LOGANMe inclino sobre el trípode donde tengo anclado los binoculares de largo alcance.Observo desde lo alto la escena a través del amplio ventanal del restaurante en los bajos del edificio al frente.Cuando Nathan vino y me dijo que aceptaría mis condiciones, que regresaría a la manada, con el puesto del Alfa y construiría el “Alondra” para mí, no me lo pude creer.En el momento en que lo vi aparecer por la puerta del despacho, creí que le daría otro de sus ataquitos de macho Alfa y me agrediría por lo del tipo ese que intenté capturar.Menudo fiasco, y eso me lleva de regreso al hecho de que no le creí nada, sobre todo porque uno de los requisitos era deshacerse de esa humana que se follaba.Y aquí estaban en ese restaurante, hablando, hasta que de un momento a otro las cosas se descontrolaron.No podía escuchar a esta distancia, pero ni falta que hacía; comenzaron a discutir, disimulando sus ceños cada vez más fruncidos.Nathan intentaba explicarle, extendió la mano sobre la mesa
HENRY«¡No sé qué tanta mierd4 reclamas por una mujer que dejaste ir! ¡Si ibas a marcar a Alicia! ¿¡Por qué le hiciste esa bajeza a ella!?»Recuerdo que en medio de la lucha, de nuestros lobos desgarrándose, el maldito de Claus usando toda esa pacotilla de magia barata, le grité sus cuatro verdades.«¡Tú no sabes nada del pasado y eso es entre Erika y yo! ¡DIME DÓNDE CARAJOS ESTÁ!»«¡DEAN!»El rugido de una loba, incluso se había filtrado en mi mente.A punto de morderme el cuello, Dean se retiró de un salto, rígido, mirando a un lado.Me había levantado de la carretera donde él detuvo mi coche para interrogarme.La sangre goteaba de mis heridas; ese malnacido nunca jugaba limpio.Se transformó enseguida en su forma humana, enfrentando a mi querida prima que tenía rostro de estarse desayunando algo.Su auto estacionado detrás del de su marido, parecía perseguirlo.Estoy seguro de que escuchó todos nuestros rugidos al estar tan cerca.—Alicia…—Hablaremos en la casa. Henry, llamaré a t
HENRYEmpujé con suavidad la puerta del salón lleno de pequeñas camas con cortinas blancas para separarlas. Pasé el seguro a mi espalda.Avancé por el pasillo del centro, escaneando el sitio.Esto estaba vacío, para el caso, los hombres lobos no es que se enfermaran mucho.Sonreí al descubrirla.Su silueta se reflejaba por la cortina blanca; parecía estar tendiendo la cama.Despacito me acerqué, encontrándome la deliciosa vista de ella inclinada, alisando la sábana sobre el colchón.Aspiré su aroma por un segundo, aguantando un gruñido de puro placer que casi se me escapa de la garganta.Mis manos fueron a su cintura, tomándola por sorpresa cuando se incorporó, apretándola contra mi cuerpo posesivamente, tan necesitado de su cercanía.—Mmmm, nena, no te imaginas cuánto te he extrañado —besé su cabello, bajé mis besos hasta su nuca.Mis manos no dejaban de acariciarla, de tocar su cuerpo, mi deseo despertando.—Alto ahí, lobo. —El tono serio me hizo detenerme.Se giró entre mis brazos
MÓNICAGemía entrecortado con un lobo cachondo follándome desde atrás.Mis senos se balanceaban sobre la superficie de madera, la mesa del escritorio traqueteaba cada vez más de prisa mientras las penetraciones aumentaban de intensidad.Mi uniforme remangado hasta la cintura, a medio abrir los botones del frente, el ajustador subido exponiendo las tetas, con la panti destrozadas en mi coño que ahora recibía el ardiente falo de mi hombre.—Henry, ¡aahhh, sí, sí, mi macho, me encanta cómo me montas… más, más! —subí la cabeza perdida en la pasión.Meneándome hacia atrás, encontrándome con el embiste de su pelvis chocando contra mis nalgas.Henry gruñó como un animal, empujándome hacia la mesa auxiliar, castigándome deliciosamente con su peso contra mi espalda.El sudor corría por nuestras pieles en llamas.Pude colar mi mano por mi vientre, y mi dedo medio comenzó a acariciar el sensible clítoris mientras el placer se construía fiero y avasallador.Lo movía en círculos y me lo pellizcaba
MÓNICANo tenía por qué contenerme.Aquí no vendría nadie y tenía a un Alfa buenarro y todo mío para violármelo la noche entera.Me incorporé con las piernas algo suaves.Me giré y lo empujé contra el colchón.Este cuartito era pequeño y solo para mi uso personal.Henry cayó con un golpe sordo, dejándose hacer.Los pantalones aún enredados en sus tobillos sobre los zapatos puestos, de la primera vez que me empotró contra la mesa y comenzó a comerse mi coño para luego penetrarme tan rico.—Quítate el calzado y toda la ropa —le ordené como su puta jefa, devorándome con la mirada los fibrosos y abultados músculos brillando en sudor, tan definidos y sexis.Mi lengua salió a saborear los caninos puntiagudos que sentía crecer en mi boca.Extrañaba tanto esta sensación del poder rugiendo en las venas y eso que yo solo era una Omega.Abrí poco a poco los botones que aún quedaban intactos de mi vestido de enfermera.Lo veía casi arrancarse a tirones el pantalón y patear los zapatos.Sus iris l
TRINITY —Disculpe, salí sin mirar —le dije algo nerviosa, no deseaba problemas, apenas le miré el rostro.— ¿Está bien, Srta. Adele? —Asentí ante sus palabras y me iba a escapar por su lado de regreso al salón.Mi brazo fue tomado por un momento.—¿Esos tipos la están molestando? —me susurró de cerca.Su sombrero tejano proyectaba una sombra sobre su rostro ceñudo.—N-no, no, todo está bien. —Escuché pasos de otros clientes viniendo al baño, me puse aún más nerviosa, zafándome de su agarre de una manera algo brusca.—Gracias, Sr. Dixon —susurré para alejarme enseguida—. ¿La ayudo, señora?Le pregunté a una mujer que venía por el pasillo rezongando por una mancha de tomate en su vestido.Al final me dijo que no, que ella lo hacía sola, todo el tiempo sentía la intensa mirada en mi espalda.Salí casi corriendo de regreso al salón y continué con lo mío.—Oye, vino ese hombre medio raro que se sienta en silencio y siempre pide la mesa oscura de la esquina —Doris me susurra en la barra.—
TRINITYAhora ya no tenía dudas, me estaba siguiendo.Por esta zona no había muchas casas.Mis zapatillas volaban sobre el suelo polvoriento.Metí la mano en el bolso para agarrar el celular, pero justo en ese momento sentí que prácticamente me respiraban en la nuca.Me giré con rapidez a enfrentarlo y, por supuesto, maldit4 sea, era el hijo del alcalde.—¿Qué significa esto? ¿Acaso me está siguiendo? —le pregunté apenas disimulando la ira, mirando a mi alrededor, a las sombras bajo los árboles, por si me estuviesen emboscando sus otros amiguitos.—¿Por qué te desagrado tanto? Dime —me habló, y el tufo a alcohol golpeó mi rostro.Parece que después del restaurante se marchó a algún bar a ponerse como una cuba.—. Soy guapo, joven, rico, me gustas y no solo para follar. Quiero que salgamos a pesar de que eres solo una camarera muerta de hambre, ¿sabes cuántas mujeres de este pueblo matarían por estar en tu lugar?“Ni el señor Narciso le hacía nada a este patán con el ego tan elevado.”
TRINITY¡BAM!Mis manos fueron sujetas por las muñecas sobre mi cabeza, los sonidos eróticos de nuestros besos resonando en mis oídos, así como los latidos erráticos de mi corazón.—Mmm… cariño, espera un momento…—No puedo, no puedo esperar más —su voz lobuna jadea contra mis senos que está chupando vigorosamente, aun por encima de la tela.Siento los tirones de sus labios y el roce de los caninos sobre mis aureolas.—Bájate la braga —me ordena dominante.Me pone a mil verlo tan desesperado, gruñendo como un lobo cachondo. Yo estoy igual de caliente.Me remango la falda y voy a por el elástico de mi ropa interior, mientras lo observo a través de las luces y sombras, cómo se abre a tirones la bragueta y el pantalón con el bóxer caen estancados sobre sus zapatos.No necesito claridad para saber cómo es su polla que ahora me apunta bien erecta, gruesa, deliciosa.Las venas deben estar latiendo hinchadas con la excitación de mi hombre.—¿Estás lista para tu Alfa? ¿Me has extrañado? —me a