TRINITYLlegué como una demente al parque y me lo encontré sentado al lado de una señora que cuidaba unos perritos, supongo que ella fue la que me llamó.—¡Mamá! —sus ojos se iluminaron en cuanto me vio y corrió a mi encuentro.—Dieguito, ¿qué haces aquí solito? ¿Estás bien? ¿Alguien te hizo daño? —me agaché a su altura soltando el bolso en la hierba y comencé a revisarlo por todos lados mientras le hacía un millón de preguntas.—¡Mamá!, ¿por qué ese hombre dice que tú no eres nada mío? —comenzó a llorar sin quererme soltar del cuello.Dios, esto estaba siendo tan difícil y ese energúmeno no tenía nada de tacto.—No pasa nada, mi niño, tranquilo, tranquilo —lo abracé acariciando su espalda y agradecí a la señora que me había llamado.Le inventé una historia de mi divorcio con su padre para que no fuera a imaginarse cosas raras, como las que precisamente estaban sucediendo.Recordé que debido a los problemas de la mente de Diego, le había dado un papel con todos mis datos y parece que
TRINITYVeo a Diego salir del baño y me tenso pensando en qué hacer para que no venga. Le hago señas para que vaya a pedir la cuenta en la barra y él entiende, alejándose hacia el mostrador y esperando detrás de otros clientes. —Quiero el doble y se lo entrego donde me cite, sin trampa, necesito el dinero —le respondo, haciendo por levantarme.Lo que necesito es una dirección, un punto de encuentro para ver de qué manera se lo puedo decir a Nathan y que se presente él a capturar a los secuestradores y eliminar el peligro.Ni siquiera me pasaría por la cabeza, pero estoy segura de que si entrego a Diego no me van a dar ningún dinero y solo terminaré muerta, flotando en el agua del puerto. —En 15 minutos te espero bajo el puente cerca del parque, te estaremos vigilando, así que ni se te ocurra… Pero se levanta de golpe repentinamente, pegándome un tremendo susto. Echa a correr sin pensárselo dos veces, metiéndose por la puerta de empleados y supongo que escapando por la cocina. No
TRINITY—Srta. Miller, puedo ordenarle a un chofer que la lleve a su casa… Ni siquiera le respondí a la propuesta de ese tal William cuando pasé por su lado y me intentó suavizar. Podía sentir la mirada de Nathan quemando en mi espalda, pero no dijo nada y salí a la avenida buscando la parada del bus. Miré por un segundo hacia la pizzería, unos metros más atrás, lamentaba tanto dejar de nuevo al niño, pero era lo mejor para los dos.Me limpié las lágrimas con rabia y me alejé a vivir mi propia vida, porque cada vez que mi destino se cruzaba con este hombre, solo cosas malas me sucedían después.*****NATHAN Mi lobo me rugía que fuera tras ella, mi corazón latía apresurado en mi pecho, pero mi cuerpo paralizado no daba ni un paso adelante. Me habían enseñado muchas cosas en la vida, sin embargo, nunca a pedir perdón. Un Alfa no tiene que disculparse delante de nadie y menos justificar sus acciones. No seré aún el Alfa de mi manada, pero mi lobo interior es un Alfa puro de nacimi
NATHANAl otro día, de vuelta en la oficina, el timbre del teléfono fijo suena y suena sin cesar ¡maldición! —¡Juliana! —le rujo a mi supuesta secretaria que parece haberse ido de nuevo de su puesto a hacer lo que le da la gana. —Maldita sea, ¡dígame! —descuelgo la línea dejando de firmar los documentos importantes que tenía delante. —Se… Señor Langford, disculpe, llamaba a la línea de su secretaria… —Salió al baño, dígame, ¿qué sucede? —Aquí hay una señorita que pregunta por una cita, se llama… —hace una pausa y escucho esa voz que hace estremecer mis oídos. —Trinity Miller —por alguna razón me tenso y mi lobo se levanta enseguida prestando atención.—Concédale la cita ahora, súbala personalmente a mi oficina —le doy instrucciones y cuelgo. Me levanto a ponerme el saco y me aliso el cabello con la mano, arreglo los papeles sobre el escritorio mientras pienso en una y mil palabras que decir para intentar arreglar las cosas. He leído el informe sobre ella y la verdad, fui un ma
TRINITYLa mujer del cuarto sale en un puro temblor y comienzan a discutir en voz baja.Yo sin poderme ir y con ganas de tirarme por la ventana. ¡BOOM, BOOM, BOOM! La puerta de entrada retumba sin cesar.Los veo de repente como se giran a mirarme, una mala premonición aprieta mi pecho. —Métete en el baño y no se te ocurra salir — él le susurra empujando su espalda y la mujer corre al interior de la habitación. —Sé que necesitas dinero y yo necesito un favor —me dice atropelladamente las palabras, caminando hacia mí y mirando desenfocado a la puerta —Di que eres tú mi amante, Celia no se va a creer que esta es una reunión o algo así…—¡¿Qué?! —No grites, estúpida —da un paso adelante queriendo taparme la boca y yo retrocedo a la defensiva —Solo será un mal rato y te pagaré luego muy bien, diremos que se acabó, seguirás en tu puesto, no te voy a echar y arreglarás tus problemas de dinero, sé que tienes una hija pequeña, maldición, decídete rápido… Mientras más lo escuchaba, más ri
NATHANMi hermana y él siempre se han atraído a pesar de que mi madre no lo aceptaría. Incluso sé que tuvieron algo a escondidas una vez, pero por mucho que he intentado sacarle la información, ninguno de los dos me ha dicho por qué terminaron y ahora no pueden estar en la misma habitación más de dos minutos. —Regreso luego… —Ya me iba, para que puedas respirar sin ahogarte con mi asquerosidad —escucho que William le murmura entre dientes cuando pasa a su lado y Juliana le saca el dedo del medio. Cada vez que se juntan me parece haber regresado al instituto. —¿Revisaste los contratos de afiliación? —le pregunto a mi hermana que se acerca cuando William sale del despacho. —Sí, y de verdad espero que sepas lo que haces —me dice sentándose sobre el escritorio a pesar de todas las sillas disponibles. —Solo voy a ayudarte por mi sobrino y espero que no le hagas daño a esa humana, ella me caía bien. —Solo la viste un momento… —¡Nathan! —da un golpe en la mesa molesta y dejo todo pa
TRINITYCamino hacia ella deprisa, casi corriendo, temiendo que ese loco salga gritándome en cualquier momento. —¡Siiiii! —le digo dando gritico bajo y moviendo la carpeta delante de mi cara, ambas con risas de desquiciadas mentales.— ¡Vamos, vámonos corriendo! La empujo y enseguida nos subimos para ponernos en marcha. —¡Cuéntamelo todo mi extorsionadora favorita! —me grita incorporándonos al tráfico.—Joder, espera, que creía que me iba a dar un patatús —no es broma, mis manos están temblando y mi corazón aún late errático. Entonces le cuento todo lo sucedido en la oficina de ese cerdo. —¡¡Toma!!, ¡en la cara de ese idiota! Diosa que bien se siente al fin podernos desquitar —exclama como si fuese ella la protagonista de todo. —No te creas, aún tengo miedo, ¿y si se venga después de que se le pase el susto? —le digo mis miedos, suspirando, la adrenalina bajando y mis temores aflorando.— Creo que hasta que no consiga un nuevo trabajo, no voy a estar segura de que ese desgraciad
TRINITY—¿Qué hace aquí, Sr. Langford? —intento recuperar algo de dignidad y hacerme la enojada. Mis ojos van a la carpeta blanca que lleva en la mano y mi cabeza de chorlito solo piensa en una explicación lógica. —Si vino de nuevo por lo del dinero, le dije que no quería nada suyo, así que no me esté acosando en mi trabajo… —¿Eso es lo que cree que estoy haciendo? —de repente comienza a dar poderosas zancadas, acercándose. Me tiene de un momento a otro acorralada contra la máquina. —¿Piensa que vine hasta aquí solo para acosarla? Me cuestiona, bajo y ronco, tan sexy, que mi mente no puede procesar tantas preguntas seguidas. —Yo… yo… pues sí, porque si no es el caso, ¿qué hace aquí? —levanto el mentón e intento inclinarme hacia atrás. No dejo que su presencia opresiva me intimide, pero cuando se inclina sobre mi cuerpo más pequeño, encerrándome entre sus brazos, que apoya en la fotocopiadora y tengo ese rostro masculino y peligroso a solo centímetros del mío, me entra temblequ