4. EL PODER DEL DINERO

TRINITY

Mi cráneo entero se estremeció, mareada y viendo solo sombras frentes a mis ojos, aproveché para ponerme de pie, tenía las manos atadas, pero no mis pies.

Me dolían las rodillas llenas de raspones, pero forcé mis piernas a una carrera explosiva, repleta de adrenalina y las ganas desesperadas de sobrevivir.

No llegué muy lejos, ella lanzó unas órdenes como los ladridos de una perra loca y escuché los pasos de mis captores.

No conocía este lugar, miraba a todos lados confundida, mi mente en caos, pero creí ver una estructura a unos metros, quizás si lograba llegar podría esconderme, sin embargo, alguien agarró mis piernas y por mucho que resistí, terminé cayendo al suelo, pesada y dolorosamente.

A partir de ahí solo pude recordar los golpes que llovieron sobre mi cuerpo porque ni siquiera tuve la oportunidad de ponerme en pie.

Me acosté en posición fetal contra la grava, protegiéndome la cabeza pegada a las rodillas e instintivamente el estómago, apretando los dientes mientras la sangre subía por mi garganta, con los ojos cerrados sollozando, mareada y viendo solo oscuridad y puntos brillantes.

Me desmayaría en cualquier instante, eso si no moría antes por la golpiza, sin embargo, hubo un cambio de planes repentinos.

“… viene un auto…”

“… ¿le disparo?”

“… no, no, idiota, pueden rastrear el arma…”

Alguien se acercó de nuevo a mi cuerpo tirado como basura.

—Mírenla, ni siquiera tienes la decencia de morir rápido —sentí su voz de fastidio y luego un aliento caliente cayó en mi oído:

— Como le digas a alguien que fui yo, puedes darte por muerta, humana. Esto es solo una advertencia. Puedo hacer de tu vida un infierno y si me entero de que estás rondando de nuevo a Ethan, te destrozaré.

Se levantó y por un momento sentí la loca esperanza de poder sobrevivir de alguna manera.

—Aagg —gemí de dolor cuando encajó el tacón de su zapato en mi columna, dejándome un último recuerdo de su abuso.

Mi boca se llenó de sangre y bilis, con una fuerte arcada vomité de lado, casi ahogándome.

Escuché vagamente el chirrido de gomas y tiempo después, el rugir de un motor, pero parecía diferente… no sé.

La puerta se abrió de golpe, exclamaciones y los pasos apresurados llegando hasta mí.

— ¡Trinity, Dios mío, qué ha pasado! —las palabras llorosas de Mónica llegan a mis oídos como un bálsamo.

Intento sacar un sonido de entre mis labios hinchados y heridos, pero no puedo, estoy desvaneciéndome en la oscuridad con mis últimas fuerzas.

—¡Richard, rápido, maldición, no preguntes tanto y ayúdame a cargarla! ¡Trinity, por favor, quédate conmigo! ¡Todo va a estar bien, te tengo Trini, resiste…!

Oigo gritos a lo lejos, siento dolor en todos lados cuando mi cuerpo es elevado del suelo.

—El vientre… me duele mucho… —logro articular débilmente.

Mi vientre ardía y con cada punzada, sentía como si algo demasiado importante para mí, se estuviese escapando por entre mis piernas.

*****

NATHAN

Hace demasiado tiempo que ninguna mujer me había atraído como esta humana, con su delicioso olor, sus ojos hechiceros, esa boca dulce y desafiante, y la sensualidad con la que caminaba, moviendo ese culo de infarto.

Tenía algo que tentaba demasiado a mi lobo, y de paso, me dejaba con los caninos afuera y un bulto doloroso entre mis piernas.

Le debía una a la ladilla de mi hermana, que hoy incluso tuvo la decencia de quedarse con una amiga.

Agarré la llave electrónica de la habitación y caminé hacia el área de los elevadores; este hotel se encontraba sobre el club nocturno Abyss.

Me senté en uno de los sillones de espera y pedí un bourbon al mozo que pasaba, sin dejar de observar los números en la pantalla electrónica que anunciaban que alguien iba subiendo de la planta baja.

Mi lobo Alfa Blaze, gruñía dando vueltas, impaciente y excitado, empujándome a buscarla.

Por un segundo, creí que no aceptaría mis insinuaciones tan directas, los humanos son más lentos para esto, pero desde que la vi aparecer en la planta baja del club, no pude despegar mis ojos de ella.

Era puro fuego esa pelirroja, y yo quería quemarme hasta arder en llamas.

El sonido del elevador llegando al lobby me hizo levantarme con incomodidad, la erección en mi entrepierna palpitaba dolorosamente; ya no sabía cómo ocultarla.

Caminé lleno de expectativas y deseos, solo para enfriarme por completo al ver salir a William, mi mano derecha, y a los demás lobos guerreros que me acompañaban en este viaje de negocios.

—¿Nathan? —William se acercó a mí, interrogante—. ¿Qué haces aquí?

—Espero a alguien —le dije sin muchas explicaciones, bebiéndome el bourbon que me trajeron y con mis ojos pegados a los elevadores.

—¿A esa rubia con boca de devoradora? —me preguntó burlón.

Había decidido quedarnos esta noche aquí, para mañana tomar el vuelo a nuestras tierras en Halifax, Canadá.

—No, a esa mujer que te comenté.

—¿La pelirroja humana? Pero… creí…

—¿Qué sucedió? —lo cuestioné, frunciendo el ceño, el maldito elevador detenido sin que nadie lo llamara del primer piso, me estaba impacientando.

—Me pareció verla irse con otro chico, uno de esos que estaban en su mesa, me fijé en ella porque pensé que estaba contigo en el reservado… ¡oye, Nathan!

Me llamó cuando lo dejé con la palabra en la boca y fui directo a buscarla en el club.

Toda la excitación bajando de golpe y más al caminar directo a su mesa y ver que ya no quedaba ninguno de esos hombres borrachos, ni rastros de Trinity.

—¿Viste a una chica pelirroja, curvy, con un vestido corto negro irse? —saqué uno de 100 y se lo di al tipo de la puerta con el cabreo yendo en aumento.

—Yo no señor, pero espere... ¡Regy! ¿Viste a una chica así…? —se la describe al otro guardia.

—Sí, salió con un pelinegro por la puerta lateral y los vi irse en esa dirección, pero luego seguí en lo mío —mientras más escuchaba, más la sangre me hervía en el cuerpo.

¿A qué exactamente estaba jugando esa maldit4 mujer conmigo?

Salí a la calle como un perro sin correa, obviamente con tantos olores fuertes y el tiempo que pasó, perdí su rastro, de seguro se montó en el auto de ese imbécil.

¿Pelinegro? Posiblemente con el que bailaba para provocarme o simplemente estaba valorando sus posibilidades, probándonos a ambos y es obvio quién ganó la apuesta de pasar la noche con ella.

Apreté mis nudillos hasta casi hacerme trizas los dedos y di mi espalda hacia el hotel.

Olvidaría a esa mujer como a tantas otras con las que me había acostado; ella ni siquiera me había dado ese placer.

Solo me importaba ganar el puesto de Alfa de mi manada, que aún gobernaba mi padre y yo competía con mi hermano.

Fui directo a la entrada del hotel sin pasar por el club y me subí al elevador desierto, dándole un fuerte puñetazo al botón.

Las puertas se cerraron y solo me quedé mirando encolerizado a la nada, juré que ninguna otra mujer me ridiculizaría en mi vida; si nos volvíamos a cruzar, esa humana me las iba a pagar.

*****

TRINITY

Cuando conecté mis sentidos de nuevo con la realidad, el olor a desinfectante, el ambiente de paredes blancas, y el dolor sordo en todo mi cuerpo, me dijeron dos cosas.

Había sobrevivido milagrosamente al secuestro y ahora me encontraba hospitalizada.

—Trini, al fin estás despierta, ¡Dios, qué susto me has dado! —escucho la voz temblorosa de Mónica y siento las lágrimas rodar por mis hinchados ojos.

La veo con su uniforme de enfermera cerrando unas cortinas, aislándonos de los ojos curiosos de los pacientes y acompañantes en la sala.

—Moni…

—No hables, espera, Trini, no te pongas así cariño, no llores, no llores —toma unas gasas y limpia con cuidado mi rostro que me imagino estará irreconocible.

Sus ojos angustiados y rojos se cruzan con los míos. La conozco bien, está haciéndose la fuerte para no asustarme.

—Toma… toma algo de agua, llamaré al doctor — se inclina y parece que pulsa el botón de asistencia, luego me acerca un vaso de papel con un absorbente.

Mis labios se sienten resecos y cuarteados, apenas puedo tragar unas gotas que bajan lubricando mi adolorida garganta.

Estoy acostada en una camita sin siquiera poderme mover, con vendas en la pierna y un yeso en un brazo.

—¿Cómo diste conmigo? —entonces se sentó en el borde del colchón, tomó mi mano y me relató cómo fueron las cosas.

Sí que habían ido al Starbucks, pero al regresar luego y no encontrarme por ningún lado, también los otros chicos se habían marchado, decidió llamarme.

—Pensé que te habías ido con Elías, pero lo llamé y, borracho, me dijo algo de otro hombre, que eras una cualquiera… en fin, empecé a preocuparme, tú nunca te marcharías sin avisarme y activé el Life360 para localizarte.

Gracias a todos los cielos por esa app de localización que habíamos instalado en los móviles cuando violaron a una chica de nuestro barrio.

—Fue esa mujer que está con Ethan, amenazó con matarme si hablaba, pero no voy a dejar esto así, la denunciaré a la policía, no puedo creerme lo que me está pasando por culpa de ese desgraciado.

Miles de sentimientos complejos se agolpan en mi pecho, un sollozo se escapa de entre mis labios, mi vida era una montaña rusa de emociones.

Mónica me consuela, me abraza con cuidado hasta que logro recomponerme un poco.

—Amiga, hay otra cosa que debo decirte, por favor cálmate, no puedes alterarte más - sus manos que aprietan la mía, de repente están rígidas y temblorosas, la miro asustada, por favor no peores noticias.

—Mónica, dime de una vez…

—Trinity, estás embarazada de Ethan y con amenaza de aborto.

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