JULYAvanzamos un poco más, siempre vigilando a la retaguardia, pero en extremo preocupada.William se había quedado recostado en la caja de carga, cerró su vínculo a mí y estábamos nerviosas, mi loba y yo.Cuando ya casi íbamos a ingresar a la ciudad, vi un viejo camino que subía al faro.Maniobré y me interné sobre el terreno irregular, algo estrecho, pero a salvo.Apagué el vehículo, los focos, y nos sumimos en la oscuridad, solo con destellos de la luna filtrándose por entre las copas de los árboles.Abrí la puerta y me bajé, siseé al encajarme en las plantas de los pies, las hojas espinosas de los pinos sobre el suelo, la adrenalina aun impulsándome.Di la vuelta y subí por la parte trasera de la camioneta.—July, nena, debes tener frío.…—Sshhh, olvídate de mí. Tampoco es algo que no hayas visto ya. Dime cómo… no, no, ¡joder, William! —llevé mis manos enseguida a la herida profunda en su abdomen.Ese lobo le había desgarrado un buen pedazo.Diosa, creía ver el interior, por eso
LOGANRecordé los ojos de mi padre, su terror al verme salir caminando de entre las sombras.Su incredulidad. Aun así, en vez de alegrarse, me reclamó llamándome mentiroso.Le pregunté si ahora que estaba bien me daría la manada, una última oportunidad para él.Quería probarlo… Terminó decepcionándome, como siempre.Solo hizo darme la espalda y me abalancé a su cuello, convirtiéndome en mi lobo, desgarrándolo con dolor en mi corazón.Era mi padre, lo quería en el fondo, algún día lo admiré, pero no dejaría que me siguiera arruinando la vida.“Nadie sospechará de mí. Las heridas fueron de lobo y ninguna persona sabe que te recuperé, ni siquiera el doctor que me atiende o mi secretario Arthur” le dije a mi lobo interior.“Además, me aseguré de engañar a la Luna con una nota falsa de Nathan para que fuera al bosque, a la escena del crimen, y encontrara a papá” recapitulé mis pasos para no dejar cabos sueltos.Incluso el tema de los olores no era problema, todos somos familia, que mi arom
HENRY—Cla… claro, nena —le respondí, no muy convencido de que esto fuese una buena idea.Se quedó de pie mirándome, así, desnuda en el torso, y yo tratando de disimular la erección que comenzaba a hacer un pico en la manta.—¿Qué pasa…? Ah, la parte de abajo… —reí un poco raro, mierd4, estaba como un chiquillo que nunca había visto una teta en su vida.“Joder, no te agaches mucho que me da de frente el olor de su intimidad”, Massimo gruñó dando vueltas, excitado.Si esto es una prueba de Mónica, no podíamos fallarla, pero este alumno sudaba frío, a punto de suspender.Metí los dedos por la cinturilla de esos mini shorts, inclinado sobre su cuerpo más pequeño, y tiré hacia abajo hasta con miedo… miedo de saltarle encima como un depredador sexual.—Sube, sube un pie —le pedí mirando hacia el suelo de baldosas, porque era nada más subir los ojos y descubrir esa deliciosa rayita que moría por cogerme.Diosa, dame un camión de maldit4 paciencia.“Mmmm, huele tan rico ggrr”“¡Massimo, ya d
HENRYMe incliné hacia delante y la besé apasionado, mi pecho latía con fuerza.Mi mano fue hacia su nuca, controlando este beso lleno de promesas para ambos, moviendo mis labios sobre los suyos, tan llenos, tan sexis.Jadeamos excitados, nuestros cuerpos expresando el deseo que sentimos.Mónica se aferró a mi cuello. Sostuve sus nalgas y su espalda, me levanté a pura fuerza bruta con ella anclada a mi torso.—Mmm, espera, bebé, o terminaré haciéndote una galletica si me caigo encima de ti —le dije sonriendo como tonto, enamorado de esta pequeña preciosa.Trastabillando, logré salir de la tina. No hagan esto en casa, que es demasiado peligroso.El agua mojó todo el suelo; casi me resbalo con la espuma sobre la baldosa.—¡Henry!—¡A salvo, tranquila, todo está bien! —le dije después de meter un patinazo y casi irme de boca contra el lavabo, agarrándola todo el tiempo contra mí.Uf, las locuras que se hacen por una propuesta indecente.Empujé la puerta del baño con el pie descalzo y seg
HENRYMi boca recorrió sus hombros, la clavícula, la espalda alta.La sentía estremecerse bajo el peso de mi cuerpo.Con una mano apoyada en mi codo, levanté un poco el torso, la otra la llevé hacia mi erección.Pasé el glande arriba y abajo, sacando suspiros de su boca deliciosa.Mónica abrió más las piernas y empinó las nalgas; la invitación estaba hecha y yo deseaba tanto aceptarla.Comencé a penetrarla poco a poco, apretando los dientes, siseando lascivo al sentir la presión carnosa sobre mi miembro, derritiéndome en el calor de su feminidad.—Ahh, mmmm… Henry…—Sshh, bebé, qué mojada estás, mmm, sí, maldición, apriétame más… mi mate, mi hembra… ahhh, ¡joder, qué rico se siente tu coño! —gruñí con los caninos afuera al empalarla centímetro a centímetro en mi falo.Esa funda ardiente, me devoraba y me chupaba hasta la base; enloquecía la mente.Comencé a moverme sobre ella, a embestirla con meneos controlados.Mis garras se aferraban al colchón, respirando agitado; las gotas de sud
NARRADORA“Soy Massimo, tu Alfa, y no me iré de aquí hasta que no te sane, hasta que no aceptes tomar mi fortaleza y confíes en mí. Yo te curaré, Karina, yo te haré feliz, mi hermosa Omega”.“No, márchate, no sé cómo entraste aquí, pero nunca te aceptaré. Yo no tengo compañero… yo no soy nada…”.Massimo avanzó sin responderle a su rechazo, a través de la niebla y oscuridad, de tantos sentimientos negativos.Ella estaba en algún sitio aquí adentro, rodeada de espinas, y él la encontraría.Haría florecer para ella las rosas de esta prisión.Henry sintió el tirón en su mente mientras lamía la herida de la marca temporal y ambos recuperaban el aliento.Se giró sobre la cama abrazando a su hembra contra su cuerpo, para no castigarla con su peso.Sus pechos bajaban y subían apresurados, pegajosos, sudados, pero plenos.—Henry, ¿qué sucedió? Me siento rara —Mónica tragó el dulzor de la deliciosa sangre de su mate.Sentía su vientre pesado.Nunca la habían anudado; Dean no lo hizo su primera
NARRADORAComo siempre, el olor a medicina y plantas verdes dio en su nariz, la amargura de las hojas y la dulzura de las flores.La encontró sentada en su sillón leyendo un libro junto a la ventana abierta.— ¿Por qué no has pedido que te cierren la ventana? Te puedes resfriar, ya están bajando las temperaturas - Morgan fue enseguida a cerrar las hojas acristaladas.— No seas tonto, necesito tomar un poco de aire de vez en cuando - la suave voz le dijo.Morgan miró a la pálida mujer sentada frente a él, no importa cuanto maquillaje se pusiera en el hermoso y delicado rostro, las ojeras y el semblante de debilidad, no se podían ocultar.Ella siempre parecía que iba a morir en el siguiente segundo, Morgan dudó en cómo decirle.— Lucía…— Sé por qué viniste Morgan, es papá - como siempre ella parecía poder leerlo de pies a cabeza.— Le ha sucedido algo a papá, lo sentí en mi pecho, intenté llamarlo al celular y no me responde.Los ojos de Morgan miraron preocupados a los verdes de Lucía
NARRADORA Después de darse un festín con su amada mate, dejarla durmiendo cobijada en su olor, saciada y más tranquila, Henry decidió investigar quiénes habían llegado al departamento. En medio de su delicioso sexo los había escuchado, así, como a lo lejos, pero no parecían representar una amenaza, así que siguió dándole como matraca a su hermosa enfermera. Sacándose el pijama del culo mientras caminaba por el pasillo, mascullando enojado por lo difícil que le resultaba moverse, salió al salón. El olor a comida enseguida revolvió sus tripas hambrientas después de tanta actividad física. William se giró para ver al enorme Alfa aparecer embutido en unos pantalones a cuadros rosados y negros que más bien parecían unos leggings de lo apretado que le iban. Para arriba completaba el outfit una camiseta de mangas rositas, con un unicornio bien femenino y con cara de buena gente, solo que estirada al máximo, como si se hubiese hecho bótox, debido a los voluminosos músculos de Henry