NARRADORAComo siempre, el olor a medicina y plantas verdes dio en su nariz, la amargura de las hojas y la dulzura de las flores.La encontró sentada en su sillón leyendo un libro junto a la ventana abierta.— ¿Por qué no has pedido que te cierren la ventana? Te puedes resfriar, ya están bajando las temperaturas - Morgan fue enseguida a cerrar las hojas acristaladas.— No seas tonto, necesito tomar un poco de aire de vez en cuando - la suave voz le dijo.Morgan miró a la pálida mujer sentada frente a él, no importa cuanto maquillaje se pusiera en el hermoso y delicado rostro, las ojeras y el semblante de debilidad, no se podían ocultar.Ella siempre parecía que iba a morir en el siguiente segundo, Morgan dudó en cómo decirle.— Lucía…— Sé por qué viniste Morgan, es papá - como siempre ella parecía poder leerlo de pies a cabeza.— Le ha sucedido algo a papá, lo sentí en mi pecho, intenté llamarlo al celular y no me responde.Los ojos de Morgan miraron preocupados a los verdes de Lucía
NARRADORA Después de darse un festín con su amada mate, dejarla durmiendo cobijada en su olor, saciada y más tranquila, Henry decidió investigar quiénes habían llegado al departamento. En medio de su delicioso sexo los había escuchado, así, como a lo lejos, pero no parecían representar una amenaza, así que siguió dándole como matraca a su hermosa enfermera. Sacándose el pijama del culo mientras caminaba por el pasillo, mascullando enojado por lo difícil que le resultaba moverse, salió al salón. El olor a comida enseguida revolvió sus tripas hambrientas después de tanta actividad física. William se giró para ver al enorme Alfa aparecer embutido en unos pantalones a cuadros rosados y negros que más bien parecían unos leggings de lo apretado que le iban. Para arriba completaba el outfit una camiseta de mangas rositas, con un unicornio bien femenino y con cara de buena gente, solo que estirada al máximo, como si se hubiese hecho bótox, debido a los voluminosos músculos de Henry
NARRADORA—¡Nathan! —July se levantó y corrió hasta su hermano, abrazándolo, dejando salir algunas lágrimas que intentó reprimir frente a todos.“Nathan, mamá, ella…”“Tranquila, cachorra, lo arreglaré. July, todo va a estar bien, hermana.”Nathan la abrazó protectoramente. Parecía que todas las desgracias estaban esperando a que él se fuese solo unos días de viaje.Lamentaba que su hermanita hubiese pasado por todo eso, incluso la muerte violenta de su padre.Le agradeció a William en la mente.“Sabes que daría mi vida por ella,” William le respondió sin dudarlo, y el Alfa lo sabía muy bien.Triny la acarició en el brazo con tristeza y los dejó tener su momento de hermanos.Luego miró hacia Mónica, pegada a un hombre que le sacaba varias cabezas de altura.Ella lo identificó enseguida: era el hijo del Alfa Morgan, Henry Connor.La verdad es que el mundo era un pañuelo.¿Quién le diría que mandarían a este espécimen a los brazos de Mónica?Y además, lo más importante… ¿ese era el pija
NATHAN—Quédate aquí un segundo, William —me bajo del asiento de copiloto y camino hacia la entrada de la manada.Veo la cerca maciza de metal, media chueca y abollada. Me imagino que esto fue consecuencia de su escape apresurado.—Sr. Langford —el centinela de la entrada enseguida me reconoce.—John, ¿cómo has estado? Necesito pasar, ábreme —le digo cortés, pero con el mismo tono que siempre les he hablado.Asiente y va a internarse en la caseta para activar el botón de apertura, cuando es detenido por un guerrero.— ¡John, no te atrevas a abrirle! ¡¿De verdad tiene el descaro de aparecerse en la manada?! ¡Después de haber conspirado para asesinar al Alfa! —me ruge enojado.Lo miro fijamente a través de los gruesos barrotes, mi aura de Alfa saliendo aplastante.Vacila un poco, pero igual se mantiene erguido, seguro con la barrera entre ambos.Por supuesto, siempre hay carneros idiotas, queriéndose congraciar con el nuevo jefecito.—No sé qué les hayan dicho, pero yo no tengo nada que
NATHANMaldit4 sea, nunca me imaginé que Logan me hiciera una bajeza como esta.—Nathan…—Quédese tranquila o no respondo —el idiota del segundón de mi hermano la sostuvo con más fuerza; veía su dedo muy firme sobre el disparador.Hombres lobo o lo que sea, un balazo en la cabeza acababa con la vida de cualquiera.—Eres despreciable —me levanté de encima de Logan, mirándolo con todo el odio que, de repente, descubrí que le tenía.Sabía que poseía sus razones para odiar a mi madre.Ella no era ninguna inocente, pero lo que él hacía tampoco estaba bien.—Je, me llamas monstruo, pero no tienes escrúpulos a la hora de golpear a alguien que no se puede defender —me dijo, pasándose la mano por la boca llena de sangre, incorporando el torso y apoyando los codos sobre el suelo.No le creía nada, ya no le creía nada.—No quiero tu maldit4 manada, deja ir a mi madre. Yo…—Nathan, supongo que no entiendes que no estoy negociando, ¿sabes? —mis ojos se posaron en los suyos, muy parecidos a los de
NARRADORA—¡Cálmese, señor, cálmese! —en medio de su ira, viendo solo rojo frente a sus ojos, Nathan escuchaba los gritos suplicantes que le pedían detenerse.“¡Nathan, estamos bien, controla a Blaze, estamos bien!”William le decía lleno de urgencia.El enorme lobo estaba parado en medio de varios heridos, mientras el pavimento se había manchado de sangre.Alrededor de Henry y William, las cosas no estaban mucho mejor.Habían mandado a pedir refuerzos, y ahora mismo se encontraban cercados por todos lados.Los guerreros, aunque los superaban en número, estaban vacilantes, dudando si avanzar o no.¿Quién sería el demente en arrojarse entre las fauces de ese lobo enfurecido?Blaze les gruñía, con los enormes caninos goteando y restos de piel y músculos aun entre su poderosa dentadura.“¡Quien se atreva a acercarse a nosotros, lo destripo!” Nathan rugió en la mente de los miembros de la manada, haciéndolos estremecer.M4ldit4 sea, por mucho que ahora estuviesen enojados por las acusacio
NARRADORAMIENTRAS TANTO, EN LA ACADEMIA CROWN POINT…—Scarlett, ¿no vas a jugar con tu hermano? —la maestra acarició el cabello rojo de la pequeña que pintaba sobre el pupitre.Desde ayer no quería salir al receso, algo muy extraño, ya que apenas sonaba el timbre, corría disparada para juntarse con su hermano mayor.—No, prefiero quedarme aquí, maestra —le respondió sin dejar de colorear las florecitas sobre el papel.La educadora suspiró y se marchó, dejando el salón medio vacío.Este día ya era el último del campamento intensivo, y los enviarían a sus casas mañana.Scarlett subió los ojitos, medio húmedos, mirando por la ventana.Ese tonto de Luca, seguro hoy también se había ido con esos niños de su salón, sobre todo con esa niña fea de rizos rubios.Le sacaba la lengua a escondidas y le decía cosas feas cuando Luca no estaba atendiendo.—Jum, si no vienes hoy a buscarme, nunca más te voy a hablar, Luca —dijo enfurruñada, con los gordos cachetes inflados y la tristeza asomando a s
NARRADORAEse tirón de nuevo en su pecho la hizo inclinarse hacia adelante con mareos; el corazón le latía desbocado, pero más temía perderlo.Comenzó de nuevo a correr.No podía llegar tarde como le había pasado a ese perrito, o al pajarito que se comió el gato del vecino.¡Luca no podía irse al cielo de las mascotas; tenía que hallarlo!—¡Luca! —Scarlett gritó en pánico al mirar hacia un hueco y verlo en el fondo, desmayado.Era una bajada algo empinada, una gruta natural cavada en las entrañas de la tierra, como una cueva que llevaba al fondo de un barranco.Ahí estaba su hermano, con sangre en la frente y sin moverse, tirado sobre la tierra húmeda.Scarlett comenzó a llamarlo llena de miedo, sus lágrimas caían sin cesar.No sabía qué hacer, ni cómo regresar y avisarle a la maestra; ni siquiera sabía bien dónde estaba.Un giro inesperado la hizo resbalarse con la tierra suelta del borde al girarse para mirar, perdida, a su alrededor.—¡Aaahhh! —gritó cuando su pie cedió y se fue en