HENRYMi boca recorrió sus hombros, la clavícula, la espalda alta.La sentía estremecerse bajo el peso de mi cuerpo.Con una mano apoyada en mi codo, levanté un poco el torso, la otra la llevé hacia mi erección.Pasé el glande arriba y abajo, sacando suspiros de su boca deliciosa.Mónica abrió más las piernas y empinó las nalgas; la invitación estaba hecha y yo deseaba tanto aceptarla.Comencé a penetrarla poco a poco, apretando los dientes, siseando lascivo al sentir la presión carnosa sobre mi miembro, derritiéndome en el calor de su feminidad.—Ahh, mmmm… Henry…—Sshh, bebé, qué mojada estás, mmm, sí, maldición, apriétame más… mi mate, mi hembra… ahhh, ¡joder, qué rico se siente tu coño! —gruñí con los caninos afuera al empalarla centímetro a centímetro en mi falo.Esa funda ardiente, me devoraba y me chupaba hasta la base; enloquecía la mente.Comencé a moverme sobre ella, a embestirla con meneos controlados.Mis garras se aferraban al colchón, respirando agitado; las gotas de sud
NARRADORA“Soy Massimo, tu Alfa, y no me iré de aquí hasta que no te sane, hasta que no aceptes tomar mi fortaleza y confíes en mí. Yo te curaré, Karina, yo te haré feliz, mi hermosa Omega”.“No, márchate, no sé cómo entraste aquí, pero nunca te aceptaré. Yo no tengo compañero… yo no soy nada…”.Massimo avanzó sin responderle a su rechazo, a través de la niebla y oscuridad, de tantos sentimientos negativos.Ella estaba en algún sitio aquí adentro, rodeada de espinas, y él la encontraría.Haría florecer para ella las rosas de esta prisión.Henry sintió el tirón en su mente mientras lamía la herida de la marca temporal y ambos recuperaban el aliento.Se giró sobre la cama abrazando a su hembra contra su cuerpo, para no castigarla con su peso.Sus pechos bajaban y subían apresurados, pegajosos, sudados, pero plenos.—Henry, ¿qué sucedió? Me siento rara —Mónica tragó el dulzor de la deliciosa sangre de su mate.Sentía su vientre pesado.Nunca la habían anudado; Dean no lo hizo su primera
NARRADORAComo siempre, el olor a medicina y plantas verdes dio en su nariz, la amargura de las hojas y la dulzura de las flores.La encontró sentada en su sillón leyendo un libro junto a la ventana abierta.— ¿Por qué no has pedido que te cierren la ventana? Te puedes resfriar, ya están bajando las temperaturas - Morgan fue enseguida a cerrar las hojas acristaladas.— No seas tonto, necesito tomar un poco de aire de vez en cuando - la suave voz le dijo.Morgan miró a la pálida mujer sentada frente a él, no importa cuanto maquillaje se pusiera en el hermoso y delicado rostro, las ojeras y el semblante de debilidad, no se podían ocultar.Ella siempre parecía que iba a morir en el siguiente segundo, Morgan dudó en cómo decirle.— Lucía…— Sé por qué viniste Morgan, es papá - como siempre ella parecía poder leerlo de pies a cabeza.— Le ha sucedido algo a papá, lo sentí en mi pecho, intenté llamarlo al celular y no me responde.Los ojos de Morgan miraron preocupados a los verdes de Lucía
NARRADORA Después de darse un festín con su amada mate, dejarla durmiendo cobijada en su olor, saciada y más tranquila, Henry decidió investigar quiénes habían llegado al departamento. En medio de su delicioso sexo los había escuchado, así, como a lo lejos, pero no parecían representar una amenaza, así que siguió dándole como matraca a su hermosa enfermera. Sacándose el pijama del culo mientras caminaba por el pasillo, mascullando enojado por lo difícil que le resultaba moverse, salió al salón. El olor a comida enseguida revolvió sus tripas hambrientas después de tanta actividad física. William se giró para ver al enorme Alfa aparecer embutido en unos pantalones a cuadros rosados y negros que más bien parecían unos leggings de lo apretado que le iban. Para arriba completaba el outfit una camiseta de mangas rositas, con un unicornio bien femenino y con cara de buena gente, solo que estirada al máximo, como si se hubiese hecho bótox, debido a los voluminosos músculos de Henry
NARRADORA—¡Nathan! —July se levantó y corrió hasta su hermano, abrazándolo, dejando salir algunas lágrimas que intentó reprimir frente a todos.“Nathan, mamá, ella…”“Tranquila, cachorra, lo arreglaré. July, todo va a estar bien, hermana.”Nathan la abrazó protectoramente. Parecía que todas las desgracias estaban esperando a que él se fuese solo unos días de viaje.Lamentaba que su hermanita hubiese pasado por todo eso, incluso la muerte violenta de su padre.Le agradeció a William en la mente.“Sabes que daría mi vida por ella,” William le respondió sin dudarlo, y el Alfa lo sabía muy bien.Triny la acarició en el brazo con tristeza y los dejó tener su momento de hermanos.Luego miró hacia Mónica, pegada a un hombre que le sacaba varias cabezas de altura.Ella lo identificó enseguida: era el hijo del Alfa Morgan, Henry Connor.La verdad es que el mundo era un pañuelo.¿Quién le diría que mandarían a este espécimen a los brazos de Mónica?Y además, lo más importante… ¿ese era el pija
NATHAN—Quédate aquí un segundo, William —me bajo del asiento de copiloto y camino hacia la entrada de la manada.Veo la cerca maciza de metal, media chueca y abollada. Me imagino que esto fue consecuencia de su escape apresurado.—Sr. Langford —el centinela de la entrada enseguida me reconoce.—John, ¿cómo has estado? Necesito pasar, ábreme —le digo cortés, pero con el mismo tono que siempre les he hablado.Asiente y va a internarse en la caseta para activar el botón de apertura, cuando es detenido por un guerrero.— ¡John, no te atrevas a abrirle! ¡¿De verdad tiene el descaro de aparecerse en la manada?! ¡Después de haber conspirado para asesinar al Alfa! —me ruge enojado.Lo miro fijamente a través de los gruesos barrotes, mi aura de Alfa saliendo aplastante.Vacila un poco, pero igual se mantiene erguido, seguro con la barrera entre ambos.Por supuesto, siempre hay carneros idiotas, queriéndose congraciar con el nuevo jefecito.—No sé qué les hayan dicho, pero yo no tengo nada que
NATHANMaldit4 sea, nunca me imaginé que Logan me hiciera una bajeza como esta.—Nathan…—Quédese tranquila o no respondo —el idiota del segundón de mi hermano la sostuvo con más fuerza; veía su dedo muy firme sobre el disparador.Hombres lobo o lo que sea, un balazo en la cabeza acababa con la vida de cualquiera.—Eres despreciable —me levanté de encima de Logan, mirándolo con todo el odio que, de repente, descubrí que le tenía.Sabía que poseía sus razones para odiar a mi madre.Ella no era ninguna inocente, pero lo que él hacía tampoco estaba bien.—Je, me llamas monstruo, pero no tienes escrúpulos a la hora de golpear a alguien que no se puede defender —me dijo, pasándose la mano por la boca llena de sangre, incorporando el torso y apoyando los codos sobre el suelo.No le creía nada, ya no le creía nada.—No quiero tu maldit4 manada, deja ir a mi madre. Yo…—Nathan, supongo que no entiendes que no estoy negociando, ¿sabes? —mis ojos se posaron en los suyos, muy parecidos a los de
NARRADORA—¡Cálmese, señor, cálmese! —en medio de su ira, viendo solo rojo frente a sus ojos, Nathan escuchaba los gritos suplicantes que le pedían detenerse.“¡Nathan, estamos bien, controla a Blaze, estamos bien!”William le decía lleno de urgencia.El enorme lobo estaba parado en medio de varios heridos, mientras el pavimento se había manchado de sangre.Alrededor de Henry y William, las cosas no estaban mucho mejor.Habían mandado a pedir refuerzos, y ahora mismo se encontraban cercados por todos lados.Los guerreros, aunque los superaban en número, estaban vacilantes, dudando si avanzar o no.¿Quién sería el demente en arrojarse entre las fauces de ese lobo enfurecido?Blaze les gruñía, con los enormes caninos goteando y restos de piel y músculos aun entre su poderosa dentadura.“¡Quien se atreva a acercarse a nosotros, lo destripo!” Nathan rugió en la mente de los miembros de la manada, haciéndolos estremecer.M4ldit4 sea, por mucho que ahora estuviesen enojados por las acusacio