Cariño Mío
Cariño Mío
Por: Sara García
El Rumor.

Desde muy temprano Blanca se despierta con el sonido de los gallos de su padre, pues es inevitable quedarse con las sábanas pegadas con semejante alboroto ¿no?; así que, no tarda en ponerse de pié, lavar su rostro y vestirse, pues la vaca la espera, si no la ordeña pronto los ladrones de leche la dejarán sin una gota.

Al salir de casa, Blanca nota algo extraño y es que sus vecinas están reunidas murmurando entre sí; así que, la curiosa Blanca no tarda en acercarse para ver de que trata la conversación, pero al acercarse todos hicieron silencio.

—¿Qué les sucede chicas? ¿a qué se debe esta reunión?— Preguntó Blanca con mucha curiosidad.

—Es que al parecer pronto vendrá la familia Monterreal para el pueblo.— dijo una de las chicas llamada Paty.

—¿Ah sí? ¿y quienes son esos?— Dijo Blanca mientras sacudía su vestido.

—Pues quienes más van a hacer, los familiares lejanos de Don Cheto (el quesero). Tú, por andar todo el día pendiente de tus vacas no conoces a medio pueblo Blanca, ni siquiera novio tienes.— Dijo otra de las chicas llamada Josefa en tono de burla y todas las demás chicas rieron.

Ana un poco molesta la miró sonriendo para ocultar su desagrado.

—Pues sí, tienes razón, como yo me la paso trabajando no tengo tiempo de andar metida en el chisme al 100% como otras, con permiso.— Les dió la espalda y continuó su camino hacia la vaca de su padre.

—Yo no sé que se cree la tonta de Josefa, no todas somos como ella, chismosa y sin oficio, debería ponerse a trabajar.— murmuraba Blanca mientras ordeñaba la vaca.

Y de repente, sonó un extraño ruido entre los matorrales que estaban cerca del lugar.

—¿Y ahora qué sucede?— Dijo Blanca, mientras se ponía de pié para averiguar.

Apenas abrió el monte, salió un cerdo pequeño a toda velocidad y se avalanzó sobre ella llenándola de lodo por todas partes y no solo eso, sino que derramó toda la leche que había ordeñado.

—¿Qué? Esto no me puede estar pasando a mí. ¿Ahora que desayunaremos hoy? Debería hacer picadillo a ese cerdo de una vez, pues ya dejé la vaca seca — Dijo Blanca muy molesta agitando su mano con el puño cerrado.

No tardó en regresar a casa con las manos vacías y su padre por supuesto le preguntó por la leche para el desayuno y contándole todo lo ocurrido, le dijo a Blanca que no se preocupara, y metiendo su mano en el bolsillo sacó unas monedas y le pidió a su hija que fuera a comprar un poco de queso a que Don Cheto.

—Anda mija y no tardes, porque mis tripas ya no aguantan el hambre.— Dijo su padre Don Juan.

—Sí padre, no se preocupe, vuelvo pronto, mis tripas también están igual, no paran de sonar. — Decía Blanca en tanto caminaba a la quesera.

Cuando ella llegó a la quesera de Don Cheto, se llevó una sorpresa enorme pues no era él quien estaba atendiendo, sino una chica muy pretenciosa que la miraba de arriba hacia abajo burlándoase de su atuendo lleno de lodo, pero blanca solo ignoró su reacción e hizo su pedido.

—Por favor señorita, despácheme medio kilo de queso blanco.

La chica, al escuchar esto empezó a reir de forma muy grosera y tan escandalosa que Don Cheto pronto salió.

—¿Por qué te ríes así Paola?— Preguntó Don Cheto a la chica.

—Por nada Don cheto, es que las personas de este pueblo son tan divertidas, nada más mire la ropa de esta chica, parece que se divirtió mucho jugando con los cerdos.— Decía a carcajadas, mientras se retiraba.

Blanca la miraba conteniéndose de la rabia y Don cheto por supuesto no tardó en disculpar.

—Lo siento Blanca, ella es una chica de ciudad que está de visita y no está acostumbrada a ver este tipo de cosas.

—No se preocupe Don Cheto, yo solo vine por un pedazo de queso, y la verdad estoy un poco apurada.

Tomándo el trozo de queso, Blanca nota que la risa de la chica se aproxima nuevamente, pero esta vez, no viene sola, sino que trae de la mano a un chico muy guapo llamado Andrés Monterreal, cabello rubio y piel blanca, lucía tan radiante que se notaba que no trabajaba largas horas bajo el sol y él a diferencia de su hermana, no se burló ni se fijó en su ropa sino que se quedó mirándola fijamente a los ojos, y con una sonrisa que lentamente se dibujaba en su rostro.

Blanca al verlo, sintió verguenza de su apariencia, así que agachó su mirada y dió la vuelta para marcharse a casa, pero en el camino, no paraba de pensar en él.

—¡Que chico tan guapo! Seguro esa es la familia lejana de  Don Cheto de la que tanto hablaban mis vecinas temprano. Tengo que verlo otra vez— Susurró y soltó un suspiro suave.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo