La Estrategia.

Empeñado en volver a ver a Bianca, Andrés Monterreal caminaba por las calles del pueblo a ver si se la topaba por ahí, pero a los únicos que encontró fue a los borrachos del pueblo molestándo a una pequeña anciana vendía tortas de plátano en una plaza.

Sin pensarlo dos veces Andrés Monterreal intervino y corrió a los desagradables tipos y también aprovechó el momento para conversar un poco ella con respecto al concurso de belleza que darían pronto.

— ¿Señora usted cree que a ese concurso asistirán todas las chicas del pueblo?— Habló con mucha curiosidad y viendo fijamente a la anciana.

—La verdad, no lo creo mijo, ¿por qué ustede busca a alguien específicamente? Yo lo podría ayudar, con estos años que tengo, conozco a todo el pueblo— Reía picaramente.

Para conservar la discreción Andrés solo sonrió, le compró una torta y luego retomo el tema, mientras la comía lentamente.

— Quiero ver a todas las chicas desfilar, eso es todo ¿a qué hombre no le gusta esto?

— Ahorita con la economía tan pobre del pueblo, no creo que las chicas tengan ánimos de desfilar, tengo muchos años que no veo a ninguna lucir un vestido nuevo; así que, quizas asistan solo unas cuantas que tengan la posibilidad de ponerse un lindo atuendo.

— Cierto, no había pensado en eso.— Dijo Andrés un poco cabizbajo.

— Aunque no sé cual sea el premio, y si este ha de ser bueno, te aseguro que hasta con un saco de papas rasgado salen todas las chicas jajajaja.

Sin saberlo, la anciana le acababa de dar a Andrés una muy buena idea, la cual pensaba llevar a cabo lo antes posible e inmediatamente se despidió de ella y caminó rumbo al local de repostería que había organizado el evento, pues quería informarse bien de cual sería el premio que le darían a la ganadora.

Y al saber que serían premiadas con postres gratis por unos cuantos días, Andrés quizo ponerle un poco más de sazón a la cosa ofreciendo un poco de dinero a los dueños para que estos se lo entregaran a la ganadora, dándoles la excusa de que quería ver participar a sus primas y que sabía que este premio las motivaría a hacerlo, propuesta que por supuesto fue bien recibida por sus organizadores.

Lo que Andrés no sabía, era que su hermana Paola lo perseguía desde que salió de la casa de Cheto, y estaba averiguando todo lo que estaba haciendo.

— Hermanito, hermanito, sé que todo esto lo estás haciendo para dar con el paradero de esa campesina, pero yo no te voy a permitir que te enrredes con ella ¡eso nunca! — Susurró Paola, mientras pensaba en un plan para hacer que su hermano se olvidara de Blanca.

1 hora más tarde...

Sale el camión nuevamente anunciando con sus altavoces el nuevo premio para las participantes del concurso de belleza.

—Atención, Atención, esto se pone más emocionante que nunca, preparate, alistate, ponte hermosa y participa pues la ganadora no solo obtendrá dulces gratis sino que también estará participando por 1000$ en efectivo y una sesión de fotos profesional.

Al escuchar el nuevo premio todas las chicas que estaban cerca se emocionaron y corrieron a sus casas a desempolvar su mejor atuendo.

La madre de Blanca estaba muy cerca del camión y corrió a casa a contarle del generoso premio que darían a la ganadora, pero al llegar a casa la encontró un poco desanimada, después del mal rato que le habían echo pasar sus vecinas Josefa y Paty.

—No les hagas caso Blanca, olvidate de eso, y párate pues debes practicar tus caminatas, hay un concurso que debes ganar.— Decía Doña tilita más que entuciasmada.

—Pero mamá, ¿qué dices? yo no me voy a exponer en ningún lugar de esa manera., en este pueblo hay miles de chicas más bonitas que yo y no quiero quedar en ridículo, ya fue suficiente con esa estúpida grabación que hicieron las chicas.— ella no quería saber más de esto, y solo se encerró en su habitación.

En ese momento, sonó el teléfono de su casa y Doña tilita fue quien contestó. Era una llamada anónima donde le decían que su esposo se había metido a jugar al bar del pueblo y había perdido sus vacas en una apuesta, y que pronto se las llevarían.

Doña Tilita no podía creer que esto fuera cierto y solo tiró un vaso de vidrio que estaba cerca, pues se llenaba de ira al pebnsar que su esposo podía haber vuelto a este tipo de juegos.

Blanca al escuchar el vidrio quebrarse salió de su habitación, pero su madre no quiso decirle ni una sola palabra, solo se vistió y fue a caminar a las siembras para tomar aire puro.

— ¿Pero que es lo que que le ha ocurrido a mi madre? ¿quién la llamó?— se hacía esa pregunta mientras la veía alejarse.

Al caer la noche, el padre de Blanca regresó a casa y encontró su maleta hecha en la habitación...

— ¿Pero que es lo que ha pasado mujer? ¿por qué esta todo mi ropa en esa maleta? —preguntó Don Juan con muchos nervios.

— ¿Pues que más va a pasar? que te vas a marchar de este hogar ahora mismo, pues yo no quiero vicioso a las apuestas en mi casa. — Exclamó Doña Tilita con voz fuerte y decidida.

Al escuchar esto Don Juan se impresionó quedando en silencio por unos instantes, pero luego se quizo excusar, para tapar su error.

— Estaba bebiendo mujer, me invitaron unos tragos, y ya sabes que el alcohol te vuelve un tonto, perdoname, mañana temprano hablaré con esos hombres para que no nos quiten nuestras vacas.

— No seas tonto, yo no creo que ellos te escuchen, solo te diré que si se van las vacas por tu irresponsabilidad, tu también lo tendrás que hacer.

Blanca, estaba tras la puerta escuchando toda la conversación, y quedó muy triste al saber que se llevarían sus vacas, pues era uno de los principales sustentos de su hogar.

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