3. PASIÓN Y PELIGRO

TRINITY

Mis labios abiertos eran chupados y lamidos; el sabor amargo y vibrante del whisky invadía mis papilas cada vez que su lengua se colaba en mi boca devorándome.

Por todos los cielos, este hombre me estaba enloqueciendo, nuestros cuerpos expresaban los calientes y lujuriosos deseos que sentíamos.

Mi centro mojado se molía excitado contra esa dura erección en su entrepierna, mientras mis caderas se movían adelante y atrás sensualmente, montada sobre sus muslos, con las piernas abiertas y el vestido subido indecentemente.

—Aaahh —gemí, levantando la cabeza y cerrando los ojos en éxtasis cuando sus manos bajaron el tirante de mi vestido negro por los hombros y su boca se cerró sobre la copa de mi brasier, mordisqueando el duro pico de mi pezón y lamiéndolo.

—Más, gime más que quiero escucharte, no te reprimas —me ordenó con esa voz animal y las copas de mi sujetador fueron haladas hacia arriba, dejando expuestos mis senos que cayeron rebotando.

—Ssh, joder que caliente, se me ocurren tantas cosas locas que hacer entre estas dos delicias —gruñó, respirando pesado contra mis senos.

Me arqueé al sentir la primera chupada de su caliente boca.

Sus caninos me rozaban peligrosamente, no tenía miedo, sabía muy bien lo que era y eso me excitaba aún más por alguna razón.

Sus manos prendían fuego en mi cuerpo, me aferré a sus hombros mientras era devorada y subía mi vestido, exponiendo mis nalgas que apretó y amasó con fuerza.

Los gemidos y gruñidos hacían eco en las oscuras paredes, el sillón de cuero crujía bajo el movimiento de mi cuerpo montándolo, buscando esa morbosa fricción entre nuestros genitales.

—Mmm… Espera —protesté tensándome cuando se recostó en el respaldar llevándome con él.

Su brazo alrededor de mi cintura me controlaba por completo y me pegaba a su musculoso pecho, su otra mano rasgó sin miramientos mi braguita de encaje.

—Compraré luego todas las que quieras para ti —murmuró seductor sobre mis labios y cuando los abrí para decirle un sarcasmo atrevido, volvió a colar su lengua y besarme profundo y apasionado.

Mi gemido ronco se perdió en su garganta en el mismo instante en que sus dedos comenzaron a explorar entre mis pétalos húmedos y a jugar con mi duro clítoris.

Estaba que me derretía en sus manos, el olor a sexo y a deseo inundaba mi mente y flotaba en el aire.

Pronto, un placer electrizante recorrió mi columna cuando me penetró con un dedo y comenzó a bombear adentro y afuera.

Mi cintura se contorneó y empiné las nalgas pidiendo más, sintiéndome excitada como nunca antes.

—Córrete para mí bebé, muéstrate tu expresión de éxtasis —apresuró sus embestidas sumando otro dedo, sus nudillos chocaban contra mi coño creando sonidos acuosos lascivos.

Grité vibrante, temblando de placer y olvidando que afuera de esa pared había decenas de personas presentes.

Me aferré a sus hombros, cerrando con fuerza los ojos, mientras me venía bien rico solo con su masturbación.

Nunca me había sentido tan viva, ni siquiera con Ethan y a penas y estábamos en los preliminares.

Cuando pude conectar dos neuronas de nuevo, bajé los ojos empañados, mi cabello revuelto pegado a mi sudorosa frente y espalda.

Él solo me observaba como una bestia al acecho; veía la punta de sus caninos asomarse peligrosamente por esos finos y sensuales labios, y los lobunos ojos ahora de color dorado me recorrían por completo.

Siseé, sintiendo las contracciones en mi interior cuando sacó los dedos que luego llevó a su nariz y olió morbosamente.

Algo de vergüenza asomó a mis mejillas enrojecidas.

—Mmm, mejor de lo que imaginaba, aroma a bosque lluvioso, salvaje y seductor como tú —susurró ronco y luego lamió los dedos brillantes de mis fluidos.

Lejos de asquearme, me estaba encendiendo aún más.

—Quiero probarlo directamente de entre tus piernas, pero no aquí —me dice repentinamente, incorporándose.

Sus manos agarran mis nalgas y me pega dominante a su cuerpo, él no ha llegado al orgasmo y su cosa dura palpita debajo de mi centro.

—Acompáñame a una habitación del hotel sobre el club, deseo pasar la noche contigo, prometo darte algo mejor que una masturbación rápida —murmura contra mi boca, me hechiza y me intenta convencer.

¿De verdad estoy dispuesta a lanzarme con todo, con un desconocido que apenas conocí hoy?

Ya he llegado hasta aquí, hasta casi hacerlo con él, entonces, ¿por qué no darle riendas sueltas por completo a mis locos deseos?

—Promesas, promesas, no serás de esos que hablan más de lo que actúan, ¿no? —lo reto pasando las manos por detrás de su cuello y veo un amago de sonrisa en su boca.

—No me compares con ningún otro macho, pequeña revoltosa, aún tengo una cuenta que saldar contigo — me nalguea y lame eróticamente mi cuello.

—Iré a reservar la habitación, te llevo a que recojas tu bolso y vamos juntos.

—No, yo iré sola a despedirme de mi amiga; espérame en el lobby del hotel —tomo el control y veo cómo frunce el ceño.

Se nota que está acostumbrado a dominar todo y a todos, pero al final cede.

Nos levantamos y bajo mi vestido, tapando mi desnudez, dándome un pulgar arriba mentalmente, por haberme depilado hace poco.

Entre mis muslos se siente pegajoso, pero los aprieto, porque ni modo, alguien descaradamente metió mi braguita en el bolsillo interno de su chaqueta, sin más explicaciones.

Miro furtiva a su paquete en firme y trago al recordar las grandes dimensiones que sentí, nada mal, señor lobo feroz.

—Como me sigas provocando, no prometo que llegaré a la suite —se acerca y me agarra del cabello por detrás, inclinándose y dándome un beso dominante, que nos eleva de nuevo al puro fuego.

—Te espero, Trinity, no demores —chupa por último mi labio inferior y da la vuelta para marcharse con paso apresurado y raro.

Ha tapado el pico en sus pantalones con el saco del traje cerrado delante, pero se nota que le molesta el bulto.

Sonrío orgullosa de ser yo la causante de sus males, me arreglo un poco el cabello y mis pintas de recién orgásmica.

Salgo de nuevo por la puerta y mis oídos protestan ante el cambio de vibraciones y frecuencias de la música alta.

Camino entre la gente con prisas, hacia nuestra mesa, a recoger mi bolso y decirle a Mónica que voy a hacer una de las cosas más locas de mi vida, sin embargo, no la encuentro por ningún sitio.

—¿Chicos, han visto a Mónica? —pregunto en la mesa donde hay dos desmayados por el alcohol, uno de ellos es Elías.

Por suerte encuentro a un tercer chico, medio espabilado.

—Se fue con Richard desde que estaban bailando en la pista; a esta altura, le deben haber hecho dos bebés —responde con la lengua enredada, no sé si fiarme de esa respuesta.

—¿Buscas a Mónica? —me giro al escuchar la voz de un hombre pelinegro que me grita por encima de la música.

—Sí, ¿la has visto? —lo reconozco, es uno de sus compañeros de la uni, que vino esta noche.

—Me dijo que si te veía, que te dijera que salieron a tomar un descanso en el Starbucks de la esquina, casualmente voy para allá a tomarme un café bien cargado. ¿Vienes?

—Ah, ok, sí, sí.

Esto me va a retrasar más, pero recojo mis cosas y lo sigo porque no me puedo ir sin decirle a Moni, o sé que no me dejará follar en paz, quemándome luego el móvil, preocupada.

Salimos por una puerta de emergencia lateral a la calle. La brisa fría nocturna refresca mis sentidos y mi calentura.

Caminamos hasta la avenida principal, ya es de madrugada y aunque esta zona es muy movida, para estas horas, la mayoría de la gente está alcoholizada en los clubes.

Sin embargo, comienzo a sentir la sensación de que alguien nos observa, miro con disimulo a la calle con poco tránsito, veo algunos autos estacionados en el borde de la acera, pero parecen desocupados.

—¿No me dijiste que estaban en el Starbucks? Creo que lo vi en la esquina contraria —aprieto la correa de mi bolso deteniendo mis pasos y la alarma se enciende por completo.

Estamos yendo en la dirección equivocada y ya hasta estoy dudando de sus palabras.

—Mejor la espero en el club —hago por regresarme y llamaré a Mónica desde la seguridad del lobby del hotel.

—No lo creo, bonita, hay alguien que muere por verte…

—¡¿Qué haces?! ¡No te me acerques! ¡Auxi…! —pero se ha abalanzado sobre mí cuando he hecho por escapar, agarrándome con fuerza y tapándome la boca.

Intento reaccionar, sé algo de defensa personal, pero el chirriar de unas gomas sobre el pavimento se escucharon haciendo eco en la noche.

Una puerta se abrió y alguien me agarró por detrás y tiró de mi cuerpo con brusquedad, mientras este desgraciado me empujaba desde el frente.

Forcejeando y amordazada, fui subida en la parte trasera de un auto desconocido.

—Si gritas nada más que media palabra te vuelo la cabeza —temblé de terror sintiendo el frío cañón de un arma apuntando a mi sien.

Me callé de inmediato, dejando de resistir mientras el auto se ponía en marcha a toda prisa y me encapucharon con un saco de tela oscura.

Mis manos temblorosas fueron atadas con unas duras sogas, ¡estaba en pánico!, ¿esto qué era?, ¿un secuestro?

Pero yo no tenía ni un peso, ni a nadie que pedirle rescate, ninguna relación con personas adineradas… ¡¿tendrá que ver con el tal Nathan?!

Mi estómago se revolvía, amenazaba con echar lo poco que comí y las bebidas, mi cuerpo entero temblaba y la incertidumbre creaba un caos en mi mente, hasta que al fin nos detuvimos.

Fui sacada a trompicones del coche, me hicieron caminar por un suelo que se sentía de grava y me empujaron.

Con las manos atadas perdí el equilibrio cayendo de rodillas y salvando la cara por poco.

Entonces el saco en mi cabeza fue retirado de golpe, me costó enfocar ahora que había algo de luz, parecía que estábamos en una obra de construcción fuera de los suburbios de la ciudad.

Entonces la vi frente a mí, la cara maliciosa de esa mujer loca.

—Después de tu escenita en la empresa, ¿pensaste que lo olvidaría? ¿Qué podías seguir tu vida tan tranquila? —caminó con su cuerpo rollizo embutido en un vestido largo navy, como toda una señorona mafiosa.

—Esto que estás haciendo es ilegal, ya te dije que te quedaras con el maldito de Ethan, ¡déjame ir desquiciada! —a pesar de mi miedo, la ira y la rabia de saber que era ella, me hicieron precipitarme.

El impacto de un fuerte bofetón me hizo caer al suelo pesadamente y con un gemido doloroso.

El zumbido en el oído me desorientó por un tiempo, mi mejilla latía y la mandíbula estaba adormecida.

Mi cabello fue agarrado con violencia, obligándome a incorporarme y a mirarla a sus ojos cargados de veneno.

—No voy a permitir que una simple humana me falte al respeto… - arrugó de repente la nariz con expresión asqueada - Qué puta barata, hueles incluso a sexo con algún Alfa y haciéndote la muy dolida y traicionada, tsk tsk —chasqueó la lengua con burla en la mirada.

– Chicos, ya saben que hacer...

Sus palabras siniestras me pusieron en acción, no me quedaría esperando mansamente.

Con cada fibra de mi ser gritándome que reaccionara, eché hacia atrás mi cabeza y la impacté con todas mis fuerzas contra su frente, haciéndola soltarme y retroceder chillando.

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