Entrando al gallinero, Blanca puede notar como todo estaba patas arriba, había demasiadas plumas por todos lados, parecía que alguien se había metido ahí e inmediatamente se puso a contar las gallinas.— 1, 2, 3, 4, 5 ¡Pero que bonito! Esto era lo único que faltaba, se han robado dos gallinas y justo las que más ponían huevos.— Meneaba la cabeza de un lado al otro sin poder creer lo que había pasado.Frustrada al notar esto, Blanca tomó un par de huevos que estaban bajo algunas pajas y los colocó en un rincón quejándose mientras recogía todo ese reguero.— La gente en este pueblo cada día está peor, ya no respeta las cosas agenas, la privacidad, ni nada, esto está terrible, afirmaba con voz molesta, en tanto limpiaba con la escoba en una mano y la pala en otra.Doña Tilita, al ver que no volvía pronto con los huevos, fue al gallinero a ver que pasaba.— Yo sabía que esto iba a comenzar a suceder, al no estar tu padre en casa, los ladronzuelos se iban a querer aprovechar Blanca, que no
Blanca, asustada al ver como reaccionó Tamara al verla abrazandose con su hijo, aprovechó que Pablo entró a la cocina por un vaso de agua para Don Cheto, y no dudó en acercarse a él para tomarlo por el brazo, dejando a Tamara muy confundida y Pablo sin esfuerzo sonreía ante ellos.— Mi nombre es Blanca señora, soy la novia de Pablo, y solo le estaba agradeciendo a su hijo Andrés por haberme mandado a buscar con mi querido Pablo a la casa; yo seré quien les cocinará el día de hoy, y si le gusta mi comida, seguiré aquí un par de semanas más.Andrés enfurecido al escuchar como se presentó Blanca ante su madre, salió rapidamente de la cocina, mientras que Tamara no le dió más importancia al asunto y fue tras su hijo para agradecerle por haber contratado a la chica.— Que eficiente eres hijo, estoy impresionada con la rapidez que tienes para contratar campuruzas, solo espero que esta, lo que tiene de linda, lo tenga también de buena cocinera.— Sí madre, ojalá sea así.— Contestó entre dien
Asqueada al mirarse cubierta de desperdicios de comida, Paola empezó a gritar corriendo a Blanca de la casa.—Vete, vete de aquí, sé que andas metiéndotele por los ojos a mi hermano Andrés, pero él jámas se va a fijar en tí, porque no eres más que una campuruza insípisa y además ladrona de vestidos, porque yo no me creo el cuentico que le dijistes a Andrés, yo sé que me lo mandaste a robar.— Furiosa señalaba hacia la salida.Blanca, con los ojos aguados a punto de llorar veía a Paola conteniéndose de la rabia, y mantenía la calma solo por estar en casa de Don Cheto.Tamara, que estaba saliendo del baño, escuchó el escándalo y pronto corrió a calmar la situación.— ¿Por qué armas un escándalo Paola? y ¿Qué locura estás diciendo? Ella es la novia de Pablo, el chico que está ayudando a Cheto, y vino a cocinarnos... ¿o se te olvida que por tu culpa se fue Vanessa?— habló con voz fuerte y molesta.— Pues yo no... (la interrumpe Tamara)— Pues yo nada Paola, cierra el hocico si es que no qu
Al oir estos pasos, ambos se separaron inmediatamente, pero Andrés al estar tan emocionado por haber besado a Blanca, no se dió cuenta que detrás de él había una cubeta de aluminio llena de suero apestoso, y al moverse tropezó cayendo sobre él.Blanca, al ver esto empezó a burlarse de él, y la puerta del almacen se abrió bruscamente.Este era Pablo, pues lo había enviado Don Juan para que Blanca se fuera a descansar a su casa.Pablo al entrar, pudo ver algo sospechoso en ellos; se escontraban un poco despeinados, y sus labios estaban más rosados, como si hubieran estado comiendo helado. Él solo los miraba como extrañado, mientras sentía que se formaba como especie de nudo en su garganta,y no era para menos, pues el se derretía por Blanca.— ¿Qué te pasa Pablo? ¿Por qué te quedas ahí parado como una estatua viéndonos?— Dijo Blanca entre risas, en tanto agarraba un gran trozo de queso con una mano y lo revisaba minuciosamente; y con la otra intentaba arreglar un poco su cabello.Andrés,
Por más que Josefa quiso liberarse de Blanca, no pudo, pues ella la tenía agarrada por el cabello, dándole jalones fuertes, hacia el estiércol fresco.— ¡Suéltame! ¡Estás loca Blanca!— Gritaba Josefa asustada, pues nunca la había visto así de furiosa.— Esto es, para que sigas diciendo que yo le coqueteo a Don Cheto.— Decía a voz alta, viéndola con desprecio, en tanto se guindaba más en su espalda.De pronto, el chico que repartía los periódicos en el pueblo, iba pasando con su bicicleta y al verlas pelear se detuvo, pero decidió mantener distancia por miedo a ser arrastrado a la contienda.— ¿Y este par de locas quiénes son? ¿qué les pasó?— Se preguntaba en tanto intentaba ver bien el rostro de alguna, pues se movían muy rápido y ya estaba empezando a oscurecer.Al reconocerlas a ambas, él tomó su bicicleta y pedaleó lo más rápido que pudo a casa de Josefa, para avisarle a algún familiar que fuera a ayudarla, pues a simple vista, ella era quien llevaba la pelea perdida.— ¡Hey, psss
Desesperada, al sentir que la habían atrapado, Blanca empezó a gritar, forcejeando al mismo, pero no tardaron en taparle la boca y sostenerla con más fuerza.— Si haces silencio te suelto ¿ok?— susurraron en su oído con mucho enojo.Al escuchar esto, Blanca se quedó quieta, pero su respiración seguía acelerada, pues estaba hecha un mar de nervios.Y al sentir que la soltaron aquellos brazos fuertes, no tardó en voltear, viéndo a Andrés burlarse de ella.— ¡Andres!, ¡¿Pero tú qué haces aquí en mi casa?!, No vuelvas a darme un susto así ¿ok?— decía muy enojada y sorprendida a la vez.— Pues, averigué tú dirección y quise venir a verte mi amor, después de ese beso tan especial que nos dimos en el almacen, estoy seguro que tú también deseabas lo mismo!— Andrés acariciaba su mejilla con la mano.Viendo tanto atrevimiento de su parte, Blanca decidió rechazarlo, y tratarlo con distancia, pues si descubrían que él la visitaba, ella se quedaría sin empleo pronto, y ¡vaya que necesitaba el dine
En casa de Don Cheto, ya todos se encontraban durmiendo, hasta que se escuchó una ráfaga de disparos que despertó bruscamente a Tamara, quien se puso de pie inmediatamente y corrió a la habitación de Paola.— ¡Paola! ¡Hey Paola, despierta!— Agitaba sus hombros con desespero.— ¿Qué pasa mamá? mira la hora que es, déjame dormir por favor.— ¡Acabo de escuchar muchos balazos cerca de aquí, yo no puedo domir así!Paola, al escuchar esto inmediatamente se puso de pie, y corrió a asomarse a la ventana con su madre, pero al notar que la puerta de la habitación de Andrés estaba abierta, Tamara se acercó para avisarle lo que había ocurrido; y lo que se llevó fue una sorpresa enorme, encontrando la habitación totalmente vacía.Tamara, caminó por todos los rincones de la casa buscándolo, y no aparecía por ningún lado, entonces se angustió; y mil pensamientos pasaron por su cabeza, haciendo que ella gritara de desespero, y esto despertó a Don Cheto.— ¡¿Qué es lo que te ha ocurrido Tamara?! ¡Tre
Caminando apresurada hacia el gallinero, Doña Tilita recordó que no tenía nada para defenderse, y si resultaba ser que algún ladrón había caído en la trampa, no podría dominarlo; así que, se dirigió a su casa a buscar el palo con los que le pegaban a los cochinos rebeldes.Mientras ella revisaba en su escaparate, Don Juan paseaba por la siembra a ver si cosechaba algunos frijoles, pero al pasar cerca del gallinero, también notó que se había caído un poco la puerta, y al acercarse a arreglarla, por supuesto no tardó en notar el profundo boquete que había hecho Doña Tilita (con pajas en el fondo), y que obviamente ahí estaban Andrés y Josefa durmiendo, sentados.— ¡Andrés! Psss,psss. ¡Hey, Andrés! ¿Qué haces ahí con Josefa?— Preguntaba a voz baja, mirándolos con mucha curiosidad y asombro.Andrés despertó en el instante, pero Josefa seguía a su lado dormida.— ¡Por favor Don Juan, ayúdenos a salir de aquí rápido! Ambos pasamos toda la noche en este hueco, y ya me duele la espalda, luego