NATHANMaldit4 sea, nunca me imaginé que Logan me hiciera una bajeza como esta.—Nathan…—Quédese tranquila o no respondo —el idiota del segundón de mi hermano la sostuvo con más fuerza; veía su dedo muy firme sobre el disparador.Hombres lobo o lo que sea, un balazo en la cabeza acababa con la vida de cualquiera.—Eres despreciable —me levanté de encima de Logan, mirándolo con todo el odio que, de repente, descubrí que le tenía.Sabía que poseía sus razones para odiar a mi madre.Ella no era ninguna inocente, pero lo que él hacía tampoco estaba bien.—Je, me llamas monstruo, pero no tienes escrúpulos a la hora de golpear a alguien que no se puede defender —me dijo, pasándose la mano por la boca llena de sangre, incorporando el torso y apoyando los codos sobre el suelo.No le creía nada, ya no le creía nada.—No quiero tu maldit4 manada, deja ir a mi madre. Yo…—Nathan, supongo que no entiendes que no estoy negociando, ¿sabes? —mis ojos se posaron en los suyos, muy parecidos a los de
NARRADORA—¡Cálmese, señor, cálmese! —en medio de su ira, viendo solo rojo frente a sus ojos, Nathan escuchaba los gritos suplicantes que le pedían detenerse.“¡Nathan, estamos bien, controla a Blaze, estamos bien!”William le decía lleno de urgencia.El enorme lobo estaba parado en medio de varios heridos, mientras el pavimento se había manchado de sangre.Alrededor de Henry y William, las cosas no estaban mucho mejor.Habían mandado a pedir refuerzos, y ahora mismo se encontraban cercados por todos lados.Los guerreros, aunque los superaban en número, estaban vacilantes, dudando si avanzar o no.¿Quién sería el demente en arrojarse entre las fauces de ese lobo enfurecido?Blaze les gruñía, con los enormes caninos goteando y restos de piel y músculos aun entre su poderosa dentadura.“¡Quien se atreva a acercarse a nosotros, lo destripo!” Nathan rugió en la mente de los miembros de la manada, haciéndolos estremecer.M4ldit4 sea, por mucho que ahora estuviesen enojados por las acusacio
NARRADORAMIENTRAS TANTO, EN LA ACADEMIA CROWN POINT…—Scarlett, ¿no vas a jugar con tu hermano? —la maestra acarició el cabello rojo de la pequeña que pintaba sobre el pupitre.Desde ayer no quería salir al receso, algo muy extraño, ya que apenas sonaba el timbre, corría disparada para juntarse con su hermano mayor.—No, prefiero quedarme aquí, maestra —le respondió sin dejar de colorear las florecitas sobre el papel.La educadora suspiró y se marchó, dejando el salón medio vacío.Este día ya era el último del campamento intensivo, y los enviarían a sus casas mañana.Scarlett subió los ojitos, medio húmedos, mirando por la ventana.Ese tonto de Luca, seguro hoy también se había ido con esos niños de su salón, sobre todo con esa niña fea de rizos rubios.Le sacaba la lengua a escondidas y le decía cosas feas cuando Luca no estaba atendiendo.—Jum, si no vienes hoy a buscarme, nunca más te voy a hablar, Luca —dijo enfurruñada, con los gordos cachetes inflados y la tristeza asomando a s
NARRADORAEse tirón de nuevo en su pecho la hizo inclinarse hacia adelante con mareos; el corazón le latía desbocado, pero más temía perderlo.Comenzó de nuevo a correr.No podía llegar tarde como le había pasado a ese perrito, o al pajarito que se comió el gato del vecino.¡Luca no podía irse al cielo de las mascotas; tenía que hallarlo!—¡Luca! —Scarlett gritó en pánico al mirar hacia un hueco y verlo en el fondo, desmayado.Era una bajada algo empinada, una gruta natural cavada en las entrañas de la tierra, como una cueva que llevaba al fondo de un barranco.Ahí estaba su hermano, con sangre en la frente y sin moverse, tirado sobre la tierra húmeda.Scarlett comenzó a llamarlo llena de miedo, sus lágrimas caían sin cesar.No sabía qué hacer, ni cómo regresar y avisarle a la maestra; ni siquiera sabía bien dónde estaba.Un giro inesperado la hizo resbalarse con la tierra suelta del borde al girarse para mirar, perdida, a su alrededor.—¡Aaahhh! —gritó cuando su pie cedió y se fue en
NARRADORA —Bien. Investigaré si me dices la verdad y, si mientes, te vas a arrepentir, Eliza —Verónica la observaba fijamente, como un halcón a su presa. —¡No, no mentí! ¡Lo juro por mis hijos! —Baja la voz —Verónica escaneó el pasillo fuera de la enfermería, que ahora estaba en silencio —. Me alegro de que jures por tus hijos, porque recuerda la millonaria deuda que tienes con el colegio para mantenerlos en sus clases. La profesora asentía mientras la directora pensaba en la manera de callar mejor su boca. —Te condonaré la deuda de tu hijo, a cambio de no decir nada de lo sucedido hoy con respecto a los niños. Entenderás que a mi familia le gusta la privacidad. ¡Eliza no se podía creer su buena suerte! En realidad nunca le pasó por la cabeza decir nada tampoco, tenía mucho miedo de esta familia influyente. Juró y perjuró que no le diría ni a su marido, ni a nadie. Verónica la vio marcharse. Abrió entonces la puerta del cuarto privado en la enfermería. Los dos niños se abraz
NARRADORALeo corría entre las callejuelas de la ciudad, buscando la avenida principal para mezclarse con la gente.Miraba hacia atrás una y otra vez, cagado de miedo.Si ese Alfa lo atrapaba, mínimo retorcería su pescuezo.Le parecía incluso escuchar gruñidos a pesar la buena ventaja que llevaba.Sus piernas explotaban con pura adrenalina. La luz de la avenida se veía al final de aquella calle lateral llena de puertas de bares nocturnos.Estaba dispuesto a arrojarse frente a los autos que pasaban solo para escabullirse entre el tráfico.Quizás hasta pillaba un taxi.Solo un segundo miró hacia atrás y vio una sombra enorme acechándolo.La velocidad de ese depredador era superior a la suya. ¡Lo iba a capturar!—¡Apresúrate, no pierdas más tiempo, ven, corre! —un rugido lo hizo fijar su vista en el final de la callejuela—. ¡Soy de Logan Langford!Desde un auto oscuro estacionado en la avenida, un hombre le hacía señas frenéticas, con la puerta abierta de par en par y el motor encendido.
NARRADORA—¿Ves? ¡No mentía, es la única copia! Tú mismo revisaste mi equipaje y ropa. ¡No me arriesgaría a decirle a nadie más para que no me robase la idea!—¡La idea de chantajear por dinero jugando con la vida de una cachorra inocente! —Nathan sacó los caninos, dando un paso adelante lleno de cruda amenaza.—No, pero pensé… yo pensé… —Leo no sabía qué decir para justificar sus actos maquiavélicos.Retrocedió, saltando, a punto de perder el equilibrio.Estaba al borde de un enorme foso excavado para cimientos.Las suelas de sus zapatos rozaban la orilla, y debajo había metros y metros de altura.—¡No me mate, se lo suplico, señor Nathan! ¡Lo hice por necesidad, todo fue una equivocación de joven!—Lo hiciste porque eres un avaricioso. Te pagué de sobra para empezar una nueva vida, pero hay alimañas que nunca aprenden —Nathan apretó los dientes, marcando los músculos mandibulares.—Fue mi error. Cada vez que muestro misericordia, me apuñalan por la espalda… hasta hoy…Sin más palabr
LOGANMe inclino sobre el trípode donde tengo anclado los binoculares de largo alcance.Observo desde lo alto la escena a través del amplio ventanal del restaurante en los bajos del edificio al frente.Cuando Nathan vino y me dijo que aceptaría mis condiciones, que regresaría a la manada, con el puesto del Alfa y construiría el “Alondra” para mí, no me lo pude creer.En el momento en que lo vi aparecer por la puerta del despacho, creí que le daría otro de sus ataquitos de macho Alfa y me agrediría por lo del tipo ese que intenté capturar.Menudo fiasco, y eso me lleva de regreso al hecho de que no le creí nada, sobre todo porque uno de los requisitos era deshacerse de esa humana que se follaba.Y aquí estaban en ese restaurante, hablando, hasta que de un momento a otro las cosas se descontrolaron.No podía escuchar a esta distancia, pero ni falta que hacía; comenzaron a discutir, disimulando sus ceños cada vez más fruncidos.Nathan intentaba explicarle, extendió la mano sobre la mesa