Las cajas

Despues de esos emotivos abrazos, Doña Tilita, aceptando que su hija ya era mayor de edad y que debía tomar sus propias decisiones, solo la ayudó a terminar de empacar y a sacar sus cosas de su humilde hogar; dónde, entre vacas, cerdos, culebras y sapos, había aprendido a dar sus primeros pasos.

— Esto es difícil para mí, pero debo entender que cada persona debe hacer su propio camino mija, y lo único que me queda es desearte el bien y aconsejarte, pero está en tí, si me escuchas o no.— Su voz se hacía mas frágil en tanto empujaba el equipaje fuera de la habitación de Blanca.

Don Juan con muchas emociones encontradas, no tardó en tomar un machete para ir por un par de gallinas y un pequeño cerdo, porque quería dar a su hija un gran y delicioso banquete.

Pronto, Doña Tilita y Blanca agruparon cantidades de leña, para hacer un fogón enorme y no tardaron en invitar a las vecinas mas cercanas, que en sus tiempos más difíciles, les prestaron buen apoyo sin esperar nada a cambio.

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