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Acepto ser tu novia.

RELATA ANTÓN.

Suspiro al verla salir, quiero detenerla, pero desisto. Pues no sé qué me pasa. Estoy perdiendo el control, escucho un fuerte latir en mis oídos, el cual no me deja escuchar lo que Damm me dice.

—Antón, hay algo importante que debe saber.

—Vamos a la oficina.

Ingreso y la encuentro antes de llegar al ascensor. Me quedo de espaldas al ingresar porque no puedo mirar su cara después de haberla besado. No quiero expresar en mi rostro algo que pueda confundirla.

Cuando la veo irse a través del espejo del ascensor, le indico a Damm presione el botón de subir. Llegando a la oficina poso la mirada en su asiento vacío. Suelto un suspiro y sigo hasta mi asiento. Acomodándome en este y arreglando mi traje, pregunto.

—Qué es eso importante que tienes para decirme.

—Tenemos una pista.

—¿Que pista?

—Hay una hija de él viviendo en esta ciudad.

—¿Dónde está esa perra para apretarle el cuello hasta que me lleve al malnacido de su padre? —inquiero con la sangre hirviendo en mis venas.

—Antón, no puedes hacer eso. Quien mató a tus padres es Mario y no esa joven —Damm siempre aconsejándome para que no cometa errores, pero en esta vez sus consejos no me entrarán. Porque lo que más quiero es vengarme de ese infeliz y su descendencia.

—No me importa si es o no culpable, pero quiero que me lleves hasta ella.

—No será necesario irla a buscar —dice dejándome perplejo—. Si me prometes que no cometerás una locura, te diré dónde se encuentra.

—Damm ¿Por qué dices que no es necesario irla a buscar?

—¿Porque ella se encuentra aquí?

—Aquí ¿dónde? ¿En mi empresa? —gruño ansioso.

—Si. Pero no te diré nada si no te calmas.

—¡¿Como me pides que me calme si me estás diciendo que tengo al enemigo en casa?! —grito tan fuerte que, Dayana que venía llegando, se exalta, viene hasta la oficina y al abrir la puerta pregunta preocupada.

—¿Señor sucede algo?

Le quedo mirando fijamente, tras soltar un suspiro niego.

—No pasa nada, puedes ir a la cafetería y traerme un café doble.

Una vez que se va, aparto la mirada de la puerta y la poso en Damm, quien a través del vidrio contemplaba a mi sexy secretaria.

—Damm, deja de mirar a la secretaria y cuéntame todo, dime quien es para ir ahora mismo y echarla de mi empresa.

—Es ella —suelta sin más.

—¿Mi secretaria? —Indago presionando los dientes.

—Si.

—Tiene que ser un error. Ella se apellida Bracamonte, además, tiene 23 años, y solo han pasado veinte años de aquel día cuando ese miserable se escapó de prisión y asesinó a mi familia.

—No tiene veintitrés años, menos se llama ni se apellida así. entró a este país con un nombre falso. Es la hija de Mario Vargas, tiene dieciocho años y su verdadero nombre es; Bianca Vargas.

Presiono los puños y suspiro ofuscado. Me levanto de un solo, proponiéndome a caminar hacia la puerta, no obstante, Damm me detiene.

—¡Suéltame! ¡Déjame ir a despellejarla viva!

—No dejaré que cometas una locura, menos en la empresa, ante los ojos de todos. Podrías terminar en la cárcel.

—¡Voy a matarla! ¡Quiero matarla por haberse atrevido a entrar en mi empresa engañándome y viéndome la cara de estúpido!

—Hijo escucha, si la enfrentas podrías arruinar todo. No sabemos con qué propósito entró aquí. Tal vez la envió Mario, y si es así, tenemos que saber cuál es el propósito.

—¿Cual más? Acabar con mi tía y conmigo, que fuimos los únicos sobrevivientes. Pero antes que acabe con nosotros, yo lo acabaré primero.

—Si fuera así ¿No crees que ya los hubiera asesinado? ¿Cuánto tiempo lleva esta joven trabajando para ti? Yo creo que el tiempo suficiente para haberte asesinado. Siento que hay algo más, y te pido que nos dejes investigar, sabemos que vino desde Los Ángeles, alguna razón tendrá para estar aquí, si es enviada por su padre lo sabremos.

—¿Me estás pidiendo que finja que nada pasa y que la siga teniendo en mi empresa?

—Si. Solo así podremos llegar al verdadero responsable.

—No podré soportarlo, Damm. Es la hija del asesino de mis padres, como pretendes que la tendré cerca de mí sin no querer asesinarla.

—Tienes que soportarlo. Es eso, o perder la posibilidad de llegar a Mario Vargas. ¿Quieres eso? ¿Quieres asesinarla y desaparecer la única oportunidad que tenemos para encontrar al asesino de tu familia? Adelante, ve, mátala, pero luego no vengas a quejarte de que la pista que te lleve a Mario no llega.

Aunque estaba estallando en ira, Damm tenía razón, no podía arruinar el avance de la investigación. Al estar más calmado regreso a mi escritorio. Desde ahí la veo entrar con los dos cafés en manos. Al pasar el umbral de la puerta la miro con desprecio. Me sonríe mientras se acerca, coloca el café con mucho nerviosismo.

—Aquí está su pedido, señor. Traje dos, por si al caballero se le ofrece —me sonríe mientras me mira con ojos brillantes. Sé que le gusto, y de eso sacaré provecho.

Sonriendo con malicia, le digo

—Haga una reserva para esta noche.

—¿Para cuantas personas señor? — Su m*****a voz me empieza a irritar.

—Para dos. Usted y yo.

—¿Yo?

—Si, está noche cenaremos los dos —no la dejo emitir palabra, y le pido se retire.

Al dar la vuelta le clavo en la espalda una mirada asesina. M*****a, como se atreve a colarse en mi empresa y hacerse pasar por niña buena. Pero no sabe lo que le espera. Quien sabrá que propósito tenga, pero ahora que sé que está aquí con un propósito, no dejaré que me engatuse. La muy perra se atrevió a besarme, pensó que con eso ya me tendría y podría dominarme a su antojo, pero le demostraré que será ella, la que dominaré a mi antojo.

—Antón ¿Qué piensas hacer? ¿Por qué pediste que hiciera una reservación para ustedes dos?

—Ya lo sabrás Damm, ahora vete y déjame solo.

—No me iré hasta que me digas que estás pensando hacer.

—No te diré, solo conténtate con saber que no la mataré. Ahora márchate.

—Te estaré vigilando.

—No tienes derecho a vigilarme, sin que yo te lo pida.

—Tal vez no, pero por el aprecio y cariño que le tenía a tus padres lo haré —se levanta y se va. Al quedarme solo, digo.

—Por ellos es que desde está noche, empieza mi venganza.

Suelto un suspiro y dirijo la mirada en dirección a ella. Mientras la miro me pregunto; ¿Cómo pude ser un idiota y besarla? Seguro el maldito de Mario la envió a enamorarme y que me despoje de todo, pero su plan se vendrá abajo, porque su princesa está a punto de caer en las garras de este depredador.

RELATA ANTÓN.

Salgo temprano porque si paso un segundo más cerca de ella, podía perder la conciencia e ir hasta ella y presionarle el cuello para sacarle la verdad.

Llego a casa, descargo la ira contra el saco de boxeo hasta quedar rendido. Retiro los guantes, los lanzo al suelo y grito de frustración. Saber que tiene una hija, la cual llegué a desear antes de descubrir que era parte de él, me encoleriza.

—Carajo, un poco más y caes en sus encantos.

Vuelvo a golpear el saco de boxeo, esta vez sin guantes. Quiero borrar esas imágenes. Olvidar que uní mis labios a la hija del hombre que asesinó a mis padres.

Ya cansado voy a la habitación, me doy un baño y me preparo para salir. Me coloco el mejor traje que tengo, bastante perfume. Estando listo paso recogiéndola.

Cuando sale, me quedo perdido en su belleza. Esta tan hermosa, eso es algo que no puedo negar. Pues ella luce divinamente bella. Sé ve que el malnacido de su padre conoce mi punto débil, el cual son las hermosas mujeres, por eso me envió a su hija.

Pero lo que no sabe era que, las mujeres solo me sirven para una cosa, sexo. Hasta ahora no ha habido una que me haga dar el siguiente paso, y tampoco lo habrá. Porque no podré ser feliz, hasta que la muerte de mis abuelos y padres, tenga justicia.

Al momento que se acerca suelto un profundo suspiro, incluso esfuerzo una sonrisa para no salir y reventarla a golpes. No, eso es algo que en mi jodida vida haría.

Salgo del coche, le abro la puerta, porque mi caballerosidad no puedo perderla.

—Buenas noche señor Antón.

—No me digas señor, me haces sentir viejo, mejor llámame Antón.

—No podría tutearle, usted es mi jefe.

Miserable, se estaba haciendo la digna, pero si cree que con esa ingenuidad me va a engañar, se equivoca. Lanzo la puerta con enojo, voy al volante, estando dentro me disculpo y le aseguro que se me resbaló de las manos y por eso sonó así fuerte.

—No se preocupe.

Me giro para contemplarla mejor, la miro fijamente hasta que baja la mirada con el rostro sonrojado. Engancho mis dedos en su mentón, le levanto el rostro para que me mire. Al hacer contacto con su mirada me acerco más a ella, cuando estoy por besarla, musita.

—Señor…

—Silencio —digo antes de besarla. Lo hago bruscamente, al mismo tiempo siento la excitación arropar mi cuerpo. Tanto que el bulto ahí abajo se hizo notorio. Mis manos empezaron a recorrer su cuerpo. Llego a sus senos y ejerzo presión. Al hacerlo, ella me contiene la mano.

—Señor esto no está bien.

—¿Por qué no? Es lo que quieres, ¿No? —achica los ojos. Creo que me pasé con ese comentario —Quiero decir que, te gusto, y tu me gustas. Porque es así ¿Verdad?

Estoy muy cerca de ella, detallando sus hermosas facciones, porque debo reconocer que es muy linda la condenada.

—Si, es cierto que me gusta, pero…

—Pero nada, quiero que seas mi novia, y si es posible mi esposa.

—¡Que!

—¿Aceptas?

—Señor está bien… Digo ¿no está borracho?

—¿Por quién me tomas?

—Es que, para mí esto es súper raro.

—Para mí no. Porque soy directo cuando alguien me gusta. Y tú me gustas, me encantas, quiero que seas mi mujer, compartir mucho tiempo contigo —le acaricio el labio y me acerco para volver a besarla. Antes de hacerlo, musito—. Piénsalo y me respondes después.

Terminando el ferviente beso con lengua, vuelvo a encender el auto y nos dirigimos al restaurante.

En todo el camino no habla, solo se dedica a mirarme fijamente. La puedo ver de reojo, su mirada está siempre puesta en mí. La pobre está muy enamorada, pero no sabe lo que le espera.

Una vez en el restaurante tomo su mano y la beso. Al hacerlo, siento ganas de presionarla con mucha fuerza hasta quebrar sus dedos. Desecho los maléficos pensamientos que se cruzan por mi mente de despellejarla en ese momento.

—Escogiste un lugar muy hermoso, tan hermoso como tú.

Se sonroja, baja la mirada y la fulmino con la mía. Aprieto los labios porque no sé si pueda aguantar pasar unas horas más a solas con esta perversa mujer.

Entramos al restaurant tomados de la mano. Aunque siento un rechazo hacia ella, debo fingir que no es así, hasta tenerla muriendo de amor por mí.

Nos sentamos, pedimos el menú y platicamos de nuestras vidas. Es obvio que no le contaré lo que ha sido mi vida sin mis padres. Y claramente ella me está mintiendo, porque me habla de una universidad a la que supongo aún no ha ingresado, ya que apenas tiene dieciocho años.

No sé cómo es que pude compartir dos horas con esta mujer, más bien mocosa, porque eso es lo que es, una mocosa.

Cuando terminamos salimos y le paso dejando a su casa. Al llegar bajo del auto y le abro la puerta. Se para en frente de mí, mirándome con ojos de enamorada

—¡Qué descanse!

Le doy un último beso y me propongo a ir, al girarme toma mi mano. Al sentir su contacto mi sangre hierve, quiero apartarla bruscamente, pero recuerdo que estoy planeando enamorarla, y si actúo de esa forma, no se verá bien.

—Antón —suelta un suspiro y se para en frente—. Acepto, acepto ser su novia —claro que ibas a aceptar, si esos eran tus planes, convertirte en algo importante para mí, hasta hacerme caer. Pero lo que no sabes es que, serás tú la que caerá rendida de amor ante mí. Ya quiero verte llorar lágrimas de sangre, hija del demonio de Mario Vargas.

Sonrío con malicia ante su respuesta. Sin preámbulo le agarro la cabeza entre mis dos manos, estrello mis labios a los suyos y la beso con ansiedad hasta sentir como mi entrepierna se endurece. Mientras le beso la ajusto, y deseo desnudarla para follarla en el mismo coche.

Al separarnos nos quedamos respirando agitados. Ella me sonríe y musita.

—Hasta mañana.

Se despide, le quedo mirando hasta que ingresa. Una vez que desaparece limpio mi boca con rabia, subo al coche y voy a casa, planificando bien lo que voy a hacer.

Al llegar a casa, Damm me increpa.

—¿Qué piensas hacer?

—Enamorarla hasta tenerla comiendo de mi mano, la convertiré en mi esposa y le haré pagar cada día los años que he pasado sin mis padres.

—No hagas cosas de las cuales puedas arrepentirte después. Esa mujer no es culpable. No cometas los mismos errores que tu padre.

—¿A qué errores te refieres?

—Tú padre también se casó por venganza. Lastimó a tu madre mucho, y terminó enamorado de ella.

—¿Por qué se quería vengar de mi madre?

—Porque creía que tu abuelo materno asesinó a su hermana cuando escapaban. Pero tu abuela paterna lo tenía engañado. Porque fue el esposo de ella que disparó cuando la joven Katy escapaba en la motocicleta con tu abuelo. Pues él era su profesor, se habían enamorado e intentaban escapar.

Me quedo consternado con esa historia, la desconocía por completo.

—No compares Damm, mi padre estaba engañado por mi abuela, mi madre y mi abuelo eran inocentes, todo lo contrario, con esa mujer y su padre. Porque ese desgraciado si asesinó a mis abuelos y padres. Y yo no me voy a enamorar de esa mujer. Porque cada vez que la mire a los ojos, veré en ella al infeliz que me quitó a mis padres. Y sabiendo que es una Vargas, mi odio crecerá más hacia ella. no debió venir aquí, menos meterse a mi empresa. Debió mantenerse alejada de esto, pero quiso ayudar a su padre a destruirnos, pues ahora seré yo quien la destruya.

—Aun no estamos seguro que ella esté involucrada.

—Claro que lo está ¿Por qué razón crees que está en mi empresa? Es lógico que quieren destruirme desde adentro. Sabes, es tan notorio su propósito, que le propuse que fuese mi novia y no dudó en aceptar ¿Piensas que es pura casualidad? Pues yo no lo creo, Damm, yo no me creo que esto sea casualidad, no me lo creo.

—No se Antón, pero solo te digo que no cometas el error de procesar una venganza absurda la cuál en un futuro pueda lastimarte.

—Nada me lastimará Damm, nada. Será ella la que llore y suplique clemencia, la veré arrodillada rogándome amor, y yo la despreciaré como una rata, porque es una rata igual a su padre.

Sin decir más, me adentro a la mansión, subo a mi habitación para descansar.

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