MÓNICAGemía entrecortado con un lobo cachondo follándome desde atrás.Mis senos se balanceaban sobre la superficie de madera, la mesa del escritorio traqueteaba cada vez más de prisa mientras las penetraciones aumentaban de intensidad.Mi uniforme remangado hasta la cintura, a medio abrir los botones del frente, el ajustador subido exponiendo las tetas, con la panti destrozadas en mi coño que ahora recibía el ardiente falo de mi hombre.—Henry, ¡aahhh, sí, sí, mi macho, me encanta cómo me montas… más, más! —subí la cabeza perdida en la pasión.Meneándome hacia atrás, encontrándome con el embiste de su pelvis chocando contra mis nalgas.Henry gruñó como un animal, empujándome hacia la mesa auxiliar, castigándome deliciosamente con su peso contra mi espalda.El sudor corría por nuestras pieles en llamas.Pude colar mi mano por mi vientre, y mi dedo medio comenzó a acariciar el sensible clítoris mientras el placer se construía fiero y avasallador.Lo movía en círculos y me lo pellizcaba
MÓNICANo tenía por qué contenerme.Aquí no vendría nadie y tenía a un Alfa buenarro y todo mío para violármelo la noche entera.Me incorporé con las piernas algo suaves.Me giré y lo empujé contra el colchón.Este cuartito era pequeño y solo para mi uso personal.Henry cayó con un golpe sordo, dejándose hacer.Los pantalones aún enredados en sus tobillos sobre los zapatos puestos, de la primera vez que me empotró contra la mesa y comenzó a comerse mi coño para luego penetrarme tan rico.—Quítate el calzado y toda la ropa —le ordené como su puta jefa, devorándome con la mirada los fibrosos y abultados músculos brillando en sudor, tan definidos y sexis.Mi lengua salió a saborear los caninos puntiagudos que sentía crecer en mi boca.Extrañaba tanto esta sensación del poder rugiendo en las venas y eso que yo solo era una Omega.Abrí poco a poco los botones que aún quedaban intactos de mi vestido de enfermera.Lo veía casi arrancarse a tirones el pantalón y patear los zapatos.Sus iris l
TRINITY —Disculpe, salí sin mirar —le dije algo nerviosa, no deseaba problemas, apenas le miré el rostro.— ¿Está bien, Srta. Adele? —Asentí ante sus palabras y me iba a escapar por su lado de regreso al salón.Mi brazo fue tomado por un momento.—¿Esos tipos la están molestando? —me susurró de cerca.Su sombrero tejano proyectaba una sombra sobre su rostro ceñudo.—N-no, no, todo está bien. —Escuché pasos de otros clientes viniendo al baño, me puse aún más nerviosa, zafándome de su agarre de una manera algo brusca.—Gracias, Sr. Dixon —susurré para alejarme enseguida—. ¿La ayudo, señora?Le pregunté a una mujer que venía por el pasillo rezongando por una mancha de tomate en su vestido.Al final me dijo que no, que ella lo hacía sola, todo el tiempo sentía la intensa mirada en mi espalda.Salí casi corriendo de regreso al salón y continué con lo mío.—Oye, vino ese hombre medio raro que se sienta en silencio y siempre pide la mesa oscura de la esquina —Doris me susurra en la barra.—
TRINITYAhora ya no tenía dudas, me estaba siguiendo.Por esta zona no había muchas casas.Mis zapatillas volaban sobre el suelo polvoriento.Metí la mano en el bolso para agarrar el celular, pero justo en ese momento sentí que prácticamente me respiraban en la nuca.Me giré con rapidez a enfrentarlo y, por supuesto, maldit4 sea, era el hijo del alcalde.—¿Qué significa esto? ¿Acaso me está siguiendo? —le pregunté apenas disimulando la ira, mirando a mi alrededor, a las sombras bajo los árboles, por si me estuviesen emboscando sus otros amiguitos.—¿Por qué te desagrado tanto? Dime —me habló, y el tufo a alcohol golpeó mi rostro.Parece que después del restaurante se marchó a algún bar a ponerse como una cuba.—. Soy guapo, joven, rico, me gustas y no solo para follar. Quiero que salgamos a pesar de que eres solo una camarera muerta de hambre, ¿sabes cuántas mujeres de este pueblo matarían por estar en tu lugar?“Ni el señor Narciso le hacía nada a este patán con el ego tan elevado.”
TRINITY¡BAM!Mis manos fueron sujetas por las muñecas sobre mi cabeza, los sonidos eróticos de nuestros besos resonando en mis oídos, así como los latidos erráticos de mi corazón.—Mmm… cariño, espera un momento…—No puedo, no puedo esperar más —su voz lobuna jadea contra mis senos que está chupando vigorosamente, aun por encima de la tela.Siento los tirones de sus labios y el roce de los caninos sobre mis aureolas.—Bájate la braga —me ordena dominante.Me pone a mil verlo tan desesperado, gruñendo como un lobo cachondo. Yo estoy igual de caliente.Me remango la falda y voy a por el elástico de mi ropa interior, mientras lo observo a través de las luces y sombras, cómo se abre a tirones la bragueta y el pantalón con el bóxer caen estancados sobre sus zapatos.No necesito claridad para saber cómo es su polla que ahora me apunta bien erecta, gruesa, deliciosa.Las venas deben estar latiendo hinchadas con la excitación de mi hombre.—¿Estás lista para tu Alfa? ¿Me has extrañado? —me a
TRINITYAmbos metidos en la tina, dándonos un rico baño.Estaba recostada contra el pecho fuerte de mi Alfa.—No te preocupes más por ese idiota. De verdad pensé que no sería un problema real… debí cortarle más manos desde el primer momento —me respondió entre dientes.—Pero, Nathan… —Pero nada, Trinity. Te dije que no trabajaras hasta tan tarde. No me gusta cómo te miran todos los tipos que van a comer ahí —gruñe molesto.—Amor, es la manera que tengo de verte en ocasiones. No puedo, Nathan… si me quitas eso, no resisto esta mierd4 de vida falsa —me giro un poco para encararlo.Sus ojos chocolate intenso me observan de frente, con el ceño fruncido.Se ha quitado esos molestos lentes negros.—¿Falta mucho para darle la embarcación al hijo de puta de tu hermano? —pregunté molesta.Por culpa de los chantajes de ese tipo y las cagadas de mi suegra, es que nos encontramos en esta situación, fingiendo estar peleados y que ya no andamos juntos.Los niños prácticamente viven en el colegio.
TRINITYMe arrojo en sus brazos y lo aprieto contra fuerte queriéndome fundir con su alma.—Ya te extraño y no te has ido —susurro con tristeza.—Y yo a ti, nena… y nosotros a ti, cariño —su voz sale distorsionada, mezcla del animal y el hombre, su rostro en agonía.Me enreda posesivamente, nos quedamos en silencio y estas despedidas cada vez duelen más, son insoportables…Deseo que el tiempo se detenga, pero los segundos implacables nunca hacen un alto para nadie.Nathan se volvió a ir esa noche, dejándome sola, lloré desconsolada contra la almohada, hasta dormirme exhausta. *****FIONAEscucho la voz mecánica de la operadora diciéndome que el móvil al que llamo está apagado o fuera del área de cobertura.—¡Maldit4 sea, Nathan! —enojada, voy a arrojar el teléfono sobre la cama, pero decido calmarme y llamar a la alcahueta de mi hermana.Después de unos cuantos timbres, al fin me sale.—Dime, querida hermanita —responde, y es difícil ocultar el sarcasmo en su voz.—Marie, ¿Nathan est
NARRADORALa mano derecha de Logan condujo en su Ford hasta los límites de la manada, a una casita modesta, que había visto tiempos mejores.Apagó el motor en la entrada y miró las luces a través de las ventanas de cristal.Estaba un poco dudoso, esperaba no arrepentirse de haber venido, que Lauren no le hiciera una escenita como la última vez.La puertecita de madera chirrió al abrirla, el olor intenso de los rosales en el jardín delantero asaltó su nariz, trayéndole como siempre vagos recuerdos del pasado, que ya estaba desechando.Toc, toc, toc.Parado en el porche, tocó la puerta y enseguida escuchó los pasos y la cerradura abriéndose.—Arthur, me alegro de que hayas venido.Arthur vio a la mujer frente a él, su cabello rubio suelto en suaves ondas, ese rostro del que había estado obsesionado alguna vez, la sonrisa fácil y ojos azules coquetos.—Lauren, ¿para qué me llamaste? —le preguntó un poco receloso, mirando hacia el interior, olfateando para comprobar que estaba sola.—No t