TRINITY
Mis labios abiertos eran chupados y lamidos; el sabor amargo y vibrante del whisky invadía mis papilas cada vez que su lengua se colaba en mi boca devorándome. Por todos los cielos, este hombre me estaba enloqueciendo, nuestros cuerpos expresaban los calientes y lujuriosos deseos que sentíamos. Mi centro mojado se molía excitado contra esa dura erección en su entrepierna, mientras mis caderas se movían adelante y atrás sensualmente, montada sobre sus muslos, con las piernas abiertas y el vestido subido indecentemente. —Aaahh —gemí, levantando la cabeza y cerrando los ojos en éxtasis cuando sus manos bajaron el tirante de mi vestido negro por los hombros y su boca se cerró sobre la copa de mi brasier, mordisqueando el duro pico de mi pezón y lamiéndolo. —Más, gime más que quiero escucharte, no te reprimas —me ordenó con esa voz animal y las copas de mi sujetador fueron haladas hacia arriba, dejando expuestos mis senos que cayeron rebotando. —Ssh, joder que caliente, se me ocurren tantas cosas locas que hacer entre estas dos delicias —gruñó, respirando pesado contra mis senos. Me arqueé al sentir la primera chupada de su caliente boca. Sus caninos me rozaban peligrosamente, no tenía miedo, sabía muy bien lo que era y eso me excitaba aún más por alguna razón. Sus manos prendían fuego en mi cuerpo, me aferré a sus hombros mientras era devorada y subía mi vestido, exponiendo mis nalgas que apretó y amasó con fuerza. Los gemidos y gruñidos hacían eco en las oscuras paredes, el sillón de cuero crujía bajo el movimiento de mi cuerpo montándolo, buscando esa morbosa fricción entre nuestros genitales. —Mmm… Espera —protesté tensándome cuando se recostó en el respaldar llevándome con él. Su brazo alrededor de mi cintura me controlaba por completo y me pegaba a su musculoso pecho, su otra mano rasgó sin miramientos mi braguita de encaje. —Compraré luego todas las que quieras para ti —murmuró seductor sobre mis labios y cuando los abrí para decirle un sarcasmo atrevido, volvió a colar su lengua y besarme profundo y apasionado. Mi gemido ronco se perdió en su garganta en el mismo instante en que sus dedos comenzaron a explorar entre mis pétalos húmedos y a jugar con mi duro clítoris. Estaba que me derretía en sus manos, el olor a sexo y a deseo inundaba mi mente y flotaba en el aire. Pronto, un placer electrizante recorrió mi columna cuando me penetró con un dedo y comenzó a bombear adentro y afuera. Mi cintura se contorneó y empiné las nalgas pidiendo más, sintiéndome excitada como nunca antes. —Córrete para mí bebé, muéstrate tu expresión de éxtasis —apresuró sus embestidas sumando otro dedo, sus nudillos chocaban contra mi coño creando sonidos acuosos lascivos. Grité vibrante, temblando de placer y olvidando que afuera de esa pared había decenas de personas presentes. Me aferré a sus hombros, cerrando con fuerza los ojos, mientras me venía bien rico solo con su masturbación. Nunca me había sentido tan viva, ni siquiera con Ethan y a penas y estábamos en los preliminares. Cuando pude conectar dos neuronas de nuevo, bajé los ojos empañados, mi cabello revuelto pegado a mi sudorosa frente y espalda. Él solo me observaba como una bestia al acecho; veía la punta de sus caninos asomarse peligrosamente por esos finos y sensuales labios, y los lobunos ojos ahora de color dorado me recorrían por completo. Siseé, sintiendo las contracciones en mi interior cuando sacó los dedos que luego llevó a su nariz y olió morbosamente. Algo de vergüenza asomó a mis mejillas enrojecidas. —Mmm, mejor de lo que imaginaba, aroma a bosque lluvioso, salvaje y seductor como tú —susurró ronco y luego lamió los dedos brillantes de mis fluidos. Lejos de asquearme, me estaba encendiendo aún más. —Quiero probarlo directamente de entre tus piernas, pero no aquí —me dice repentinamente, incorporándose. Sus manos agarran mis nalgas y me pega dominante a su cuerpo, él no ha llegado al orgasmo y su cosa dura palpita debajo de mi centro. —Acompáñame a una habitación del hotel sobre el club, deseo pasar la noche contigo, prometo darte algo mejor que una masturbación rápida —murmura contra mi boca, me hechiza y me intenta convencer. ¿De verdad estoy dispuesta a lanzarme con todo, con un desconocido que apenas conocí hoy? Ya he llegado hasta aquí, hasta casi hacerlo con él, entonces, ¿por qué no darle riendas sueltas por completo a mis locos deseos? —Promesas, promesas, no serás de esos que hablan más de lo que actúan, ¿no? —lo reto pasando las manos por detrás de su cuello y veo un amago de sonrisa en su boca. —No me compares con ningún otro macho, pequeña revoltosa, aún tengo una cuenta que saldar contigo — me nalguea y lame eróticamente mi cuello. —Iré a reservar la habitación, te llevo a que recojas tu bolso y vamos juntos. —No, yo iré sola a despedirme de mi amiga; espérame en el lobby del hotel —tomo el control y veo cómo frunce el ceño. Se nota que está acostumbrado a dominar todo y a todos, pero al final cede. Nos levantamos y bajo mi vestido, tapando mi desnudez, dándome un pulgar arriba mentalmente, por haberme depilado hace poco. Entre mis muslos se siente pegajoso, pero los aprieto, porque ni modo, alguien descaradamente metió mi braguita en el bolsillo interno de su chaqueta, sin más explicaciones. Miro furtiva a su paquete en firme y trago al recordar las grandes dimensiones que sentí, nada mal, señor lobo feroz. —Como me sigas provocando, no prometo que llegaré a la suite —se acerca y me agarra del cabello por detrás, inclinándose y dándome un beso dominante, que nos eleva de nuevo al puro fuego. —Te espero, Trinity, no demores —chupa por último mi labio inferior y da la vuelta para marcharse con paso apresurado y raro. Ha tapado el pico en sus pantalones con el saco del traje cerrado delante, pero se nota que le molesta el bulto. Sonrío orgullosa de ser yo la causante de sus males, me arreglo un poco el cabello y mis pintas de recién orgásmica. Salgo de nuevo por la puerta y mis oídos protestan ante el cambio de vibraciones y frecuencias de la música alta. Camino entre la gente con prisas, hacia nuestra mesa, a recoger mi bolso y decirle a Mónica que voy a hacer una de las cosas más locas de mi vida, sin embargo, no la encuentro por ningún sitio. —¿Chicos, han visto a Mónica? —pregunto en la mesa donde hay dos desmayados por el alcohol, uno de ellos es Elías. Por suerte encuentro a un tercer chico, medio espabilado. —Se fue con Richard desde que estaban bailando en la pista; a esta altura, le deben haber hecho dos bebés —responde con la lengua enredada, no sé si fiarme de esa respuesta. —¿Buscas a Mónica? —me giro al escuchar la voz de un hombre pelinegro que me grita por encima de la música. —Sí, ¿la has visto? —lo reconozco, es uno de sus compañeros de la uni, que vino esta noche. —Me dijo que si te veía, que te dijera que salieron a tomar un descanso en el Starbucks de la esquina, casualmente voy para allá a tomarme un café bien cargado. ¿Vienes? —Ah, ok, sí, sí. Esto me va a retrasar más, pero recojo mis cosas y lo sigo porque no me puedo ir sin decirle a Moni, o sé que no me dejará follar en paz, quemándome luego el móvil, preocupada. Salimos por una puerta de emergencia lateral a la calle. La brisa fría nocturna refresca mis sentidos y mi calentura. Caminamos hasta la avenida principal, ya es de madrugada y aunque esta zona es muy movida, para estas horas, la mayoría de la gente está alcoholizada en los clubes. Sin embargo, comienzo a sentir la sensación de que alguien nos observa, miro con disimulo a la calle con poco tránsito, veo algunos autos estacionados en el borde de la acera, pero parecen desocupados. —¿No me dijiste que estaban en el Starbucks? Creo que lo vi en la esquina contraria —aprieto la correa de mi bolso deteniendo mis pasos y la alarma se enciende por completo. Estamos yendo en la dirección equivocada y ya hasta estoy dudando de sus palabras. —Mejor la espero en el club —hago por regresarme y llamaré a Mónica desde la seguridad del lobby del hotel. —No lo creo, bonita, hay alguien que muere por verte… —¡¿Qué haces?! ¡No te me acerques! ¡Auxi…! —pero se ha abalanzado sobre mí cuando he hecho por escapar, agarrándome con fuerza y tapándome la boca. Intento reaccionar, sé algo de defensa personal, pero el chirriar de unas gomas sobre el pavimento se escucharon haciendo eco en la noche. Una puerta se abrió y alguien me agarró por detrás y tiró de mi cuerpo con brusquedad, mientras este desgraciado me empujaba desde el frente. Forcejeando y amordazada, fui subida en la parte trasera de un auto desconocido. —Si gritas nada más que media palabra te vuelo la cabeza —temblé de terror sintiendo el frío cañón de un arma apuntando a mi sien. Me callé de inmediato, dejando de resistir mientras el auto se ponía en marcha a toda prisa y me encapucharon con un saco de tela oscura. Mis manos temblorosas fueron atadas con unas duras sogas, ¡estaba en pánico!, ¿esto qué era?, ¿un secuestro? Pero yo no tenía ni un peso, ni a nadie que pedirle rescate, ninguna relación con personas adineradas… ¡¿tendrá que ver con el tal Nathan?! Mi estómago se revolvía, amenazaba con echar lo poco que comí y las bebidas, mi cuerpo entero temblaba y la incertidumbre creaba un caos en mi mente, hasta que al fin nos detuvimos. Fui sacada a trompicones del coche, me hicieron caminar por un suelo que se sentía de grava y me empujaron. Con las manos atadas perdí el equilibrio cayendo de rodillas y salvando la cara por poco. Entonces el saco en mi cabeza fue retirado de golpe, me costó enfocar ahora que había algo de luz, parecía que estábamos en una obra de construcción fuera de los suburbios de la ciudad. Entonces la vi frente a mí, la cara maliciosa de esa mujer loca. —Después de tu escenita en la empresa, ¿pensaste que lo olvidaría? ¿Qué podías seguir tu vida tan tranquila? —caminó con su cuerpo rollizo embutido en un vestido largo navy, como toda una señorona mafiosa. —Esto que estás haciendo es ilegal, ya te dije que te quedaras con el maldito de Ethan, ¡déjame ir desquiciada! —a pesar de mi miedo, la ira y la rabia de saber que era ella, me hicieron precipitarme. El impacto de un fuerte bofetón me hizo caer al suelo pesadamente y con un gemido doloroso. El zumbido en el oído me desorientó por un tiempo, mi mejilla latía y la mandíbula estaba adormecida. Mi cabello fue agarrado con violencia, obligándome a incorporarme y a mirarla a sus ojos cargados de veneno. —No voy a permitir que una simple humana me falte al respeto… - arrugó de repente la nariz con expresión asqueada - Qué puta barata, hueles incluso a sexo con algún Alfa y haciéndote la muy dolida y traicionada, tsk tsk —chasqueó la lengua con burla en la mirada. – Chicos, ya saben que hacer... Sus palabras siniestras me pusieron en acción, no me quedaría esperando mansamente. Con cada fibra de mi ser gritándome que reaccionara, eché hacia atrás mi cabeza y la impacté con todas mis fuerzas contra su frente, haciéndola soltarme y retroceder chillando.TRINITY Mi cráneo entero se estremeció, mareada y viendo solo sombras frentes a mis ojos, aproveché para ponerme de pie, tenía las manos atadas, pero no mis pies. Me dolían las rodillas llenas de raspones, pero forcé mis piernas a una carrera explosiva, repleta de adrenalina y las ganas desesperadas de sobrevivir. No llegué muy lejos, ella lanzó unas órdenes como los ladridos de una perra loca y escuché los pasos de mis captores. No conocía este lugar, miraba a todos lados confundida, mi mente en caos, pero creí ver una estructura a unos metros, quizás si lograba llegar podría esconderme, sin embargo, alguien agarró mis piernas y por mucho que resistí, terminé cayendo al suelo, pesada y dolorosamente. A partir de ahí solo pude recordar los golpes que llovieron sobre mi cuerpo porque ni siquiera tuve la oportunidad de ponerme en pie. Me acosté en posición fetal contra la grava, protegiéndome la cabeza pegada a las rodillas e instintivamente el estómago, apretando los diente
TRINITY Desde la ventana del autobús observo el caos del tráfico en la ciudad, perdida en mis pensamientos. Dada de alta del hospital hace más de una semana y aún convaleciente, me enfrento a una realidad abrumadora: estoy embarazada de Ethan y sigo sin trabajo. A pesar de haberme cuidado siempre, incluso con mi diagnóstico de ovarios poliquísticos que heredé de mi madre, aquí estoy, esperando un bebé híbrido en el peor momento posible. Ethan era un hombre lobo. Cuando supe de su origen, no me alteré porque ya conocía a Mónica y ella también es parte de esa raza. Por razones que desconozco, ambos vivían recluidos en el mundo humano, apartados de sus llamadas “manadas”. La voz mecánica anuncia que mi parada es la próxima, mi estómago se revoluciona con un hambre voraz y los tacones me están matando. Llevo toda la mañana dejando currículos. He ido a varias entrevistas, ocultando los moretones con maquillaje, pero solo encuentro rechazos. Algo no está bien; parece que solo
TRINITY —No recuerdo que tuviésemos tanta confianza como para que me tuteara, ¿Srta...? —Trinity Miller —le respondí saliendo de mi estupefacción. Debo admitir que el hecho de que ni siquiera se acordara de mi nombre me molestó un poco. ¿Pero qué esperaba? Habían pasado 5 años y solo intimamos por un breve momento que luego se truncó. —¡Dígame!, ¿quién le pagó para retener aquí a mi hijo? Ya debe saber sobre mi poder, así que más le vale no jugar conmigo o se va a arrepentir. Me amenazó fríamente, dando un paso hacia delante y ordenándole con la cabeza a sus hombres que me soltaran los brazos y se alejaran. —No sé de qué me está hablando, me encontré a ese niño al punto de colapso, lo cuido porque se golpeó la cabeza y no recuerda nada, no tenía ni idea de que era su hijo, Sr… ¿cuál era su apellido? Como a la velocidad de la luz lo tuve sobre mí, su mano se aferró con fuerza a mi cuello y me pegó a la pared de la cocina, sus ojos animales fulguraban con rabia y su re
NATHAN La sentía estremecerse, su vagina se apretaba en respuesta a su próxima liberación que no tardó en llegar. Mis testículos se sacudieron fuerte, llenando el condón, mientras embestía por última vez, duro y rápido, siseando de puro placer. Los caninos de mi lobo salieron con la intensa corrida, bajé mi cabeza con ganas de morder esa blanca piel, pero un gemido profundo femenino me hizo congelarme. Esta mujer se llamaba Emma, no Trinity, no era esa humana sexy, de lengua afilada, seductora de hombres y calienta braguetas, era la jefa de personal de la compañía de mi familia y ni siquiera tenía el cabello rojo natural. Gruñí molesto, queriendo culpar a mi lobo interior por este desliz e incorporándome de encima de ella, que respiraba agitada, derrumbada sobre el escritorio. La falda subida hasta la cintura, la camisa blanca sudada se pegaba a su espalda, usaba uno de esos pantis negros que vienen con un agujero en la parte íntima, siempre lista para la acción. To
TRINITYLlegué como una demente al parque y me lo encontré sentado al lado de una señora que cuidaba unos perritos, supongo que ella fue la que me llamó.—¡Mamá! —sus ojos se iluminaron en cuanto me vio y corrió a mi encuentro.—Dieguito, ¿qué haces aquí solito? ¿Estás bien? ¿Alguien te hizo daño? —me agaché a su altura soltando el bolso en la hierba y comencé a revisarlo por todos lados mientras le hacía un millón de preguntas.—¡Mamá!, ¿por qué ese hombre dice que tú no eres nada mío? —comenzó a llorar sin quererme soltar del cuello.Dios, esto estaba siendo tan difícil y ese energúmeno no tenía nada de tacto.—No pasa nada, mi niño, tranquilo, tranquilo —lo abracé acariciando su espalda y agradecí a la señora que me había llamado.Le inventé una historia de mi divorcio con su padre para que no fuera a imaginarse cosas raras, como las que precisamente estaban sucediendo.Recordé que debido a los problemas de la mente de Diego, le había dado un papel con todos mis datos y parece que
TRINITYVeo a Diego salir del baño y me tenso pensando en qué hacer para que no venga. Le hago señas para que vaya a pedir la cuenta en la barra y él entiende, alejándose hacia el mostrador y esperando detrás de otros clientes. —Quiero el doble y se lo entrego donde me cite, sin trampa, necesito el dinero —le respondo, haciendo por levantarme.Lo que necesito es una dirección, un punto de encuentro para ver de qué manera se lo puedo decir a Nathan y que se presente él a capturar a los secuestradores y eliminar el peligro.Ni siquiera me pasaría por la cabeza, pero estoy segura de que si entrego a Diego no me van a dar ningún dinero y solo terminaré muerta, flotando en el agua del puerto. —En 15 minutos te espero bajo el puente cerca del parque, te estaremos vigilando, así que ni se te ocurra… Pero se levanta de golpe repentinamente, pegándome un tremendo susto. Echa a correr sin pensárselo dos veces, metiéndose por la puerta de empleados y supongo que escapando por la cocina. No
TRINITY—Srta. Miller, puedo ordenarle a un chofer que la lleve a su casa… Ni siquiera le respondí a la propuesta de ese tal William cuando pasé por su lado y me intentó suavizar. Podía sentir la mirada de Nathan quemando en mi espalda, pero no dijo nada y salí a la avenida buscando la parada del bus. Miré por un segundo hacia la pizzería, unos metros más atrás, lamentaba tanto dejar de nuevo al niño, pero era lo mejor para los dos.Me limpié las lágrimas con rabia y me alejé a vivir mi propia vida, porque cada vez que mi destino se cruzaba con este hombre, solo cosas malas me sucedían después.*****NATHAN Mi lobo me rugía que fuera tras ella, mi corazón latía apresurado en mi pecho, pero mi cuerpo paralizado no daba ni un paso adelante. Me habían enseñado muchas cosas en la vida, sin embargo, nunca a pedir perdón. Un Alfa no tiene que disculparse delante de nadie y menos justificar sus acciones. No seré aún el Alfa de mi manada, pero mi lobo interior es un Alfa puro de nacimi
NATHANAl otro día, de vuelta en la oficina, el timbre del teléfono fijo suena y suena sin cesar ¡maldición! —¡Juliana! —le rujo a mi supuesta secretaria que parece haberse ido de nuevo de su puesto a hacer lo que le da la gana. —Maldita sea, ¡dígame! —descuelgo la línea dejando de firmar los documentos importantes que tenía delante. —Se… Señor Langford, disculpe, llamaba a la línea de su secretaria… —Salió al baño, dígame, ¿qué sucede? —Aquí hay una señorita que pregunta por una cita, se llama… —hace una pausa y escucho esa voz que hace estremecer mis oídos. —Trinity Miller —por alguna razón me tenso y mi lobo se levanta enseguida prestando atención.—Concédale la cita ahora, súbala personalmente a mi oficina —le doy instrucciones y cuelgo. Me levanto a ponerme el saco y me aliso el cabello con la mano, arreglo los papeles sobre el escritorio mientras pienso en una y mil palabras que decir para intentar arreglar las cosas. He leído el informe sobre ella y la verdad, fui un ma