WILLIAMSalimos de la zona boscosa y enseguida zigzagueamos por entre algunas de las casas de la manada. Escuchaba la algarabía en la plaza; los miembros más poderosos ya habían sentido el vacío del poder y esperaban explicaciones.—¡William, deténganse, deténganse de una vez! —nos gritaron los dos guardias cuando corrimos por el asfalto del estacionamiento al aire libre.Por supuesto, no nos detendríamos.Abrí la puerta del copiloto de mi Ford Ranger y cargué a la pesada loba en el sillón, cerrando de golpe.Corrí hacia el lado del conductor y casi me arrojé de cabeza sobre el asiento.Por primera vez estaba agradecido de olvidar siempre la llave dentro del coche.Encendí el auto, accioné todo el mecanismo y bajé a fondo el pie en el acelerador, salimos disparados con el motor rugiendo.Miré por el retrovisor a los guardias que casi nos alcanzaron.Convertidos en su forma de lobo, corrían pegados a la goma trasera.¡Maldit4 sea, que no soltaban prenda!—¡Winter, métete en ese hueco,
JULYAvanzamos un poco más, siempre vigilando a la retaguardia, pero en extremo preocupada.William se había quedado recostado en la caja de carga, cerró su vínculo a mí y estábamos nerviosas, mi loba y yo.Cuando ya casi íbamos a ingresar a la ciudad, vi un viejo camino que subía al faro.Maniobré y me interné sobre el terreno irregular, algo estrecho, pero a salvo.Apagué el vehículo, los focos, y nos sumimos en la oscuridad, solo con destellos de la luna filtrándose por entre las copas de los árboles.Abrí la puerta y me bajé, siseé al encajarme en las plantas de los pies, las hojas espinosas de los pinos sobre el suelo, la adrenalina aun impulsándome.Di la vuelta y subí por la parte trasera de la camioneta.—July, nena, debes tener frío.…—Sshhh, olvídate de mí. Tampoco es algo que no hayas visto ya. Dime cómo… no, no, ¡joder, William! —llevé mis manos enseguida a la herida profunda en su abdomen.Ese lobo le había desgarrado un buen pedazo.Diosa, creía ver el interior, por eso
LOGANRecordé los ojos de mi padre, su terror al verme salir caminando de entre las sombras.Su incredulidad. Aun así, en vez de alegrarse, me reclamó llamándome mentiroso.Le pregunté si ahora que estaba bien me daría la manada, una última oportunidad para él.Quería probarlo… Terminó decepcionándome, como siempre.Solo hizo darme la espalda y me abalancé a su cuello, convirtiéndome en mi lobo, desgarrándolo con dolor en mi corazón.Era mi padre, lo quería en el fondo, algún día lo admiré, pero no dejaría que me siguiera arruinando la vida.“Nadie sospechará de mí. Las heridas fueron de lobo y ninguna persona sabe que te recuperé, ni siquiera el doctor que me atiende o mi secretario Arthur” le dije a mi lobo interior.“Además, me aseguré de engañar a la Luna con una nota falsa de Nathan para que fuera al bosque, a la escena del crimen, y encontrara a papá” recapitulé mis pasos para no dejar cabos sueltos.Incluso el tema de los olores no era problema, todos somos familia, que mi arom
HENRY—Cla… claro, nena —le respondí, no muy convencido de que esto fuese una buena idea.Se quedó de pie mirándome, así, desnuda en el torso, y yo tratando de disimular la erección que comenzaba a hacer un pico en la manta.—¿Qué pasa…? Ah, la parte de abajo… —reí un poco raro, mierd4, estaba como un chiquillo que nunca había visto una teta en su vida.“Joder, no te agaches mucho que me da de frente el olor de su intimidad”, Massimo gruñó dando vueltas, excitado.Si esto es una prueba de Mónica, no podíamos fallarla, pero este alumno sudaba frío, a punto de suspender.Metí los dedos por la cinturilla de esos mini shorts, inclinado sobre su cuerpo más pequeño, y tiré hacia abajo hasta con miedo… miedo de saltarle encima como un depredador sexual.—Sube, sube un pie —le pedí mirando hacia el suelo de baldosas, porque era nada más subir los ojos y descubrir esa deliciosa rayita que moría por cogerme.Diosa, dame un camión de maldit4 paciencia.“Mmmm, huele tan rico ggrr”“¡Massimo, ya d
HENRYMe incliné hacia delante y la besé apasionado, mi pecho latía con fuerza.Mi mano fue hacia su nuca, controlando este beso lleno de promesas para ambos, moviendo mis labios sobre los suyos, tan llenos, tan sexis.Jadeamos excitados, nuestros cuerpos expresando el deseo que sentimos.Mónica se aferró a mi cuello. Sostuve sus nalgas y su espalda, me levanté a pura fuerza bruta con ella anclada a mi torso.—Mmm, espera, bebé, o terminaré haciéndote una galletica si me caigo encima de ti —le dije sonriendo como tonto, enamorado de esta pequeña preciosa.Trastabillando, logré salir de la tina. No hagan esto en casa, que es demasiado peligroso.El agua mojó todo el suelo; casi me resbalo con la espuma sobre la baldosa.—¡Henry!—¡A salvo, tranquila, todo está bien! —le dije después de meter un patinazo y casi irme de boca contra el lavabo, agarrándola todo el tiempo contra mí.Uf, las locuras que se hacen por una propuesta indecente.Empujé la puerta del baño con el pie descalzo y seg
HENRYMi boca recorrió sus hombros, la clavícula, la espalda alta.La sentía estremecerse bajo el peso de mi cuerpo.Con una mano apoyada en mi codo, levanté un poco el torso, la otra la llevé hacia mi erección.Pasé el glande arriba y abajo, sacando suspiros de su boca deliciosa.Mónica abrió más las piernas y empinó las nalgas; la invitación estaba hecha y yo deseaba tanto aceptarla.Comencé a penetrarla poco a poco, apretando los dientes, siseando lascivo al sentir la presión carnosa sobre mi miembro, derritiéndome en el calor de su feminidad.—Ahh, mmmm… Henry…—Sshh, bebé, qué mojada estás, mmm, sí, maldición, apriétame más… mi mate, mi hembra… ahhh, ¡joder, qué rico se siente tu coño! —gruñí con los caninos afuera al empalarla centímetro a centímetro en mi falo.Esa funda ardiente, me devoraba y me chupaba hasta la base; enloquecía la mente.Comencé a moverme sobre ella, a embestirla con meneos controlados.Mis garras se aferraban al colchón, respirando agitado; las gotas de sud
NEW YORK TRINITY Mi futuro iba a ser brillante y todo se arruinó en un segundo. Estaba nerviosa, mirando furtivamente en el pasillo a las otras chicas candidatas para el puesto de secretaria de esta gran compañía, todas regias y estiradas. — Celulares apagados y listas, estaremos pasando al primer examen en unos minutos – salió una mujer dando ese anuncio. Mi corazón casi se paralizó de la ansiedad. Abrí mi bolso para comprobar el móvil y vi que había un mensaje. La peor decisión que pude tomar en mi puñetera vida fue revisarlo. «Trinity, lo lamento, de verdad me lo he pensado mucho para enviarte esto, pero creo que mereces saberlo» Silvia, una buena colega de la universidad me escribió. Me levanté de la silla asombrada, no me importó llamar la atención y que todas me miraran. Mi cuerpo entero enfriándose y mis dedos temblorosos hacían zoom a las fotos tomadas desde lejos. Frente a la puerta del Plaza Hotel, un hombre de cabello castaño, abrazaba y besaba apasionadam
TRINITY — ¿Qué pasó? ¡Logró robarte los pocos ahorros que te quedaban! – Mónica, mi compañera de piso y mejor amiga, agarró mi teléfono revisando la app del banco nerviosamente. — No, no, pero vació mi tarjeta de crédito, me dijo ayer que se le prestara para una emergencia, que me lo devolvía luego, ¡y yo como idiota se la di con contraseña y todo! – agarré mi cartera con ira y saqué la tarjeta haciéndola trisas. — Me pasaré meses pagando todos sus caprichitos y perfumes caros, ¡incluso se compró un móvil que ahora ni me responde! Dios, como pude ser tan estúpida e ilusa. — También está la factura del hotel - Mónica agregó, torciendo la boca con una expresión sarcástica - Trinity no te parece que es muy coincidente, digo, hacer esto de la tarjeta lo delataría y luego exhibirse delante de nuestras amigas, como para que te lo dijeran. — Quieres decir… claro… ni los cojones tuvo para cortarme él mismo y dejó que me enterara por otras personas, que cabrón Dios mío. Caí derrotada al