156. BUSCANDO A MI OMEGA

HENRY

Mi boca recorrió sus hombros, la clavícula, la espalda alta.

La sentía estremecerse bajo el peso de mi cuerpo.

Con una mano apoyada en mi codo, levanté un poco el torso, la otra la llevé hacia mi erección.

Pasé el glande arriba y abajo, sacando suspiros de su boca deliciosa.

Mónica abrió más las piernas y empinó las nalgas; la invitación estaba hecha y yo deseaba tanto aceptarla.

Comencé a penetrarla poco a poco, apretando los dientes, siseando lascivo al sentir la presión carnosa sobre mi miembro, derritiéndome en el calor de su feminidad.

—Ahh, mmmm… Henry…

—Sshh, bebé, qué mojada estás, mmm, sí, maldición, apriétame más… mi mate, mi hembra… ahhh, ¡joder, qué rico se siente tu coño! —gruñí con los caninos afuera al empalarla centímetro a centímetro en mi falo.

Esa funda ardiente, me devoraba y me chupaba hasta la base; enloquecía la mente.

Comencé a moverme sobre ella, a embestirla con meneos controlados.

Mis garras se aferraban al colchón, respirando agitado; las gotas de sud
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