TRINITY
Mi cráneo entero se estremeció, mareada y viendo solo sombras frentes a mis ojos, aproveché para ponerme de pie, tenía las manos atadas, pero no mis pies. Me dolían las rodillas llenas de raspones, pero forcé mis piernas a una carrera explosiva, repleta de adrenalina y las ganas desesperadas de sobrevivir. No llegué muy lejos, ella lanzó unas órdenes como los ladridos de una perra loca y escuché los pasos de mis captores. No conocía este lugar, miraba a todos lados confundida, mi mente en caos, pero creí ver una estructura a unos metros, quizás si lograba llegar podría esconderme, sin embargo, alguien agarró mis piernas y por mucho que resistí, terminé cayendo al suelo, pesada y dolorosamente. A partir de ahí solo pude recordar los golpes que llovieron sobre mi cuerpo porque ni siquiera tuve la oportunidad de ponerme en pie. Me acosté en posición fetal contra la grava, protegiéndome la cabeza pegada a las rodillas e instintivamente el estómago, apretando los dientes mientras la sangre subía por mi garganta, con los ojos cerrados sollozando, mareada y viendo solo oscuridad y puntos brillantes. Me desmayaría en cualquier instante, eso si no moría antes por la golpiza, sin embargo, hubo un cambio de planes repentinos. “… viene un auto…” “… ¿le disparo?” “… no, no, idiota, pueden rastrear el arma…” Alguien se acercó de nuevo a mi cuerpo tirado como basura. —Mírenla, ni siquiera tienes la decencia de morir rápido —sentí su voz de fastidio y luego un aliento caliente cayó en mi oído: — Como le digas a alguien que fui yo, puedes darte por muerta, humana. Esto es solo una advertencia. Puedo hacer de tu vida un infierno y si me entero de que estás rondando de nuevo a Ethan, te destrozaré. Se levantó y por un momento sentí la loca esperanza de poder sobrevivir de alguna manera. —Aagg —gemí de dolor cuando encajó el tacón de su zapato en mi columna, dejándome un último recuerdo de su abuso. Mi boca se llenó de sangre y bilis, con una fuerte arcada vomité de lado, casi ahogándome. Escuché vagamente el chirrido de gomas y tiempo después, el rugir de un motor, pero parecía diferente… no sé. La puerta se abrió de golpe, exclamaciones y los pasos apresurados llegando hasta mí. — ¡Trinity, Dios mío, qué ha pasado! —las palabras llorosas de Mónica llegan a mis oídos como un bálsamo. Intento sacar un sonido de entre mis labios hinchados y heridos, pero no puedo, estoy desvaneciéndome en la oscuridad con mis últimas fuerzas. —¡Richard, rápido, maldición, no preguntes tanto y ayúdame a cargarla! ¡Trinity, por favor, quédate conmigo! ¡Todo va a estar bien, te tengo Trini, resiste…! Oigo gritos a lo lejos, siento dolor en todos lados cuando mi cuerpo es elevado del suelo. —El vientre… me duele mucho… —logro articular débilmente. Mi vientre ardía y con cada punzada, sentía como si algo demasiado importante para mí, se estuviese escapando por entre mis piernas. ***** NATHAN Hace demasiado tiempo que ninguna mujer me había atraído como esta humana, con su delicioso olor, sus ojos hechiceros, esa boca dulce y desafiante, y la sensualidad con la que caminaba, moviendo ese culo de infarto. Tenía algo que tentaba demasiado a mi lobo, y de paso, me dejaba con los caninos afuera y un bulto doloroso entre mis piernas. Le debía una a la ladilla de mi hermana, que hoy incluso tuvo la decencia de quedarse con una amiga. Agarré la llave electrónica de la habitación y caminé hacia el área de los elevadores; este hotel se encontraba sobre el club nocturno Abyss. Me senté en uno de los sillones de espera y pedí un bourbon al mozo que pasaba, sin dejar de observar los números en la pantalla electrónica que anunciaban que alguien iba subiendo de la planta baja. Mi lobo Alfa Blaze, gruñía dando vueltas, impaciente y excitado, empujándome a buscarla. Por un segundo, creí que no aceptaría mis insinuaciones tan directas, los humanos son más lentos para esto, pero desde que la vi aparecer en la planta baja del club, no pude despegar mis ojos de ella. Era puro fuego esa pelirroja, y yo quería quemarme hasta arder en llamas. El sonido del elevador llegando al lobby me hizo levantarme con incomodidad, la erección en mi entrepierna palpitaba dolorosamente; ya no sabía cómo ocultarla. Caminé lleno de expectativas y deseos, solo para enfriarme por completo al ver salir a William, mi mano derecha, y a los demás lobos guerreros que me acompañaban en este viaje de negocios. —¿Nathan? —William se acercó a mí, interrogante—. ¿Qué haces aquí? —Espero a alguien —le dije sin muchas explicaciones, bebiéndome el bourbon que me trajeron y con mis ojos pegados a los elevadores. —¿A esa rubia con boca de devoradora? —me preguntó burlón. Había decidido quedarnos esta noche aquí, para mañana tomar el vuelo a nuestras tierras en Halifax, Canadá. —No, a esa mujer que te comenté. —¿La pelirroja humana? Pero… creí… —¿Qué sucedió? —lo cuestioné, frunciendo el ceño, el maldito elevador detenido sin que nadie lo llamara del primer piso, me estaba impacientando. —Me pareció verla irse con otro chico, uno de esos que estaban en su mesa, me fijé en ella porque pensé que estaba contigo en el reservado… ¡oye, Nathan! Me llamó cuando lo dejé con la palabra en la boca y fui directo a buscarla en el club. Toda la excitación bajando de golpe y más al caminar directo a su mesa y ver que ya no quedaba ninguno de esos hombres borrachos, ni rastros de Trinity. —¿Viste a una chica pelirroja, curvy, con un vestido corto negro irse? —saqué uno de 100 y se lo di al tipo de la puerta con el cabreo yendo en aumento. —Yo no señor, pero espere... ¡Regy! ¿Viste a una chica así…? —se la describe al otro guardia. —Sí, salió con un pelinegro por la puerta lateral y los vi irse en esa dirección, pero luego seguí en lo mío —mientras más escuchaba, más la sangre me hervía en el cuerpo. ¿A qué exactamente estaba jugando esa maldit4 mujer conmigo? Salí a la calle como un perro sin correa, obviamente con tantos olores fuertes y el tiempo que pasó, perdí su rastro, de seguro se montó en el auto de ese imbécil. ¿Pelinegro? Posiblemente con el que bailaba para provocarme o simplemente estaba valorando sus posibilidades, probándonos a ambos y es obvio quién ganó la apuesta de pasar la noche con ella. Apreté mis nudillos hasta casi hacerme trizas los dedos y di mi espalda hacia el hotel. Olvidaría a esa mujer como a tantas otras con las que me había acostado; ella ni siquiera me había dado ese placer. Solo me importaba ganar el puesto de Alfa de mi manada, que aún gobernaba mi padre y yo competía con mi hermano. Fui directo a la entrada del hotel sin pasar por el club y me subí al elevador desierto, dándole un fuerte puñetazo al botón. Las puertas se cerraron y solo me quedé mirando encolerizado a la nada, juré que ninguna otra mujer me ridiculizaría en mi vida; si nos volvíamos a cruzar, esa humana me las iba a pagar. ***** TRINITY Cuando conecté mis sentidos de nuevo con la realidad, el olor a desinfectante, el ambiente de paredes blancas, y el dolor sordo en todo mi cuerpo, me dijeron dos cosas. Había sobrevivido milagrosamente al secuestro y ahora me encontraba hospitalizada. —Trini, al fin estás despierta, ¡Dios, qué susto me has dado! —escucho la voz temblorosa de Mónica y siento las lágrimas rodar por mis hinchados ojos. La veo con su uniforme de enfermera cerrando unas cortinas, aislándonos de los ojos curiosos de los pacientes y acompañantes en la sala. —Moni… —No hables, espera, Trini, no te pongas así cariño, no llores, no llores —toma unas gasas y limpia con cuidado mi rostro que me imagino estará irreconocible. Sus ojos angustiados y rojos se cruzan con los míos. La conozco bien, está haciéndose la fuerte para no asustarme. —Toma… toma algo de agua, llamaré al doctor — se inclina y parece que pulsa el botón de asistencia, luego me acerca un vaso de papel con un absorbente. Mis labios se sienten resecos y cuarteados, apenas puedo tragar unas gotas que bajan lubricando mi adolorida garganta. Estoy acostada en una camita sin siquiera poderme mover, con vendas en la pierna y un yeso en un brazo. —¿Cómo diste conmigo? —entonces se sentó en el borde del colchón, tomó mi mano y me relató cómo fueron las cosas. Sí que habían ido al Starbucks, pero al regresar luego y no encontrarme por ningún lado, también los otros chicos se habían marchado, decidió llamarme. —Pensé que te habías ido con Elías, pero lo llamé y, borracho, me dijo algo de otro hombre, que eras una cualquiera… en fin, empecé a preocuparme, tú nunca te marcharías sin avisarme y activé el Life360 para localizarte. Gracias a todos los cielos por esa app de localización que habíamos instalado en los móviles cuando violaron a una chica de nuestro barrio. —Fue esa mujer que está con Ethan, amenazó con matarme si hablaba, pero no voy a dejar esto así, la denunciaré a la policía, no puedo creerme lo que me está pasando por culpa de ese desgraciado. Miles de sentimientos complejos se agolpan en mi pecho, un sollozo se escapa de entre mis labios, mi vida era una montaña rusa de emociones. Mónica me consuela, me abraza con cuidado hasta que logro recomponerme un poco. —Amiga, hay otra cosa que debo decirte, por favor cálmate, no puedes alterarte más - sus manos que aprietan la mía, de repente están rígidas y temblorosas, la miro asustada, por favor no peores noticias. —Mónica, dime de una vez… —Trinity, estás embarazada de Ethan y con amenaza de aborto.TRINITY Desde la ventana del autobús observo el caos del tráfico en la ciudad, perdida en mis pensamientos. Dada de alta del hospital hace más de una semana y aún convaleciente, me enfrento a una realidad abrumadora: estoy embarazada de Ethan y sigo sin trabajo. A pesar de haberme cuidado siempre, incluso con mi diagnóstico de ovarios poliquísticos que heredé de mi madre, aquí estoy, esperando un bebé híbrido en el peor momento posible. Ethan era un hombre lobo. Cuando supe de su origen, no me alteré porque ya conocía a Mónica y ella también es parte de esa raza. Por razones que desconozco, ambos vivían recluidos en el mundo humano, apartados de sus llamadas “manadas”. La voz mecánica anuncia que mi parada es la próxima, mi estómago se revoluciona con un hambre voraz y los tacones me están matando. Llevo toda la mañana dejando currículos. He ido a varias entrevistas, ocultando los moretones con maquillaje, pero solo encuentro rechazos. Algo no está bien; parece que solo
TRINITY —No recuerdo que tuviésemos tanta confianza como para que me tuteara, ¿Srta...? —Trinity Miller —le respondí saliendo de mi estupefacción. Debo admitir que el hecho de que ni siquiera se acordara de mi nombre me molestó un poco. ¿Pero qué esperaba? Habían pasado 5 años y solo intimamos por un breve momento que luego se truncó. —¡Dígame!, ¿quién le pagó para retener aquí a mi hijo? Ya debe saber sobre mi poder, así que más le vale no jugar conmigo o se va a arrepentir. Me amenazó fríamente, dando un paso hacia delante y ordenándole con la cabeza a sus hombres que me soltaran los brazos y se alejaran. —No sé de qué me está hablando, me encontré a ese niño al punto de colapso, lo cuido porque se golpeó la cabeza y no recuerda nada, no tenía ni idea de que era su hijo, Sr… ¿cuál era su apellido? Como a la velocidad de la luz lo tuve sobre mí, su mano se aferró con fuerza a mi cuello y me pegó a la pared de la cocina, sus ojos animales fulguraban con rabia y su re
NATHAN La sentía estremecerse, su vagina se apretaba en respuesta a su próxima liberación que no tardó en llegar. Mis testículos se sacudieron fuerte, llenando el condón, mientras embestía por última vez, duro y rápido, siseando de puro placer. Los caninos de mi lobo salieron con la intensa corrida, bajé mi cabeza con ganas de morder esa blanca piel, pero un gemido profundo femenino me hizo congelarme. Esta mujer se llamaba Emma, no Trinity, no era esa humana sexy, de lengua afilada, seductora de hombres y calienta braguetas, era la jefa de personal de la compañía de mi familia y ni siquiera tenía el cabello rojo natural. Gruñí molesto, queriendo culpar a mi lobo interior por este desliz e incorporándome de encima de ella, que respiraba agitada, derrumbada sobre el escritorio. La falda subida hasta la cintura, la camisa blanca sudada se pegaba a su espalda, usaba uno de esos pantis negros que vienen con un agujero en la parte íntima, siempre lista para la acción. To
TRINITYLlegué como una demente al parque y me lo encontré sentado al lado de una señora que cuidaba unos perritos, supongo que ella fue la que me llamó.—¡Mamá! —sus ojos se iluminaron en cuanto me vio y corrió a mi encuentro.—Dieguito, ¿qué haces aquí solito? ¿Estás bien? ¿Alguien te hizo daño? —me agaché a su altura soltando el bolso en la hierba y comencé a revisarlo por todos lados mientras le hacía un millón de preguntas.—¡Mamá!, ¿por qué ese hombre dice que tú no eres nada mío? —comenzó a llorar sin quererme soltar del cuello.Dios, esto estaba siendo tan difícil y ese energúmeno no tenía nada de tacto.—No pasa nada, mi niño, tranquilo, tranquilo —lo abracé acariciando su espalda y agradecí a la señora que me había llamado.Le inventé una historia de mi divorcio con su padre para que no fuera a imaginarse cosas raras, como las que precisamente estaban sucediendo.Recordé que debido a los problemas de la mente de Diego, le había dado un papel con todos mis datos y parece que
TRINITYVeo a Diego salir del baño y me tenso pensando en qué hacer para que no venga. Le hago señas para que vaya a pedir la cuenta en la barra y él entiende, alejándose hacia el mostrador y esperando detrás de otros clientes. —Quiero el doble y se lo entrego donde me cite, sin trampa, necesito el dinero —le respondo, haciendo por levantarme.Lo que necesito es una dirección, un punto de encuentro para ver de qué manera se lo puedo decir a Nathan y que se presente él a capturar a los secuestradores y eliminar el peligro.Ni siquiera me pasaría por la cabeza, pero estoy segura de que si entrego a Diego no me van a dar ningún dinero y solo terminaré muerta, flotando en el agua del puerto. —En 15 minutos te espero bajo el puente cerca del parque, te estaremos vigilando, así que ni se te ocurra… Pero se levanta de golpe repentinamente, pegándome un tremendo susto. Echa a correr sin pensárselo dos veces, metiéndose por la puerta de empleados y supongo que escapando por la cocina. No
TRINITY—Srta. Miller, puedo ordenarle a un chofer que la lleve a su casa… Ni siquiera le respondí a la propuesta de ese tal William cuando pasé por su lado y me intentó suavizar. Podía sentir la mirada de Nathan quemando en mi espalda, pero no dijo nada y salí a la avenida buscando la parada del bus. Miré por un segundo hacia la pizzería, unos metros más atrás, lamentaba tanto dejar de nuevo al niño, pero era lo mejor para los dos.Me limpié las lágrimas con rabia y me alejé a vivir mi propia vida, porque cada vez que mi destino se cruzaba con este hombre, solo cosas malas me sucedían después.*****NATHAN Mi lobo me rugía que fuera tras ella, mi corazón latía apresurado en mi pecho, pero mi cuerpo paralizado no daba ni un paso adelante. Me habían enseñado muchas cosas en la vida, sin embargo, nunca a pedir perdón. Un Alfa no tiene que disculparse delante de nadie y menos justificar sus acciones. No seré aún el Alfa de mi manada, pero mi lobo interior es un Alfa puro de nacimi
NATHANAl otro día, de vuelta en la oficina, el timbre del teléfono fijo suena y suena sin cesar ¡maldición! —¡Juliana! —le rujo a mi supuesta secretaria que parece haberse ido de nuevo de su puesto a hacer lo que le da la gana. —Maldita sea, ¡dígame! —descuelgo la línea dejando de firmar los documentos importantes que tenía delante. —Se… Señor Langford, disculpe, llamaba a la línea de su secretaria… —Salió al baño, dígame, ¿qué sucede? —Aquí hay una señorita que pregunta por una cita, se llama… —hace una pausa y escucho esa voz que hace estremecer mis oídos. —Trinity Miller —por alguna razón me tenso y mi lobo se levanta enseguida prestando atención.—Concédale la cita ahora, súbala personalmente a mi oficina —le doy instrucciones y cuelgo. Me levanto a ponerme el saco y me aliso el cabello con la mano, arreglo los papeles sobre el escritorio mientras pienso en una y mil palabras que decir para intentar arreglar las cosas. He leído el informe sobre ella y la verdad, fui un ma
TRINITYLa mujer del cuarto sale en un puro temblor y comienzan a discutir en voz baja.Yo sin poderme ir y con ganas de tirarme por la ventana. ¡BOOM, BOOM, BOOM! La puerta de entrada retumba sin cesar.Los veo de repente como se giran a mirarme, una mala premonición aprieta mi pecho. —Métete en el baño y no se te ocurra salir — él le susurra empujando su espalda y la mujer corre al interior de la habitación. —Sé que necesitas dinero y yo necesito un favor —me dice atropelladamente las palabras, caminando hacia mí y mirando desenfocado a la puerta —Di que eres tú mi amante, Celia no se va a creer que esta es una reunión o algo así…—¡¿Qué?! —No grites, estúpida —da un paso adelante queriendo taparme la boca y yo retrocedo a la defensiva —Solo será un mal rato y te pagaré luego muy bien, diremos que se acabó, seguirás en tu puesto, no te voy a echar y arreglarás tus problemas de dinero, sé que tienes una hija pequeña, maldición, decídete rápido… Mientras más lo escuchaba, más ri