El gallinero

Desesperada, al sentir que la habían atrapado, Blanca empezó a gritar, forcejeando al mismo, pero no tardaron en taparle la boca y sostenerla con más fuerza.

— Si haces silencio te suelto ¿ok?— susurraron en su oído con mucho enojo.

Al escuchar esto, Blanca se quedó quieta, pero su respiración seguía acelerada, pues estaba hecha un mar de nervios.

Y al sentir que la soltaron aquellos brazos fuertes, no tardó en voltear, viéndo a Andrés burlarse de ella.

— ¡Andres!, ¡¿Pero tú qué haces aquí en mi casa?!, No vuelvas a darme un susto así ¿ok?— decía muy enojada y sorprendida a la vez.

— Pues, averigué tú dirección y quise venir a verte mi amor, después de ese beso tan especial que nos dimos en el almacen, estoy seguro que tú también deseabas lo mismo!— Andrés acariciaba su mejilla con la mano.

Viendo tanto atrevimiento de su parte, Blanca decidió rechazarlo, y tratarlo con distancia, pues si descubrían que él la visitaba, ella se quedaría sin empleo pronto, y ¡vaya que necesitaba el dine
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