Espero sentada en las sillas mientras llega mi turno. Al salir me observa con los ojos achicados, retira sus lentes y se acerca.—¿Por qué no me avisaste que estabas aquí? No debiste esperar.—Suelo respetar los turnos de cada quien, doctor —no me gusta ir por la vida ganando los lugares de los demás, sin merecerlo.—¡Que buena chica!Me hace pasar, ahí dentro me pide que me siente, mientras anota algunas cosas, solicita retire las gafas.—¿Por qué cargas gafas de sol?—Tengo una infección en los ojos.—¿En serio? Déjame ver —niego, pero él se levanta y retira mis gafas, pues es doctor y ante una infección no me dejará ir sin revisarme —¿Has llorado? —bajo la mirada ante su pregunta—. Porque esa hinchazón no es de infección, eso es de haber llorado días enteros.—No he llorado.
—¿Es cierto eso? Por eso tienes tus ojos hinchados, es por eso que has llorado —aparta la mirada de mí y la posa en Antón—. Antón, Dayana, ustedes no pueden divorciarse.—¿Por qué no? Si no existe amor de parte de una persona, no tiene caso seguir casados —digo aun con la mirada de Antón puesta en mí. —Dayi estás embarazada. Van a tener un hijo —aquellas palabras revientan en mi mente como un estallido de pirotecnias. El corazón se me detiene y empieza a latir desbocadamente. Burbujas se forma en mi vientre al cual llevo las manos.—¡Eso no puede ser! Dayana se está cuidando ¿verdad que te estás cuidando? —inquiere con su mirada frívola.—Claro que me estoy cuidando, los exámenes deben ser erróneos.—No hay error, los repetí. Lo que sea con lo que se estaba cuidando ha dejado de hacer efecto, porque tiene un mes de embarazo —extiende el resultado hacia nosotros, para que uno de los dos lo tome.Llevo la mano hacia los resultados, los abro sutilmente con cuatro ojos observándome. Al
POV DE BIANCA.Suelto un suspiro u me giro para quedar frente a frente con ella. Al tenerla de cerca se puede notar la gran capa de maquillaje que cubre su rostro.—Solo eres una simple secretaria que usara y desechara cuando se canse —acomoda su cabello y sonríe satisfecha, pero su sonrisa se esfuma cuando Freddy se acerca y aclara.—Te equivocas, Dayi no es una simple secretaria —quiero evitar que continúe hablando, no obstante, Freddy me detiene. Temo que confiese lo que en verdad soy para Antón. Esa mujer parece no saber nada sobre mi relación con Antón, y si él me ha negado delante de ella, es porque es muy importante para él. Si se entera de que en verdad soy la esposa, seguramente discutirán, Antón se enojará por esto.—Freddy, por favor, no lo…—Ella es la esposa de Antón. Dayana y Antón están casados desde ya hace meses — La expresión de esa mujer cambia por completo, y yo siento terror de lo que pueda pasar. No se porque siento tanto miedo. —Mientes, Antón ni si quiera car
POV DE BIANCA.Durante el viaje cierro los ojos y me pierdo en los recuerdos, recuerdos buenos, de las primeras semanas que compartí con él. Su sonrisa divina en momentos cuando estaba feliz. El primer beso que me dio, ese fue el momento exacto en el que me enamoré, en el que me dejé llevar y creer que podía tener un bonito amor. Mi primer amor. Pero no fue así, no fue nada de lo que imaginé.Las lágrimas ruedan de mis ojos sin esfuerzo, aun cerrados siguen dejando salir a cuanta gota se asome.Dentro de unas horas me encontraba aterrizando en Austin, aquí empezaría mi nueva vida, lejos de mi padre, lejos de él, lejos de lo que había sido mi vida, mi desdichada vida.—¿Tiene familiares aquí? —asiento, pero en realidad es que no tengo ningún lugar donde vivir. Hay poco dinero en mi cartera, pero creo que suficiente como para pasar unas noches en un hotel. —¿Cuánto le debo? —sonríe y niega.—No sé preocupe, no me debe nada.—Pero…—Mejor ahorre ese dinero, creo que le va a hace